Estos son algunos de los muchísimos mails que me han llegado desde que terminó la última edición de Gran Hermano en la que se proclamó ganador Iván Madrazo:
Buenas tardes Kiko. Me gustaría que me dieras algunas recomendaciones para pasar los castings ya que llevo todas las ediciones presentándome y no paso de los 2 minutos. Espero me des
tus consejos
Kiko, me llamo María del Carmen y me moriría por entrar en esta nueva edición del concurso Gran Hermano, ¿me puedes decir cual fue tu secreto?
Me llamo Pedro _____________ y te escribo desde Lanzarote, me he presentado cinco veces a los casting de Gran Hermano y siempre me he quedado en la prueba de cámara, y al ver nuevamente los teléfonos para la nueva edición, me hice la siguiente pregunta: ¿merece la pena que siga intentándolo?,
Kiko, quiero entrar en Gran Hermano, ¿qué debo de hacer?, ¿a dónde tengo que llamar?
Todos ellos, como os comento, son un pequeño reflejo de muchísimos mails y mensajes en Facebook donde me solicitáis ayuda para afrontar unos casting que a muchos de vosotros en pocos meses os pueden cambiar la vida, los casting de “Gran Hermano 11, La nueva era”.
Pues bien, en la primera entrevista que realicé para Telecinco.es narraba cómo viví los primeros casting, cómo fueron las pruebas de cámara, los test psicológicos y todo el entramado hasta que puse los pies en Guadalix de la Sierra, desmintiendo de paso los rumores de que entré al azar o de que algunos ex concursantes son seleccionados a dedo.
Os dejo parte de esa entrevista que, para los que todavía no la hayáis leído y os vayáis a presentar a los nuevos casting de Gran Hermano, seguramente os será de gran utilidad:
LOS CASTING
Los castings son largos, pesados... Difíciles en muchos casos de superar y tienes que tener más paciencia que el santo Job, pero todo esfuerzo tiene su recompensa. En 2002, me presenté porque me parecía increíble lo que les había cambiado la vida a los primeros concursantes del reality: Ania, Ismael, Iñigo, incluso a los de GH2: Marta, Carlos "El Yoyas" y, para qué engañarnos, el dinero que estarían ganando por todos los bolos, apariciones en televisión y demás.
El caso es que llamé a un 806 y me dieron cita el mismo día por la tarde en un hotel justo detrás de la Gran Vía de Madrid. ¡¡¡Qué emoción, mi primer casting!!! ¿Cómo será? ¿Qué me preguntaran? ¿Seré seleccionado?
Nada más llegar, me metieron en un holl, donde rellené mis datos. Poco después, una prueba de imagen delante de una cámara donde tenía que hablar de mi vida durante cinco minutos. No me preguntéis qué dije porque no recuerdo nada, pero me sobraron cuatro.
A las dos semanas me llamaron, ¡ESTABA SELECCIONADO! ¡Pasamos al segundo casting! Rápidamente pensé que el anterior era sólo para superar unos mínimos de imagen necesarios para participar en cualquier programa.
Este casting fue duro y un poco humillante, y os explico el porqué. Primero rellenamos unos test de inteligencia y unas cuantas preguntas tipo: “¿Cómo es tu entorno familiar?" "¿Tienes novi@?" "¿Vives sol@?". Y más tarde viene la pregunta trampa... "¿Nos podrías facilitar el teléfono de algún amigo o familiar muy cercano a ti?" Yo puse como diez teléfonos. No le di importancia… pero la tenía.
Mientras esperaba en una sala, estaban llamando a todos los números que había dado y sacando información de mí. Cuando me pasaron con una redactora me contó mi vida, como si fuera vidente. Yo no daba crédito, más tarde me di cuenta de lo sucedido.
Y viene lo peor de la historia. Nunca se me olvidará. La redactora va y me dice que huele mal en la sala, que si me había tirado un pedo. Yo pensé, ¿esta tía está loca? Quería sacarme de mis casillas y desde luego lo consiguió. Dije que si alguien se había tirado un pedo sería ella o el cámara con el que estábamos grabando. Le dije tres o cuatro improperios más y salí de allí dando un portazo a la oportunidad de mi vida. ¡¡¡ SE ACABÓ EL SUEÑO DE ENTRAR EN GRAN HERMANO!!!
Días más tarde me reía con el incidente y lo contaba entre los amigos como una experiencia más. Pero mi sorpresa llega cuando suena el teléfono, ZEPPELIN quiere reunirse conmigo. ¡¡¡Pilar Blasco y Roberto Ontiveros (directores de la productora y del programa) querían hablar conmigo!!!!!
No daba crédito, y por supuesto fui. Me reuní, me hablaron de contratos y condiciones. Todo a expensas de una última llamada la semana anterior al comienzo del concurso, donde me confirmarían que entraría junto a once compañeros más al reality. Esa llamada se producía mientras me comunicaban que mi hermana había tenido un precioso niño. ¡Era tío!
Tres días antes de empezar el concurso me lo confirmaron con estas palabras: "Kiko Hernández, eres uno de los habitantes de la casa, compra maletas porque las vas a necesitar!" ¡Qué fuerte!, me tiré toda la tarde llamando a amigos y familiares. Esa noche no pude dormir de los nervios, ¡hasta se me olvido que acababa de ser tío!
LA ENTRADA Y ESTANCIA EN EL CONCURSO
Jamás encontraría palabras para definir la experiencia vivida en 'Gran Hermano'. Sí, suena a topicazo, pero no las hay, o yo no las conozco.
El hecho de entrar en una casa encerrado, vigilado las 24 horas, donde se escuchan todas tus conversaciones, cuando meas, mientras te lavas los dientes, y con once personas que no conoces de nada, cada una de su padre y de su madre ¡ES INCREÍBLE! Sólo puedes saber lo que se siente si entras en la casa de Guadalix de la Sierra.
Yo tuve muchísima suerte. Me enamoré dentro de la casa, viví los 101 días hasta la final, estuve nominado, gané pruebas, fui líder, experimenté 'la famosa' SUITE... Vamos, que viví la experiencia de cabo a rabo, sin dejarme ningún fleco, ninguna experiencia por descubrir.
Recuerdo las primeras nominaciones. Fui el primero en nominar en GH3, - "Kiko, tienes que nominar" -. Esto en medio de una apetitosa cena de tortilla de patata y nada más entrar en la casa. Además, me dicen en el confesionario: "no puedes decir nada a tus compañeros". Chupa del frasco Carrasco. La cara de gilipollas que se me quedó fue histórica.
Otro de mis recuerdos es de cuando, después de estar encerrado más de 72 días y viviendo una relación con Patricia de muchos altibajos, me sacaron en una limusina por Madrid, calculo yo que serían las dos o las tres de la madrugada. ¡¡Qué sensación!! Volver a ver después de tanto tiempo las calles de mi ciudad.
Tampoco puedo ni debo olvidar mi lucha constante con las pruebas. Yo, que soy más vago que la chaqueta de un guardia, me veía haciendo el Camino de Santiago o sacándome el carné de conducir dentro de la casa. Afortunadamente, ganamos casi todas, y eso se traducía en comida, bebida y tabaco.
El tabaco es uno de los problemas más importantes que tuve dentro de la casa, y es que estaba muy enganchado a esa -si me permiten la palabra- MIERDA. Cuando se te acaba en tu casa bajas al bar y lo compras, pero en 'GH', no puedes. ¡Qué sensación! ¡Qué agobio! No puedes dormir, te duele la cabeza, incluso te dan ganas de quitárselo a otro compañero. Ahora lo piensas y dices "Qué razón tiene la MILÁ con lo del tabaco."
Cada gala, jueves tras jueves, eran sensaciones nuevas y renovadas: nominaciones, pactos, estrategias... Qué pedazo de juego, ¡¡QUÉ PEDAZO DE PROGRAMA!! Por eso, como os decía al principio, "todavía se me pone la carne de gallina al escuchar la sintonía de Gran Hermano".
Pues esta fue mi experiencia, la cual he querido recordar nuevamente con todos vosotros. Y para todos los valientes que se atrevan una vez más a presentarse nuevamente, o para aquellos que lo hagan por primera vez, sólo he de deciros que muchísima suerte y que espero comentaros desde este confesionario.
Antes de terminar, comentaros que ya hemos asistido a la primera boda de este espacio cibernético, ya que Yorvan, de nombre Vanesa, que es de O Rosal, Galicia, se casó el sábado pasado día 13 de junio. Desde estas líneas les deseo a la pareja la mayor de las felicidades y esperemos que nos envíen alguna foto del enlace, aquí o a través de Facebook, donde os recuerdo que desde el 14 de mayo, El Confesionario de Kiko se encuentra en él con más de 3000 usuarios registrados, usuarios que conocen a diario los secretos mejor guardados y actualizaciones de éste, vuestro confesionario.
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