El viento sopla, por fin, a nuestro favor

Hilo Moreno 23/06/2016 13:45

Al despertarnos y mirar por la ventana lo hemos visto claro: ha llegado el momento. La cinta de seda que teníamos instalada frente a la puerta de la tienda para observar la situación del viento se encontraba recta y paralela al suelo señalando la dirección correcta. Ni siquiera hemos desayunado, ya lo haríamos por el camino.

Hemos hecho despegar la cometa con más rapidez de lo habitual y en seguida nos hemos encontrado navegando a cerca de 20 kilómetros por hora, dirigiéndonos al lugar donde el otro trineo se encontraría esperándonos. Listos para acoplarnos y continuar en el gran vehículo hasta Summit, principal objetivo de la expedición.

Como he dicho otras veces en este viaje se pasa muy rápido de la miseria a la gloria, y eso último es lo que hemos sentido en las escasas tres horas que hemos necesitado para recorrer los 53 kilómetros que nos separaban de nuestros compañeros. Han sido tres horas de navegación perfecta sobre un manto de nieve suave recién caído donde los baches del terreno apenas se notaban en el interior del vehículo.

El viento ha soplado con fuerza y el Sol, de vez en cuando, calentaba nuestros rostros asomando entre unas nubes que han ido desapareciendo poco a poco en el cielo. Resulta muy emocionante atisbar algún elemento en el horizonte de este gran desierto blanco.

Tras casi 20 días de blancura total y desolador paisaje hemos visto, desde casi dos kilometros de distancia, la pequeñez del segundo trineo en medio de la nada. La maniobra para aparcar nuestro vehículo junto con el de nuestros compañeros no ha sido fácil, pero por fin lo hemos situado muy cerca y hemos aparecido silenciosamente, para sorpresa de nuestros amigos. Ahora ya estamos todos juntos y el viento sigue soplando a nuestro favor. Solo queda unir los dos trineos y recorrer, todos juntos, los 111 kilómetros que nos separan de nuestro primer objetivo: la estación científica americana de Summit Base a más de 3.200 metros de altitud.