La Península Byers, un lugar de belleza austera apto solo para estoicos

Hilo Moreno 22/03/2016 12:24

(Foto: Los científicos pudieron completar a tiempo todos sus trabajos.)

Se terminaron los días en la Península Byers. A pesar de estar poco tiempo los científicos pudieron completar todas sus labores, ello se debió al buen tiempo que nos acompañó durante toda la estancia. El sol brilló con fuerza sobre un cielo azul intenso apenas sembrado de nubes. Cosa rara en este rincón del mundo. Sólo un suave pero constante viento frío te helaba el cuerpo cuando permanecías parado durante los muestreos que los investigadores realizaban. Mi trabajo en este rincón del mundo lo forman periodos de mucha acción intercalados por largas esperas junto al científico mientras él trabaja y yo aguardo. Así pasaron los días en este remoto rincón del mundo, paradisíaco aunque duro. Un lugar de belleza austera apto solo para estoicos.

(Foto: La población del campamento Byers al completo.)

La recogida del campamento se produjo con la marea alta del anochecer. Como suele ser habitual el tiempo cambió y el viento arreció mientras las barcas se aproximaban a la orilla. Primero embarcamos todo el material y éste fue subido a bordo mientras nosotros esperamos en la playa la llegada de otra barca. Ataviados con nuestros trajes de supervivencia en aguas frías aguardamos entre la arena, las algas y los elefantes, como náufragos vestidos de colores fosforescentes en mitad de esa playa oscura. Las olas crecieron y finalmente salimos en zodiac cruzando la línea de rompientes que recorta la ancha bahía. Tras ella las olas se alzaban y rompían sobre nuestra barca calándonos los rostros y humedeciendo el interior del traje. A lo lejos las luces del buque subían y bajaban al vaivén del oleaje: no fue fácil aproximarse y subir a bordo. Al alcanzar su costado había que trepar con mucha precaución por una escala para alcanzar la cubierta del barco, todo ello al compás de las largas olas.

Una vez más abandonábamos el campamento y con él el continente antártico. Poniendo proa al norte y dando por finalizado una campaña antártica más. Pero antes tendríamos que cruzar el temible Canal de Drake. El estrecho de mar que separa la Antártida del continente americano y que los marineros consideran el peor mar del mundo. Hacia sus aguas nos dirigimos envueltos en la negrura de la noche antártica.

(Foto: Un lugar de belleza austera barrido por el constante viento.)