Un año más, Navidades en la Antártida: así celebramos las fiestas en medio de la nada

Hilo Moreno 02/01/2017 17:44

No sé cuántas Navidades he pasado ya en la base, pero han sido unas cuantas. Los primeros años era algo que me llamaba la atención y me resultaba un lugar exótico donde pasar las fiestas, pero la verdad es que ahora lo he normalizado y a día de hoy me parece igual de normal que hacerlo en mi ciudad o en cualquier otro lugar 'civilizado'.

La Navidad en la Antártida tiene, al menos para mí, grandes ventajas. Uno no está expuesto al bombardeo comercial constante de cientos de productos que se venden en todos los lados y a todas horas, tampoco los villancicos suenan por doquier con el consecuente aturdimiento. Tampoco hay aglomeraciones ni atascos y la vida discurre tranquila y sin muchos sobresaltos. En el comedor de la base cuelgan tímidos algunos adornos navideños, única señal de que estamos atravesando estas fechas. Por lo demás, al estar trabajando todos los días, uno pasa las Navidades sin percatarse.

La Nochebuena nos juntamos todos para hacer una gran cena que suele acabar a altas horas de la noche, lo normal es que con baile incluido. El día de Navidad volvemos a juntarnos para otra gran comilona, este año cochinillo y gazpacho de sandia con queso y manzana. En estos días suele haber cola para hablar por teléfono desde la base, sobre todo en las horas punta que corresponden con las comidas y las cenas en España.

Los mensajes se llenan de felicitaciones y, cosa especial por ser Navidad, se permite la carga y descarga de fotos en el whatsapp. Ayer todo el mundo pasó las primeras horas de la cena con el móvil en la mano viendo las fotos de sus familiares y amigos. Pero la campaña antártica sigue su curso y tras cenas y comidas las investigaciones científicas continúan y con ellas las jornadas de trabajo, los días en el glaciar y la ciencia en este rincón alejado y remoto del planeta.