Expedición Noruega: cómo trazar una ruta en un glaciar con más mil lagos y ríos

Hilo Moreno 24/10/2016 17:38

Llevo bastantes años viajando por Noruega pero siempre, por diversos motivos, me he centrado en Laponia, en el norte. A primera vista el norte es más salvaje, está más despoblado y es más fácil perderse por su naturaleza casi virgen y sus accesos remotos.

A pesar de ello, siempre ha habido un lugar, en el sur, que ha llamado mi atención y que he querido conocer: el Parque Nacional de Hardangervidda. Es el espacio protegido más grande de todo Noruega y en él el glaciar de Hardangerjokulen, con su forma circular, corona con su hielo la parte norte del parque.

El lugar es interesante, entre otras cosas, por ser una meseta de algo más de mil metros de altitud únicamente poblada por tundra, sin árboles y recorrida por una interesante red de senderos que conectan un sistema de más mil lagos y ríos en cuyas orillas, a veces, se levanta una cabaña. Es un lugar frío que recibe sus primeras nieves a finales de septiembre o en octubre y ya no las abandona hasta la llegada del verano.

Se trata de un sitio salvaje, sin ninguna carretera que lo surque y donde incluso las bicicletas tienen prohibido su tránsito. Semejante lugar había de ser recorrido, y para ello comencé el estudio de mapas e información de la zona.

Como he dicho antes, es un parque nacional grande y yo no disponía de demasiados días para recorrerlo. Por ello, elucubré el sistema de transporte que podría ser más eficaz en ese entorno. En algunos aspectos acerté y en otros no, pero al final logramos un precioso viaje multidisciplinar donde recorrimos muchos tipos de terreno y de una dureza mucho mayor de la imaginada.

Me acompañó mi amigo Joan Olivé, antiguo informático en la base antártica española Juan Carlos I, y entre los dos planeamos la travesía. Decidimos emplear una curiosa estrategia: como he contado, el tránsito de las bicicletas está prohibido en el Parque nacional a excepción de unas pistas aptas únicamente para los tractores, pequeñas carreteras llenas de barro que no conducen a ningún lugar y mueren en un punto indefinido de la soledad de la tundra.

Aparentemente estas carreteras no sirven para recorrer el parque porque no te llevan a ningún sitio a nos ser que las uses para conectar lagos o ríos, y ahí es donde entran en juego nuestros kayaks hinchables, los llamados 'packrafts'. Tampoco una bici normal puede circular por semejantes barrizales sino que se ha de emplear un vehículo con las ruedas más anchas: una bici de las llamadas 'fatbikes', que luego pudiesen ser transportadas sobre el kayak hinchable.

Teníamos claro que el viaje iba a ser más pasado por agua de lo habitual, así que nos preparamos para lo peor e impermeabilizamos, en la medida de lo posible, todos nuestros pertrechos.