Mercedes Milá convoca a los medios para expresar sus celos hacia el Pasillero

telecinco.es 18/03/2009 17:17

Así ocurrió esta mañana en el hotel Eurostars Madrid Tower de Madrid, en lo alto de una de esas cuatro lujosísimas torres que han construido al final de la Castellana, rodeadas de un paraje ideal formado por casas derrumbadas y edificios que provocarían el horror estético del mismísimo Julito de Gran Hermano. Mercedes Milá explicó en rueda de prensa que siente celos de la labor informativa del Pasillero y ella quiere hacer lo mismo. Ah, ¿y qué le voy a hacer yo? Se buscó una buena excusa la muy truhana para dar esta exclusiva: no sé qué de la presentación de un programa nuevo que va a presentar junto a Xavier Sardá, Boris Izaguirre y Carlos Latre, aunque el sentir general de los periodistas fue que todo era una excusa para expresar este sentimiento que seguramente lleva muy dentro y que comunicó con las siguientes palabras:

-El pasillero, que está aquí entre nosotros pero no voy a decir quién es, puede decir todo lo que ve en Telecinco. ¿Por qué yo no?

Esto venía a cuento cuando habló de su blog y explicó a Sardá las ventajas de Internet y lo necesario que es hoy en día como vehículo para acercar al público a lo que se ve por televisión. ¡Excusas! Mercedes, prometo que hablaré con la directora de la web para que arregle esta situación y tú puedas ser la Pasillera, por ejemplo, o Pasillera jefa, lo cual me eximiría -todavía más- de cualquier obligación y compromiso laboral y podría por fin cumplir mi sueño de dormir 24 horas al día.

Esta mañana comprendí qué diferencia a los europeos de los americanos -además del largo y anclado bagaje cultural y de su consiguiente falta de autocrítica y sentido del humor (aunque esto exime a los ingleses, ojo)-: ellos saben que un rascacielos que parece que está cerca realmente no lo está. El asunto es que tenía que llegar al Eurostars Madrid Tower este de Madrid, un hotel muy alto que se ve desde casi cualquier esquina de Madrid. Es por ello que me bajé del metro, lo vi y me dije: "ahí al ladito está, voy andando".

Pues no es que esté al ladito, gilipollas, es que mide como 300 metros de altura y se ve incluso desde Cuenca. Seguramente si estuviese en Zamora me bajaría del coche y diría también: "déjame aquí, que está ahí al ladito". Claro, alguien en Nueva York, Chicago, Los Angeles (o no sólo americanos, tambén en Dubai, Melbourne, Tokyo o Shangay) será más consciente de las dimensiones verticales y su engaño ante el ojo europeo, acostumbrado a llamar milagro arquitectónico a un edificio de nueve pisos. Ellos, que ven edificios altos por todos lados, saben que no, que porque lo estés viendo no está a un tiro de piedra. No fue mi caso hoy, así que tras cruzar autopistas, descampados donde lo mejor que te puede ocurrir es que te violen y te maten e incluso una especie de desgüace de coches -ya he dicho que los rascacielos de las narices están en una zona bella y privilegiada- llegué al hotel en cuestión.

Cuando llegué algunos trabajadores de algún programa de la cadena hablaban de su trabajo y su futuro laboral.

-Seguro que a ti te reubican, no te preocupes -decía uno a otro. Y luego al verme añadió-: ¡Tú eres el Pasillero! No escribas esto que hablamos que me cortan los huevos.

-No, si aunque lo escribiera la censura actuaría sobre mí con todo su peso -expliqué.

Me acerqué a mirar por la ventana, como buen pueblerino que ha estado pocas veces en su vida en un sitio tan alto. Y la vista, a la estación de Chamartín, no era muy bonita, pero tenía su aquel, mirad:

Mercedes Milá, Xavier Sardá, Boris Izaguirre y Carlos Latre entraron y se sentaron a lo suyo tras hacerse las fotos de rigor. Todos estamos muy contentos de que Boris Izaguirre vuelva a Telecinco tras su paso por otra cadena donde presentó un programa rodeado de mujeres progresistas, del siglo XXI y extremadamente feministas que criticaban cada dos por tres a Paris Hilton por hacer lo que le sale del coño y donde soltaban la palabra glamour cada cinco segundos. Él mismo se refirió a ese paréntesis tras el final de Crónicas Marcianas como "pequeña peripecia más o menos profesional". ¡Bravo! O al menos, así lo entendí yo, no vaya a crear un conflicto de intereses entre Boris, que me parece una de las personas más interesantes de España, y la cadena para la que trabajaba.

La pregunta era obvia antes de la presentación de La tribu, que es el motivo que se inventaron para que Mercedes Milá pudiese expresar sus sentimientos sobre mí. La tribu es un programa que van a presentar los cuatro y la pregunta antes del comienzo de la rueda de prensa es la misma que todos nos hacemos ante el estreno del programa: ¿cuál de los cuatro va a hablar más? ¿El que más chille? ¿El que más ocupe en el campo visual de la cámara? ¿El que más agite los brazos? ¿El que quede vivo? Esa es una de las grandes bazas para verlo, y la otra es el propio concepto del programa, una especie de Grand Hotel llevado a la tele. Si todas las estrellas de la Metro estuvieron en aquella ocasión juntitas en una sola película son ahora todas las estrellas de Telecinco las que se han reunido para hacer de los viernes -inicialmente- algo emocionante, vibrante y guay. Hasta los drogadictos podrán dejar sus sucias aficiones al descubrir que Milá y Sardá quitándose la palabra continuamente es un revulsivo corporal bastante más reconfortante que el caballo.

Durante la rueda de prensa Sardá recurrió continuamente a Latre para que imitase a todo tipo de personajes. Me hizo recordar la ocasión en la que alguien me presentó en una discoteca al tipo que dobla a Nelson en Los Simpsons -a lo que no pienso poner link porque sólo faltaba que fuese yo el que os dirigiese a la web de Antena 3-. Yo, claro, le dije a la persona que nos había presentado:

-Voy a pedirle ahora mismo que me diga "¡JA, JAAA!".

-Ni se te ocurra, está hasta las narices de que todo el mundo le pida lo mismo -me respondió-. Puede pegarte.

Y claro, digo yo, ¿no está Latre hasta los mismísimos de que todo el mundo quiera escuchar cualquier voz saliendo de su garganta excepto la suya (que además es bien bonita y varonil)? Pues es obvio que no, y eso le hace entrañable y profesional a mis ojos. Vamos, si fuese yo, diría: que ya está bien, que no pienso poner la voz del Rey. A menos que fuese el Rey de los Pimientos, claro, personaje al que me encanta imitar.

Xavier Sardá seguía su línea editorial de toda la vida con ocasionales referencias al PP y a la Iglesia. Dijo que el Papa debería ponerse un condón, utilizarlo y dejarnos en paz a todos. Yo no pienso así: el Papa no sólo no debe usar un condón, sino mostrarse radicalmente en contra de su uso. Que para eso es Papa. Si quisiese defender los condones se hubiese hecho actor, o farmaceútico progresista o periodista. Quiero decir, el Papa no debe ponerse un condón del mismo modo que no debe consentir la sodomía, el lesbianismo o el aborto. Vamos, el día en que la Iglesia empiece a encontrar preciosos todos los atentados contra las escrituras el mundo reventará. Y no debería ocurrir eso ahora, que está a punto de empezar el calorcito y podemos irnos de cañas a las terrazas.

Como siempre, describir la rueda de prensa y lo que se comentó es tarea tonta porque en la web hay vídeos preciosos hechos por mis compañeros y mañana estará en todos los periódicos también. De todos modos diré que si ayer decía que la rueda de prensa de Supervivientes había sido un coñazo, puedo decir que esta de hoy estuvo muy bien porque más que una rueda de prensa fue como una especie de improvisado piloto, en el que los cuatro responsables del programa hablaron durante la mayor parte del tiempo de todo lo imaginable excepto del programa. Eso sirvió para hacernos una idea de por donde van los tiros de manera mucho más exacta que las felaciones mutuas y agradecimientos varios que se suelen ver en estos actos.

Los turnos de preguntas trajeron cuestiones nunca antes escuchadas y que dejaron pensativos a todos los periodistas del lugar, como si la audiencia era algo que preocupase a los responsables del programa. Justo cuando estaba a punto de levantarme de mi silla para arrojarla a la cabeza del que había hecho tan revolucionaria interpelación, fue la propia Mercedes Milá quien dijo, más o menos, que esa era una pregunta de chichinabo y que era como preguntarle a un hostelero si le preocupaba llenar su restaurante. ¡Bravo!

Después llegó la parte más interesante: la comida. Como hotel de cinco estrellas que era aquello, unas camareras muy simpáticas sacaron croquetitas de jamón ibérico, foie sobre una especie de bizcocho de frutas, langostinos empanados, brochetas de pollo marinado en salsa de soja y unas deliciosas cortezas de algo que hizo que los periodistas no se pusieran de acuerdo de si eran calabaza o batata, aunque yo era de la opinión de que aquello era bacon endulzado y punto.

Ah, y por allí también andaba Vasile, que llegó justo después de que Xavier Sardá lanzase un discurso contando lo buen profesional, persona y amigo que era. Y Xavier le preguntó:

-Ah, ¿pero no estabas cuando hablé de ti? Pues luego le enseñáis el vídeo.

¡Pelota! Como si tú necesitases hablar bien del jefe. Mañana hablaré yo bien de Vasile, a ver si me hace jefe de programación y pongo en marcha por fin mi ansiado programa en el que una serie de niños adoptados se reúnen en una casa con sus padres biológicos, a los que no conocen, y deben adivinar qué niño es de cada uno (al mismo tiempo que se enfrentan a divertidas pruebas de equipo como hacer el Camino de Santiago en una bicicleta estática).