Hoy hablaré del gato encerrado

telecinco.es 10/03/2009 18:09

Para los que dicen que ahora Telecinco la ven cuatro gatos: no es sólo que nos vean mucho más que cuatro, es que muchísimos de ellos se acercan hasta las instalaciones de la cadena en Fuencarral para vivir la magia de la tele en riguroso directo. Uno de los más madrugadores, que acudió esta mañana al plató de La mirada crítica para conocer en persona a Bibiana Aído, se manifestaba insatisfecho a la salida con el trato en plató al espectador de la siguiente manera:

¡Viva el gatito! No, esta no es otra de esas chorradas que pongo cuando no se me ocurre qué escribir (aunque no descartéis que mañana vuelva a aparecer Gonzalo Jacobo, mi bebé nonato Niño Pochito, el pequeño Mumú o mi hermano gemelo que trabaja en La Sexta y al que conocí en el Retiro Vacacional para Pasilleros). No, es que esta mañana el Servicio de Prevención Mancomunado de Telecinco nos sorprendía con un comunicado que decía que durante las últimas semanas se había venido observando la presencia reiterada de gatos en las instalaciones. ¡Jarl!

Claro, lo primero que hicimos en la redacción fue una breve recopilación de posibles sospechosos de haber sido confundidos con un felino.

-Muy probablemente es Astry -apunté-. Araña, protesta, se lleva mal con otros gatos, muy a menudo se le ponen los pelos de punta y hace "¡ZZZZZZZZZZZZZZZZZZ!" y además tiene la mirada gatuna. Ergo, es un gato. ¡Solucionado!

-Cállate, Pasillero, por favor -replicó mi jefa-. Astry HABLA, ergo, no puede ser un gato.

-Eso es cierto -acepté.

Después pensamos en Germán:

-Está todo el rato maullando, saltándose, moviendo la cola y revolcándose -comenté, convencido esta vez de llevar toda la razón-. Ergo, uno de los gatos intrusos es Germán.

-Sí, pero, en esta foto que adjuntas como prueba, Germán lleva un sombrero -me dijo mi jefa-. LOS GATOS NO LLEVAN SOMBRERO. Una vez más has vuelto a equivocarte y a hacer el más espantoso de los ridículos. ¡Jajajaja! ¡DESPEDIDO!

-¡Alto! -objeté, sacando esta otra foto.

-Maldito y asqueroso Pasillero -bufó mi jefa-. ¿¿¿ES QUE NUNCA PODREMOS LIBRARNOS DE TI??? ¡Mira, fuera de mi vista! Quiero que encuentres a alguno de esos gatos y quiero las fotos que lo atestigüen sobre mi mesa a primera hora de la tarde.

Sagaz e inconformista como siempre, me lancé a la búsqueda de los gatitos por Telecinco. En el comunicado se añadía que la empresa, para evitar las molestias que producen los gatos caminando a su libre albedrío, había instalado un sistema de jaulas para capturarlos y llevarlos luego a un centro donde les darían todos los cuidados que necesitaban.

Pues resulta que el sábado pasado, durante la emisión de La Noria, un gato se coló en pleno directo, para pasmo del mismísimo Jordi González. Así que en el plató de La Noria me planté. El plató de La Noria ya sabemos todos que es el mismo que el de Gran Hermano y actualmente el de Supervivientes, que está prácticamente terminado y ha quedado de lo más cuco. Pude sacar una instantánea a la entrada. Este es el mismo camino que recorrerán los intrépidos isleños justo tras abandonar la isla y antes de llegar al plató para enfrentarse a las preguntas de Jesús Vázquez y -esperemos- a la ira ciega y violenta de sus ex-compañeros de isla.

Pues qué pasillo tan bonito, ¿no? Este es el camino de pocos metros, lleno de violentas y angulosas aristas, que los concursantes de esta edición recorrerán mientras se preguntan por última vez: "Diosito, ¿habrá servido algo mi presencia en este reality o en cuanto salga ahí fuera volveré a mi existencia gris en la lista de celebridades de serie D?". No os preocupéis, que seguro que a todos os espera la gloria. O, por lo menos, Gloria Serra para haceros un par de Norias justo justo en el decorado de enfrente.

Bueno, a lo que iba. Los simpáticos soldadores y electricistas que dan los últimos retoques al plató de Supervivientes (que por cierto tiene dos bonitas pantallas giratorias que, por lo que pude suponer, rotarán por el plató y me encantaría tener en casa para cuando me canse de mirar hacia un sitio y quiera girarme y mirar hacia el otro) me dijeron que ellos no tenían noticia de que por allí hubiese ninguna jaula.

-Malditos gandules -susurré.

-Ven mañana por la mañana, que estará aquí el de la limpieza y él sabe de gatos. Oye, pero tú no estarás preguntando por las jaulas de los gatos para abrirles la puerta, ¿no? ¡Porque hay gente que les abre la puerta y los deja escapar!

"Queda gente buena, sí", pensé asintiendo con la cabeza en una discreta ensoñación mientras los soldadores y electricistas volvían a su trabajo. De eso también informaba el comunicado del Servicio de Prevención de Telecinco, que pedía a los trabajadores que no abrieran sus jaulas ni les diesen comida, pues así no harían más que multiplicarse.

O sea, que ahora aparte de los sindicalistas en Telecinco tenemos defensores de animales. Cualquiera día entrarán en la redacción y liberarán al ratoncito que tengo en una jaula y al que intento enseñar a darse la vuelta y mover el culo burlonamente cada vez que alguien cambia de canal y pone Antena 3.

Las jaulas no aparecieron por el plató de La Noria ni por ninguno de los de su alrededor. Mañana por la mañana, me he apuntado en mi agenda, tengo que volver al plató a preguntar si han visto jaulas con gatos -o sin gatos- dentro por allí. Y, por cierto, después tengo que ir al dentista y a comprar fruta, que alguien en quien confío me ha dicho que si estoy todo el rato hecho un trapo es por no comerla. ¿Todo el mundo sabía eso menos yo?