Dámaso, fe en la permanencia
El mérito de Dámaso en un Gran Hermano tan coral como este ha sido la permanencia. Él es un hombre de fe, por lo cual debería tener fe en la permanencia como forma de abrazar un protagonismo que no hubiera tenido de otro modo. Entre un colectivo de concursantes bastante parejo en cuanto a protagonismo, solamente dos o tres de ellos estuvieron por debajo de los demás utilizando ese baremo. Dámaso es una muestra de ese grupúsculo de concursantes que no brillaron o no lo hubieran hecho en caso de resultar expulsados en las primeras semanas.
Pero Dámaso ha tenido la fortuna, o la habilidad, o lo que fuese, de haber llegado a formar parte de ese pequeño grupo de concursantes a los que este gato parlanchín dedica su serie de perfiles o daguerrotipos, poco antes de llegar al final del programa. Siempre recuerdo que el término daguerrotipo es un capricho del autor, orgulloso de hacer así un modesto homenaje a Manuel Vicent, excelente pluma a la que no llegaré nunca siquiera a aproximarme (ya me gustaría, ya). No hace falta decir que hoy le toca al coplista púber cuyo paso por este programa le ha supuesto un cambio de imagen radical, por fortuna para mejor.
Antes de seguir con el perfil del personaje de hoy, apenas un par de párrafos para recoger alguna de las cosas sucedidas en este comienzo de la semana del encierro dentro del encierro. La casa de metacrilato les está volviendo a todos un poco locos, lo cual tuvo ayer un momento de especial paroxismo durante un rato que Marcelo parecía desvariar ahí dentro. Tampoco es extraño porque vivir en un espacio reducido es no solamente asfixiante sino también desquiciante. Aunque bien mirado es una oportunidad para aislarse un poco, por mucho que tengan al resto de habitantes cerca y al alcance de la vista, dado que la urna se encuentra en mitad del salón.
De eso se quejaba ayer Yago, a quien despertaron la noche anterior a eso de las cuatro de la madrugada cocinando a escasos metros de donde él estaba dormido. Como era de esperar, el 'súper' encendió la luz y el gallego esperó hasta la mañana para contarle sus cuitas primero a Marta, para poco después quejarse firmemente a los demás, en especial a Marcelo y Laura. Les dijo con claridad que si tenían discusiones de pareja no implicaran a los demás, que se fueran a otro lugar y no dijeran ni palabra de nadie. El domingo utilizaron de mala manera a Yago o Marta, en el caso de esta última diciendo Marcelo que la parleña no la traga y le había hablado mal de ella muchas veces, algo absolutamente falso.
Sobre la relación de los 'totitos' diría que ayer era fría pero cordial, eso al menos hasta que Laura le hizo la comida a Marcelo y empezó a llamarle "mi niño" de nuevo, lo cual es una concesión clara.
Por mucho que dijera a la mañana, hablando con Marta, que las cosas han cambiado mucho entre ellos, lo cierto es que Laura estaría con el 'malaguita' de nuevo "comiendo de su mano", como ella misma lo describió en el 'confe' este domingo. No soy dado a las apuestas, pero pondría cinco contra cero a que se arreglan de aquí al jueves, como han venido haciendo. Si bien, entrada la madrugada, el 'malajeta' se declaraba dispuesto a pagar "el peaje de renunciar a algo que me hace feliz. Voy a renunciar a lo mío con Laura". Veremos.
Daguerrotipo de Dámaso
Comencé este escrito diciendo que Dámaso debe estar muy agradecido al hecho de haber permanecido hasta el tramo final del concurso puesto que de otro modo su protagonismo habría sido notablemente inferior. Su carácter algo taciturno y esa juventud que él mismo es consciente de hasta qué punto supone una desventaja a sus aspiraciones en el concurso, al estar compitiendo con compañeros bastante más picardeados, le sitúa entre aquellos que menos juego dieron durante estos más de cuatro meses.
Sus comienzos fueron más prometedores, ya fuera para bien o para mal. Las primeras semanas ponía banda sonora a la casa, y algo más tarde pudimos descubrir su extensísimo repertorio, en absoluto limitado a la copla española, género relacionado con generaciones incluso anteriores a la de los padres de Dámaso. Ahora ya no canta desde hace tiempo, lo cual quizá sea muestra de lo forzado de la situación primera.
Parecida sensación tengo en relación a la historia de redefinición de su identidad sexual. Dámaso entró contando que había avisado a sus familiares más cercanos de que no se debían sorprender por nada, refiriéndose supuestamente a aquello que le podía afectar personalmente. Su primera confesión carece del morbo y la ambientación necesaria, tal vez porque se precipitó eligiendo al 'feroz' para soltar la bomba. Además, entonces delimitó mal su salida del armario, declarando que era bisexual.
Poco después se plantea arreglar el entuerto y su víctima resulta ser Marcelo, por quien confesaría sentir cierta atracción, lo cual pierde cualquier valor cuando se comprueba que lo mismo dice de todos los demás concursantes varones, sin hacer excepción de ningún tipo. A Dámaso le han gustado Óscar (a quien todavía recuerda alguna vez), Marcelo, Yago, Rubén y si le pillamos en un momento de flaqueza seguramente hasta nos diría que el indio o el bueno de Jhota tenían su aquel. Lo dicho, prácticamente ninguna excepción.
Le dijo a Marcelo que era homosexual, aprovechando un momento de soledad y confidencias entre ambos. Lástima que hubiera adelantado algo ya, puesto que se perdió el factor sorpresa y eso afectó negativamente al impacto de esa confesión. Aunque, en realidad, el fallo de origen fue otro bien gordo. Cuando abría la puerta de su teórica salida de armario no reparó en la inconveniencia de afirmar: "pensaba decirlo un poco más adelante, pero bueno". O sea, se había adelantado a los planes propios, probablemente víctima de su impaciencia. Quería sentirse protagonista pronto, grave error en un programa que de ser comparado con una prueba de atletismo se trataría de una carrera de fondo, sin ninguna duda.
De forma que había planeado utilizar su 'outing' públicamente y en directo, ante una audiencia como la de este programa, siempre ávida de sorpresas y nuevas revelaciones. Su gran baza había sido utilizada demasiado pronto, sin respetar esas primeras semanas donde basta con esconderse un poco para que ninguno de sus compañeros reparase en él y la audiencia no llegara a sentir el odio temprano que acabó con la participación de Julia, por poner un ejemplo.
Digamos que Dámaso quemó sus naves demasiado pronto, no dejando mucho para después. A partir de ese momento comenzaba el errático periplo de este concursante inseguro y dubitativo, que no tuvo en muchas ocasiones claro si ser satélite medianamente dependiente de un grupo u otro, e incluso llegó a plantearse convertirse en planeta errante y solitario. Tal vaivén no podía hacer otra cosa que perjudicarle, pero siempre hubo otra víctima a la que castigar, ya fuera por sus propios compañeros a la hora de nominar o por la audiencia votante en las llamadas y mensajes para la expulsión. Y eso tuvo una consecuencia clara: Dámaso es uno de los concursantes supervivientes, ahora que quedan solamente los cinco últimos.
De una semana a otra dio un triple salto mortal cuya primera vuelta fue asegurar que se estaba decantando por el grupo que empezaba a forjarse alrededor de Laura y Marcelo, con Marta como principal valedora de la traición que los dos anteriores estaban consumando hacia el grupo de los 'alegres', con quienes habían pactado las nominaciones durante bastantes semanas. El caso es que, al final, no nominó como había acordado con estos, situándose a medio camino entre ambos grupos.
Unos pocos minutos después de terminada la gala donde ocurría esto que acabo de recordar, Dámaso andaba ya prometiendo fidelidad absoluta a los 'alegres', o más bien debería decir las 'alegres' puesto que tras la traición de Marcelo y la expulsión de Jhota habían quedado chicas solamente. Su adhesión inquebrantable hacia este grupo era la última voltereta de ese salto mortal tan camaleónico como lo ha sido su aspecto físico en estos meses. Eran sus nuevos aliados, los mismos que hacían un incómodo silencio interrumpiendo sus conversaciones cuando pasaba el 'coplas' por donde estaban.
Esta historia de bandazos hacia un lado y otro fue genialmente expresada durante una conversación impagable de nuestro protagonista con Catha, quien le recomendaba en plan madre que se definiera si lo consideraba necesario y no dudase en hacerlo en una dirección que pudiera perjudicarle a ella. Es como esas madres que dicen a su hijo: "ya eres mayorcito, tú sabrás lo que haces", reinterpretado de inmediato por el joven como un "no se te ocurra hacerlo". Si dejamos a un lado este aspecto, lo que nos queda de Dámaso es nada sólida.
En justicia reconoceré lo mucho que le benefició su maridaje con Lydia, tal vez la segunda mujer que quedó fascinada con su historia personal y le trató siempre con cariño, respeto, e incluso algo de admiración. La primera había sido Catha, quien parecía encantada con la salida del armario del 'coplas', a quien se acercó hasta tal punto que compartieron nicho durante semanas. Bien pensado, probablemente sea el hombre mejor tratado en la casa de Guadalix durante esta edición. Catha y Lydia deben haberle hecho sentir como un hombre, a pesar de estar prácticamente saliendo de la adolescencia a sus dieciocho años.
La unión con Lydia se ha visto más intensa por una sencilla razón: en estas semanas últimas había muchos menos concursantes, y cuanto menos bulto más claridad. La relación entre los dos fue más pública y se cobró un importante protagonismo al no tener muchas otras cosas que lograsen hacerle sombra. Se da el caso de que los mejores amigos de Lydia son gays.
Se trata de aquellos a los que llama "amore" y con quienes más se divierte. La mallorquina vio en Dámaso un proyecto embrionario de esos hombres, más que una posible imitación de los mismos, estando según ella en pleno proceso de pasar de niño a hombre. "Le está cambiando la cara, se está haciendo un hombre", decía. Ahora que ya no existe, esto parece como el servicio militar obligatorio, en versión claramente mejorada.
Tampoco me gustaría transmitir el mensaje de que sus únicas bazas fueron la salida del armario y su buena relación con las dos concursantes mencionadas. Bien es cierto que no acertó con lo primero, entre otras cosas porque se vio que era premeditado y algunos indicios apuntaron desde siempre a que podía no ser exactamente tal como lo estaba contando el toledano. Muy ciegos tenían que estar sus familiares y amigos para no saber de sus inclinaciones sexuales. Bastaba con mirar su perfil en la red social de las caras y los libros para darse cuenta de su evidente elección sexual por el género masculino.
Pero Dámaso ha llegado hasta aquí por más razones, entre las que se encuentran su discreción y su inteligencia. Concursante educado y de maneras más refinadas de lo común, especialmente en una edición como esta, tan absorbida por la figura de una concursante chillona y poco respetuosa con las costumbres, sensibilidades y creencias ajenas. Cuando delante de Dámaso ofendió a su fe católica, jamás le vi pidiendo perdón o segura de su voluntad de no repetir las ofensas. Muy al contrario, se acogió siempre a eso tan socorrido de "yo soy así, qué se le va a hacer". Socorrido y egoísta. Por el contrario, la protesta de Dámaso siempre fue moderada y comprensiva.
En cuanto a los cambios, diría que han afectado más a su aspecto que a las convicciones más íntimas. Sí es verdad que expresó sus dudas sobre una militancia política probablemente más impuesta por una cierta inercia que otra cosa. Pero su fe religiosa permanece inalterable, lo cual se hizo más patente desde que haciendo caso de su petición le fue facilitado su 'Diurnal', el libro de oraciones que tenía en el seminario.
La experiencia, no obstante, estoy seguro de que le ha cambiado en buena medida, posiblemente como a la mayoría de concursantes tras pasar por esta experiencia. La fe religiosa que atesora deberá complementarla con la fe en la permanencia, puesto que solamente gracias a haber logrado habitar esa casa durante casi todo el tiempo posible estamos ahora hablando de un Dámaso que probablemente habría sido olvidado en seguida, pasando sin pena ni gloria por el programa.
Dámaso supo pedalear todo el tiempo para no caerse de la bicicleta, de igual forma que acertó a la hora de nadar y guardar bien la ropa. Una buena recompensa ha tenido por todo ello, aunque puede que su tiempo de recreo (baño y paseo en bici incorporado) termine este mismo jueves.
Por ciertos
Yago volvió ayer a repetir su discurso sobre que quien no ha vivido en la casa de Guadalix no puede opinar sobre lo que allí pasa. En esta ocasión no se refería a las opiniones vertidas en Internet sino a los colaboradores televisivos de los programas satélites de Gran Hermano
No diré nada más que una cosa: con esa teoría invalida toda la labor de los historiadores, por lo cual bien le podría explicar el tema a Marcelo y este hacer el razonamiento siguiente. Si quien no ha estado presente en el lugar de los hechos está incapacitado para analizarlos no valdría nada de lo escrito sobre la Batalla de Waterloo por centenares de historiadores, por no hablar de aquellos evangelistas contando la historia de Jesucristo sin apenas haberle conocido personalmente. Salvando las distancias, viene a ser lo mismo.
Recuperamos en estos perfiles las excelentes caricaturas de Javier B.V, al que agradezco el increíble trabajo y su generosidad hacia este gato.
El Gato responde
La ventanita de la publicidad del 24 horas no nos permitió escuchar que la prueba no estaba superada, aunque por las caras era obvio. Cuando acabaron los anuncios ya estaban haciendo la lista de la compra. ¿No deberían respetar ciertos momentos al cortar?
Creo no haber dicho nada sobre este tema hasta ahora, lo cual habrá sido interpretado como una autocensura por escribir en un medio perteneciente a la cadena. Pero la respuesta no puede ser otra: deberían respetar ciertos momentos, claro está. Es más, un canal 24 horas con publicidad (aparte de los banners o fajas publicitarias que empezaron poniendo y que me pareció un acertado recurso) no tiene sentido. Parece que no basta con los ingresos de los mensajes cortos de móvil. Poderoso caballero don dinero.