Gerardo, en busca de la fama

telecinco.es 19/01/2010 08:33

El panorama sigue siendo el mismo en Guadalix. La familia feliz dinamitando la prueba del rocodrómo y dedicando un rato cada día al karaoke. Mientras tanto, Ángel ha mejorado un poco su relación con ellos, especialmente con Saray y también algo con Pilarita, aunque sigue durmiendo en el sofá del salón. Tiene gracia que le insistiera tanto a Tatiana para que no durmiera en el dormitorio viejo (ahora cerrado por la organización) y ahora sea él quien prefiera no dormir en la habitación con el resto de compañeros concursantes. En parte lo veo normal, aguantar las ridículas sesiones de cánticos de aquellos tres tiene que ser perjudicial para la salud mental, aunque creo que ahora entiende lo que no fue capaz de comprender cuando insistía a otra persona para que hiciese algo no deseado.

No olvidemos que una víctima aislada de la mayoría siempre despierta el apoyo de la audiencia, y Ángel debe estar pensando en garantizar su parte del premio a la beneficencia, como bien se encargó de anunciar hace días, lo cual hace que algunos ya le llamen 'ÓNGel'. Así las cosas, el panorama parece enteramente el de un frenopático, por lo cual no apetece mucho detenerse en detalles de lo sucedido las últimas horas.

Además, hoy comienzo los tradicionales daguerrotipos de los concursantes que han llegado hasta este momento cercano al final. Como digo siempre, el nombre lo tomo prestado de unos fantásticos y recordados artículos escritos en el diario El País por Manuel Vicent, en los cuales dibujaba con maestría el semblante de una serie de personajes. Mi pluma dista mucho de tener la categoría del imitado, pero es mi pequeño homenaje desde la admiración que le profeso. En mi caso se trata de dar unas cuantas pinceladas sobre lo que en este momento me pasa por la cabeza en torno al grupo singular que ha llegado hasta aquí.

Son retratos realizados con pincel grueso, sin intención hiperrealista ninguna, por eso he elegido ilustrarlos con imágenes con la de que acompaña esta anotación, en la que el rostro del personaje aparece construido con piezas de Lego, ese genial juego infantil con el que niños y mayores pretenden imitar la realidad usando un puñado de piezas montables. Para apreciar bien la realidad de la imagen hay que entornar los ojos y poner cada uno de su parte el recuerdo del rostro auténtico, y de igual forma pido al lector que haga con mis escritos, fácilmente completables con las impresiones y recuerdos de cada cual. Empiezo, como parece claro, con Gerardo, ese hombre en busca de una fama que le ha costado bastante alcanzar.

DAGUERROTIPO: GERARDO

No hay nada como entrar en Gran Hermano para saciar los deseos de fama. Ni todo el dinero familiar, ese del que tanto se ha hablado y desconozco si basándose en la realidad aunque me temo que más bien se habla con ligereza, le sirvió para conseguir la notoriedad soñada. Gerardo lo intentó publicando un libro en una autoedición en la cual no creo que lo más caro sea el aspecto técnico sino más bien lo que debió pagar a un corrector para que depurase sus textos, plagados de faltas de ortografía tal como se puede comprobar en lo escrito por este concursante en la sala de la web. También lo pretendió grabando un disco con videoclip incluido. No sé si produce más vergüenza ajena ese libro en el que compara a las mujeres con toros o el "chupito de amor" de una canción entonada con una afinación sospechosa. No sé en qué diablos pensaba este muchacho cuando se le ocurrió ponerse a cantar, teniendo en cuenta lo mucho que ha acreditado en este concurso su incapacidad para tal labor.

Su intento más exitoso en el camino de la fama fue la intervención en programa 'Salsa Rosa', y precisamente de ahí le reconocí el día que entró en la casa. Más de treinta noches en prime time y un programa líder de audiencia en su franja y día, garantizan que te vea casi todo el mundo. Pero aún así, el mundo de la televisión aún no se había postrado a sus pies. Ahora, Gerardo está convencido de que por fin lo ha conseguido, y en parte es cierto. La notoriedad que da este programa no tiene parangón, aunque está equivocado en interpretar como un apoyo de la audiencia votante el hecho de haberse salvado de ocho nominaciones consecutivas, un auténtico récord en las once ediciones realizadas en nuestro país. Salvarse de la expulsión no indica apoyo alguno, simplemente quiere decir que otro de los concursantes nominados despertó más rechazo en los votantes. En muchas ocasiones uno de los nominados merece para la audiencia el castigo por algo sucedido, lo cual salva de la expulsión al resto.

Por tanto, salvarse repetidamente de la expulsión no tiene por qué significar el apoyo mayoritario de la audiencia votante, sino simplemente que aún no ha llegado su hora. En más de una ocasión hemos leído o escuchado un argumento como este: a tal concursante le dejamos hasta la semifinal, para que así quede el cuarto. No deja de ser un tipo de castigo, un poco más sádico que otros, si se quiere. Es un ejemplo de la razón que puede mover al votante a ir dejando en la casa a un concursante que no se desea ver en la final, aunque puede haber muchas otras. Por ejemplo, Gerardo habría salido expulsado la semana que estaba nominado junto a Carolina, pero unas palabras desafortunadas de esta hicieron que la audiencia ejerciera su potestad cuasi divina del castigo y quien salió fue la 'maricari'. Digamos que se aplazó su expulsión, y así se fue produciendo una vez tras otras, precisamente hasta esta misma semana.

No tengo dudas de que saldrá Gerardo este jueves, a no ser que el poderío económico de su familia sea tal que logre darle la vuelta a la votación. Supongo que esto es más sencillo ante el panorama de esta semifinal, muy distinta de otras en la medida que se presenta con unos concursantes mucho menos atractivos para la mayoría que otras veces. Es algo que pudiera producir un número de votos inferior al habitual, lo cual facilita que con una inversión razonable se pudiera hacer ganador a un concursante. Si el índice de votos es normal, es decir, no muy inferior a otras ocasiones, se trata de un negocio nada rentable. Gerardo se merece este singular castigo de no llegar a la final, entre otras cosas porque durante su paso por el programa ha demostrado que su único objetivo era ganar el programa, no dudando en concentrar su ira en todo aquel que podía arrebatarle el premio. Precisamente en esta recta final se ha encontrado con la devolución de su misma moneda por parte de un Ángel aún más ambicioso que él.

Gerardo comenzó dando la imagen de 'friki' despreocupado y un tanto desestabilizador. Le robaron su comida, le ofendieron, fue confundido con un actor aparecido en otra edición, y su respuesta fue siempre la misma. Inalterable, manteniendo la serenidad y no dando importancia a las ofensas. "No me voy a enfadar porque me quiten mis galletas, con la cantidad de veces que me han robado en mi vida y en mi empresa", decía este personaje. Quienes le estaban brindando un trato inadecuado fueron responsables de que la audiencia se apiadase de él y decidiera castigar a otro concursante nominación tras nominación, empezando por la de Hans, a quien ayer veíamos elogiar. No me gustó nada que Gerardo utilizase de forma ofensiva la información sobre la transexualidad de "solo Hans, Hans solo", haciendo bromas como referirse a él en femenino, lo cual no deja de ser dar información del exterior en cierta manera. Diría que fue una de las razones por las que me cayó mal este concursante, pero mentiría porque ya me caía mal de fuera, lo cual he explicado en algunas ocasiones.

Con la primera nominación superada, Gerardo pasaba de víctima a verdugo y comenzaba a evidenciar una auténtica obsesión por la parte de juego que tiene esta experiencia. Sus conversaciones se centraban entonces de forma casi exclusiva en las nominaciones, haciendo cansinas e interminables campañas contra todos los que estaban en la palestra junto a él, quizá con la excepción de Toscano, con quien trabó una buena relación tras una crisis importante durante la cual no dudó en machacar al murciano, acusándole de estar condicionado y poco más o menos que abducido por la personalidad de Hans. Poco a poco, su papel en la casa se limitaba a esas eternas charlas sobre nominaciones, en el jacuzzi muchas veces. Esa fue la peor cara de este concursante, visto por este gato vigilante. Tener que escuchar sus desordenados discursos durante largos y agotadores minutos llegó a provocarme un rechazo tal que llegué a apagar el televisor en más de una ocasión, algo que no me volvía a pasar desde aquella concursante canaria de la octava edición, cuyo nombre no me apetece ni recordar. También me resultaron insoportables sus histriónicas celebraciones volviendo de la sala de expulsiones, por irrespetuosas, cutres y retrógradas.

A esas alturas, Gerardo había logrado agotarme y se había convertido en el concursante más cansino y detestable, el que más deseé fuera expulsado durante semanas, aunque luego llegó la hora de Arturo y Tatiana, lo cual hizo que aplazara mis deseos de verle en la calle. En medio de esta historia, Gerardo seguía dando motivos para que desease su expulsión. Por ejemplo, su escasa implicación en la casa, la poca predisposición al trabajo, ya fuera en las pruebas como en las labores domésticas. Después de mucho tiempo llegó a lavar los platos en alguna ocasión, aunque durante semanas su actividad tendía a la nada más absoluta. He defendido muchas veces que este no es un concurso de limpiadores y, además, en una comunidad no todos deben aportar lo mismo. Mientras que unos pueden atesorar su trabajo otros igual son valiosos por su capacidad para tomar decisiones, por poner un ejemplo. El problema es que en este caso no fue ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario. Sencillamente, Gerardo no aportaba nada en beneficio de la comunidad, revelándose como el concursante más vago y egoísta de la temporada.

Acabados los insultos, los desprecios, los robos de nocilla, el registro de su maleta y esa larga lista de agravios cometidos hacia él, Gerardo se quedaba en nada. Su temperamento flemático y despreocupado corría el riesgo de ser olvidado, especialmente una vez que quienes le habían victimizado de ese modo se terminaban convirtiendo en aliados, como fue el caso de la mismísima Tatiana, protegida suya durante semanas y de la que ahora reniega. Su perfil se desdibujaba a marchas forzadas, por lo cual algo debía hacer si no deseaba renunciar a su doble objetivo: por un lado ganar el concurso y de paso convertirse en un personaje popular. De igual forma que se había desdibujado el grupo de los 'wasdekikers', los de la habitación azul o de los cactus, finalmente a cuchillado limpio entre ellos.

Para ese objetivo resultó importante su elección para ir al Grande Fratello, la cual se producía incluso estando nominado. No era esta la primera vez que resultaba favorecido por el programa. Sin contar que ha sido especialmente bien tratado en los vídeos de galas y resúmenes, recordemos que fue el único a quien no mancharon nada en la gala de Halloween. Estos supuestos tratos de favor, más o menos importantes, motivaron una serie de rumores en torno a este concursante, hasta donde yo puedo saber falsos. Por ejemplo, no es familia de un productor del programa, lo cual particularmente me lleva a no querer saber el resto de barrabasadas difundidas de forma insistente y repetidas durante semanas, si no meses. Lo cierto es que durante su viaje a Italia se produjo el comienzo de su relación con Saray (también antigua enemiga). Polémica relación donde las haya.

Es complicado creerse a esa pareja, especialmente después de verles mantener una relación que parece tener más de paterno filial que otra cosa. Gerardo no quiere que Saray le toque, ni siquiera el pecho, y parece que se espanta cada vez que ella se acerca, como si fuera a cometer un incesto. O su paso por el colegio del Opus le confundió definitivamente, o no se entiende esa actitud, principalmente después de haberle visto meter mano (y hasta lengua) en plan rijoso tanto con Carol como con las italianas, e incluso en ciertos momentos con la propia Saray. Pero eran otros tiempos. Precisamente ahora que son pareja ya no quiere traspasar ciertas barreras de la decencia. Ni la 'suegra' Pilarita al lado ni pamplinas, ahí hay algo raro.

Lo peor para Gerardo es que cuando por fin habíamos terminado llamándole por su nombre (en lugar de Geranio, Giraldo y demás, aunque Saray le llamó Gervasio hace un par de días) vamos a acabar teniendo de él la imagen de montajista, capaz de simular una relación con Saray pensando en el beneficio propio, ya sea dentro del programa o una vez estén fuera. Y, peor aún, que nos queden en la retina las ridículas sesiones de cánticos con Saray y Pilarita, en las que más parecen internos de un frenopático, como dije antes. Entrar presumiendo de conquistador (véase su excelsa obra literaria) y salir de este modo debe ser duro. En el lado positivo, decir que probablemente fue el concursante más educado y refinado en las formas. No creo haber escuchado un solo eructo saliendo de su boca, lo cual se agradece sinceramente. Aunque lo mejor será ver como se queda sin acariciar el botín, su auténtico Leitmotiv en el programa, junto a esa parcela de fama que inevitablemente tiene ya reservada. Este buscavidas (como dice nuestra cartelera) jugador de póquer está a punto de perder la partida.

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