Liz, fresca e inquietante sorpresa

telecinco.es 13/01/2009 08:28

Toca hoy el segundo de los , y si el primero lo dediqué ayer a uno de los candidatos a finalista, en este tendré que hablar de la otra, o sea Liz. De aquí al final lo completaremos con los dos que hoy ya son finalistas, Iván y Almudena.

La fecha del 20 de enero para la conclusión de esta décima edición de Gran Hermano era manejada desde hace bastante tiempo, pero los ajustes de programación que han trasladado la gala a los miércoles harán que la final sea el 21 (¿tal vez el 22?), justo cuando se cumplan los cuatro meses de encierro. Aunque claro, ahora me dicen por aquí en los comentarios que no será el miércoles sino el jueves. Pero ¿qué invento es este? En todo caso, y si mis cálculos no me fallan, serán más de , por tanto, será la de mayor duración de las habidas (se nota que he ido cambiando este párrafo sobre la marcha, ¿verdad?). Hasta entonces, combinaremos estos daguerrotipos con las impresiones sobre las galas, opiniones y narraciones sobre lo que suceda en la casa en estos días y algunas últimas impresiones que se vayan suscitando. Cualquier cosa con tal de evitar dejarme vencer por una inmensa nostalgia y, por qué no decirlo, una tristeza extraña que me está jugando las malas pasadas de siempre. De momento, escribo hoy con un dolor de cabeza considerable y un tic nervioso en un ojo que me tiene frito.

Sobre lo sucedido en la casa poco puedo apuntar. Ayer pude ver hablar a las dos durante muchos minutos en la tarde-noche, naturalmente en su idioma. Podría presumir de hablar (y entender, por tanto) la lengua de con soltura, pero no paso de cappuccino y acqua senza gassata, términos imprescindibles para ir de cafés por Roma. Me pareció ver a molesta porque ella no había tenido capricho en la compra semanal, aunque bien podía estar hablando de cualquier otra cosa. Ya he dicho que hicieron la compra, ergo les dieron la prueba por superada, a pesar de la reprimenda por no haberse esmerado como pintores de esas redondeadas figuras pretendidamente representantes de todos los concursantes de las diez ediciones.

La novena edición del empezó ayer y eligieron a para participar en la misma, aunque aún no se sabe hasta cuando estará con nosotros. Le han dicho que una semana más pero no creo que esté el día de la final. Lástima, si hubiera sido la elegida estaba dispuesto a engancharme a la edición italiana, aunque casi mejor así, que ahora toca descansar un poco... o quizá no, que nunca se sabe. La conexión con Italia ha estado protagonizada por Chiqui, como casi todo en este Gran Hermano.

Por cierto, este año los italianos tienen un concursante y también hay una sala de sorpresas con , ¡qué curioso! La gala de presentación italiana fue increíblemente espectacular, con una producción muy cuidada y casi faraónica. A pesar de mi preferencia por , lo cierto es que no parece que sea tonta, sin ir más lejos ayer contaba que había definido a Orlando en el 'confe' como "frío y calculador". No tengo palabras.

Y ahora, vamos a lo que vamos. Lo más fácil cuando hablamos de Liz es hacer la broma de que es una negra modelo, como la cerveza mexicana. Mucho más complicado me parece pasar del plano de la broma a la realidad, formateada irremediablemente por este humilde cronista. Este daguerrotipo sobre la dominicana me temo que ha de ser el que más me cueste completar, quizá porque su personalidad me haya resultado siempre oscura e impenetrable, así como sus reacciones generalmente imprevisibles. En parte ahí estriba su atractivo para mí, junto con su desinhibido perfil de , capaz de sorprender casi siempre con sus nominaciones.

Hay concursantes que juegan fundamentalmente en la casa y otros cuyo entorno principal es la sala de confesiones, siendo ahí donde despliegan todos sus encantos. Liz juega en ambos sitios, en la casa tiene ese punto desestabilizador capaz de poner todo boca abajo en un momento, muy al estilo Ángela (GH IX); por su parte, en el confesionario (o la sala de las puertas) concentra su juego en el momento de la nominación, cuando es capaz de desbaratar todos los cálculos y previsiones con sus jugadas imprevistas. Lo que no se le puede achacar a esta concursante es que no se haya implicado. Ella no es de las que va para estar, contemplando pasivamente lo que sucede a su alrededor, sino que participa de forma activa, convirtiéndose en protagonista con gran facilidad. Eso es, a juicio de este gato, un valor positivo en este programa, salvo cuando es llevado a un extremo, como en ocasiones hace una Liz demasiado necesitada de protagonismo.

Tras su ansiado papel protagónico creo vislumbrar a una mujer cuya vida no ha sido sencilla. Y no solamente por su vida familiar, que ha contado y utilizado suficientemente poco como para considerarlo dentro de lo normal y entendible. Afortunadamente no ha sido el suyo un caso como otros vividos anteriormente de concursante separada de su pequeña hija, sin dejar de hablar de ella especialmente en los momentos clave en que su presencia en la casa podía estar en peligro. Ciertamente, ha hablado en ocasiones de su princesa, como le gusta llamarla, sin que me haya parecido que la utilizara en exceso para provocar lástima en los espectadores. Es cierto que lo hizo a veces, pero pienso que no demasiado. Además, ella creyó encontrar en Mirentxu a una sustituta ideal de aquella madre de la que no pudo disfrutar todo lo que le hubiera gustado, si bien tuvo mucha mala suerte de encontrar un recambio de madre con esta.

Como digo, pienso que no es su vida familiar lo que haya sido más duro en su vida. Ya dije en alguna ocasión que ser de raza negra en la sigue siendo hoy en día motivo para que te llamen "negro de mierda" por la calle, lo cual pone las cosas mucho más difíciles a los ciudadanos de esa raza. Liz recuerda su país con frecuencia, de hecho, hizo famosa su frase "en mi país", como le ha repetido alguna vez Iván en tono de burla cariñosa. Lo que no ha contado nunca es hasta qué punto le ha podido costar salir adelante siendo negra. Negra y modelo, como decía antes en tono de broma. Precisamente es posible que haya sido esto último lo que le ha permitido salir de su país y considerarse la reina de la fiesta en muchas ocasiones.

Ella presume con poca humildad de haber estado en concursando en 'Top Model of the World', tanto como de haber estudiado periodismo, aunque ignoro si sus estudios de audiovisuales serían equiparables a la carrera universitaria de nuestro país. Pero eso es lo de menos, para ella será igualmente un motivo de orgullo, lo cual se le nota hasta en la expresión de su cara cuando lo cuenta. No es la modestia una virtud que la adorne, lo cual relaciono con esa necesidad de sentirse protagonista, pavoneándose de ello en los momentos que lo consigue. Me llamaba la atención verla este fin de semana en el jacuzzi con las , contando sus experiencias como modelo, sus conocimientos de varias lenguas, especialmente del francés, a consecuencia de sus viajes a más de veinticuatro países debido a su trabajo. Se la veía feliz siendo escuchada por dos visitantes que parecían fascinadas por algunas de las cosas que estaba contando.

En esta concursante, la mayor de sus virtudes se convierte también en aquello capaz de despertar más recelo en mí. Ya dije antes que es capaz de poner todo cabeza abajo en un momento, lo cual quiere decir que en un chascar de dedos puede decir aquello de "A Lizfanny Emiliano Vázquez tú no le vas a hacer eso", elevando el tono de forma hasta límites insospechados. Esto es algo atractivo, ya que en ocasiones puede ser como un revulsivo dentro de la casa, pero también me produce una sensación permanente de no saber por donde saldrá la modelo, si será hoy cuando habrá de revolucionarse todo por su capricho. Esta es quizá la Liz que menos me gusta, la que puede desestabilizar no con una nominación inesperada, jugada más o menos estudiada pero siempre interesante, sino con la más mínima tontería que puede servirle para provocar un terremoto de grandes proporciones.

Si su capacidad para revolucionar la casa es lo que menos (y a un tiempo lo que más) me atrae de Liz, no tengo duda de que su franqueza ha hecho siempre que el fiel de la balanza caiga de su lado. Ella me ha ganado por su capacidad de ir siempre a , diciendo a cada paso lo que pensaba, sin prever sus consecuencias dentro (¡peligro!) y fuera (¡alegría!) de la casa. Esto quizá no sea lo mejor para la convivencia pero es ideal para el observador de la misma, cual es mi caso. Los que repiten con machacona insistencia aquello de que esto es un juego de convivencia se equivocan de medio a medio, ya que aún en caso de serlo no está demostrado que la buena convivencia esté obligada, de igual forma que no se puede establecer por ley que debamos ser buena gente. Es como ese artículo de la de 1812, que proclamaba aquello de: "los españoles serán justos y benéficos". Pues enhorabuena a los premiados.

Aquí es la quien decide si aprueba al y o, por el contrario, decide darle su apoyo a quien demuestra ser todo lo contrario. Tengo dicho que la opinión que cada uno nos formamos sobre los habitantes de la casa de es fundamentalmente caprichosa, además de responder en cada caso a motivaciones distintas. Hay quien simpatiza con quien se siente más identificado, otros que buscan conductas ejemplares y también puede haber una parte que reclaman algo nuevo, un comportamiento distinto de lo ya visto y conocido. En definitiva, todos somos tan justos y benéficos a veces, como injustos y dañinos otras.

En realidad, la gran virtud de Liz ha sido precisamente que si ha tenido que romper la vajilla lo haya hecho, lo cual resta todo tipo de importancia al dañino mensaje de Julito el día de su despedida. Ella ha actuado siempre de forma impulsiva, sin haber reflexionado previamente sobre lo que agradará o no a la audiencia. Esto la sitúa tan lejos de 'Juchulito' y Palomares como cerca de los dos concursantes que son finalistas desde el pasado miércoles. Si Liz le gana la partida a Orlando y llega a la final, lo cual aún veo posible a pesar de todo, esta será la gran final de los que van de frente. Como dice mi amigo la edición de "los vivos frente a los tapados". Por eso no es cierto que deba quitarse máscara alguna, por mucho que haya utilizado la ocultación o el engaño en ocasiones, lo cual forma parte de su juego. ¿O acaso es un delito decirle a un concursante que le ha dado dos puntos cuando le dio tres?

Mantener que Liz ha tenido engañado a nadie es solamente posible por parte de un descerebrado o alguien muy malintencionado, y no sé en cual de ambos grupos meter a Julito, posiblemente en ambos. Si peca de algo no es precisamente de ser falsa, lo que sucede es que hay quien confunde los términos, de forma hipócrita con gran frecuencia. No hay duda ninguna de que eso es un juego, y como tal todos están autorizados a mentir en su beneficio, o mantener determinados tipos de engaño. De hecho, nada dice que estén obligados a revelar sus nominaciones, lo cual protege el secreto de las mismas y esto hace que puedan jugar con esa información a su antojo. Nada que ver con simuladores como Julito u ocultistas como Orlando. Liz no ha tenido jamás miedo de mostrarse tal cual es, mostrando unos dientes afilados, más amenazando que mordiendo.

Mi recuerdo de Liz será el de una dama de dientes amenazantes esperando el crepúsculo con una copa de vino en la mano. Y también el de aquella concursante que inesperadamente se hizo un hueco entre mis favoritos para llegar a la final. Porque ella también llevó la vida a esa casa, como los otros dos finalistas, de igual forma que lleva grabada en su rostro la lucha en la que todos convertimos nuestra vida. En eso nada nos diferencia, solo que la suya me pareció esta vez más atractiva que la de otros muchos. En definitiva, ella supuso para esta experiencia una sorpresa tan siempre como en muchas ocasiones.

[Dejo con Iván y Almudena, los dos finalistas que ya son seguros en esta edición. Os recuerdo un día más que podéis votar a este blog o a cualquiera de los existentes en esta casa en la elección del mejor blog, cuyo ranking se puede consultar aquí.]