Adara, siempre inesperada

telecinco.es 14/12/2016 09:41

Hago hoy la excepción de dedicar daguerrotipo a una concursante que no ha llegado a estar entre los prefinalistas de esta edición. Tampoco es la primera vez, hace unos días hice lo mismo con Bárbara. Adara fue la sucesora de Bárbara, y he de decir que una muy digna sucesora. Es el tercer daguerrotipo que dedico en esta edición tras la expulsión de su protagonista. A los casos de Bárbara y Adara se suma Alain, primer finalista en salir por ser el menos votado. Para la semana próxima dejo los de Bea y Meri. Solo faltaría que una de las dos saliera este jueves y me plantearía seriamente llamar a estos perfiles obituarios en lugar de daguerrotipos.

Antes de empezar a hablar de Adara me gustaría comentar alguna cosa vista ayer en la casa. La fiesta fue pura nostalgia de lo vivido, con pase de fotos correspondientes a las pruebas y fiestas de toda la edición. No pude evitar recordar semejante momento en otras ediciones e inevitablemente observé menos emoción y más frialdad que en esas otras ocasiones anteriores. En mi retina permanece la imagen de Paula (GH 15) riendo emocionada, y algunas otras. Esta fase final tan superficial, que tan poco motiva a muchos, ni siquiera nos va a dejar buenas imágenes para el recuerdo.

Durante la fiesta tuvieron una extensa conversación Bea y Rodrigo, que ni Bea ni yo terminamos de entender. Excuso decir que imagino a otros muchos en idéntica situación, perplejos ante el planteamiento del madrileño. Me sonó al comienzo de una larga despedida. Ya sé que Rodri insistió mil veces en que él apuesta por esa relación, que en caso contrario no habría dado el paso. Atendiendo a lo que dice, quiere continuar con Bea fuera y desea que la cosa salga bien. Sin embargo, leyendo entre líneas parece todo lo contrario. Su excusa es que Bea no mantendrá el entusiasmo una vez salga y se encuentre con todo lo que le va a dar el programa. Así lo entendí, al menos.

No me cabe duda de que el planteamiento de Rodri parte de la seguridad que tanto él como Bea tienen de que ella se convertirá en ganadora. No tengo ni idea de cómo van las votaciones oficiales. Nunca lo sé, como es natural, ni lo quiero saber. Mucho me extraña que si se da algún dato al respecto, de forma pública, sea reflejo de una realidad, porque es una información reservada que se custodia con gran celo, o así debería ser. Si alguien tuviera el privilegio de conocer cómo van las votaciones se estaría pervirtiendo el juego, especialmente si lo comparte de forma pública por el medio que fuera. En todo caso, es muy posible que Bea sea la más votada hasta el momento. Algo que doy por probable con la misma convicción de que se irán acercando los dos porcentajes mayores.

La situación merece que tengamos una final de infarto. Un poco de emoción, por favor. En esto sí. Por eso animo a las hinchadas de Bea y Meri a que voten hasta el final con convencimiento de que se puede. Que no den nada por ganado, pero tampoco por perdido. Y si dudan, que miren lo que pasó con Adara.

Retomando la conversación entre Bea y Rodri, creo que este último ponía la excusa de lo ocupada que estará ella como ganadora para avisar de que se puede producir cierto distanciamiento entre ambos. Lo honesto hubiera sido ponerse él mismo como excusa, en lugar de dar la vuelta a la tortilla de ese modo. Me puedo equivocar, como tantas veces pasa, pero adiviné en la intención de Rodri el comienzo de una larga y lenta despedida, como digo. Curioso que antes de haber consumado la relación, por así decirlo, ya estén pensando en distanciarse. Por eso Bea ponía cara de sorpresa y escepticismo. La vi entre el estupor y el pasmo, con trazas de “ya te veo yo a ti”.

Mientras transcurría la charla entre la pareja más insólita que nunca vi en Gran Hermano, Meri le confesaba a Miguel que a veces tiene la sensación de ser una extraña ahí dentro. Está desubicada y fuera de lugar, igual que el propio Miguel. Ambos fueron dejando a sus más afines por el camino, y viven ahora la peor de las soledades, aquella que se vive en compañía. Miguel asentía escuchando a Meri, con más empatía hacia ella de la que tuvo nunca antes. Son dos islas en un gélido océano. Al menos Bea y Rodri se tienen uno a otro. Pocas cosas más lacerantes que estar solo en esa casa.

Observo mucha incomprensión hacia aquellos que deseamos el triunfo de Meri, a pesar de considerarla una concursante secundaria cuyas actitudes no ayudan a simpatizar con ella en muchas ocasiones. Ese muro de incomprensión sería derribado pensando que estamos obligados a elegir entre un grupo de secundarios que no merecerían ser finalistas. Excepto Miguel, que se ha currado su puesto sobradamente, el resto son finalistas por accidente. Siendo así, y considerando que Miguel tiene menos posibilidades de ganar que Ylenia de argumentar algo con sosiego y sin producir oleadas de sonrojo entre la audiencia, la victoria de Meri es por delegación. Porque sería como premiar a la sucesora de Adara, que a su vez había sucedido a Bárbara. Porque con ello evitamos la hemorragia de satisfacción que tendrían Clara y Fernando si gana Bea. Porque es el final menos malo posible. Porque nunca fue aceptada del todo en el grupo mayoritario. Porque no concibo a Bea ganadora. Y porque con lo dicho no me hacen falta más porqués.

Daguerrotipo de Adara

Si hay alguien que hubiera merecido uno de mis ‘de repente’ esa es Adara. Porque ella apareció siempre de forma inesperada. Lo fue hasta el final, porque nunca habíamos esperado que nos diera tanto. Adara hizo varias apariciones estelares, el fallo es que fueran de tanta intensidad que un ‘de repente’ se hacía pequeño. Inesperado que fuera durando en la casa, como inesperado que dejase caer la etiqueta de “pava” bien pronto, al menos para muchos. También inesperado que eligiera tan bien sus compañías. E inesperado fue que supiera ser tan buena sucesora de Bárbara. Al final nos dimos cuenta de que ella era la auténtica protagonista de esta edición. Y eso también fue algo inesperado.

Aunque sea un detalle sin importancia, me llamó la atención que no pelease por coger su caja en la primera gala. Casi todos se abalanzaron hacia las cajas mientras que Adara aguardaba paciente y educada. Los lectores más fieles recordarán mi teoría sobre los caramelos de la cabalgata de Reyes, que tenemos ya muy cerca. Creo que hay dos tipos de personas en el mundo, los que se pelean por coger caramelos de los que tiran desde las carrozas y los que tenemos demasiado pudor para ello y nos contentamos con los que nos caen prácticamente en las manos. El primer día supe que Adara era de las mías.

En las primeras semanas me pareció que tenía demasiada prisa por formar carpeta. Sigo creyendo que así fue, porque ella también tenía un plan, no tan detallado e impactante como el de Miguel, pero sí llevaba claras algunas ideas. Creo que formar carpeta estaba entre sus planes, y no tardó en conseguirlo. Dicho así parece fácil, pero hágase la cuenta de cuántos lo han intentado sin conseguirlo. Bea estuvo con Adara en la disputa por Rodri, hasta que nuestra protagonista de hoy se decantó por Pol. Cualquiera diría que Bea tuvo el campo abierto gracias a Adara, a pesar de lo cual la acusó de estar jugando con Pol. También por aquel entonces rechazaba Bea la idea de que pudiera ganar este concurso una concursante que ha formado pareja en la casa. E igualmente renunciaba a la idea de estar siempre pendiente de un tío ahí dentro. Qué ironía todo, la verdad.

Adara ha sido protagonista por derecho propio, aunque tuvo ayudas importantes. Miguel fue quien más contribuyó a ello. Su jueguecito con Pol le permitió a Adara firmar sus momentos más estelares, vividos todos ellos con el apoyo de Bárbara, así como sus buenos consejos de madre y amiga. Con la tensión imprescindible en una buena película de suspense y un ritmo creciente en interés se fue fraguando esa historia. Pol tonteando con Miguel, Pol metiendo un hielo en su calzoncillo, Pol besando su cuello, Pol susurrándole al oído. No descarto que alguna de estas secuencias sea de propia invención, pero como guion no tiene precio. La paciencia de Adara se fue agotando y no fue un proceso ni demasiado corto ni excesivamente largo. Al final estalló sin que llegara a salpicar a Miguel, pero tampoco a Pol.

La primera vez que Adara hizo presagiar que no era una más fue cuando se enfrentó a Miguel y le cantó las cuarenta a Pol. Estaba dispuesta a demostrar dos cosas: que no era tonta y que iba en serio con Pol. Pronto olvidé mis recelos iniciales y di por buena esa relación. Ahí estaba ella, ganándose el puesto. Su trama con Pol y Miguel tuvo dos momentos realmente inesperados. El ‘de repente’ de Adara debió venir el día que Miguel se acercó a hablar con ella y lejos de mostrarse sumisa y condescendiente le plantó cara diciéndole lo que pensaba. El repaso fue apabullante. Ganó ese asalto por los puntos, y a poco estuvo de provocar el KO técnico en su contrario.

De esa convulsa conversación guardó Adara varias cosas. Por ejemplo, que Miguel había negado tener interés ninguno hacia Pol. También que la había llamado celosa enfermiza. Miguel y Clara quisieron ponerla de loca. Hubieran querido que saliera rumbo a la López Ibor. Cualquier cosa menos tenerla como competencia. Porque ellos también se dieron cuenta de que les estaba comiendo el terreno inesperadamente. No contaban con tan dura competencia. Entre Adara y Bárbara estaban acabando con sus ilusiones en el concurso. Por eso empezaron muchos a verla favorita. Adara se perfilaba como favorita para buena parte de la audiencia. Y, según algunos, también era favorita de la cadena.

El segundo gran momento de Adara propiciado por la trama Pol-Miguel fue la noche de “me has hecho llorar mucho”. Pol se veía obligado a contarle a su chica que Miguel se le había declarado en el apartamento. No lo hizo la noche del domingo tras su regreso a la casa, pero sí al día siguiente. Como un torbellino, Adara fue derecha al jardín, donde Miguel departía con algunos compañeros. Esa fue la gran noche de esta edición. Todas tienen una y en esta varias habrían de disputarse el puesto. Pocos momentos hemos vivido y viviremos con tan alta tensión. El arrebato de Adara, que algunos consideraron muestra de un carácter obsesivo y excesivamente arrebatado, era para otros la confirmación de que estábamos ante una concursante enorme.

La historia de una locura que nunca existió había llegado a su fin. Adara tuvo confirmación de dos cosas que ya sabía. Miguel estaba interesado por Pol, y ella nunca estuvo loca. Todos sabían que era cierto, y aun así trataron a Adara de enferma. Fueron cómplices de esa simulación. Una cruel tortura que pretendía hacer creer a Adara que todo era producto de su mente. Adara era una enferma, loca e insegura que veía lo que no era. Y todo porque la consideraban su principal enemiga en la lucha por el maletín. Un maletín que al final no fue suyo, aunque lo hubiera merecido.

La monserga de que era la favorita oficial perjudicó mucho a Adara. Muchos se bajaron de ese burro por tener el marchamo de oficial, y eso también se notó en los votos. Porque durante mucho tiempo Adara tuvo porcentajes mínimos, lo cual significa apoyos máximos. Pesó la absurda sombra de tener cierto apoyo oficial, algo que para cualquiera que conozca algo el funcionamiento de este programa sabe que es un disparate. También le perjudicó el desgaste, tener que soportar ella sola el peso de ser la voz discrepante y el estancamiento de las tramas. De ahí su expulsión, cómo no, inesperada.

Otros enfrentamientos con Clara o Fer también nos mostraron una Adara combativa, de juicios certeros y voluntad inamovible. Pero Adara fue mucho más que eso. Si ayer decía que Miguel tiene casi todo lo que detesto en un concursante de Gran Hermano (a pesar de lo cual lo considero un gran concursante), con Adara me pasa todo lo contrario. Creo que ella tiene todo lo que pido. Nos hizo sentir como pocos. Sufrió, rio y amó. Fue una concursante kamikaze, que nunca se detuvo a pensar si algo la podía beneficiar en el concurso, o bien todo lo contrario. ¿Se puede pedir más?

Adara jamás dejó de hacer o decir algo porque pudiera restarle puntos. Pero a la vez supo medir sus respuestas y reacciones. Aparte de contribuir a elevar los decibelios en esa casa, nunca pasó la raya de lo permisible. Mantuvo siempre distancia en las conversaciones, advirtiendo a sus oponentes de que debían hacer lo mismo. Ni una mano en alto, ni un gesto de amenaza. Si en otras cosas no le importó la incorrección en esto fue estrictamente correcta. Porque Adara no dudó en “robar” comida y hacer otras trastadas por el estilo. Tuvo momentos de sufrimiento, pero nunca transmitió amargura. Posiblemente porque supo divertirse. Y cuando un concursante se divierte está divirtiendo a la audiencia casi siempre.

La inesperada Adara fue, junto con Bárbara, motor y sostén de esta edición. No hubiera sido posible sin sus némesis, enemigos como Miguel y Clara, buenos competidores que no se lo pusieron fácil, o quizá sí. Está claro que Adara fue la gran protagonista de esta edición gracias a ellos, pero nadie le regaló nada. Pol fue más estorbo que ayuda, todo lo contrario que Bárbara. Sin su apoyo todo hubiera sido distinto. Y peor. No lo hubiera dicho los primeros días, pero Adara, inesperadamente, se convirtió en mi ganadora. Lo será siempre.

Moleskine del gato

Para mañana tengo apuntado en mi agenda que debo escribir la carta a los Reyes Magos para todos los concursantes de esta edición. Se admiten sugerencias.

Y dejo cartelera, con Adara en ‘No llores, vuela’. Como siempre, por Montse Juanilla.