Álvaro le da un baño de sinceridad a Kristian, quien piensa que nadie entiende sus bromas

telecinco.es 06/06/2013 09:44

Interior noche. Madrugada en la radio. Susana e Igor charlan pausadamente, aprovechando la intimidad de ese espacio donde solo hay asiento para dos personas. Hacen un repaso de lo sucedido las últimas horas. Se trata de un intercambio de información útil para ambos. Sin cargar las tintas contra nadie, ajustándose bastante a la realidad de unos hechos a los que también asistimos como espectadores. Dos de los sólidos pilares de esta edición se ayudan mutuamente sin decirlo. La unión es importante. Y la información es poder.

Flashback. Interior noche. Madrugada anterior en el salón. Kristian, Raki y, en menor medida, Juan Carlos, molestos por la decisión de Desi de meter en su deseo al Gran Hache a Álvaro y a Susana. Sobre todo a Susana. Súper molestos porque esos tres compañeros pasen una noche de película y palomitas, tampoco se trata de un lujo africano. Juan Carlos es llamado al 'confe' y le plantean si quiere terminar de cumplir el deseo haciendo su repetido y cansino numerito, pero no toma su decisión libremente sino que necesita consultar con sus compañeros, particularmente con Kristian.

Volvemos a la madrugada en la radio. Interior noche. Igor termina de contar la historia de la noche anterior a Susana, quien ya sabe lo que pasó cuando se ausentó. Ya se sabe, la costumbre española de hablar mal del ausente.

Nuevo flashback. Interior tarde. Unas horas antes, en el dormitorio de las nubes, charlan Álvaro y Kristian. El primero le da un baño de sinceridad al segundo. De forma suave y cariñosa le va enumerando aquellas cosas que le han ido chocando y hasta desagradando de su actitud. Desde la reacción cuando hablaban del fuet desaparecido, cuando terminó reconociendo que él también había comido, hasta su acusación a Susana de ser falsa, pasando por su extraña relación con los gemelos o la inseguridad que demuestra en ocasiones. Kristian no sabe por dónde salir ni dónde meterse y, como no podía ser menos, achaca todo a su nerviosismo por estar nominado, aparte de que siempre es broma lo que él dice. Todo un clásico.

En la radio de nuevo. Interior noche. Susana e Igor se han puesto al día. Igor comenta la actitud de Desi esa misma mañana, boicoteando la prueba al no levantarse para entrar en el turno que le correspondía. Susana defiende a su modo a Desi. Dice que ha descubierto tarde que su devoción por Kristian y Raki no era mutua. A ella le he “sorprendido para bien” que no pusiese mucho empeño en averiguar de quién es el tercer voto por el que está nominada esta semana, aunque sabe que de uno de ellos dos. O tal vez de Juan Carlos.

Termina la reunión. Salen de la radio y ya va a ser difícil levantar el resto de la madrugada. Lo importante pasó en ese espacio de apenas dos metros cuadrados. Fundido en negro.

Este gato nostálgico no puede evitar empezar a lamentar no vivir muchas más veces escenas como la descrita. Primero porque esta noche puede marcharse Igor, y esta historia tendrá entonces un final un poco amargo porque no habrá más confidencias en la radio con Susana. También me viene la nostalgia al saber los pocos días que distan del final. Sea como sea, pocas secuencias se volverán a rodar como la de anoche, con jugosos e interesantes regresos al pasado reciente que nos hacen recordar lo que está sucediendo y la manera en que lo están viviendo ahí dentro.

Es una suerte, y al tiempo una lástima, que esta edición se haya animado tanto al final. Una suerte porque recuerdo otras anteriores en que los últimos días son tristes y agónicas esperas a que llegue el final. Lástima porque bien podrían haber espabilado antes. Tantas madrugadas de puffing, reuniones comunitarias con todos hablando de nada hasta el amanecer, malinterpretando esa máxima que dice “Gran Hermano se vive de noche”. Sí, claro, de noche, pero no de cualquier manera. No vale malgastar las madrugadas. Desde hace unas semanas, y coincidiendo con el regreso de Igor (la alfombra volvió a la casa), muchas noches tenemos grupos separados charlando unos de los otros en escenarios diferentes. Eso es Gran Hermano en estado puro, ¡por el amor de Dios!

Es muy curioso que a Kristian le haya molestado tanto (no sé por qué me sale hablar en pretérito, me lo voy a tener que hacer mirar) que compañeros suyos estuviesen hablando sin estar él presente. “Temo que la estén manipulando en contra mía”, decía el otro día en el billar sobre una reunión que estaban teniendo Álvaro, Susana e Igor en el salón, donde habían estado cantando y riendo de cosas intrascendentes. En lugar de unirse a la reunión prefirió calentarse la cabeza pensando lo que no es. Lo cual he de decir que le agradecí en su momento.

El dormitorio de las nubes ha sido escenario de buena parte de esas reuniones de grupo, con Susana y Álvaro como muñidores principales. Hemos llegado a ver a Kristian y a los gemelos (que en la gloria estén) alterados y a punto de entrar a montar una bronca porque los anteriormente citados, junto a Igor, Desi o Nacho, estuviesen charlando en ese cuarto con la puerta cerrada. Como si cometiesen un delito. Lo más gracioso es que en más de una ocasión he visto al grupo en esa habitación con la puerta abierta, hasta que entró Kristian y al salir cerró la puerta. Él mismo había dejado las cosas de esa forma que tanto le disgustan.

Ese reparo inexplicable a que los demás vivan su vida y hablen de lo que les rote solo puede tener una explicación. Se llama miedo, y a veces viene suministrado junto a otro componente llamado mala conciencia. No administrar en grandes dosis o el paciente lo pasará bastante mal. No era un espejismo cuando alguna vez pensé que algunos habitantes estaban intentando anular las reuniones nocturnas entre grupos pequeños promoviendo el puffing colectivo. Me resistí a pensar que fuera eso y en ocasiones lo achaqué a que se trataba de un grupo muy social. Pues no, ahora estoy bastante convencido de que temían lo que ahora está pasando. Y eso, de algún modo, mató este Gran Hermano.

De los flashbacks incluidos en la secuencia cinematográfica narrada al principio de este escrito, uno ya lo comenté ayer. Me refiero a la reacción del grupo de los no elegidos por Desi para disfrutar de su deseo. Me falta lo de esta misma concursante ayer por la mañana, que no se quiso levantar para entrar en la prueba, provocando un fallo importante para que al final no se la diesen por superada. También me falta comentar la conversación entre Álvaro y Kristian, que le contaba Susana a Igor y de la que este no tenía noticia. Una charla deliciosa en la que Álvaro marcaba la diferencia entre el “chumineo” y decir las cosas claritas, aunque duelan. Al mismo tiempo que Kristian volvía a dar muestras de ser el concursante más infantiloide de cuantos han pasado por esa casa, reaccionando como un niño al que el profesor acaba de reprender.

Lo de por la mañana molestó a todos, aunque unos lo pusieron más de manifiesto que otros. Solo faltaban tres horas para terminar la prueba, con construcción de puertas de entrada al templo incluidas, y Desi no quiso levantarse para entrar en su turno. “Como no te levantes te lo voy a hacer pasar mal mientras estemos los dos aquí”, le dijo Igor. Ella le preguntó si la estaba amenazando y la respuesta fue afirmativa. “A chuparla”, contestó Desi y siguió en la cama. La conversación tenía lugar con ella acostada e Igor dentro del pabellón de pruebas, donde estaba junto a Kristian, Susana y Raki esperando empezar las horas finales de la prueba. El cabreo generalizado está justificado en este caso. Las acusaciones de Desi a Igor en el ‘confe’ de que no había currado lo suficiente en la prueba contrastan con lo que sus compañeros dicen de ella. Creo que no se pondrán de acuerdo en eso.

Pero una cosa es trabajar a mejor o peor ritmo y otra torpedear la prueba y ni siquiera entrar a tiempo en el pabellón, lo cual es un fallo seguro. Es más, de no haber sido por los tres retrasos a la hora de entrar la hubieran superado. Podían cometer 20 fallos y acumularon esos 3, más otros 8 por no pedir permiso a la reina y 3 más por hablar durante las campanadas que invitaban a oración. Un total de 23 fallos que anulaban el esfuerzo de toda la semana con la construcción del templo, las vidrieras dibujadas por Kristian o las madrugadas medio en vela de Álvaro y Raki para dar los maitines guiados por esa forma de medir el tiempo en mililitros no demasiado fiable. Por eso entiendo el enfado del grupo ante la actitud inexplicable de Desi.

Álvaro no esconde su falta de objetividad cuando se trata de Desi o Susana, sus dos personas intocables en la casa. Dice que ambas le caen muy bien y reconoce suavizar mucho lo que puedan hacer mal, especialmente Desi. Él lo achaca todo a que es muy borrica, y en eso no le falta razón. A Susana le pasa algo parecido, contagiada por esa benevolencia que muestra Álvaro con Desi. En todo caso, es de agradecer que Álvaro lo reconociera en la conversación que tuvo con Kristian. Es algo que dice mucho a su favor.

El motivo de esa charla fue que Álvaro escuchó uno de esos mensajes que llegan del exterior vía megáfono diciendo algo así como: “Álvaro a la cara”. Hasta tal punto condiciona la vida en la casa y el desarrollo en el concurso lo que puedan escuchar que tal vez sin ese mensaje no hubiera existido tal conversación. Igor opinaba en su repaso a la actualidad con Susana en la radio de las personas que van a gritar que “hay que estar un poco obsesionado”. Yo le quitaría el "poco". Lo peor es que no se trata de adolescentes sino que hay alguna persona bastante adulta, que no debe tener nada mejor que hacer en la vida.

Sea por la razón que fuere, no se dejó casi nada en el tintero Álvaro. De forma pausada, como él suele hablar, y casi sin que se notase, le dijo a Kristian que le ve nervioso por estar nominado, que es demasiado competitivo y se mosquea con facilidad, e incluso que tiene comportamientos infantiles. Ahí es nada. Todo ello ilustrado con momentos concretos en que no le ha gustado su actitud. La discusión por el fuet en la que Kristian terminó reconociendo que él también había comido, después de haber acusado a los demás, fue uno de ellos.

Es una de las cosas más indignantes de Kristian. Verle protestar de que los demás han comido más o menos choca radicalmente con esa imagen, que muchos seguramente tendremos en la cabeza, de Kristian recenando casi cada día. Solo o en compañía de otros, como dice el texto de una conocida sentencia. Por no hablar de las veces que ha saqueado la despensa, igualmente estando él solo o con alguien más.

“Te cogería y te daría dos tortas bien dadas”, le decía Álvaro. Le estaba reprochando entonces reacciones como la que tuvo en clase de zumba, diciendo a la profesora que el programa ya tiene ganadora, y es Susana. Juraría que no se refería al ganador de zumba, que tendrá como premio un viaje, sino al concurso. La acusación a Susana de ser falsa fue incluso negada por Kristian, aunque finalmente debió aceptar que no se lo podía haber inventado Álvaro. También esto tuvo consecuencias en los descerebrados del megáfono, que como monitos de repetición decían al día siguiente: “Susana falsa”. Pocas cosas se me ocurren más patéticas que el ver a los apuntadores necesitando apuntador.

Una de las cosas que no solamente ha captado Álvaro a la perfección sino que no dudó en decírselo ayer, es que Kristian pasa de la indignación a la normalidad en cero coma. “Pasas de irritable a normal con mucha facilidad”, le dijo. “A veces dudo de quién es el verdadero Kristian”, añadía después Álvaro, que achacaba a su inseguridad el hecho de que Kristian utilizase el ataque como arma de defensa. Debo reconocer que el análisis que hizo el pollito ayer fue realmente brillante. Tal vez me sobró que le sugiriese una disculpa con Susana o con Desi. No creo que nadie deba meterse en si otros dos hablan entre ellos, mucho menos sin tener en cuenta el deseo de ambas partes.

Del otro lado la respuesta fue decepcionante, como cabía esperar. Kristian dice siempre las cosas de broma, aunque los demás no parecen entenderlo. “A lo mejor nos picamos todos, pero solamente se me nota a mí”, decía. Hombre, así mirado. Faltaría explicar por qué cree que pasa eso. O algo. Dice Kristian que está nervioso desde el lunes por la gala (en un principio pensaron que sería ese día), especialmente porque es la primera vez que está nominado, pero también porque “me da mucha vergüenza la gala, lo paso mal”. Acabáramos.

Kristian volvió a comportarse como un niño haciendo pucheritos por el repaso que le había dado Álvaro y exagerando la nota con eso de que “a mí ganar me la suda”, “yo no voy a ganar seguro” y demás. Terminó agradeciendo a Álvaro que le hubiera hablado tan abiertamente antes de fundirse en un abrazo y deshacerse en besos, a lo que añadió: “Eso quiere decir que te importo”. En ese momento, Álvaro desvió la mirada y de fondo se escuchó una banda sonora poco casual: “cri, cri, cri”.

Pero no iban las cosas a terminar ahí. Aún se reservaba una broma final que me hizo doblar de la risa, textualmente. Kristian le dice que se ha quedado mal por pensar algunas de las cosas que le acababa de contar, y ni corto ni perezoso, Álvaro le contesta: “Piensa en Dobromira”, seguido de su contagiosa y escandalosa risa. Menudo broche final. Touché.

Moleskine del gato

Las fotos que acompañan este apartado final de mi escrito de hoy son para los fans y seguidores de Susana, modelo de ropa de baño por un día.

No voy a revelar mi quiniela para las últimas nominaciones, que tendrán lugar esta noche, aunque la tengo hecha. Solo diré el resultado final en los dos supuestos posibles, que salga Kristian o que sea Igor el expulsado. En el primero de los casos, quedarían nominados: Desi, Nacho, Juan Carlos e Igor. En el segundo: Kristian, Álvaro, Susana, Desi, Nacho y Juan Carlos. Cuatro nominados si sale Kristian, con Nacho y Juan Carlos a tiro, frente a seis nominados (todos menos Raki) y Susana entre ellos. La fuerza de sus seguidores podría flaquear ante todos los enemigos que se enfrentarían a ella. No solamente en el banquillo de nominados (por Kristian, Desi o Álvaro especialmente) sino aquí fuera. Muchos enemigos deseando ver a Susana fuera después de la hipotética salida de Igor.

Por esto entenderán nuestros lectores lo que he comentado estos días sobre la importancia de esta expulsión y la necesidad de votar. No digo más.

Esta noche tenemos una fiesta. Y ya nos quedan pocas. Mercedes Milá reaparecerá tras la intervención que adelantó el pasado jueves, y estoy seguro de que con la misma fuerza y entusiasmo de siempre. Contando las horas para verlo.