Aquelarre contra Cristina Porta
La gala de anoche fue el gran aquelarre contra Cristina. Habíamos visto el día anterior las intenciones de Frigenti, Sandra y Julen, pero al menos entonces no estaba presente Cristina. El careo con Frigenti fue particularmente duro y no se quedaron atrás la ristra de imágenes que se pudieron ver en la gala. Lo único bueno para Cristina fue que no se vio ni un solo vídeo suyo criticando ni descalificando a sus compañeros, mientras todos los ataques iban dirigidos a ella. Les faltó acusarla de haber sido quien mató a Laura Palmer. El cubo parecía arder tras las intensas sesiones de Frigenti soltando sapos y culebras sobre aquella a la que un día llamó amiga. Visto lo visto, no creo que lo fuera nunca en realidad.
El desalmado análisis que hace ahora Frigenti sobre Cristina demuestra que solo tiene compasión por una persona que se llama Miguel y se apellida Frigenti. No considero tan importante su falta de piedad como la dificultad para hacer un juicio justo. De otra manera no criticaría nunca la voz de Cristina. Es lo último, queridos amigos. Frigenti hablando de la voz de pito de otra persona. ¡Lo más insólito! Hay algo que me ha estado preocupando realmente estas últimas semanas: entender por qué ese juicio sumarísimo al que someten a una misma persona permanentemente. Pero ya he llegado a una conclusión: para ellos es el rival más temido.
No dejo de considerar que les pueda caer mal. En el caso de Frigenti no, pero en el de Sandra y Julen es posible que influya la poca relación que han tenido en estos tres meses. Aunque a veces da igual eso y sencillamente es cuestión de piel. No se soportan por lo que sea, tampoco hace falta correr mucho. Pero una cosa es eso y otra la crítica exacerbada hasta de las cosas más nimias. “Me da pena, porque veo a una persona que me tiene rabia, odio y manía”, decía Cristina en el careo con Frigenti. A mí también me da pena.
Para rematar su noche poco gloriosa, el periodista se mostraba contrariado porque, según él, había vuelto a ser el de su primer paso por el programa. De eso nada, ojalá fuera así. Más que eso yo vi anoche, igual que llevo viendo desde su regreso a la casa de los secretos, al Frigenti del vídeo aquel en calzoncillos junto a su madre, diciendo ambos barbaridades sobre una concursante de Gran Hermano por ser gorda. El mismo tipo implacable y despiadado que no tenía clemencia atacando a alguien por su físico. El déspota capaz de destrozar verbalmente a alguien de forma inexorable y mostrando su gordofobia. Ese es el Frigenti que vi anoche, muy lejos de la persona vulnerable e insegura que disfrutaba de la experiencia sin separarse de Cristina durante las tres primeras semanas de concurso.
Entiendo que llamen “la jefa” a Cristina o les parezca “la propietaria de esto” porque su carácter y manera de hablar puede transmitir un carácter resolutivo y dominante o denotar cierta seguridad en sí misma. Ella es mandona a veces y bastante cabezota. Pero no es de ahora, lo era también cuando Frigenti estaba a su lado. Lo que me resulta más complicado de entender es ese juicio exacerbado sobre todo lo que hace o dice. Si solo una décima parte de lo que sueltan por su boca sobre esta compañera lo escucharan sobre ellos mismos ardía la casa. La llaman prepotente, pero veo una actitud más déspota en quienes parecen querer verla arder en la hoguera, como a las brujas en la Edad Media. En la inquisición eran hermanitas de la caridad al lado de estos.
Además de arbitrarios me parecen ignorantes en bastantes ocasiones. Cuando Cristina dice que se siente un poco tío por gustarle el fútbol no hace otra cosa que reflejar hasta qué punto el fútbol ha sido considerado “cosa de hombres” durante mucho tiempo. Algunos estudios sociológicos hablan del fútbol como uno de los grandes referentes en la construcción de la identidad masculina de los niños españoles. Y, aunque pueda parecer algo superado, sigue siendo un espacio machista, ajeno a las tendencias de transformación de la masculinidad identificadas en otros deportes. Hay un interesante artículo sobre esto del sociólogo Ramón Llopis-Going en la revista Sistema. El artículo concluye que el fútbol español sigue siendo un espacio en el que se reproduce una masculinidad hegemónica. Ahora bien, ve tú a explicarle esto a Julen de la Guerra, que igual le peta la cabeza que se duerme antes de que termines.
Cristina le habla a Frigenti en la sala de la verdad sobre lo llamativo que resulta verle tan poco indulgente insultando y descalificando a una compañera de concurso con la que ha vivido una primera estancia realmente bonita. Y eso choca cuando “se te llena la boca de decir lo mal que has pasado de pequeño”. Ni le pone nombre ni habla de nada que el propio Frigenti no haya contado a toda la audiencia de otro programa de televisión. Ni siquiera es algo que hayamos conocido en la casa, aunque lo hayan hablado, pero es que ya se lo sabíamos de antes. Tras ver las innumerables barbaridades dichas en cubos llenos de odio, rabia y veneno, Frigenti vio entonces el cielo abierto para engancharse a la paginita de la pena y explotar el drama porque había salido algo de su vida anterior al concurso. Digo lo mismo que cuando critica la voz de otra persona, Frigenti protestando porque se hable de algo anterior y ajeno al concurso, ¡qué cosas!
Recordemos que las principales broncas que tuvo el de Sálvame en la casa durante la primera parte de su concurso fueron porque sacó temas personales de otros. Desde cuestiones de orden privado en un programa en el que colaboró, lo cual le enfrentó con Isabel Rábago, hasta relaciones anteriores de Sandra. El enfrentamiento que le valió la expulsión a Sofía Cristo fue después de uno de estos rifirrafes. Entonces defendí el derecho que tenía de hablar sobre el pasado de los concursantes porque este es un reality de famosos en el que todos están ahí por lo que son, y el pasado es una base del relato del programa. No en vano hacen la línea de sus vidas y se hace referencia constante a las circunstancias de cada uno. Por eso mismo me parece oportuno que anoche Cristina hiciera lo propio.
Además, no deja de ser algo que muchos hemos pensado. Unos dejando la reflexión dentro de los límites de nuestra intimidad, o simplemente en nuestro interior. Y otros haciéndolo público, por ejemplo, en redes sociales. Lo he leído cien mil veces, lo cual quita valor a lo dicho por Cristina. Si acaso, su fallo viene por ser bastante poco original. “¡No juegues con eso! ¡Carlos, no, eh!”, decía Frigenti antes de amagar con abandonar la sala. Su intentó se malogró porque no le abrieron la puerta y hubo de volver con las orejas gachas. Si fuera un fino estilista habría respondido de otra manera más inteligente, pero no acertó a decir otra cosa que: “Eres una persona sucia, eres una ambiciosa de mierda”. Luego retiró lo de mierda, no vaya a ser pecado. O algo.
De manera que Frigenti no tolera que otros hablen de su vida, pero él puede hacerlo sobre la de los demás. Es la ley del embudo, lo ancho para mí y lo estrecho para ti. Cuando se pasa uno los días, sin ir más lejos el anterior, haciendo un traje a otra persona, lo menos es aceptar que esta te conteste. Es lo que se llama asumir las consecuencias de los actos propios. Frigenti puede decir barbaridades de todo el mundo, pero ¡ojo!, que no se metan con él. Por suerte, ha dado en este reality con una Cristina Porta capaz de arrearle un brutal ‘zasca’ como el de anoche rematando la sala de la verdad, y que le dejó tocado el resto de la noche. Aunque para mí tengo que Frigenti no estaba de bajón luego por ese ‘zascazo’ sino porque en su mente debían estar desfilando las imágenes de sus cubos llenos de descalificaciones, mostrando un obsesivo propósito de acabar con el concurso de su examiga. Por eso no paró de repetir después que había sido muy fuerte ver sus imágenes en el cubo y estaba poco satisfecho de la imagen que habría dado.
En realidad, Frigenti maneja constantemente esquemas válidos para realities de anónimos, pero que requieren revisión cuando se trata de concursantes famosos. Por ejemplo, cuando le dice a Cristina: “Vas a salir de aquí y no te vas a comer una mierda”. Hace referencia a que después de esta edición vendrá otra y entonces ya nadie se acordará de estos concursantes. Aparte de que eso sería válido para todos ellos, en realidad no es aplicable cuando son famosos que tienen una profesión. Por eso contestó Cristina que tiene una carrera hecha y volverá a su trabajo. Ni más ni menos lo que hará Frigenti. De hecho, ya lo hizo tras su expulsión. Y no paró de repetir cada vez que estuvo en peligro: “Estaré encantado de salir porque tengo mi trabajo que me encanta”. Otra vez la ley del embudo, si hace él referencia a su trabajo bien, pero si lo hace Cristina es que presume de carrera y es, por ello, una prepotente. No cabe mayor absurdo.
Está claro que Cristina puede ser criticada por muchas cosas, pero nadie merece un aquelarre semejante. De hecho, su actitud con Luca cada vez me parece más equivocada, además de estar corriendo el riesgo de estropear lo que ambos han conseguido en estos tres meses. Como concursante tiene muchos defectos, pero hay algo que la diferencia de Frigenti. Mientras este se pasó el lunes entero poniendo a Cristina de hoja perejil (o sea, verde), ella decía en una conversación con Luis que a Miguel le hubiese encantado estar estos tres meses en el concurso, reconociendo la intensidad con la que vive todo, algo que ambos tienen en común. La diferencia de como habla uno del otro es tan importante que me duela hasta a mí.
Se quejó amargamente Lucía Pariente del contraalegato que hizo María Jesús Ruiz a Sandra Pica, pero ella tuvo una palabra amable también para Sandra; Cynthia mandó un saludo a Cristina y Adara le dijo a Frigenti que le quería. O sea, nadie hizo exactamente lo que debía. Bien es cierto que lo de María Jesús clama al cielo y es profundamente tramposo, porque en lugar de contraalegato brindó un mensaje de ánimo a Sandra que ni el mejor coach. Además de pedir la expulsión a Cristina y darle el hachazo definitivo a Julen al advertir a Sandra que igual se está acostando con su peor enemigo. No niego que esto es animar el cotarro y lo demás son tonterías, pero no deja de ser injusto porque supone un trato desigual hacia los concursantes.
El gato responde
Quiero pedir disculpas por haber dado al menos dos informaciones erróneas sobre lo que sería el programa presentado por Carlos Sobera anoche. Y al tiempo, explicaré de dónde viene el error para quienes no lo sepan. Dije ayer que esta semana solamente habría una salvación y la expulsión sería cosa de tres. También que Luis Rollán haría su línea secreta de la vida. Cierto que ambas cosas me sorprendieron, la primera por poco usual y la segunda porque no iba acompañada de la habitual visita sorpresa que ha venido sucediendo a la línea de la vida en ocasiones anteriores. Pues bien, al final hubo dos salvados y no tuvimos línea de Luis.
Lo cierto es que intento resumir en pocas líneas antes de cada programa su contenido basándome en la nota de prensa que se publica en esta misma web. En la previa a la gala de ayer se decía lo que anuncié, aunque luego fue modificado en el guion definitivo del programa. Cambió el tema de la salvación y salió de la escaleta lo de Luis. No es nada raro que haya cambios de última hora en los programas, pero quería pedir disculpas por haber contribuido a dar una información errónea a mis lectores.
Moleskine del gato
Un nuevo baile de porcentajes tiene atónitos a los concursantes, al igual que a la audiencia entera. El más votado el domingo (barra roja) era anoche el segundo al principio de la gala y volvía a la cabeza poco antes de su fin. Pero el cambio más espectacular fue el vivido por la tercera barra (magenta), con un 10,5 % el domingo, anoche oscilaba entre el 42,1 % y el 38,7 %, llegando a ir en cabeza. Sandra tenía claro que ella era la segunda más votada (amarilla) al principio, para terminar salvándose. Solo se mantuvo en su porcentaje ínfimo el que todos coincidimos en que debe corresponder a Luca, el otro salvado. Veremos como evoluciona de aquí a mañana.
Dice Cristina: “Creo que soy una persona sensible, hasta que dejo de serlo”. Aparte de que este tipo de afirmaciones categóricas pierden mucho si comienzan con un “creo”, la verdad es que no deja de ser una obviedad. Todos somos lo que sea, hasta dejamos de serlo. No quiero pensar en la sorpresa que se va a llevar cuando descubra que igualmente puede volver a serlo. Eso ya es lo más.