Un candidato a punto de obtener mayoría absoluta

telecinco.es 21/12/2015 08:46

Tras el fin de semana pasado, la política me confunde. Confundo las elecciones con Gran Hermano. No ayuda escuchar a los politólogos, analistas políticos y sociólogos hablar de “sorpasso”. Ya sé que es un término acuñado en política, pero para mí pertenece ya al universo de este nuestro programa. La casualidad de unas elecciones casi pegadas a la final de Gran Hermano incrementa mi confusión. Anoche el 20-D se fusionaba de algún modo con el DBT dando lugar al 20-DBT. Y hasta los porcentajes ciegos se mostraban a modo de media tarta, como si la audiencia fuera un hemiciclo. No estaría de más trasladar a la política alguna de nuestras costumbres. Por ejemplo, ¿qué tal porcentajes ciegos durante la jornada electoral? El voto electrónico, testado y utilizado en algunos países, lo permitiría.

El caso es que anoche en la casa pudieron ver imágenes del fin de campaña de cada candidato, o sea, de los tres finalistas. Esa concentración de seguidores que respondieron a la llamada del programa para hacer el vídeo correspondiente. No sé si a estos finalistas les falta tirón, si es por la cercanía de las fiestas navideñas, o sencillamente que la gente ya no está para acudir a ciertas cosas, pero la convocatoria no se puede decir que fuera todo un éxito. Esperaba unos índices de participación mayores, como pasó en ocasiones anteriores.

Una plaza de Pamplona que se llena a rebosar durante las fiestas de San Fermín no debía estar muy llena para apoyar a Sofía porque solo vimos planos cortos, ni un solo plano general en el que poder valorar el nivel de asistencia. Con todo, fue el vídeo más populoso, como bien apreciaron en la casa. En el de Aritz apenas sus familiares y amigos, con contados añadidos. Lo mismo en el de Niedziela, que realizaron en torno al Circo Raluy, ahora mismo en Port Vell de Barcelona, donde tendré ocasión de ver a esa gran familia este próximo viernes. Aparecía en el vídeo esa familia del circo y unos pocos fans a los que Nied decía no reconocer. Claro, son ‘fanes y fanas’.

Pese a la escasa participación fue bonito verlo. Si las elecciones son “la fiesta de la democracia”, frase trillada que no puede faltar en una noche como la de ayer, en Gran Hermano estos vídeos de apoyo son tradición, porque vivimos estos días las últimas fiestas. Ya sabemos que mañana habrá una falsa final, de la que saldrá uno de los tres finalistas. Por primera vez, la final definitiva y verdadera del miércoles será entre dos. Solo dos finalistas, y a estas alturas ni siquiera tengo claro si son los que pensamos que son o habrá sorpasso. Tenía que decirlo.

El Debate de anoche nos trajo la desagradable sorpresa de Han. No quiero decir que el chino sea una visita que me agrade poco, pero después de dedicarle uno de los daguerrotipos más amables y poco críticos de la temporada, anoche me pareció un tonto integral. Con todos los respetos, que se suele decir para mitigar cualquier barbaridad. Siento la crudeza de mi valoración, pero créame el lector si le digo que estoy siendo generoso.

El jueves seguí con angustia la entrevista de Mercedes Milá. Me pareció que le estaba costando Dios y ayuda que este concursante se sincerase. Incluso que llegase a expresarse abiertamente. No me pareció que Han hablase con libertad, como si tuviera demasiado miedo. Anoche la cosa fue distinta, creo que ha pasado demasiado tiempo junto a Amanda. Tanto es así que dijo más de una vez su frase más repetida, aquello de: “Te engañaría si te dijera lo contrario”. Le faltó rematarlo con un “risah”. O así.

Tras entrar haciendo twerking, algo innecesario a todas luces, se encumbró al reírse de Sofía, esa compañera que tanto lo ha defendido y protegido en los tres meses de encierro, más aún desde que se fue Marta. De bien nacidos es ser agradecidos, lo cual no parece que vaya con Han. Al menos fue bastante contundente negando que conociese a Aritz de antes. Algo es algo. Por lo demás, anoche estaba subidito, del verbo "subir". Y me pareció patético, que no viene de ningún verbo porque es un adjetivo. Empiezo a entender por qué nadie quiso defenderle. Hasta Marta puede que se lo pensase ahora. Iba todo demasiado bien esta temporada. Pero ahora pienso que con Han me he columpiado.

Dije hace una semana que los cuatro finalistas merecían serlo y ahora pienso en lo sabia que es la audiencia porque Han ya no me lo parece. No sé cuál será el siguiente en caer. Espero que no pase más. Los tres finalistas están confirmando sus personalidades en estos últimos días de encierro. Así lo hicieron anoche con la visita de Ismael Beiro y Paula González, ganadores de la primera edición y la última, hasta ahora. Los tres alucinaron, mostrando un entusiasmo moderado, pero sin reprimir cierta emoción. Curioso que Aritz conociese mejor a Ismael que Sofía.

Y voy con el prometido daguerrotipo de Marta, quinta finalista de GH 16.

Marta, puro Gran Hermano

Hago una excepción y, por primera vez, dedico uno de estos retratos sobre los últimos habitantes de la casa de Guadalix en la recta final una vez que ya ha salido de allí. Marta se fue, quedando quinta finalista, un puesto no tan deshonroso como se dice, pero poca cosa para una concursante tan enorme. Ella ha sido puro Gran Hermano durante un poco más de tres meses. Pocos concursantes en la historia de este programa pueden presumir de simbolizar tan bien lo que supone. Esto explica la excepción que hago con su caso.

Marta ha sido un elemento catalizador de la vida en esa casa. Su recuerdo se hace imprescindible a la hora de repasar lo que ha sido esta edición. Sirvió de punto de unión, como ya dije a finales de octubre, haciendo otra excepción al dedicarle unos párrafos sin ningún hecho que lo justificase. Porque Marta ha demostrado que no es necesario generar tramas. Ella ha sido una trama en sí misma.

Empezó siendo ‘Dramarta’, un permanente drama que desconcertaba por su cambiante humor. La afirmación “Marta está llorando” se hizo atemporal, porque casi siempre coincidía con la realidad, poco antes o después. Y ha terminado siendo “mi Marta”, concursante querida incluso por sus “fantasmitos”, como llamó a aquellos que la abucheaban en plató. Ella logró cambiar los abucheos por sonrisas. Y lo hizo de modo heroico, mediante un mecanismo que se me hace casi imposible. Su gran truco fue conquistar nuestros corazones.

Sus enfrentamientos con algunos compañeros, más bien compañeras, fueron mucho más ruidosos que el enorme cariño con el que trató a la mayoría. De forma completamente desinteresada, Marta fue comprensiva y poco beligerante con los menos afines, en la misma medida que era sincera y estricta en sus consejos a los más afines. Y luego estaba Han, el chino que a su lado se convertía en un niño amoroso, al que trató entre algodones, casi como a un hermano pequeño.

Recuerdo que fue la primera en parar a Suso cuando se abalanzaba sobre Vera. Se enfrentó a él con más coraje que cualquier tío, mostrando una valentía sorprendente. Y es que a Marta no la para nada. Se enfrentó a Suso, pero no lo enjuició nunca. Es más, tuvo con él una actitud más comprensiva que el resto en algunas ocasiones. Por eso me contraría que haya terminado transcendiendo tanto la Marta más follonera, la que discutía visceralmente con Raquel o Amanda. Algo menos visceral fue su choque con Carolina. Porque la Marta de verdad, la que me llamó la atención tantas y tantas veces es esa otra capaz de repartir cariño sin pedir nada a cambio.

La Marta nerviosa, que lloraba a todas horas, dejó paso a una Marta que siempre estaba cuando sus compañeros la necesitaban, con una sonrisa permanente e incansable defensora de sus amigos. En ella se pudo apoyar Sofía, y lo hizo. También ese Han al que adoptó y mimó, aunque tal vez no se lo supo reconocer del todo. Hasta tuvo una palabra de aliento, su mano extendida y el gesto tan amable como sincero para algunos de sus enemigos cuando consideró que podían necesitarlo, como hizo con Carolina. Y esta vez sí que digo con claridad que no lo supo agradecer.

Marta puso una distancia enorme con la mayoría de compañeros el día que Carolina e Ivy fueron a ella como dos víboras, auténticas arpías buscándole las cosquillas. Sentadas al lado de una cama, con su mirada fija en Marta, preguntaron si le pasaba algo con ellas. Pudo hacer sangre en ese momento y fue generosa, como tantas veces. Ahí fue cuando vi de verdad cómo era, y me di entonces cuenta de que prefería mil Martas antes que una Ivy. Y desde entonces Marta fue para mí más que ningún otro concursante. Sospecho que algo parecido, más tarde o más temprano, terminó pasándole a mucha otra gente. Porque un poco nos terminó ganando a todos.

Marta ha representado todo lo que le pido a un concursante de Gran Hermano. Valiente, con personalidad, sincera, impulsiva, generosa, locuaz, entregada, alegre, verdadera y espontánea. Se bebió el programa sorbo a sorbo, con pasión e inteligencia. Nunca puso freno a sus impulsos, incapaz de evitar un comentario porque ella habla sin censuras. No es que hable y luego piense, sino que tiene una incapacidad manifiesta para ponerle filtro a sus palabras. Y eso es muchas más veces bueno que malo. No hay secretos para Marta.

Su entusiasmo, ese impulso permanente que la hace estar en misa y repicando, mediando siempre entre sus compañeros de encierro, esa vitalidad contagiosa me ha dado la vida durante semanas. Marta me ha transmitido una alegría impagable. Tanto es así que en los dos últimos meses casi siempre deseé que nuestro Lubitsch se decidiese a pinchar su cámara. Bendita cámara aquella que tuvo en su objetivo la alegría de esa casa. Y maldito el momento en que hubo de volver a este mundo real, dejando un déficit de cariño y alegría del que esa casa nunca se pudo recuperar.

Concursante kamikaze que nos demostró lo innecesario de vivir un romance en la casa para destacar. Las carpetas no van con Marta porque ella tiene ya la suya, y eso también conquistó un poquito nuestros corazones. Marta renunció a ganar, como ya dije hace tiempo. No lo necesitaba, y eso la convirtió en una baza especialmente peligrosa. Su falta de freno se explica también por esto que la hizo excesiva en todo, lo cual ayudó a que se convirtiera en un lujo de concursante.

Iba a buscar una botella del refresco típico de Canarias (de fresa, naturalmente) para el día de la final. Porque nunca pensé que se te negaría vivir ese momento. Has sido Gran Hermano 16 para mí, y según van pasando los días tras tu salida lo siento más así. Representas el auténtico espíritu de este programa, y eres la única persona que me ha sacado unas lágrimas escribiendo su daguerrotipo.

Trabado como estoy, solo puedo decir que has sido un auténtico regalo. Concursantes como tú justifican toda una edición y compensan los malos ratos pasados, por unas razones u otras. Han se quedó huérfano y perdido el día que saliste. Y Sofía sin tus consejos leales y sinceros de amiga. Porque tú sí que sabes lo que es una amiga de verdad. Pero lo peor, querida Marta, es que muchos espectadores, amantes de este programa, auténticos enfermos de Gran Hermano, nos hemos quedado sin ti.

Por eso hoy digo que yo también piquipeo. Que todos piquipeamos. Y que rabie quien no lo haga.

Moleskine del gato

Los porcentajes ciegos que conocimos esta madrugada nos muestran esta equilibrada tarta: 50,5 %, 30 % y 19,5 %. El más votado logra más de la mitad de los votos. Eso es mayoría absoluta. Si lo comparamos con el último avance, justo antes de la salida de Han, vemos que el más votado ha subido 5,5 puntos, el siguiente 4,2 y el último solo 3,1. Digamos que así se han repartido los 12,8 puntos que suponemos habría obtenido Han como menos votado el pasado jueves. Era de suponer que sus votos se canalizarían a Aritz, pero el que algunos de sus seguidores pidiesen votar a Sofía ha podido anular ese efecto esperado.

Como decía al principio de este escrito ya no estoy seguro de nada. Los primeros 1.500 votos de nuestra encuesta, dentro de la horquilla que se suele aproximar más a los resultados reales, daban un 48 % a Sofía, un 35 % a Aritz y el 17 % restante a Niedziela. Relativamente semejante a los porcentajes oficiales ciegos. Todo parece indicar que quien saca ahora más de 20 puntos de ventaja es Sofía, pero igual pasa con esto igual que con cierta macroencuesta electoral que a pesar de costar 470.000 euros no ha valido para nada.

No puedo decir que tengo un pálpito según el cual mañana vaya a salir de la casa Aritz. Pero tampoco me extrañaría que sucediese eso. Si fuera así tendríamos mi final soñada, Sofía y Nied mano a mano. Y entonces, amigos míos, ya puede pasar cualquier cosa. Sería feliz en cualquier caso.

Por cierto, a ver si revisamos el material que les pasamos a los chicos. En la cámara de vídeo con la que graban sus mensajes de campaña había guardado un vídeo de Mario Angulo. Seguro que es muy divertido y habrán agradecido poder verlo, pero igual no es lo más apropiado. Imaginen que en lugar de eso aparece…

El párrafo anterior ha sido censurado por el propio autor. Es Navidad.