Estela y Adara, cara a cara ante su propia realidad

telecinco.es 05/12/2019 09:07

Nadie gana a Mila en experiencia y horas de televisión, lo cual se nota en muchas ocasiones. Ahora mismo es ella quien está haciendo una lectura más sensata de lo que sucede. Diría incluso que su interpretación de la realidad está siendo brillante. Cuando Estela volvía del búnker el martes, después de haber tenido el triple encuentro con Kiko Jiménez, Sofía Suescun y Diego Matamoros, el comentario de Mila no fue en la línea de compadecer a la concursante sino todo lo contrario. Su primera reflexión fue que le habían hecho un favor porque para ella era mucho mejor que todo eso se hubiera producido en la casa y no una vez fuera en el plató del programa. ¡Minipunto para Mila!

Mila también ha advertido a Estela de que su marido es impulsivo y muy dado al exceso por lo que debería poner de algún modo en cuarentena lo que le dijo. Es otro acertado comentario pues algunas de las cosas que Diego le dijo a su mujer son interpretaciones suyas que exageran lo sucedido o nada tienen que ver con la realidad. Es normal que Estela no desautorice a su marido públicamente y se lo crea todo aparentemente, pero en su fuero interno debería dejar espacio para decidir por sí misma la interpretación que deba hacer de las cosas, una vez escuchadas todas las partes, cuando haya consultado a familiares o amigos y haya visto algunas imágenes.

Estela debería hacer caso solamente a Estela, aunque para eso le hace falta tener más y mejor información. La advertencia de Mila respecto al carácter impulsivo, por así decirlo, de su marido la hace merecedora de otro minipunto. Ayer volvían a hablar de ello casi como único tema del momento. Mila quitaba hierro al supuesto sufrimiento de las partes, especialmente de Sofía y Diego. De nuevo se nota la experiencia y el conocimiento de este mundo televisivo. Dice que los dos son del mundo de la tele por lo que todo pasará pronto. Viendo el vaso medio lleno en lugar de medio vacío se puede concluir que no hay mal que por bien no venga.

Mila lo explicaba así de bien: “Estos al final se hacen tres polis y luego se van a las Maldivas tan felices. Si tienen que salir llorando, salen llorando”. Y añadía: “Vamos, yo te puedo dar la hoja de ruta de Diego de aquí a enero. Y febrero, marzo… hasta el verano”. Comentarios como este de Mila son auténticas bofetadas de realidad. Ella sabe bien que algunos van viviendo de polígrafo a polígrafo y tiro porque me toca. El drama de Diego cuando censura al programa por haber propiciado el encuentro a cuatro bandas del martes pasado no es porque hubieran hecho pasarlo mal a Estela, sino porque le han hecho perder los ingresos de tres ‘Deluxe’.

Tanto conoce el percal Mila que intuye lo que puede haber estado pasando estos meses con Diego. Bastante le dijo ya Sofía a Estela sobre posibles fotos en palcos de discoteca, sugiriendo que puede encontrarse cosas que no le van a gustar cuando salga. Estela no quiere hacer caso de lo dicho por Sofía, pero Mila la está poniendo de nuevo ante la más cruda realidad cuando la avisa de que lo de ayer puede ser solo un aperitivo porque fuera se puede encontrar con fotos y otras cosas. Lo mejor de todo es que Mila comenta sin esa pátina de reproche continuo que veo en Alba. Si Estela no se siente mal hablando con Alba es porque ya está de vuelta de todo y tiene cosas mucho más importantes por las que preocuparse. Ese tono de reproche tiene en el fondo un mensaje del tipo “ya te lo decía yo”. Para Alba, no tendría Estela que haber defendido a capa y espada a Kiko.

“Es que no se podía decir nada porque te ponías como loca. Es una persona que conoces de pocos días y no puedes defenderlo de esa forma porque te puedes estar equivocando”, decía Alba desde su superioridad moral otorgada por no sé sabe quién ni por qué. “Te tiraste a la piscina”, añadía Alba. Como si eso fuera algo censurable. Tal vez no esté considerando que a veces es mejor arrepentirse de lo que se hizo que de no haberlo hecho. El negativismo de Alba puede ser mucho peor que una conversación con Sofía vacilándote hasta hacer que pierdas los nervios. “Empezaste riendo y has acabado llorando”, le dice Alba a Estela. Es la alegría de la huerta.

Si Mila es la clarividencia, Alba sería el negativismo. Luego está Adara, que con la tontería suelta comentarios de lo más borde. Ayer decía Alba que ella y Mila pueden estar tranquilas porque no han tenido ningún romance o amago de tal dentro de la casa. La respuesta de Adara fue: “No creo que estéis tranquilas, sinceramente”. Ella es así. Por lo que sea, consigue que no se lo tengan en cuenta. Tampoco veo reproches importantes cuando durante la fiesta marciana de anoche escucha una canción y dice que le gusta mucho “a mi chico”. Y no hay duda de que se refiere a Hugo Sierra porque jamás ha llamado así a Gianamarco. De hecho, siempre me ha extrañado que no le llame prácticamente nunca por su nombre.

Lo de la canción es poca cosa al lado del comentario sobre el ramo de flores que llevó Diego para Estela. Le preguntaron ayer a Adara qué haría si Hugo apareciera con un ramo para ella y respondió que lo abrazaría. Insisto, nadie le dijo que parece enamorada del padre de su hijo y nada parece indicar que lo de Gianmarco vaya a tener continuidad fuera de la casa. Ahora sí que estoy convencido de la conveniencia de que esta noche suban a la casa Hugo y Gianmarco. Es el momento de estar cara a cara con su propia realidad, como hizo Estela el martes. Ya pasó el momento de querer negar la verdad al espectador. No hay marcha atrás.

El gato responde

Una de las acusaciones más veces repetida es sobre defender a un concursante desde el principio y hasta el final, sin variar la elección pasé lo que pasé. Otra, contradictoria con la anterior, es sobre cambiar de opinión sobre los concursantes durante la edición. Incluso una tercera, relacionada con las anteriores, censuraría que se dispare a todos por igual sin tener un preferido. Creo que he estado en las tres situaciones descritas alguna vez. Por ejemplo, desde el principio me gustó Pepe Flores y le vi como el mejor concursante de la historia de este programa. Lo sigo pensando años después. Sin embargo, a Adara la defendí hasta el final en su edición y en este GH VIP empezó gustándome, pero desde hace aproximadamente un mes son muchas más cosas las cosas que no me gustan. Creo que este programa no está hecho para concursantes que intentan ocultar su verdad al espectador. Esa línea roja no debe ser traspasada. No paso por ese aro. Esto me pone también en la tercera de las situaciones, sin favorito para ganar. Ninguna de las concursantes en liza me convence lo suficiente. En todo caso, no veo motivo para censurar ninguna de las posibilidades apuntadas.

Las críticas anteriores no son nada al lado de lo que puede ser la estrella de los comentarios que se hacen siempre a este humilde gato comentarista. Me refiero a la acusación de estar obsesionado. “Estás obsesionado”, se repite desde hace semanas sin descanso. La modalidad más repetida habla de mi obsesión con Adara, pero hay otras. Hablar más de un concursante, sea bien o mal, es sinónimo de que está generando un interés negado para muchos otros. Por otra parte, solo molesta si se habla mal de un concursante, porque si se habla bien no hay obsesión que valga.

No debería extrañar que se hable mucho de unos y de otros. Lo que algunos ven como obsesión es más bien cumplir con la obligación de hablar de lo que pasa y opinar libremente sobre ello. Esa es mi labor. Se puede estar equivocado en las opiniones, pero considerar censurable que se hable mucho de un concursante es tan absurdo como criticar que de otro se habla poco. En el relato de lo que pasa partimos de una realidad que solo deciden los concursantes. Son quienes determinan si se habla más o menos de ellos.

De todas formas, puedo confesar que un poco obsesionado sí estoy. Obsesionado con ese sofá turquesa y rosa de la sala de confesiones. Obsesionado con la encimera transparente de la cocina. Obsesionado con los colchones de medio metro de espesor. Obsesionado con la lámpara del comedor. Obsesionado con las ventiladas puertas de los armarios del vestidor. Y, sobre todo, obsesionado con terminar medianamente contento cada día al terminar este escrito. ¡Benditas obsesiones!

Corea central

Pregunta Noemí cuál es el país ese pintado de rojo que aparece al norte, entre el continente americano y el europeo. Le dicen que Groenlandia, lo cual parece generar en ella cierto interés. Noemí pregunta: “¿Cómo se llaman los habitantes de Groenlandia?”. Y Estela contesta: “No hay, casi. Es todo hielo”. Pues a Groenlandia que no llamen en la prueba, no vaya a responderles nadie, o sea, un groenlandés.

Noemí dice que Adara es camastrona. Y lo explica diciendo que cuando la llaman siempre dice “ya voy”, pero menudo papo tiene. Consultado el diccionario descarto que se refiera a nada físico, por lo cual va a ser que la acusa de poca vergüenza, atrevimiento y/o desfachatez. Aunque más clara es la definición de “camastrona”: “Persona disimulada y doble que esper oportunidad para hacer o dejar de hacer las cosas, según le conviene”. Pues va a ser que sí.

Tuvieron que hacer anoche alegatos en el Última hora. Estela se queja. “Es que a mí no me gusta pensar”, afirma. Nada que añadir a esto.

Moleskine del gato

Los porcentajes ciegos han vuelto a separarse. Anoche estaban así: 58,5 % y 41,5 %. Recordemos que han llegado a tener tan solo 5 puntos y medio de diferencia y ahora ya hay 17. La posibilidad del sorpasso parece alejarse, lo cual lamenta Estela, convencida como está de ser el porcentaje más alto. Esta noche saldremos de dudas.

Hoy tenemos una fiesta, en esta ocasión de la mano experta de Jordi González. Tendremos la última expulsión de la edición. Se repartirán después teléfonos para empezar a votar en positivo por las cuatro finalistas. Y, sobre todo, se procederá al encendido navideño de la casa. Aunque he de confesar que por encima de todo esto está la duda y el interés respecto a las visitas a Adara. ¿Subirán una o varias personas? Todavía no sabemos nada, pero merecemos ver a Hugo Sierra ante Adara, con o sin ramo de rosas.

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