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El Gato encerrado

La culpa es del reggaeton

Analizar ‘realities’ es para el gato tan satisfactorio como formar parte de ellos para sus concursantes. El placer de ver frente al de ser visto.

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Poco a poco los concursantes van decidiendo el nombre que prefieren para todo. El grupo liderado por Quique se autodenomina “los buenos”, de lo que se colige que el otro grupo es el de los malos. Nada mejor para marcar las distancias que sugerir la maldad de los otros destacando la propia bondad. Vendría a ser como una ofensa pasiva, que seguramente algunos no llegarán a percibir. Sería el caso de Suso. Dudo mucho que esto venga en sus libros de autoayuda.

Otros son menos diplomáticos y no tienen reparo en calificar al enemigo. Ayer, por ejemplo, Marta llamaba a Raquel “mala pécora”. Sofía, por su parte, subía la apuesta y le dedicaba el epíteto “guarra”. Imagino que no quiso llamarla desaliñada, ni despreciable. Tampoco creo que pretendiese poner en duda sus modales. Bueno, todo esto igual también, pero a nadie se le escapa lo que quiere decir una mujer cuando llama “guarra” a otra.

Por esas cosas inexplicables que a veces pasan, todos vieron peor lo de Sofía que lo de Marta, si bien entre las definiciones de “mala pécora” hay una inequívoca: prostituta. Tan mal vieron el insulto de Sofía que le insistieron hasta la saciedad en que debía pedir perdón a su compañera. Las disculpas son como los aplausos, dejan de tener sentido desde el momento que son solicitados. Las cosas surgen o no de uno. Como decía Iván ‘Manero’ (¡madre mía, cómo son mis referencias!): “no me nace”. Pues a Sofía no le nació, aunque cuando por la noche le pidieron su alegato para no ser expulsada vi un atisbo de autocrítica con algo de arrepentimiento y trazas de disculpa. Pero solo trazas.

Se preguntará el lector menos avisado la razón de las ofensas. ¿Qué pasó ayer para este enfrentamiento múltiple de Raquel con Marta y Sofía? Al parecer, el pecado de Raquel fue apretarse un poco en la cama con Suso. Sofía, en el dormitorio de al lado, fue informada y se plantó allí para comprobarlo. Era de sospechar que no había nada de nada porque solo se quejó de que estuvieran demasiado cerca. Decir “les falta besarse” es reconocer que no hay nada, aunque igualmente a Sofía se la llevaban los demonios, indignada por lo que ella consideró como una falta de respeto. Graciosamente, era Raquel quien le estaba faltando al respeto, no Suso.

Dije antes que “al parecer” estaban muy juntos porque el espectador hubo de conformarse con lo que contaron. Al más puro estilo Lubitsch, el realizador nos dejó en la puerta, imaginando lo que podía estar pasando al otro lado. El director de cine alemán Ernst Lubitsch (‘Ser o no ser’) ideó un genial modo de no ser molestado por la censura. Lo llamaron ‘el toque Lubitsch’. Cuando quería sugerir que una pareja se encamaba, la cámara retrocedía y la puerta del dormitorio se cerraba ante los ojos del espectador. En ese momento, la imaginación comenzaba a volar, pero con la inequívoca idea de que algo fuerte pasaba para que el realizador de la cinta nos dejara tras la puerta.

El realizador del directo de Gran Hermano debe ser fan de Lubitsch. O algo. Ayer debimos imaginar lo que pasaba, cuando no estaba pasando nada. Lo suyo es un ‘toque Lubitsch’ extremo. Pronto supimos que no debía ser tan próximo el acercamiento (es decir, que ayuntamiento no debió haber) porque tras visitar ese cuarto Sofía, y una vez ya en el suyo, vimos aparecer a Suso. No se trataba de un fallo de rácord. Suso estaba en la cama junto a Raquel, Sofía entró a husmear, y un minuto después ambos estaban en el dormitorio de esta última. Suso llegó junto su fiel escudero Muti, y enseguida contaba que solamente estaba hablando con Raquel.

No termino de entender a Suso. Dice que los demás son unos “cagados”, pero en cuanto intuye lo molesta que debe estar Sofía por verle hablando en la cama con Raquel, deja a esta sola y va como un corderito a dar explicaciones. "Ovejas de corral", decía Maite. Y cuánta razón tenía. Tan pronta reacción de Suso podría haber evitado que se le diera mayor importancia a esto, pero Sofía no parecía muy por la labor. Lo siguiente fue el encontronazo entre Raquel y Marta, a la que sus padres deberían haber bautizado “Jueves” porque está siempre en el medio. En este caso no fue el ‘toque Lubitsch’ lo que nos impidió verlo, sino simplemente que el realizador llegó un poco tarde. También puede ser que esté analizando erróneamente la labor del realizador, sin contemplar que pueda tratarse de una forma de posmodernidad no conocida por este gato amante del cine clásico.

Marta acusaba a Raquel de estar todo el día buscándola, y luego le dedicaba varias lindezas repetidas de tres en tres. Porque para algunos las cosas se cumplen con tan solo repetirlas. “Cutre, cutre, cutre”, y como si el prestidigitador hubiese dado tres golpecitos con su varita mágica, Raquel se convertía en cutre. Luego vino lo de “estratega”, insulto equivocado en un concurso como este. Y, finalmente, el ya mencionado “mala pécora”. Todo ello por triplicado y con sus pólizas, como si presentase una instancia en un organismo oficial. Marta, tras su peculiar diagnóstico (cutre, estratega y mala pécora) no debió quedar contenta y puso a Sofía en suerte, para ver si embestía. Y ya lo creo que embistió (debo dejar los símiles taurinos, ahora que ya no lo soy).

“Sofía, dile tú”, pedía Marta. “Yo no hablo con guarras”, contestó. La guerra se había desatado. Sofía también repitió su calificativo, pero de forma no tan sistemática y en distintos contextos. Un poco más tarde se explicaba un poco más: “En Pamplona eso es de guarra. Y punto”. Me gusta cuando un interlocutor pone el punto. No tanto que se intente localizar el insulto como atenuante. Es como eso tan típico de “en Andalucía decimos hijo de puta sin intención de insultar”. Hombre, en Andalucía y en Madrid. Todo depende de la intención y el contexto. En Pamplona “guarra” es “guarra”, lo mismo que en todas partes.

La discusión implicó a toda la casa porque, como acostumbran, tuvo lugar justo cuando iban a comer. Y, como era de esperar, discurrió por los derroteros de la ordinariez. Solamente Aritz podía poner el contrapunto y rescatar la bronca del lado del mal. A Aritz no le gusta meterse, pero no puede evitar hacerlo, es como el escorpión del chiste. Primero contrapuso el concepto “guarra” al de “sumisa”. Si no fuera porque era Aritz hubiera pensado que daba por bueno el primer calificativo con tal de que Sofía asumiera que su comportamiento con Suso denotaba una total sumisión. No está mal visto, aunque igual debería mirar al chino que lleva de mochila, cuya sumisión puede ser mayor que la de Sofía. Diría que a veces incluso parece enfermiza.

Pero el gran momento de Aritz había llegado un poco antes. Ignoro si los presentes quedaron tan impactados como yo con su discurso. Creo que aún no he salido de mi asombro. Dando un virtual golpe en la mesa, Aritz decía: “Esto es culpa del reggaeton, de la mierda de televisión, de toda esta putrefacción de sociedad que tenemos”. Pues ya tenemos culpable, señores. No va más. El reggaeton será juzgado con todas las garantías procesales. Se nombra a Juan Magán abogado defensor. Por peligro de fuga y al ser considerado un peligro para la sociedad, el reggaeton permanecerá aislado en prisión, sin que ningún medio pueda reproducir su música. Algo bueno teníamos que sacar de esto.

De forma que Aritz, el padre Aritz, considera que esto es culpa del reggaeton. ¿De dónde ha salido el tipo del sombrero? Lo bueno de su intempestiva teoría es que a partir de ese momento todo dejó de tener importancia. Si ya es normal que uno vea las broncas de esa casa entre la perplejidad y la incredulidad directa, en este caso empezó a no importarme nada. ¿Qué más da lo que se puedan seguir diciendo Sofía y Raquel? ¿A quién le importa si Sofía se enoja con ella y no con él? Si lo único importante es lo del maldito reggaeton. No perder de vista tampoco que viviendo en una casa que en realidad es un plató de televisión, rodeado de decenas de cámaras y micrófonos y con su vida retratada de forma permanente en la pequeña pantalla, tenga Aritz tan mal concepto de la tele.

Lo de después, mucho menos divertido, fue aquello que contaba al principio de casi todos sugiriendo a Sofía que se disculpase con Raquel. Solo Ivy defendió de forma activa a Sofía y, al menos, no le dijo lo que tenía que hacer. Sofía no se disculpó, lo cual beneficia a Raquel, que se nos presenta como la ofendida sin culpa ni disculpa. Tengo que observar más este cuadro para determinar si la inocencia de Raquel es real o algo fingida, aunque en principio nada le debe impedir encamarse con quien le dé la real gana, por mucho que vaya a rabiar Sofía en plan niñata caprichosa. Ahora bien, todavía tengo dudas. Y, sobre todo, creo que haría bien Raquel en no explotar las ofensas porque aquí insultamos todos.

Sin ir más lejos, el jueves pasado Raquel respondía al mismísimo Aritz de esta forma: “¿Que no? ¿Qué dices, chaval? Si es una zorra”. Aritz había afirmado que Sofía es un palo, que no sabe moverse. En el baile, imagino. Las imágenes, rescatadas en la red ayer con gran acierto, hacen recomendable que Raquel no se queje mucho por el “guarra” de Sofía, porque no es mucho más grave que su “zorra”. Es cierto que luego pidió perdón a cámara, también a petición de quienes estaban con ella en ese momento. Y repito, las disculpas pedidas pierden todo su valor.

En otro orden de cosas, ayer Niedziela y Vera pactaban decir a los demás que no son novios. No vi que lo hicieran ayer, aunque las puertas de la casa esconden secretos que solo nuestro “Lubitsch” es capaz de desentrañar. Tampoco sé si dirán que ya no lo son, o confesarán que nunca lo fueron. Me inclino por la primera opción, porque en el otro caso se estarían delatando. Nied da así sus primeros pasos para salir del callejón sin salida de Vera y allanar su camino en un futuro cercano. Yo creo que irá pisando las baldosas amarillas que le conducen al mago Aritz. Que se vaya olvidando del reggaeton.

Moleskine del gato

Les dieron la prueba por no superada. Algunos tuvieron pequeños fallos, pero dos concursantes fallaron de forma pretendida, es decir, hicieron trampa. El ‘súper’ no quiso delatar a Suso (y, posiblemente, Muti) aludiendo a que nunca se dice el culpable porque las pruebas las hacen todos y las ganan o pierden todos también. No es exacto, porque recuerdo pasadas ediciones donde sí se dijo el culpable de un fallo de prueba. Pasó con Iván Madrazo, cuando se quedó dormido en la cabina de teléfonos y no escuchó una llamada. Entonces no hubo mala intención ni quiso Iván sabotear la prueba, pero se le puso contra las cuerdas apuntándole como culpable. Hay otros casos que recuerdo, pero tampoco es cuestión de ser exhaustivo.

Fue gracioso ver a Suso escuchando el veredicto del ‘súper’ sobre la prueba agazapado detrás de un sofá, como si no quisiera ser visto. No fuera a ser que le relacionasen a él con las trampas. Me extrañaría que no lo supieran, especialmente teniendo en cuenta que el grueso del grupo fue varias veces al ‘confe’ para quejarse de esto mismo. Anoche nadie se atrevió a delatar a Suso o Muti. Así no se va a ninguna parte.

No vendría mal un poco más de acción en la casa. La conseguirían mostrando a Suso recorriendo el laberinto del comecocos con los brazos cruzados. Si esto no es posible, al menos pido que se aplique algún tipo de sanción al grupo en virtud de la cual se les pueda enseñar a Suso nominando a Ivy el jueves pasado. Esto sería un revulsivo dentro de la casa. Y, ya puestos, ni Lubitsch ni nada, no estaría mal que la audiencia galera (aquellos que solo ven las galas o, al menos, nunca ven el directo) pudiera ver a Suso en alguna de sus charlas denigrantes para la mujer. La más fuerte es de hace un par de días, pero ya hubo otras anteriores que no se han visto.

En el Última Hora sometían a Maite a un juicio del que estaba previamente absuelta por la audiencia. El jurado popular no quiere ver a Maite rindiendo cuentas del pasado, sino firmando el futuro volviendo a estar en su salsa. Maite es carne de reality, y la casa sigue esperándola. Ayer mismo, más de uno la recordó. Ya empiezan a llamarse ovejas unos a otros. Terminarán aceptando que “la Maite” tenía razón.

Los porcentajes ciegos definitivos conocidos anoche en la casa, fueron estos: 41,1 %, 26,7 %, 19,2 % y 13,0 %. Pequeños movimientos entre el segundo y tercero, que no son muy significativos. Habrá que desentrañar este secreto (uno más), mañana jueves.

[Montaje con 'Algunos hombres buenos' por @Tito_Soy]