El día de la marmota

telecinco.es 31/03/2016 09:35

Suena el despertador. Son las 6 de la mañana…

Me pongo un zumo de naranja por todo desayuno. Tengo que empezar a escribir después de repasar rápidamente mi timeline de Twitter. Tengo sueño.

Laura Campos gritando pone en peligro mis tímpanos. Esto vale siempre, lo leas cuando lo leas. Están desayunando. El mosquito Dani no ha respondido al “buenos días” de Carlos. Rappel y Laura Matamoros se miran y hacen un gesto de desagrado. Carlos ha cruzado el salón camino del dormitorio clásico para abrir la puerta que da al jardín y dejar ventilando. Laura dice “asqueroso” en voz baja. Se refiere a Carlos, claro.

Escuchado el primer insulto no tardará en venir toda una colección a lo largo del día, algunos dichos de forma extemporánea, ya sea en boca de esta Laura, o de la otra, también por Rappel o Dani: “desgraciado”, “tarado”, “hijo de perra”, “tonto”, “sinvergüenza”, “agresivo”, “violento”, “soplapollas”, “puto sinvergüenza de mierda”, “miserable”, “hijo de puta”, “mindundi”, “bipolar”, “un mierda”, “imbécil”, “payaso”. Posiblemente la recopilación (obra de @mismimos) esté incompleta.

Laura Matamoros se queja de que alguien ha cambiado su batido de sitio. Da por hecho que ha sido Carlos, pero al rato descubre que fue Rappel. Pone el grito en el cielo igualmente. Rappel le consiente a esta compañera lo que a nadie, y todavía no he logrado explicarme por qué. Carlos reclama saber cómo se van a repartir las tareas del día, y de nuevo Dani se escaquea de hacer algo distinto a tocar las narices a los demás en sesión continua y sin descanso. En cuanto enchufa el aspirador Rappel comenta: “Que se vaya a Perú y deje de dar por culo”.

Dani le cuenta a Laura Matamoros lo que dijo Makoke en Sálvame, también lo que supuestamente había pedido cobrar en caso de convertirse en concursante de GH VIP. Laura la llama “tarada”. Ambos ríen. Luego la hija de Kiko Matamoros cuenta algo que le pasó en relación con el programa de las tardes. Les acusa de haber mentido a sabiendas de hacerlo. Rappel cuenta a Laura Campos la anécdota de una artista de gran fama, muy amiga suya, en la sala de fiestas que dirigió durante años. “Es buena ‘quetepés’”, dice ella. Luego rememora el adivino por enésima vez su experiencia con Cristina Onassis en Marbella. “Me pidió que me fuera a vivir con ella”, dice con gran emoción. Su interlocutora casi se ha dormido y Rappel piensa cambiar de tema, no sabe si hablar de cuando le leyó el futuro gratis a Franco o a la Pasionaria. Al final prefiere volver a su tema favorito: “A este tío no le conoce nadie. Es un fracasado. Yo soy famoso en el mundo entero. Me respetan y me quieren”. De nuevo se refiere a Carlos.

En la comida mantienen las formas, aunque Carlos termina enseguida y se levanta a prepararse un zumo de limón para limpiar de su organismo la grasa del cocido. Cuando Rappel descubre la jarra del zumo pregunta qué es eso y tras la respuesta de Laura Matamoros dice elevando la voz para que le escuche Carlos: “¿Esto lo quiere para lavarse la cara o el culo?”. Descubren que en la vitrocerámica ha aparecido escrito con el dedo la palabra “grasa”. Suponen que ha sido Carlos. Nadie repara que la palabra “grasa” está escrita aprovechando una capa de grasa que desaparecería con un poco de agua jabonosa. Las dos grasas se eliminarían a la vez.

Ya es de noche, en el salón juegan a las cartas Dani y Laura Campos. En una pausa se explotan granos mutuamente. En el dormitorio de los pájaros Laura Matamoros y Rappel tejen y destejen trajes, como Penélope. Estos no esperan que Ulises vuelva a su Ítaca particular, sino que salga como sea de la casa, o en el peor de los casos que quede segundo en el concurso. Su Ulises se llama Carlos y es objeto casi exclusivo de las invectivas de ambos. Aunque también sacan tiempo para mancillar la memoria de Alejandro. “Se ha debido enterar de que no le iban a hacer pagar la sanción económica. Creo que por eso se ha ido”, dice Laura Matamoros.

Siguen incansables en su aquelarre diario. Rappel vuelve a hacer referencia al trabajo de Carlos fuera de España. “Que se vaya a su país”, dice Laura, y añade: “Fíjate lo que te digo, yo creo que Miriam no es su novia. Es muy raro todo”. No tienen límite ni medida. Ahora hablan de su hija, una menor de once años. En una pausa de la conversación Laura empieza a silbar. De nuevo creo reconocer una añeja canción que trae a mi memoria recuerdos de la dictadura. Yo era muy pequeño entonces y nunca me obligaron a cantarlo en el colegio. A mi padre sí. Un día empecé a cantar su melodía sin saber lo que era eso y mi abuelo me amenazó con darme un bofetón. Nunca se me volvió a pasar por la cabeza. Nunca más.

Debo dormir un poco. Aprovecho ahora que casi todos lo hacen.

Suena el despertador. Son las 6 de la mañana…

Me pongo un zumo de naranja por todo desayuno. Tengo que empezar a escribir después de repasar rápidamente mi timeline de Twitter. Tengo sueño.

Laura Campos gritando pone en peligro mis tímpanos. Esto vale siempre, lo leas cuando lo leas. Están desayunando. El mosquito Dani no ha respondido al “buenos días” de Carlos. Rappel y Laura Matamoros se miran y hacen un gesto de desagrado. Carlos ha cruzado el salón camino del dormitorio clásico para abrir la puerta que da al jardín y dejar ventilando. Laura dice “asqueroso” en voz baja. Se refiere a Carlos, claro.

Escuchado el primer insulto no tardará en venir toda una colección a lo largo del día, algunos dichos de forma extemporánea, ya sea en boca de esta Laura, o de la otra, también por Rappel o Dani: “desgraciado”, “tarado”, “hijo de perra”, “tonto”, “sinvergüenza”, “agresivo”, “violento”, “soplapollas”, “puto sinvergüenza de mierda”, “miserable”, “hijo de puta”, “mindundi”, “bipolar”, “un mierda”, “imbécil”, “payaso”. Posiblemente la recopilación (obra de @mismimos) esté incompleta.

Laura Matamoros se queja de que alguien ha cambiado su batido de sitio. Da por hecho que ha sido Carlos, pero al rato descubre que fue Rappel. Pone el grito en el cielo igualmente. Rappel le consiente a esta compañera lo que a nadie, y todavía no he logrado explicarme por qué. Carlos reclama saber cómo se van a repartir las tareas del día, y de nuevo Dani se escaquea de hacer algo distinto a tocar las narices a los demás en sesión continua y sin descanso. En cuanto enchufa el aspirador Rappel comenta: “Que se vaya a Perú y deje de dar por culo”.

Dani le cuenta a Laura Matamoros lo que dijo Makoke en Sálvame, también lo que supuestamente había pedido cobrar en caso de convertirse en concursante de GH VIP. Laura la llama “tarada”. Ambos ríen. Luego la hija de Kiko Matamoros cuenta algo que le pasó en relación con el programa de las tardes. Les acusa de haber mentido a sabiendas de hacerlo. Rappel cuenta a Laura Campos la anécdota de una artista de gran fama, muy amiga suya, en la sala de fiestas que dirigió durante años. “Es buena ‘quetepés’”, dice ella. Luego rememora el adivino por enésima vez su experiencia con Cristina Onassis en Marbella. “Me pidió que me fuera a vivir con ella”, dice con gran emoción. Su interlocutora casi se ha dormido y Rappel piensa cambiar de tema, no sabe si hablar de cuando le leyó el futuro gratis a Franco o a la Pasionaria. Al final prefiere volver a su tema favorito: “A este tío no le conoce nadie. Es un fracasado. Yo soy famoso en el mundo entero. Me respetan y me quieren”. De nuevo se refiere a Carlos.

En la comida mantienen las formas, aunque Carlos termina enseguida y se levanta a prepararse un zumo de limón para limpiar de su organismo la grasa del cocido. Cuando Rappel descubre la jarra del zumo pregunta qué es eso y tras la respuesta de Laura Matamoros dice elevando la voz para que le escuche Carlos: “¿Esto lo quiere para lavarse la cara o el culo?”. Descubren que en la vitrocerámica ha aparecido escrito con el dedo la palabra “grasa”. Suponen que ha sido Carlos. Nadie repara que la palabra “grasa” está escrita aprovechando una capa de grasa que desaparecería con un poco de agua jabonosa. Las dos grasas se eliminarían a la vez.

Ya es de noche, en el salón juegan a las cartas Dani y Laura Campos. En una pausa se explotan granos mutuamente. En el dormitorio de los pájaros Laura Matamoros y Rappel tejen y destejen trajes, como Penélope. Estos no esperan que Ulises vuelva a su Ítaca particular, sino que salga como sea de la casa, o en el peor de los casos que quede segundo en el concurso. Su Ulises se llama Carlos y es objeto casi exclusivo de las invectivas de ambos. Aunque también sacan tiempo para mancillar la memoria de Alejandro. “Se ha debido enterar de que no le iban a hacer pagar la sanción económica. Creo que por eso se ha ido”, dice Laura Matamoros.

Siguen incansables en su aquelarre diario. Rappel vuelve a hacer referencia al trabajo de Carlos fuera de España. “Que se vaya a su país”, dice Laura, y añade: “Fíjate lo que te digo, yo creo que Miriam no es su novia. Es muy raro todo”. No tienen límite ni medida. Ahora hablan de su hija, una menor de once años. En una pausa de la conversación Laura empieza a silbar. De nuevo creo reconocer una añeja canción que trae a mi memoria recuerdos de la dictadura. Yo era muy pequeño entonces y nunca me obligaron a cantarlo en el colegio. A mi padre sí. Un día empecé a cantar su melodía sin saber lo que era eso y mi abuelo me amenazó con darme un bofetón. Nunca se me volvió a pasar por la cabeza. Nunca más.

Debo dormir un poco. Aprovecho ahora que casi todos lo hacen.

Suena el despertador. Son las 6 de la mañana…

Si no fuera porque hoy tenemos una fiesta seguiría en este bucle, atrapado en el tiempo. Es nuestro Groundhog Day, pero sin ningún simpático roedor. Si acaso tenemos a un Rappel molesto por el mote de “old rabbit’, aunque sigue pensando que era otro. El bucle hace que cada día se parezca enormemente al anterior. Todos los días son poco más o menos igual. Ayer un necesario manto de falsedad mantuvo ocultas las tensiones de días anteriores. “Vengo en son de paz”, le decía Toti a Carlos en la radio. Antes Rappel le había hecho una entrevista amable. Algún día tendrá que cesar esa guerra fría tan desagradable.

El relato del día de la marmota que ocupa la primera parte de este escrito es una realidad novelada. Se entremezclan ahí cosas sucedidas estos días con otras específicas de ayer mismo. Me preguntaba al final del día por qué está ocurriendo esto que hace poco describía como inédito. Los últimos días sirven siempre para suavizar las relaciones y hasta los peores enemigos han terminado mejorando su relación y buscando puntos en común llegada la recta final del concurso. ¿Por qué no está sucediendo así esta vez? Sospecho que tiene que ver con la soledad de Carlos, también con esta prolongada final sin nominaciones.

Otros “todos contra uno” han terminado con el objeto de los odios comunes de la fila cero de reventados llegando a la final con al menos un afín. A menudo se trató de un tibio afín que de alguna manera dejó de serlo, pero para el caso vale. Fue así con Pepe Herrero y Javier, o Iván y Orlando. Además, este último tenía a Chiqui. Así el “todos contra uno” llegaba muy suavizado a las últimas semanas. El temor a ser nominado también hacía lo suyo. Habiendo llegado tan lejos mejor limar asperezas y evitar salir a la palestra. Sucede que con la mecánica de GH 16 y este VIP se elimina el factor juego demasiadas semanas. Mucho tiempo sin temor a ser nominado, lo cual puede recrudecer los enfrentamientos en lugar de aplacarlos.

No durará mucho la tregua, aunque la salida de Dani o Rappel creo que ayudarían. Carlos sigue sin cruzar palabra con el mosquito y el adivino sigue siendo (lo hemos visto en el bucle del día de la marmota) interlocutor de Laura Matamoros en las dañinas sesiones de aquelarre. El taller de costura echaría el cierre faltando uno de los dos. No es que quiera este gato convertir esto en la casa de la pradera, pero tanto mal rollo contagia y desinfla el ánimo. No queda nada ya. Mejor llegar con el ánimo pleno.

Moleskine del gato

Solo una aclaración necesaria antes de que quedemos para la fiesta de esta noche. Me preguntan muchos amables lectores si iré a Guadalix para la rueda de prensa a la que asistirán los concursantes esta noche. Otros igual de amables lo llevan pidiendo desde el martes. He de decir que he sido invitado a participar de esta experiencia inédita. Siempre he apoyado la innovación en este programa, una evolución imprescindible para seguir siendo un auténtico número uno, temido y admirado a un tiempo.

Aun así, no todas las innovaciones me convencen. Es sabida mi reticencia a todo aquello que suponga introducir información del exterior. No es por ser purista, sino que realmente creo que perjudica al formato. Por eso debo mantener la coherencia rechazando participar de esto con la misma amabilidad que me ha sido ofrecido. Agradezco tanto a Mediaset como a Zeppelin que hayan pensado en mí. Seguro que sale bien y contribuye a ofrecernos una gala entretenida, una vez más.

Esta noche tenemos una fiesta. ¿Ya lo he dicho? Maldita marmota. Estará Alejandro Nieto en plató con Jordi González. También irá por allí el menos votado. Entonces quedarán tan solo cuatro. Estamos a un paso de la gloria, amigos.