Una edición de muchos quilates

telecinco.es 21/06/2012 09:56

[Léase, si es posible, escuchando Fly me to the moon.

Sin desmerecer la bisutería fina, este año hemos tenido un ganador que vale su peso en oro. Pepe Flores fue un ganador de peso para una edición de muchos quilates. Y el debate de anoche fue el broche de oro que merecíamos, lo cual debemos agradecer a Telecinco, al equipo del programa y a casi todos sus concursantes, que lograron desertar por una noche de 'reventolandia', pidiendo asilo en otra patria. Un mundo mejor es posible.

Nos merecíamos algo así después de esa La Re-Vuelta que no llegaba a bisutería porque le falló la cuerda que engarzaba sus cuentas y el broche no funcionaba como es debido. Los detalles son importantes y no basta con mezclar cuentas de baratillo con perlas de Mallorca para que el resultado sea aceptable. Ni siquiera vale con fabricar el collar con cariño. Las cosas bien hechas, bien parecen. Es justo lo que ha pasado en esta edición que anoche llegaba a su fin, justo cinco meses y un día después de su estreno. Bendita condena.

La noche anterior estuve recordando momentos agradables de los últimos cinco meses con mis compañeros minutistas (minuteros o minutantes) y nos preguntábamos qué había tenido esta edición para ser "lo más". No es fácil hablar con poca perspectiva y todavía afectados por el impacto emocional inevitable para los que nos consideramos enfermos de Gran Hermano. Aun así, mi natural tendencia a mojarme (cosa rara en los gatos, como decía mi vecino Tomás Blanco en su última crónica, más hilarante que nunca, si cabe) me lleva a esbozar algún apunte sobre esto.

Dicen los gitanos que no hay buen final si no es con un buen principio. El brillante triunfo de Pepe Flores vino meses más tarde de un brillante comienzo. La gala de presentación de esta décimotercera edición fue una de las mejores desde que hace casi doce años Gran Hermano se asomara por primera vez a nuestro panorama televisivo para quedarse durante una larga temporada. Nadie diría que tanto tiempo después el programa podría tener tan buena salud y llegaría a superar en más de dos puntos la audiencia media de la edición anterior, así como muchos otros registros, incluso los de este modesto blog, pulverizados absolutamente durante estos meses.

Cuando hablo del gran comienzo me refiero a la gala de presentación, divertida e ilusionante como pocas. Pero también estoy hablando de todo lo que la rodeaba. Esa gala es como la carta de un restaurante, en la que se nos prometen platos sabrosos elaborados con los mejores ingredientes, aunque luego hay que probar una muestra para decidir si volvemos o no. La carta de presentación de esta edición nos hacía esperar lo mejor. El chef parecía que había elegido una materia prima buena, imprescindible para servir un buen plato. Es decir, la selección de concursantes parecía todo un acierto.

Como en los mejores restaurantes, la cocina fue incorporando posteriormente otros ingredientes de calidad, entre los que se coló alguno que no hubiera formado nunca parte del menos exigente menú de degustación. Un garbanzo negro no hace un mal cocido, aunque la manzana podrida del cesto puede hacer que perdamos el resto. Digamos que el buen criterio de selección se quiebra cuando el menú pasa a ser motivo de disgusto. No se degusta aquello que nos disgusta. La fuerza de este formato es tal que ni todos los garbanzos del mundo serían capaces de acabar con el mismo, ni siquiera lograrían dejarnos mal sabor de boca. A pesar del mal trago que supone ver amplificado por el enorme eco de la televisión aquello que menos deseamos en nuestra sociedad.

Aparte de haber elegido los mejores ingredientes estos eran presentados de forma atractiva y accesible para todos. La emisión del directo de la casa de Guadalix de forma gratuita por Internet y con una muy buena calidad es una de las decisiones que debemos agradecer a todos aquellos que la hicieron posible. Con esta y otras decisiones se consigue sentar a la mesa a todo el que lo quiere, y cuantos más comensales seamos tendremos muchas más posibilidades de pasarlo bien. El primero que tiene que confiar en lo que sale de su cocina es el dueño del local.

Un buen casting, una gala de presentación ilusionante y todos los medios puestos para facilitar el éxito un año más. Parece suficiente, pero no lo es. Para terminar de componer el panorama ideal hace falta un concursante al que querer, ese al que pedir que nos transporte hasta la luna y nos deje jugar con las estrellas. Alguien que nos haga ver cómo es la primavera en planetas lejanos, nos coja de la mano y sepa darnos su cariño. Ese que nos bese y abrace tan bien como para querer verle bañado en oro. No siempre lo encontramos, pero sí esta vez. Esta vez sí, por fin tuvimos una final de gala, con cuatro grandes concursantes y un príncipe entre ellos. Le llaman Pepe Flores.

Fly me to the moon [Llévame volando a la luna] let me play among the stars [Déjame jugar entre las estrellas] Let me see what spring is like [Déjame ver cómo es la primavera] On Jupiter and Mars [En Júpiter y en Marte] In other words, hold my hand [En otras palabras, sujeta mi mano] In other words, baby, kiss me [En otras palabras, cariño, bésame]

Pasados los primeros dos meses de programa dejamos de tener referencias sobre el apoyo que tendrían entre la audiencia votante algunos concursantes, entre los que se encontraban Pepe Flores. El ganador de esta edición fue nominado por última vez a esas alturas del concurso y a partir de entonces no volvimos a saber si contaba o no con el apoyo necesario y suficiente. Lo mismo pasó con otros concursantes, cuyo apoyo parecía difuminado o sencillamente falseado, ya fuera por una parte de la audiencia o de la opinión en general. Me refiero a los seguidores de ese concursante y algún que otro opinador despistado.

Por ejemplo, mantengo la opinión de que Sindi nunca tuvo suficiente apoyo popular. Dentro de la casa de Guadalix la veían así todos y también muchos desde aquí fuera. No es mi caso, lo cual de alguna forma queda demostrado con el dato más requerido y esperado, por fin desvelado anoche. Me refiero al porcentaje de votos que obtuvo Pepe Flores para ser elegido como tercer finalista. Recordemos que la contradictoria e injusta manera de elegir finalista era poder votar entre aquellos más nominados en negativo por sus compañeros. Esto hizo que Pepe y Pipi salvaran lo que para ellos eran dos escollos pero nosotros sabíamos que se trataba de las dos primeras ocasiones de convertirse en finalistas.

A la tercera fue la vencida y, por fin, Pepe y Pipi podían ser elegidos finalistas. Atrás quedaban dos oportunidades desaprovechadas, de tal forma que los más apreciados por sus compañeros no solamente tenían menos oportunidades de convertirse en finalistas sino que no contaban con la ventaja de elegir primero al concursante que podía convertirse en su "más uno". Este concursante solamente iba a recibir un premio económico, sin pasar en ningún caso a formar parte del palmarés de ganadores del programa, como repetí sobradamente y en contra de opiniones interesadas que pretendían engañar a la opinión, alguno de ellos desde posiciones aledañas al propio programa. Aun así, unos "más uno" podían sumar más votos que otros, y quién dice que alguno no podía llegar a restar.

Pepe y Pipi se enfrentaban, por tanto, en la tercera de las oportunidades de convertirse en aspirantes a ganadores al asegurarse estar en la final. El ganador de esa votación fue Pepe Flores, pero nunca supimos con qué porcentaje. Ese dato, o más bien el "no dato", fue mi principal fuente de convencimiento de que Pepe iba a ganar GH 12+1. De acuerdo que habíamos dejado de conocer otros dos porcentajes anteriores, pero no eran fundamentales para el desarrollo del programa. Me temo que nunca sabremos los porcentajes de expulsión de Zulema y Cristian (el de su primera vez), aunque tampoco importa gran cosa.

Sin embargo, ese porcentaje de los votos que hicieron finalista a Pepe se me antojaba como un dato fundamental. Cuando días antes de la final me preguntaban en la redacción de esta web sobre quién pensaba que iba a ganar respondía con contundencia que Pepe Flores. "¿Pero piensas que ganará él o deseas que lo haga?", me preguntaron sin salir de cierto asombro. "Quiero que gane y pienso que lo hará", respondí yo. Nadie apostó por nuestro príncipe, salvo este gato solitario acostumbrado a nadar contracorriente. Estaba claro que la corriente auténtica iba en mi misma dirección. Solamente hubiera hecho falta un dato para que mi opinión hubiera tenido mucho más crédito.

Precisamente, mi principal argumento fue el "no dato". Y fue así por dos razones. Primero, porque el simple hecho de que no fuese ofrecido, cuando sí habíamos sabido los porcentajes de los dos finalistas anteriormente elegidos (Alessandro y Dani) me hacía pensar que sería un porcentaje importante, suficientemente abultado como para intentar taparlo. En segundo lugar, porque realmente estaba convencido de que Pepe tenía todo el apoyo que le faltaba a Pipi, a pesar del convencimiento contrario de muchos. Llegué a leer que Sindi era la única capaz de quitarle el premio a Pepe. No lo creo en absoluto, por eso sonreí y seguí a lo mío, como suelo hacer.

He de confesar que nunca imaginé que fuera tan abultado como supimos anoche. Entonces aposté que estaría en torno a un setenta por ciento, pero me quedé muy corto. Pepe Flores fue elegido finalista entre otros tres aspirantes por un 86'75 % de los votos. Esto quiere decir que Hugo, María y Sindi se repartieron el 13'25 % restante. De acuerdo que los seguidores organizados de María (recordemos que no todos los votantes están organizados y muchos ni siquiera utilizan normalmente Internet) se pusieron de acuerdo para no gastar dinero en esta votación y desquitarse en la siguiente, última de las posibilidades para ser finalista. Aunque consideráramos que esta decisión afectase a María y Hugo porque estos dos concursantes iban en el mismo pack, estamos hablando de que Pipi habría obtenido, como mucho, un diez por ciento del apoyo frente a Pepe.

O sea, que cara a cara el asunto era un 9 a 1. Quienes creían que Pipi era la única amenaza de Pepe de cara al premio final se equivocaban un poquito. Como les dije a mis compañeros en la agradabilísima reunión del martes noche, Pipi nunca tuvo apoyo entre la audiencia. Estos datos lo demuestran de forma meridiana. E insisto, de haber conocido ese dato nadie se hubiera atrevido a dudar de que Pepe iba a ser el ganador de esta fantástica edición. Lo cual me hace pensar que, en esta ocasión (y sin que sirva de precedente), la ocultación del dato a la audiencia estaba más que justificada.

Pongamos por caso que lo hubiéramos sabido. ¿Habría votado alguien? No lo sé, pero está claro que no habríamos vivido con pasión sin límites los últimos días de campaña. Quien me lee con frecuencia sabe que no me duele en prendas cuando hay que criticar una decisión de los responsables del programa, algo que siempre hago desde el respeto y la admiración. Pero en este caso solo puedo agradecer la decisión, aunque nos ocultase una información de gran interés, lo cual no tiene mi apoyo con facilidad. En este caso lo doy por bien empleado. En otro caso nos habríamos perdido la intensidad de esos últimos días, nuestro inocente nerviosismo y tantas (tantas y tantas) ganas que teníamos de ver ganar al príncipe.

Fly me to the moon [Llévame volando a la luna] let me play among the stars [Déjame jugar entre las estrellas] Let me see what spring is like [Déjame ver cómo es la primavera]

El dato del porcentaje con el que Pepe fue elegido finalista se convirtió en lo más importante de una velada en la que hubo poco debate y muchas imágenes que sirven para subrayar el buen recuerdo que nos ha dejado esta edición, definitivamente mítica. La escenografía no ayudaba a la conversación y la confrontación de ideas. Resulta difícil enfrentarse a otro teniendo que girar el cuerpo para mirarle a la cara. Esto mismo sucedía en ese foro en que fue convertido el pabellón de pruebas. Creo que alguien confundió en ambos casos a los concursantes con contorsionistas. Para las opiniones habituales de exconcursantes esa grada fue perfecta, pero no para un debate. Para eso no hay nada como una mesa redonda (o una cama redonda, si se da el caso), háganme caso.

Eso sí, la colección de vídeos fue fantástica, tal cual estamos acostumbrados. Especialmente emocionantes los dos últimos montajes, con todas los expulsiones y una selección de imágenes mezcladas con talento y maestría. Tanto es así que fue capaz de poner mi piel de gallina y humedecer mis ojos. Una vez más. También lo consiguió Mercedes con un agradecimiento que me llegó, más que nunca, al corazón. No soy digno. Quien lo merece todo es Javier B.V., cuyo trabajo tuvo un inesperado homenaje en el debate. Gracias al programa por mostrar todas sus caricaturas y hacerlo de la mejor forma posible, en un plano partido con sus modelos. Y gracias al artista, por su talento y generosidad.

¿Qué queréis que os diga? Si alguien esperaba un poco de tósigo en este escrito de hoy (que no puedo asegurar si será o no el último porque aún espero que sea posible la sorpresa medio anunciada y adivinada por casi todos, aunque no puedo asegurar nada) se llevará una decepción. Ni siquiera me apetece decir que tampoco nos equivocamos con Aristidín. Nunca me emocionó su historia y no lo vi trigo limpio desde el principio, aunque habrá que esperar a que se pronuncie la justicia. La tradición española impone hablar de los ausentes (mal, por supuesto), pero solo puedo desearles lo mejor a 'la brasileña' y al cura, aunque sean ambos dos de los concursantes más mentirosos de la historia. Bien mirado, es cierto, no es para tanto. Los mismos deseos para Azucena, claro.

Mis últimas palabras tienen que ser para los presentes anoche. Empecé agradeciendo que desertasen por una noche de 'reventolandia'. Gracias a eso tuvimos la noche en paz, que no es poco. A todos les debo estar aquí. Tan simple como eso. Sin todos y cada uno de ellos no tendría sentido este gato parlanchín. Sin la paz interior de Zulema (por GER), la enigmática sensatez de Mary Joy (de ella es uno de los momentos más bonitos, junto al príncipe la noche de las nominaciones en positivo), la sonrisa de Verónica (que aparece a veces e ilumina su rostro), el halo divino de Ochoa (es una diva, lo tengo dicho), la perspicacia de Michael (en primera instancia), los momentos quebradizos de Cristian (todos los tenemos), la levedad de Berta (el próximo tatuaje debe decir "no sin mi entrevista"), las exclusivas de Sergio (que se entere toda España ya, ¡cohone!), la energía alegre de Marta (ella es un encanto absoluto, es así), la maldición de Ari (¡mardito roedore!), la sonrisa de Hugo (cara pero envidiable), la estridencia de Sindi ("no me cabreees"), la corrección de Alessasndro (ganador de La Re-Vuelta), los momentos graciosos de Dani (y su admirable capacidad de reconocer los errores), el buen carácter de María (¡bella!) y el brillo irresistible de Pepe Flores. No hay más.

Moleskine del gato

Ya puse este cartel con el gato desapareciendo. Lo vuelvo a poner ahora que ya toca, aunque igual no desaparezco del todo y aún vengo un día con sorpresa. Sea como fuere, la próxima edición puede estar más cerca de lo que muchos podíamos pensar. ¿Nos vemos entonces? Espero que sí. Gracias por hacerme sentir querido. Sois lo más.

In other words, hold my hand [En otras palabras, sujeta mi mano] In other words, baby, kiss me [En otras palabras, cariño, bésame]