Hoy es el gran duelo

telecinco.es 17/11/2016 09:36

Hoy es el gran duelo. Las campanas de Guadalix han de tocar silencio, lo cual es una contradicción maravillosa. La expulsión decisiva, una final adelantada, duelo a cara de perro entre las dos grandes protagonistas de esta edición. Todo un enfrentamiento entre dos formas de entender este concurso, el yin y el yang, la madre de todas las expulsiones. El acabose, oiga. En días como hoy me pasa que no puedo pensar en otra cosa. Tengo la tentación de hacer un texto corto, cosa poco habitual en mí, porque no estoy nada motivado a hablar de cualquier cosa que no sea el duelo de esta noche. Hablar de Rodrigo o de Simona cuando tenemos por delante una cita tan importante me parece una frivolidad. Un poco de respeto, por favor.

Una cierta tendencia a la simplificación nos puede llevar a decir que quien salga triunfante de este duelo tiene asegurado el maletín. Olvidamos que cualquier fallo puede ser decisivo. Este es un concurso que se juega cada día y sin descanso. El propio cansancio de los concursantes, especialmente palpable cuando llevan 70 días de encierro, puede desembocar en un error garrafal y definitivo. Un comentario machista o xenófobo, pongamos por caso, puede acabar con las posibilidades del mejor concursante. No contenta con poder convertirse en juez, la audiencia votante quiere ser Dios. Un Dios castigador y ejemplificador que puede apartar de un plumazo de la carrera hacia los 300.000 euros del premio. Nunca se debe vender la piel del oso antes de cazarlo.

Viendo la trayectoria de Adara no creo que pudiera sucumbir por un ‘indhirazo’, aunque en algunos momentos temí por ello. Cuando hablo de ‘indhirazo’ me refiero al episodio del vaso de agua que dejó fuera del concurso a la que hubiera sido ganadora indiscutible de la undécima edición. Adara tiene algunas cosas bien claras. Guarda distancia en las conversaciones y casi siempre da un paso hacia atrás. No solo ante un enfrentamiento, también en cualquier otra circunstancia. Me llamó la atención en la gala de presentación. Los concursantes, recién llegados a la casa, debían coger una de las cajitas que podían tener una vida extra para volver a la casa tras ser expulsados. Hubo quien desde la distancia ya reclamaba un color, la mayoría se abalanzaron precipitadamente para hacer su elección. Sin embargo, Adara se mantuvo en un discreto segundo plano, esperó a que se despejara el camino y entonces cogió su caja. Fue de las últimas en hacerlo, evitando pelearse, sin dar codazos para llegar primero.

Puede parecer una nimiedad, pero aquella actitud de Adara me dijo mucho de ella. Tal vez porque nunca me he peleado por coger los caramelos que tiran en la cabalgata de Reyes, por poner un ejemplo. Me sentí identificado en eso con ella. Lo visto posteriormente confirmó mi conclusión de entonces. Adara nunca se ha peleado por ser el voluntario reclamado para ir al ‘confe’, jamás ha reclamado leer el texto de una prueba ni corre para estar en primera fila cuando hay una actuación en la casa. Tal vez lo habría hecho el día que estuvo David Bisbal, pero no actuó y, además, estaba congelada. Diría que el protagonismo de Adara le ha venido dado, tal vez muy a su pesar.

Cuando algunos dicen que Adara ahora recurre a la discusión de forma oportunista y por no dejar de ser vista pienso que estoy viendo un concurso distinto. La única diferencia entre la Adara del comienzo y la de ahora es que Bárbara ya no está. La personalidad arrolladora de esta concursante hizo que Adara fuese comparsa muchas veces, especialmente en las grandes discusiones. Obligada por las circunstancias, Adara ahora ocupa ese lugar en primera línea de fuego, siendo Meri quien cubre la retaguardia. Por eso ahora está sufriendo el fuego enemigo, y hasta el amigo. Imposible no salir perjudicado en la primera línea, donde salpica el barro, y en ocasiones también el napalm.

Adara sin Bárbara defiende una plaza en la final también para su amiga. Su triunfo esta noche sería un pequeño homenaje a la ganadora que perdimos. Hasta el momento, Adara está manteniendo alto el pabellón. También ha conseguido seguir haciendo el concurso acompañada. Tengo dicho que Gran Hermano se juega con una sola compañía mejor que de otro modo, y Adara también parece haber tenido esto bien claro. Su rol ha cambiado de forma obligada, pero sigue caminando junto a una compañera. La leal relación establecida entre ella y Meri hace desear que continúen juntas hasta el final, que era el lema tantas veces repetido por Bárbara y Adara.

El concurso de Meri tiene dos fases distintas. Descolocada durante mucho tiempo, no tuvo reparo en asestar puñaladas a diestro y siniestro, sin guardar lealtad hacia nadie. Ni siquiera se puede decir que lo fuera mucho con su amiga Laura, a la que no hizo mucho caso los primeros días, a pesar de aquella observación acusadora de Clara, hecha en horario de prime time y un día de Debate. Que Meri solo se estaba relacionando con su amiga era tan incierto como decir que la casa de Guadalix está en un valle rodeado de flores. Ahora con Adara descubrimos una nueva Meri, leal y comprometida. Ayer hablaba con Simona y defendía a su amiga a capa y espada. Tuvo incluso palabras amables y cariñosas hacia ella, aconsejando a la nueva concursante que no la prejuzgue porque se va a equivocar. Y es que Adara tiene eso que suele identificar a los buenos concursantes: beneficia a quien se acerca a ella. Con otros concursantes pasa exactamente lo contrario.

Tanto Adara como Clara lo han dado todo en el concurso. No se puede reprochar nada en ese aspecto a las dos contendientes de hoy. Ambas lo han vivido con pasión y valentía, sin esconderse en ningún momento. Concursantes kamikazes, como ellas, hacen falta. A partir de ahí, y reconociendo su entrega, podemos distinguir en muchas cosas el juego de cada una. Pero, sobre todo, hay una diferencia fundamental. Adara se ha equivocado en algunas cosas. Ayer mismo, igual que la noche anterior, debió evitar el tosco enfrentamiento con Simona. Simona no es nada, sus días en la casa están contados y hubiera sido mucho más inteligente reírse de sus ridículas provocaciones, tan evidentes como pensadas previamente. Este y otros errores no empañan el buen concurso de Adara. Por el contrario, Clara ha sido muy mala concursante. Para el conocimiento que dice tener del programa ha sido una concursante pésima, que ha hecho casi siempre una torpe lectura del concurso.

Tengo escrito una especie de decálogo del mal concursante, que en su última revisión creo que tenía casi veinte puntos. Esto es como lo de aquel alcalde que quiso hacer todos los años la Bienal de Arte Contemporáneo celebrada tradicionalmente en su ciudad. Ya no sería “bienal”. O lo de ciertos grandes almacenes que hacen una promoción llamada ‘8 días de oro’, la cual dura casi un mes. Pues bien, si desempolvase aquel mal llamado decálogo estoy seguro de que Clara ha incurrido en casi todos los errores ahí destacados. Por no decir que en todos. Incluso podría hacer una revisión corregida y ampliada recurriendo a algunas actitudes de esta concursante. Se me ocurre que Clara no solo ha utilizado lo que podríamos llamar “circunstancias dadas”, es decir, el pasado del propio concursante, sino que lo ha hecho con intriga sibilina, contando sin querer contar. Ha sugerido en infinidad de ocasiones una vida difícil que nunca explicó. Aunque se puede esperar cualquier disparate considerando que al mismo tiempo habla de lo mucho que le ha hecho sufrir ser tan guapa o que considere poco menos que una heroicidad haber trabajado de electricista.

La vida anterior de los concursantes no existe salvo aquello que el concursante cuente dentro de la casa, y en ese caso no se admite que sea en su propio beneficio. Si han de concursar las circunstancias dadas que sea solo para mal. Lo más llamativo es que Clara no solo hizo uso de sus propias circunstancias dadas, sino que en ocasiones se permitió fabular sobre las de algunos compañeros. Por supuesto, en este caso no lo hizo para bien. Recordemos cuando hablaba de la vida oscura, con problemas “de calle”, que habría tenido Alain. O cuando sugirió malintencionadamente que las supuestas empresas de Bárbara, de las que nunca la escuché hablar, tendrían un origen extraño e igualmente oscuro. El uso insidioso de las circunstancias dadas de los otros debería hacer engrosar mi decálogo.

La diferencia más evidente entre Clara y Adara es que mientras la primera era líder del grupo mayoritario, esta ha hecho todo su camino con una sola compañía, como dije antes. El grupo de Clara no solo fue siempre mayoritario, sino dominante. Su poder fue más allá de una evidente ventaja a la hora de nominar o formar parte de El Club. También quisieron imponer su voluntad en la convivencia, perjudicando a sus enemigos en el día a día. Ya de forma individual, mientras que Clara ha estigmatizado a sus enemigos desde el primer día, manteniendo invariable su criterio, Adara tuvo la generosidad de aceptar las idas y venidas de Bea o Meri. A Noelia la tenía bien calada, pero siempre mantuvo su buena relación con ella, demostrando gran generosidad. Adara supo perdonar y Clara basó sus relaciones en el rencor.

Si valoras positivamente la amargura y la hipocresía, te gusta que alguien reclame sumisión a sus amigos, o sientes algún tipo de fascinación por aquellos que intentan tenerlo todo bajo su control, amigos de la ley del embudo (lo ancho para mí y lo estrecho para ti), entonces igual debes votar a Adara para lograr que se salve Clara. Si, por el contrario, tiendes a estar del lado de los disidentes, de quienes dan la cara y se atreven a llevar la contraria al poderoso, si prefieres risas que aflicción, si disfrutas viendo desmontar rivales sin malas artes, entonces tu voto bien podría ir para Clara y así salvar a Adara. Si Orwell imaginaba el futuro como una bota aplastando un rostro insistentemente, yo veo bien claro de quién es aquí la bota y la cara.

Es posible que Adara no hubiera podido hacer el mismo concurso sin Clara. Tal vez nunca nos hubiera ganado en otro caso. Pero tampoco Clara hubiera sido nada sin Adara. La historia de esta edición hubiera tenido un colofón indiscutible hace algunos años, cuando éramos más exigentes con determinadas actitudes y se valoraba negativamente el todos contra uno. Ahora es todo más dudoso, y a veces hasta temo que vaya a salir hoy Adara. Para que esta historia tenga el final que corresponde, coherente con lo sucedido hasta hoy, deben salir uno a uno los que fueron rivales de Bárbara y Adara. Repito que Simona no es nada y caerá más pronto que tarde. Así hasta que el grupo mayoritario sea el de Adara. Elija el lector quién quiere que la acompañe en la final.

Quiero ver a Miguel cambiar una vez salga Clara. Tal vez entonces se convierta en un firme candidato a convertirse en otro de los finalistas. En definitiva, pocos se lo han trabajado tanto como él, aunque haya sido un fiasco muchas veces. También me gustaría ver desfilar hacia la salida a Rodrigo, para que Bea termine el concurso como empezó, sin ese lastre anclado a un sofá o una cama. Y, por favor, que le hagan entrar en camilla a plató. Tan solo pido esto. De momento, si esta noche sale Clara se empezarán a compensar los grupos. Teniendo en cuenta que la expulsada elegirá quién ocupa su lugar en El Club, y entonces es muy posible que el juego de las bolas lo ganen Adara o Meri. Es el comienzo del fin. El abordaje está a punto.

Moleskine del gato

No he logrado reducir mucho la extensión de este escrito, como pensaba. Hoy es innecesario recordar la fiesta que nos tienen preparada para esta noche. Jorge Javier estará al frente de la noche decisiva. Imagino la tensión de ese plató, inigualable casi siempre, pero aún más en las grandes ocasiones. Este duelo tiene un buen juez. La noche comenzará con un duelo. Espero y confío en que no termine igual. Clara o Adara, la emoción está asegurada.