Juicio sumarísimo contra Paula

telecinco.es 15/10/2014 08:53

Omar vive en una encrucijada permanente. Desde el 18 de septiembre anda debatiéndose entre estar encantado con este Gran Hermano tan fraternal, único en la historia, y su visceral rechazo por lo mismo. Durante los primeros días le escuché en varias ocasiones destacar que esta edición era lo más mejor, ¿por qué no decirlo?, lo superior, porque todos se llevaban fantásticamente bien y estaban resolviendo los problemas del grupo mediante un diálogo ordenado y cordial. No fue Omar el único abonado a esa teoría. Tampoco es la primera vez que escucho algo así en los inicios de una edición, sobre todo desde hace dos o tres.

Es evidente que se equivocan doblemente, primero por pensar que son lo mejor de lo mejor y luego porque pronto dejarán de tener esa sensación, justo en el momento que empiezan a surgir los primeros conflictos, expulsiones y nominaciones. No me puede extrañar, por tanto, haber escuchado tal cosa esta vez, aunque he de confesar que me chirriaba un poco en Omar. No le pegaba nada estar tan encantado con estar protagonizando un Gran Hermano del tipo ‘Aldea del Arce’, en el que todos son felices y no existen los problemas. No parecía ir con él.

El domingo pasado, Omar defendía que debía superar la expulsión de mañana y, por tanto, quedarse en la casa, porque si se iba aquello iba a convertirse en una granja escuela. Luego matizó que bien podría haber utilizado otro ejemplo, puesto que alguno creyó que les estaba llamando animales. Esto se correspondía más con su perfil de malote, chico duro al que no le importa decir cosas así y enervar a sus compañeros, convencido incluso de que eso puede formar parte del juego como concursantes que son. La cosa parecía ir por el buen camino. Esto se había enderezado y ya no estábamos en aquella hipocresía de los primeros días.

Lo extraño es que anoche, después de haber disfrutado de la hora sin cámaras, Omar y Lucía volvían encantados por el buen ambiente que supuestamente se vuelve a respirar en la casa. De nuevo estaban exaltando la ‘Aldea del Arce’, solo que en esta ocasión se trata de pura invención. Una invención forzada y premeditada, producto claramente de una sosegada conversación tenida durante los 59 minutos y 50 segundos que les sobraron en la hora sin cámaras. 'Míster 10 segundos' aprovecha bien el tiempo, por lo que aparte de una cena personalizada, con entrecot para él y merluza en salsa verde para ella (sus comidas preferidas), regado todo con vino y cava, también estuvieron hablando, cosa que contaba Lucía después.

No adivino cuál es la estrategia, pero tengo claro que este vaivén responde a alguna. Parece complicado de entender que dos días antes Omar defendiera que es un aburrimiento un Gran Hermano con todos llevándose bien y sin conflictos. ¿Por qué anoche decía otra cosa? Lo cual hacían los dos repartiendo abrazos. Tal grado de peloterío se da de bruces con aquello de “yo digo siempre las cosas a la cara y no soy falso”. Claro, por eso anoche se acercaban a las primas como si fueran sus mejores amigos de siempre jamás.

Hasta ahora solo habíamos visto a Omar peloteando de forma clamorosa a Fran y, por extensión, a Luis. Anoche se comportaban así con todos, y no me extrañaría que antes de mañana intentasen limar asperezas con Paula, a pesar del juicio sumarísimo que le intentaron hacer ayer. Esto confirma mi idea sobre que la pareja tiene la convicción de que se va a salvar mañana, aunque públicamente digan lo contrario. En todo caso, como no pueden marcharse los dos a la vez, esta maniobra siempre le valdrá a quien se quede.

En la sobremesa de la cena, tal como había anunciado repetidamente, Alfredo sentó en el banquillo de los acusados a Paula. ¿Cuáles fueron sus acusaciones? Por ridículo que parezca acusó a su compañera de encierro de haber llamado “perro” a Omar en la sala de confesiones, y también de estar “haciendo un papel”, exagerando su alegría y falseando sus risas. Lo primero era una información obtenida tras haber escuchado inocentemente y sin querer tras la puerta del ‘confe’. No solo escucharon eso, sino también que Omar era un chulo, algo que no debería molestarle en ningún caso porque él mismo se ha definido así. Todo ello de forma casual y en contra de su voluntad.

Reprochar a un concursante algo dicho en el confesionario es tan inédito como insólito. Se supone que ese es un espacio privado, donde el concursante se comunica con el ‘súper’ y con la audiencia. Todos saben que allí son preguntados por sus compañeros y es inevitable que todos hablen de aquello que está pasando en la casa, les afecte más o menos de forma personal. “No te seremos tan indiferentes cuando hablas de nosotros en el ‘confe’”, decía Omar. Como si eso fuera algo que decide el propio concursante. Y, hombre, seamos sensatos, ¿cuántas veces hemos escuchado a Omar y Lucía hablar de Paula en el ‘confe’? Muchas, la verdad. Cualquier magistrado habría desestimado de plano esta acusación, dando paso al estudio de la siguiente.

La acusación relativa a la forma de ser y comportarse por parte de Paula es aún más ridícula. Cada uno se muestra como quiere. Puede gustar más o menos, tanto dentro como fuera de la casa. Si el comportamiento de un concursante no gusta dentro se está jugando la nominación, y si es fuera donde no lo aprobamos tenemos un arma mortífera que se llama voto. Con el voto obtenemos la expulsión, que viene a ser la muerte virtual del concursante. Por tanto, si Alfredo no traga a Paula ya sabe lo que tiene que hacer: nominarla y listo.

Todavía podría entender que en una conversación privada entre los dos, Alfredo le dijera a Paula lo que piensa de sus risas estridentes o sus cambios de voz. Pero convertir algo tan baladí en una discusión grupal carece completamente de sentido. En esta ocasión entiendo perfectamente el silencio generalizado, solo roto por un sensato comentario de Juanma sobre la privacidad del ‘confe’, que convierte el reproche de Alfredo en inoportuno; y la reacción de Luis, que se levantó de la mesa alegando que esos temas no eran de la incumbencia de todos.

Alfredo encendió la mecha y enseguida aparecieron los incendiarios Omar y Lucía, aprovechando la ocasión. Entonces Alfredo desapareció cobardemente, aceptando su papel de liebre tras la que habrían de correr los galgos. Omar y Lucía entraron a trompa y talega en la discusión, con el único objetivo visible de hacer saltar a la acusada. Por suerte, Paula no solamente salió airosa de la situación sino que respondió con una serenidad pasmosa, increíble en una mujer de 20 años que estaba siendo atacada por tres personas. Una liebre y dos galgos que más parecían podencos, aunque en realidad eran auténticos zorros.

Paula negó haber llamado “perro” a Omar. “Dije que me sentía como un perro a veces por Omar”, decía. Me cuadra totalmente porque son palabras que tengo escuchadas de la boca de esta concursante. En cualquier caso, aunque lo hubiera dicho, ¿cuál es el problema? Ni siquiera me parece especialmente ofensivo. Por lo menos para Omar. Sobre su forma de ser, es algo de difícil defensa. Me parece complicado defenderse de tan peregrina acusación sin perder las formas, lo cual consiguió Paula. Para mi gusto le faltó un poco de firmeza y mala leche. Con haber dicho “en el ‘confe’ digo lo que me da la gana”, hubiera bastado. La frase popular lo resume bien: El que escucha lo que no debe, oye lo que no quiere.

“Yo no quiero el respeto de dos personas que no se respetan entre ellos mismos”, decía Paula, en un rejonazo que ni el aspirante a matador de toros hubiera clavado con mayor fortuna. Paula lucía mucho más ante la torpeza del contrario. En ocasiones como estas más que ganar alguien queda claro quienes han perdido. Estrepitosamente, además. Siempre que varios concursantes han decidido someter a otro a un juicio sumarísimo el resultado ha sido que el acusado ganó enteros dejando en la cuerda floja a sus inquisidores. Como siempre pasa, parecen nuevos.

Juanma les terminaba de rematar después: “Si van tan de sinceros, que hubiesen venido a decirme por qué nos nominaron a nosotros”. Y Paula había sabido leer perfectamente la situación: “Estaban intentando atacarme para sacarme de mis casillas”. Ni más ni menos. El notable alto de Paula destacaba con el pinchazo del clan de Carabanchel. Ni siquiera fueron sinceros, porque Omar afirmaba que Alfredo no le había contado a nadie en la casa de lo que iba a hablar, pero lo sabían casi todos. Primero se lo dijo a Fran y luego a Luis, aparte de anunciarlo repetidamente durante toda la tarde delante de unos y otros.

Bien, perdieron esta batalla, pero la pregunta es: ¿Qué pretendían? Me aventuro a decir que no solo intentaban poner en una situación límite a Paula para verla saltar y quedar mal. Sospecho que también pretendían dar un poco la vuelta a una situación adversa para ellos. Después de que Omar volviera con Lucía casi toda la casa se puso del lado de Paula. Desde entonces creo que están buscando el modo de revertir esa situación. Por otro lado, el sábado escucharon de la calle ese “¡Paula ganadora!” que tanto les ha debido afectar. Está claro que Paula es el enemigo a batir, aunque para conseguirlo deberían ser un poco más listos.

A la cacería se unió después Fran. Lo hizo de la peor manera posible, intentando acorralar a Paula verbalmente. El mismo Fran que tantas veces ha parecido que pretendía evitar enfrentamientos entre compañeros, anoche le aconsejaba fatalmente a Paula, pretendiendo hacerla ver que ella tenía que mostrarse siempre como es, y si tenía que perder los papeles pues que los perdiese. Era el consejo de un enemigo. Un consejo perverso y malintencionado.

Al final consiguió Fran que Paula se alejase al borde de las lágrimas, y entonces chocaba su copa con la de Alfredo, que había permanecido a su lado todo el rato. Parecía un padrino de la mafia siciliana brindando tras la ejecución de un enemigo, sin darse cuenta de que con semejante bajeza estaba sembrando en muchos la semilla del deseo. Me refiero al deseo irrefrenable de verle fuera de la casa, castigado por una actitud tan ruin. Ascopena es poco.

Por si todo lo anterior fuera poco, Fran remataba la noche con frases para la colección de las más detestables, como eso de “soy un tío que me visto por los pies”, “me gustan las almas puras” o la calificación de sus propias palabras como “palabras sabias”. Finalmente, cuando Omar y Lucía volvieron de su hora sin cámaras, preguntaba rijosillo si habían disfrutado del momento, mientras besaba su mano. Como me recordaba anoche @luismdina, nada equiparable a lo de Ángela (GH 9), que le preguntó a Melania en idéntica situación si se había corrido. ¡Grande, Ángela!

Señalaba antes lo curioso que me parece ver a Omar siempre tan pelota con Fran, y evitando cualquier enfrentamiento con Luis. Durante la fiesta del pasado viernes llegó a decir a Fran que le veía ganador, atendiendo al “significado de la palabra (sic) Gran Hermano”. Como no estuviera mirando su barriga y se refiriese a lo de “gran”. El domingo evitaba contestar a Luis cuando este le dijo: “prefiero una granja escuela a hacer daño a otra persona”. Y ayer por la tarde, se quedaba frío ante el chorreo de un Luis que mantenía con él una charla de antología.

“Tienes ese egocentrismo por falta de seguridad en ti mismo”, le decía Luis. Pero Omar no estaba dispuesto a romper su regla de considerarles intocables a Fran y a él. Apenas acertaba a decir cosas como: “Mis cojones siempre van por delante”, lo cual es de esperar porque en caso contrario sería más bien preocupante. “Algún día te encontrarás con alguien más chulo que tú que te partirá la cara”, le advertía Luis con gran acierto. Pero Omar debía estar en modo ‘Aldea del Arce’ y ni siquiera le contestó.

En resumen, durante toda la conversación tuve la sensación de que Luis le estaba viniendo a decir lo que ya le hemos escuchado: “No vales un duro”. Fue tan claro, diría incluso tan crudo, Luis que se colegía perfectamente ese mensaje. No siempre los enfrentamientos que dan puntos y afianzan liderazgos en esa casa tienen lugar en medio de broncas y gritos. De momento, Luis se ha ganado el respeto de Omar, aún siendo quien más clarito le ha dicho las cosas. Y eso es un punto.

Moleskine del gato

Paula duda entre preferir morir de amor o morir de otitis. Morir de otitis, concepto.

Vitín y sus consejos de madre: "No te pongas los auriculares muy altos, si va por rayas quítale una o dos". Le faltó añadir: “Tú sabrás lo que haces, que ya eres mayorcita”.

Azahara habló anoche tras el juicio sumarísimo contra Paula. “Su argumento para quedarse es crear bronca, y como somos una granja escuela, las crea”, dijo la malagueña. Agotada por el esfuerzo de haberse pronunciado en algo que afecta a la comunidad, pasó el resto de la noche sentada en el suelo pegando fotos en una carpeta (una cachondada del programa que agradezco personalmente). O sea, viviendo la fiesta a tope.

Y dejo cartelera con 'El show de Omar'. Como siempre por Montse Juanilla.