Kiko y María Jesús dicen (ahora) que pueden ser amigos

telecinco.es 11/04/2019 10:06

A buenas horas, mangas verdes. Resulta que a estas alturas de la película dicen Kiko y María Jesús que podrían ser amigos. Podrían: modo potencial que se refiere a una hipótesis más o menos probable. Es decir, todos sabemos que no va a ser así. María Jesús no va a comprar las canciones de Kiko ni, de momento, irá a ningún concierto de su señora madre, entre otras cosas porque no está previsto y los próximos meses tiene comprometidas todas las fechas en una playa del caribe hondureño. Kiko tampoco se prevé que vaya a asistir a un desfile de María Jesús, porque (sin contar con sus sueños) no desfila desde hace un lustro. Por lo menos.

La relación amical de ultimísima hora entre Kiko y María Jesús contrasta con las gravísimas ofensas que esta última sufrió durante la gala final. Mejor dicho, la parte correspondiente, o lo que vendría a ser medio dúo. Hagan el favor de poner atención a esto porque es muy importante. Quiere decir que la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte. Si quieren se lo leo otra vez. Y, por consiguiente, la parte contratante de la segunda parte será considerada como la parte contratante de la segunda parte. Y alguien se preguntará: ¿por qué no hacemos que la primera parte de la segunda parte contratante sea la segunda parte de la primera parte?

Después de esta incursión por los procedimientos marxistas (de los hermanos Groucho y Zeppo), seguiré con lo mío. Decía hace un par de partes contratantes que María Jesús consideró altamente ofensivo el término “muchachita”. Sí, ya sé, lo que ofende es el tono y posiblemente una parte de la audiencia habría puesto el asunto en manos del Tribunal Supremo. O, para no tardar, en el juzgado de guardia de la ofensa, que queda por las zonas abisales de Twitter, más o menos junto a la fiscalía de la descalificación. Pero yo le doy un pase.

Me hizo recordar una escena de aquella tele pública en blanco y negro, cuando en el programa de José María Íñigo ‘Estudio abierto’ dos toreros casi llegan a las manos porque uno (Paco Camino) llamó “muchacho” a otro (Palomo Linares). Algo de ofensa clásica tiene. Pero no fue esto lo más grave. Lo de “muchachita” se queda en nada al lado de los insultos de Alejandro. No sé si fue por los nervios del directo, pero cuando Jordi González le pidió a María Jesús que especificase cuáles habían sido esos graves insultos solo fue capaz de decir que la había cosificado.

“Me ha llamado ‘eso’, Jordi. Y eso está muy feo”, decía María Jesús. ¿Es cosa mía o ella también había dicho “eso”? Debe ser que estoy nostálgico hoy, pero al comienzo de la transición hubo en España una película titulada ‘El día que perdí eso’. No hace falta decir a lo que se refería con “eso”. En cuanto al naming está entre mis películas preferidas junto a ‘Agítese antes de usarla’ o ‘Juana la loca… de vez en cuando’. Llámenme tiquismiquis, pero Alejandro se refería con su “eso” a lo que María Jesús representa. “Eso estás apoyando”, le dijo el concursante al colaborador. Y, por cierto, hacía tres días de eso. Se trata de la ofensa en diferido. En forma de simulación, me imagino. Una lástima que ya no esté, porque Cospedal lo explicaba esto muy bien.

De forma que el único supuesto insulto de Alejandro que era capaz de reproducir María Jesús lo había proferido días antes. Y en realidad no era ningún insulto. Pero bueno, la realidad está claramente sobrevalorada. Para algunos vale todo y, dado que esto es un programa espectáculo, no hay por qué exigir a los concursantes que sean de verdad. Vale la mentira, la exageración, la falsedad, la mendacidad, el engaño, el enredo, la patraña. La ficción, en definitiva. Es decir, todo lo que nos ha estado regalando María Jesús, aspirante a ganar este concurso.

Me atrevo a decir que María Jesús se cree los inexistentes insultos. En su cabeza resuenan con enorme alboroto. Pero solo ahí se pueden encontrar. “Deja ya de juzgar mi concurso”, clamaba ante un comentario de Alejandro, que respondía a una pregunta en la que se le pedía que juzgara el concurso de esa rival y compañera de encierro durante tres largos meses. ¿Por qué no va a poder hacerlo? Parece que solamente ella puede hacer juicios sumarísimos sobre todos los demás, pero a ella deben encerrarla en una torre de marfil blindada y ajena a toda crítica.

Si lo que pretendemos es jugar con ventaja yo también me apunto, pero o todos moros o todos cristianos. O hay mantecado para todos, o la ofensa al río. “Los compañeros me critican y yo me defiendo”, afirmaba María Jesús. Por eso llamó “bicho” a Alejandro y añadía: “Qué tío más malo. La vida es muy larga y Dios le da a cada uno lo que merece”. En el ‘confe’ había dicho que no la han tratado como a una persona. Y se reafirmó en ello anoche, negando haber exagerado. Luego vino el numerito de alta comedia con los lloros y la rotunda afirmación: “Lo estoy pasando fatal”.

Mientras tanto, la madre de María Jesús estaba considerando encadenarse a la cancela de los tornos de entrada en el aparcamiento de Telecinco. Salir escopetado del plató es un golpe de efecto no por viejo y repetido falto de efectismo. Sigue funcionando, aunque a Juani no le salió del todo bien porque hizo tope con Jordi González y su carácter conciliador. Imposible resistirse cuando él dice “venga, ven”. Palabras clave que pronunciadas por mí serían purria, pero Jordi es mucho Jordi. A la señora se le quitaron las ganas de encadenarse, y a mí de seguir viendo la gala. Pero la cabra tira al monte. Lo digo por mí, no me vayan a acusar de haber insultado a nadie.

“Ha sido un machaque, un linchamiento”, afirmaba Juani, madre de la interfecta. ¿Linchamiento? Aconsejo que eviten usar palabras terminadas en miento, no vaya a producir confusión. También doy un consejo para futuros concursantes de Gran Hermano, sea en sus ediciones de anónimos, de famosos o mediopensionistas: no luchen hasta el final. La última semana es demasiado tarde y todo lo que hagan puede sumar de la misma manera que puede restar. Ante la duda, lo mejor es trabajar la mente para hacer como si hubieran salido ya. Y pensar que lo que pasa en la casa se queda en la casa. O sea, lo que intentó hacer Kiko desde el principio de la noche y de lo que no estaban convencidos hasta terminada la primera parte de la parte contratante de la gala final los dos finalistas aspirantes al triunfo.

Para llegar a esa conclusión al final bien podrían haber empezado por ahí y nos habrían evitado lloros, exageraciones y amenazas de abandono en el plató. Drama íbamos a tener en todo caso por esto de las dos partes contratantes, la gala final dual. La noche anterior, durante la emisión del Última hora, les pusieron un contador con la cuenta atrás de 24 horas. De inmediato supusieron que la final sería anoche, y hasta casi el final de la gala no les aclararon que debían dormir una noche más los dos que más votos llevan. Cómo sería la desazón producida en esos dos concursantes, abatidos y desesperados, para que Jordi hubiera de advertir a Kiko de que no abandonase. Para María Jesús no sé si fue más duro esto o que Kiko la llamase “muchachita”.

Habrían hecho bien en ese momento recordando las palabras pronunciadas al principio de la noche por Alejandro. “Esto es Gran Hermano, no Guantánamo”, dijo el tercer clasificado. Puede parecer una obviedad, pero no lo es. Visto el disgusto provocado por la noticia de que deben aguantar un día más ahí dentro parece que les torturasen en sesiones de mañana, tarde y noche. Por otro lado, ante la duda de los finalistas sobre cómo ir vestidos esta noche en la segunda parte de la parte contratante de la gala final, se me ocurre que les podrían poner un mono color naranja, como en Guantánamo. Eso, o repetir modelo, que en el mundo de la crónica rosa puede ser lo peor considerado. Me temo que harán esto, no obstante. Que Jesús Mariñas nos pille confesados.

La gran habilidad de María Jesús para evitar las preguntas incómodas solo tiene comparación con su destreza a la hora de copiarles el guion a algunos históricos ganadores del programa. Alejandro habló de posibles inversores que concentrarían buena parte del apoyo votante de María Jesús. Y creo que no lo hizo por inspiración divina, sino por algún comentario oído la noche de los juicios. María Jesús hizo una finta y no respondió a eso. Sobre el discutible copyright de su guion lo último ha sido repetir con insistencia aquello que decía Iván Madrazo sobre tener luz propia, solo que en su personal versión. Al ser copia de copia no resulta igual.

Las fotos de señores que han ido viendo salpicando este escrito corresponden a los dos finalistas que dejaron de serlo anoche. Y la última es un maletín que aguarda ya en el pabellón hasta encontrarse con su ganador. Juan Miguel no tuvo entrevista porque no la tiene. Poco interés podría tener verle contando si prefería untarse aceite de la freidora después de hacer empanadillas o muslitos de pollo.

Otra cosa fue lo de Alejandro, al que enfrentaron con una desidiosa Sofía (as usual) y a las palabras de su padre. Como siempre, colgado de alguien como un koala. De hecho, así acabó, colgado de Antonio una vez había terminado la gala. Sofía estuvo toda la gala con cara de palo. Creo que fue a una escuela de interpretación para lograrlo. Eso sí, le falló un poco el plan porque pincharon un plano en el que sonreía. Hizo entonces lo que no se debe hacer nunca: demudó el rostro. Se puso seria otra vez, ensayando el método Stanislavski. Luego le dio una especie de ataque de ansiedad a la hermana de Alejandro y su madre abandonó con ella el plató. Cosas del día a día.

Para Juan Miguel la palabra que resume su concurso es “honestidad”. Menos mal que no dijo hiperactividad, dinamismo o desenfreno. La de Alejandro es “madurez”. Le faltó añadir otra palabra: “soñada”. “Especial” es la palabra de Kiko. Creo que estaba pensando en los premios de las tragamonedas. Y María Jesús dijo “superación”. Falta que supere los falsos insultos por los cuales tanto sufre. Por cierto, antes de que conocieran el engaño del programa y recibieran la noticia de que habrían de esperar otras 24 horas para conocer el desenlace, les hicieron creer que había llegado el momento y la ganadora era… Ambrosia. ¿Quién es Ambrosia?

Moleskine del gato

No vimos porcentajes ciegos tras la salida de Juan Miguel y Alejandro. Haciendo una proyección tras eliminar sus porcentajes la diferencia entre el más votado y el otro finalista estaría en torno a los 14 puntos. Es decir, a unos 7 puntos de diferencia. ¿Es posible el sorpasso No estoy seguro.

“Ojalá no fuera tan humilde”, dijo anoche María Jesús. Es un cover de la frase preferida de Cristiano Ronaldo: “Ojalá no fuera tan guapo”. Que tuvo, a su vez, su versión humilde en la respuesta de Amaia Montero a Malú: “Ojalá fuéramos todas tan guapas y delgadas como tú”. Desear no ser humilde es un “defecto de maldad”, como diría Juan Miguel.

Que me aspen si la chispa que salió del secador de pelo y casi chamusca la mano de Juan Miguel fue un presagio de que iba a ser el cuarto clasificado, primero en salir anoche de la casa. Yo me hice donante de pelo para no tener problemas con el secador. ¡Prometo!

Lo último de la gala fue que la sala polivalente, la de los mil y un nombres, era anoche la sala de la verdad. Se tuvieron que mirar a los ojos los aspirantes. Kiko vio en la mirada de María Jesús tristeza. Y María Jesús vio en la de Kiko una persona maravillosa. ¡Toma ya! Esa no te la esperabas. Porque ella lo vale.

Esta noche la segunda parte de la parte contratante. ¿Lo leo de nuevo?

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