Liz abronca a Alejandro por contar su secreto a otros

telecinco.es 02/02/2016 09:26

La fiesta nocturna tuvo el remate inesperado de una bronca premeditada y buscada por Liz. Vueltas le tuvo que dar a la cabeza para llegar a pensar la forma en que podría ser protagonista un rato. Buscó el enfrentamiento con Alejandro, pero también con Laura, a la que busca los últimos días. La virtud de tener bronca en medio de una fiesta es la posible excusa de estar influido por el alcohol. No vale la excusa en el caso de Liz, porque su gasolina es el propio veneno que rezuma y no el alcohol. También he de decir que su veneno se me antoja necesario. Anoche la fiesta hubiera sido poco más que una aburrida exhibición de baile de Lucía, que parece hermana de Tony Manero o prima de José Luis Fradejas (solo los de edad media entenderán esta última broma) (he dicho edad media, no la Edad Media).

Alejandro se dirigió a Liz para preguntarle qué le había dicho Laura sobre un tema personal que él solo ha contado a unas pocas personas en la casa. Bueno, quizá no son tan pocas. Anoche salían unos cuatro compañeros, aunque posiblemente hay alguno más, y también están los que entraron en la casa sabiéndolo. “Con eso no juego. Es que le doy tres puntos hasta que me muera. A ti y a ella”, le decía Alejandro a Liz. En un momento estaban persiguiendo a Laura, que decía a gritos: “A mí no me digas nada, que yo no soy la que juega”. Aunque parezca mentira, esto que acabo de contar es la almendra de la discusión de anoche.

Para entender el tema debo contar que ese tema personal de Alejandro es algo relativo a su vida personal, ajena al concurso. Es algo delicado porque afecta a un menor, y a la vez preocupa a este concursante. Al parecer, la primera persona de la casa a quien se lo quiso contar fue a Liz. Ella dice que con la premisa de que no se lo contase a nadie más porque es algo muy importante para él. Es el típico caso de la persona que te cuenta algo regalándote los oídos al decirte que no se lo ha contado a nadie más ni lo hará. Esto te hace sentir especial para esa persona, pero suele ser mentira.

Liz anoche se quejaba de que Alejandro se lo hubiera contado a más personas. Sin ir más lejos, a Laura la noche anterior, de lo cual ella fue testigo desde lejos. La información gestual le fue suficiente para saber que Laura acababa de ser depositaria de ese secreto. Según Liz, Laura se lo contó a su vez a alguna otra persona, información que ignoro de dónde sale y cómo la obtuvo. Es posible que viendo las imágenes montadas en un próximo programa tengamos una información más amplia de lo sucedido esta madrugada.

No es casual que los implicados en la discusión fueran Liz, Alejandro y Laura, esa especie de triángulo de las Bermudas que lleva días barruntando un terremoto. Laura tiene la información de que Alejandro puede estar por ella, al tiempo que la propia Liz le ha confesado sus intenciones sobre Alejandro. Demasiada tensión acumulada. Y, sobre todo, demasiado deseo de repartir veneno por parte de Liz, aprovechando una situación en cierto modo creada y meditada por ella. No hay quien se crea su enamoramiento hacia Alejandro. Liz nunca debió hacer realities. A ella lo que le va es la ficción. Ficción cutre y salchichera, pero ficción al fin y al cabo.

Liz tenía ya lo que quería. Podía reprochar a Alejandro haberle contado su secreto a más gente, y a Laura haber liado el tema. Todavía más, el gran reproche a Laura era realmente que ella respondiera diciendo: “Yo no soy la que está jugando”. A decir verdad, la afirmación de Laura tiene cierta intencionalidad. No la tendría si hubiera dicho: “Yo no estoy jugando”. Esa forma de decirlo lleva implícita la acusación de que otra persona está jugando, incluso se puede interpretar que otra mujer. Más gasolina para Liz, que no la necesita en absoluto.

Sorprendente que Julián defendiera a Liz, no en su enfrentamiento con Laura sino con Alejandro. Su defensa parte de coincidir con Liz en que Alejandro no debía haber contado su secreto a nadie más. Está claro que el míster se equivoca al decirle a Liz que solo se lo quiere contar a ella, lo cual tampoco explica su enfado. Liz no es quién para exigirle a Alejandro que no le cuente a nadie más aquello que le ha confiado a ella en exclusiva. Entiendo que le moleste la actitud de Alejandro, aunque no tanto como para montar un dos de mayo, mucho menos para decirle a su amigo que no volverá a dirigirle la palabra mientras dure en el concurso.

Queda claro que Liz aprovecha la situación para conseguir el objetivo múltiple de reclamar su cuota de protagonismo y tocarle un poco las narices a Laura, lo cual lleva unos días haciendo. Cualquier cosa que haga en contra de Alejandro podrá después justificarlo con su enfado y decepción por no ser correspondida en su amor. Quiero decir su “hamor berdadero”. Ahora bien, en el fondo del asunto está una actitud de Alejandro que no termino de comprender, y me genera muchas dudas.

¿Por qué Alejandro le cuenta a tanta gente su secreto? Javier intentaba justificar anoche a su amigo explicando que si lo ha contado es porque necesitaba hablar con alguien del tema, al ser algo que le tiene preocupado. Me creo que es importante para Alejandro, que llegó a decir anoche: “Ese tema es intocable para mí. Es que me voy de aquí por ese tema. Ese tema no quiero”. Ahora bien, ¿era necesario contarlo a varios de sus compañeros? ¿Con qué fin lo ha hecho? Por lo que supimos anoche, a Liz se lo contó sin micrófono de por medio, asegurándose de que no salía de allí. No creo que hiciera igual con los demás, y me parece demasiada difusión para luego reclamar tanta opacidad sobre el tema.

Claro que Alejandro tiene derecho a mantener en secreto aquello que considere. Pero también debería considerar que cuanta más gente lo sepa más complicado es de mantener el secreto. Algo así decía anoche Julián, que también aprovechó para malmeter un poco a diestro y siniestro. De todas formas, discrepo en que si se quiere mantener un secreto solamente se le debe contar a una persona. En realidad, la única garantía de que no se conocerá está en mantener silencio y no contárselo a nadie.

Si le cuentas un secreto solamente a un amigo, con la petición de que no se lo cuente a nadie, este siempre puede hacer lo mismo con otro amigo suyo. La cadena está abierta, y transcurrido cierto tiempo puede haberse enterado media población mundial. Todos confiamos en la discreción de un amigo que jamás contaría nuestro secreto. Y ese “todos” es tan real que al final puede definir cuántas personas terminarán conociendo nuestro secreto. En estricta confianza, eso sí.

Si tuviera razón Javier, con contárselo a una persona hubiera sido suficiente. Es cierto que a veces necesitamos hablar con alguien de un problema, algo que nos tiene preocupados. Pero si lo cuenta a cuatro personas es otra cosa. No me andaré con más rodeos, creo que es razonable dudar si Alejandro quería dar pena contando su historia personal, y de esa forma conseguir evitar la nominación de algunos compañeros. No digo que fuera esa su intención, pero creo que se puede pensar eso al ver que le cuenta a tanta gente algo a lo que concede tanta importancia.

Las sospechas sobre las razones de Alejandro para compartir con varios compañeros ese secreto suyo revelan cierta contradicción con la acusación de estar jugando con el tema, hecha anoche por él mismo. Debería saber que algunos no tenemos claro si no ha sido el primero en jugar con algo tan importante para él. En todo caso, si así fuera no tiene ni punto de comparación con la manipulación malintencionada de Liz. Tras la primera parte de la bronca hablaba Liz con Julián. Entre otras cosas, le decía que Laura es una “metemierda” (lo que vendría a ser “meté mierdé, en francés VIP). Julián no tardó ni cinco minutos en ir a contarle su conversación a Laura.

Cualquier parecido entre lo hablado por Liz y Julián y aquello que este último le contaba después a Laura es pura coincidencia. No hacía falta ser fiel a la versión original, casi cualquier cosa que le dijera a Laura la haría explotar. Ni siquiera le dio tiempo a llegar a lo de “metemierda”. Cuando Laura se pone apresuradamente el abrigo ya sabemos que va a haber bronca. Julián lo sospechó también porque ya la advirtió de que volviera de la playa directamente al dormitorio, pero se quedó tranquilamente tumbado en su cama. Ni siquiera se levantó cuando escuchó los gritos. Estaba muy a gusto, incluso soportando el peso de Sema abrazado a él. Mentalmente debía estar frotándose las manos.

Lo que ocurrió a partir de este momento lo tengo que resumir en un runrún de gritos en el jardín y estas prometedoras palabras de Charlotte, que bailaba junto a Belén y Lucía, casi ajenas a lo que estaba sucediendo. La argentina dijo: “Le quiere pegar”, y las tres ‘gogós’ de la fiesta se acercaban a la cristalera que separa el salón y el jardín mirando con cierto pánico lo que sucedía en el exterior. No me pregunten, porque no lo vimos, pero puedo confirmar que la sangre no llegó al río. En el siguiente plano del jardín, Liz sujetaba en su mano un vaso con líquido (no sabría precisar si era agua u otra cosa). Laura estaba en la playa. El fantasma de la gran Indhira sobrevoló Guadalix en ese momento.

Después de ver a varias personas sujetando a Laura y a Liz, con Javier despertando a Raquel para que rescatase a Laura de la playa y la llevase a la cama evitando que volviese a enzarzarse con Liz, ver a Julián tumbado en la cama esperando pacientemente el regreso de Laura da cierto coraje. “¿Qué ha pasado?”, preguntaba Julián. Poca prisa se dio en acudir viendo que tardaba en volver. No es de extrañar la actitud de Julián, que ya ha demostrado de forma suficiente lo poco que le importan los demás. En una ocasión Julius le dijo que le daba pena lo de Alejandro. “Mira, para penas las mías”, fue su respuesta.

El único que dijo algo sensato anoche sobre este tema es Carlos. “Lo que tiene que saber es a quién se lo cuenta”, afirmaba el presentador de televisión. Y, una vez más, no tengo otra opción que decir “amén”. Es lo realmente importante. Tiene su derecho a contar lo que quiera a quien quiera. Nadie decide por él. Tampoco debe nadie contar lo que él le ha confiado, por mucho que estén rodeados de cámaras y los secretos puedan ser difundidos en televisión. El gran error fue de Alejandro y no es otro que su confianza en Liz. Como dice Carlos, ya sabe a quién se lo ha contado. Para algo sirvió lo de anoche.

Moleskine del gato

Tenía intención de hablar hoy de varias cosas, pero esta movida de anoche me lo ha impedido. Por ejemplo, quería reflexionar sobre lo mucho que se están currando el protagonismo Sema y Liz. Tanto como se están equivocando al forzar las cosas. “Me tiro haciendo como que caigo en la canción de Boney M. Así llamo la atención”, decía Sema el otro día. Ni siquiera es espabilado y recurre a justificarlo diciendo que es un recurso clásico de la comedia. Tropiezos y caídas, tan explotadas desde el cine mudo. Pero no, Sema habla de llamar la atención, que es precisamente lo que hace casi todo el rato.

También quería hablar de por qué a Belén la llaman “pollito”, aunque una de las imágenes que acompañan este texto lo explica bien.

Anoche Sema le contaba algo a Charlotte, y hablaba de coger su cámara. Charlotte preguntaba: “¿La Nikon quién es? ¿Una amiga tuya?”. Tuvo que explicarle que era su cámara. “Nikon, Canon, ya sabes”. No sé por qué relaciono esto con otra cosa dicha minutos después por la última en llegar a la casa de Guadalix. “Las rubias bailamos mientras otros discuten”, decía Charlotte. Esto explica todo. No había caído en que es rubia.

Y dejo cartelera, con Liz y Sema en 'Liz y el sapo'. Como siempre, por Montse Juanilla.