Lorena es insegura y contradictoria, más o menos como todos
En la cabecera de este blog figura una autocita que desde el principio pensé explicar algún día, y creo que va a ser hoy. La frase dice: “Obviedad: palabra de ocho letras”. Hay una doble intencionalidad en la cita. Por un lado porque con frecuencia tengo la sensación de estar disfrutando el placer de decir cosas que son obvias, pero no por ello necesariamente sabidas. La propia actitud de los concursantes demuestra muchas veces que algunas cosas no son tan claras como parece. Por eso siguen tropezando una y otra vez en los mismos errores, más o menos clamorosos.
No me disgusta hablar de cosas que considero obvias, más bien al contrario. Alguna vez he hablado de mi debilidad por los argumentos incuestionables. Jugar con la ventaja de un argumento que por sí solo desarma cualquier tesis contraria produce un regusto especialmente satisfactorio. Ahora bien, en otras ocasiones, señalando obviedades puede uno quedar cerca de la trampa, al borde del precipicio. No deja de ser contradictorio criticar a quien está criticando que otros dediquen su tiempo a ejercer la crítica. Y señalar lo contradictorios que son los demás, sin mirar lo que uno mismo está haciendo.
No es un juego ni un trabalenguas, aunque para hacerme entender mejor necesito usar un ejemplo práctico visto en el resumen de ayer. Raki acude a Giuls para preguntarle quién ha estado cuchicheando. Al parecer, la concursante expulsada el lunes se había quejado al ver a unas compañeras cuchicheando, lo cual merece la censura de las dos concursantes antes mencionadas. Raki se interesa por un asunto que le merece crítica. Se trata de unos cuchicheos. Pues bien, ¿cómo le pregunta por ello a su amiga? Cuchicheando.
Si comentamos la escena anterior entre cuchicheos estaremos contribuyendo a extender de forma casi viral ese auténtico vicio de censurar en los demás aquello que nosotros también hacemos. Es algo en lo que caemos todos, en mayor o menor medida. Está siendo contradictorio Iván cuando dice que en este programa se debe ser uno mismo. Y lo dice después de imitar la voz de Antonio Recio (personaje de La que se avecina) y antes de bailar como Miguel Bosé. Ser uno mismo, claro.
También es contradictoria Lorena cuando llama hipócrita a Igor por los besos tras haberla nominado, cuando ella había hecho lo mismo con Giuls. Aumentado y corregido, además, porque le llegó a decir que ella le importaba, expresando su deseo de que se llevaran bien para poder mejorar la relación entre ambas. Se trata de un caso claro de ‘ojovigismo’, ver la paja en ojo ajeno y no la viga en el propio.
Lorena es contradictoria, aunque no tengo seguridad de que lo sea mucho más que cualquiera de nosotros. Sucede que en su caso somos muchos los testigos atentos a cada uno de sus pasos. Sus errores y contradicciones son enormemente visibles, también es cierto que tanto como los de sus compañeros de encierro. Todos ellos están expuestos a una vigilancia por nuestra parte que resulta necesariamente severa.
Todo lo dicho no vale para exculpar a nadie, si acaso para entender algunas reacciones e intentar analizarlas con cierta generosidad. A pesar de todo esto, no tiene excusa que Lorena se ofenda porque Igor la llame maleducada, teniendo en cuenta que antes ella le había llamado hipócrita. Su reacción airada no está justificada, por muy generosos que intentemos ser. “¡No me vuelvas a llamar maleducada!”, gritaba Lorena. ¿Por qué tendría que callar su opinión Igor? Si la razón es mantenerse dentro de unos límites de cordialidad, es ella quien los había traspasado anteriormente. Con la diferencia, a favor de Igor, que este respondía tranquilo y sin elevar el tono de voz, mientras Lorena no paraba de elevar la voz visiblemente alterada.
Creo a Lorena cuando dice no acordarse de que había llamado hipócrita a Igor antes de la leve ofensa que supone cuestionar su educación. Ni siquiera era consciente de que realmente perdió los papeles y tuvo una reacción poco educada con un compañero cuyo cuestionable pecado no fue otro que mostrarse amable. Iván se lo intentó explicar ayer tarde, e incluso pareció entenderlo. Mucho me temo que no fue así.
Con paciencia y buenas maneras, Iván se esforzó lo indecible en explicarle a Lorena lo que había sucedido. Lo hizo dando buenos consejos, en un tono más humilde que el empleado la noche anterior por Sonia. Contó este remedo de Tony Manero que cuando tenía 19 años era tan impulsivo como Lorena, pero desde entonces (tiene ahora 26) ha logrado controlar su pronto. Y le recomendaba control a su compañera, porque en caso contrario el precio es perder amigos y ganar disgustos.
Estuvo bien Iván en esa charla con Lorena. Serio, sensato y comprensivo. También sincero, diciendo lo que piensa sin temor a molestar. Posiblemente lo hizo, aunque peor es que sus consejos cayeran en saco roto. A la conversación se unió Danny, que cuando Lorena adelantaba su intención de pedir excusas al grupo en el almuerzo le recomendaba hablar en privado con Igor. No solamente rechazó la idea, sino que finalmente su mensaje tuvo un tono diferente al que le recomendaron sus dos compañeros.
Con todos a la mesa, Lorena pidió la palabra para pedir disculpas por perder las formas afectando a la armonía del grupo, pero reafirmando “el contenido” (sic) de su comportamiento. No de sus palabras, de su comportamiento. De forma que estaba confirmando su opinión sobre Igor, que no obstante aceptaba las disculpas y asumía el propósito de mantener el buen ambiente en el grupo. Complicado prometer control de las salidas de tono sin rectificar nada de lo dicho. De hecho, no tardó en incumplirlo.
Ya por la noche, Iván se mosqueaba en la radio (que ya se puede seguir por Internet) con Lorena por las repetidas interrupciones de esta. Aunque no pudimos verlo, parece ser que Lorena fue a hablar con él más tarde y terminó diciéndole que era un impresentable. Esa reacción desencadenó una respuesta inesperada en Noe (¡Por fin liberada!) y la posterior intervención de Igor tranquilizando a esta princesita que parecía estar viviendo una pequeña crisis de ansiedad.
Los dos estuvieron enormes. Noe por mostrarse tan abiertamente sincera con Lorena; e Igor por el cariño y las buenas palabras con las que logró tranquilizar a Noe. Demasiado fuerte le pareció a la amazona lo de impresentable. Se lo afeó a Lorena y le hizo una advertencia en toda regla: si sigue perdiendo los papeles la situación se hará insostenible. Creí entender que se estaba refiriendo a la relación entre ellas dos.
Me pareció perfecta esta Noe directa y mucho más madura de lo que pudiera aparentar. A pesar de lo cual no pudo evitar el disgusto. Terminó llorando y con su episodio de ansiedad, resuelto magistralmente por Igor (Noe toma una medicación para la ansiedad, como ha contado ella misma y avisó su amiga en plató en la gala de presentación). Pronto se la llevó al salón, la rodeó con su brazo y comenzaron a andar en círculos, a buen ritmo, sin parar de hablarle. Sus cariñosas palabras fueron un bálsamo para Noe.
La aisló del resto y envolvió con su discurso. Un discurso generoso, rápidamente improvisado, con el que este concursante me ha ganado absolutamente. Mañana puede cometer un error e igual reconsidero mi opinión sobre el jugador de hockey, pero anoche me brindó un momento único. Pura magia. Gran Hermano en estado puro. Confieso que me emocionó ese momento y vuelvo a emocionarme ahora al describirlo.
Que Igor (híbrido entre su paisano Alex Ubago y su casi tocayo Aigor, de la película El jovencito Frankenstein) pretendiera calmar a Noe o intentase separarla de Lorena y llevarla a su terreno no importa dado el fenomenal resultado de su maniobra. En todo caso, una cosa es ser estratega y otra un vil manipulador, e Igor tiene más pinta de lo primero que de lo segundo. Bien distinto hubiera sido su discurso si tuviera intenciones espurias.
Volviendo a Lorena, es contradictoria por todo lo comentado y muchos detalles más. Sin ir más lejos, ayer volvía a llamar estratega a Igor y al rato intentaba pactar nominaciones con Argi y Noe, aunque esta no pasó por el aro (¡Sí, Noe liberada!). Sus contradicciones y, sobre todo, la inocencia que Lorena muestra a menudo, me enternecen en ocasiones.
Afirma ser muy intuitiva, por lo cual sabe perfectamente quién la ha nominado, pero cuando se le pasa por la cabeza que Juan Carlos pudiera haber nominado a alguna de su grupo lo descarta inmediatamente: "¿Cómo va a nominarnos Juancar?", afirmó. Más tarde casi obligaba a este concursante a que se tumbase con ellas, observando que estaba distante, y le preguntaba si las habría nominado, recibiendo un silencio por respuesta.
Pero más que contradictoria, Lorena es insegura. Tremendamente insegura. Tengo claro que todas sus maniobras para intentar salvarse de las nominaciones están motivadas por una profunda inseguridad. O ciertas preguntas capciosas a los chicos sobre si tendrían relaciones sexuales o sentimentales con mujeres gordas. También en esto es muy normal. Todos tenemos nuestras inseguridades, lo cual nos condiciona en alguna medida. Y es habitual que quienes más seguros se muestran sean precisamente los más inseguros.
Moleskine del gato
No se pueden echar nada en cara Iván y Lorena en cuanto al uso de argumentos relacionados con el físico, algo que es más bien feo. No obstante, el primero lo hace en tono de broma, provocando sonrisas a su alrededor, mientras lo de ella es puro chafardeo cargado de veneno. Por eso sería muy manipulador referir lo de uno y no lo del otro.
Se veía venir que la pregunta a los chicos sobre las gorditas sería utilizado por Lorena para cargar contra alguien, y no se ha hecho esperar. Igor respondió que no era su prototipo de mujer porque le gustaban delgaditas y con curvas. Ayer recibió lo suyo y lo de su prima en medio de un aquelarre (como lo llama el minutista José Comas) con Lorena, Argi y Noe haciendo de brujas criticonas. "Cuando habla de que le gustan delgaditas me dan ganas de decirle: hazte un blanqueamiento dental y luego hablas (...) Solo se ríe de mitad de pómulo, seguro que se ve guapísimo, a mí no me va su sonrisa torcida”, añadiendo algunas andanadas hacia Miriam, que fueron desde comentarios hirientes sobre su boca hasta llamarla directamente “mala”.
Como decía antes, muy distinto es que Iván haga una broma relativa al sobrepeso de Lorena, imitando a un dinosaurio que se esfuerza por llegar siempre la primera, como pasaba anoche cuando les decía el ‘súper’ que ya podían escribir en sus blogs. La coña puede ser hiriente, y Raki se encargó de censurarlo, pero ella también se había reído, como el resto de los presentes. Sumándose a la misma en algún caso, como hizo Igor.
Danny confirmaba ayer algo que supuso este gato adivino en un reciente escrito. Su paso por el programa le puede ayudar en su profesión, fuerte aliciente poco o nada relacionado con llegar a la meta y mucho menos en primer puesto. "Aparte de ponerme el tema de las cámaras me conviene para promocionar mi profesión", dijo ayer. Ya lo habíamos supuesto.
Termino ya. Hoy sale a la venta la revista oficial de Gran Hermano. Deseo mucha suerte a los compañeros que trabajan en ese proyecto en el que este gato comentarista hace la modesta aportación de una doble página en la cual pongo todo mi cariño. La revista saldrá cada semana al módico precio de un euro. Voy a por ella.
Antes dejo cartelera de El código Lorena, un best seller de peso. Por Montse Juanilla.