Luis, a Lucía: "Yo no doy un duro por vuestra relación"

telecinco.es 07/10/2014 08:59

Las reacciones ante un conflicto y la capacidad para empatizar más o menos con los demás ante determinadas situaciones resultan determinantes para hacernos un juicio de los concursantes de Gran Hermano. Desde la noche del viernes al sábado pasados hemos descubierto a Luis y Alejandra como dos de los más empáticos, observadores inquietos que callan muchas veces, pero puestos a analizar la situación nos pueden mostrar su cercanía a la realidad. Digo más, sus análisis van a coincidir con los que uno mismo hace la mayoría de las veces.

Alejandra afirmaba ayer que está cansada de las miradas amenazantes de Omar. “Estoy harta de callarme con Omar, espero que saquen las miradas que me echa”. Su prima se excede en prudencia y le recomienda que no diga nada. Es curioso, pero los dos concursantes que menciono tienen parejas que de alguna manera limitan o condicionan la libertad de sus actos.

Yoli debe pensar que Alejandra sin tenerla a ella al lado es una bomba de relojería que puede estallar fácilmente, lo cual no le conviene. Sin embargo, yo opino que Alejandra me convencería más y terminaría de seducirme como concursante si no estuviera Yoli. Lo mismo me pasa con Luis, para el que Fran es una losa no tan fácil de sobrellevar. No creo que Luis piense que necesita a Fran en este juego, aunque los primeros días se apoyase en él y le pidiera consejo en varias ocasiones. Ponerse del lado de Luis puede resultar algo en cierto modo incómodo mientras siga en compañía de Fran.

Es evidente que ni Luis ni Alejandra tienen la sensación de que sin su acompañante ganarían enteros en este concurso, pero habiendo comprobado lo bien que analizan las situaciones, no me extrañaría que en alguna ocasión hayan llegado a plantearse tal situación, solo fuera por empezar a prepararse para cuando eso suceda. La cercanía de Alejandra a su prima o la de Luis con su apoderado les impedirá afinar su sentido crítico, pero sinceramente espero que podamos comprobar la forma de desenvolverse de ambos sin sus respectivos acompañantes.

Que Luis tomase la palabra el primero la madrugada del pasado sábado para decirle a Paula que debía acabar con esa situación y marcharse al dormitorio es algo más que un punto a su favor. Demuestra un arrojo y una coherencia mayor que la de los demás. Y, sobre todo, nos presenta a un Luis capaz de gestionar el momento álgido de un conflicto sin dejar de un lado sus propios principios y convicciones. Luis no se esconde ni evita el compromiso. El contraste con algún otro compañero, como Hugo, es más que evidente. El dueño de Rubia dice que no se mete porque Omar y Paula no le han hecho nada malo a él directamente. Es el típico razonamiento de “a mí no me ha hecho nada”, que muestra cierta incapacidad para sentir empatía hacia quien sí puede estar sufriendo o está siendo dañado de forma evidente por un compañero.

Ayer Luis mantenía una interesante conversación con Lucía, a petición propia. Sus opiniones parecían no tener filtros ni estar condicionadas por el miedo a decir incómodas verdades. Aunque envolviese sus palabras en un manto de prudencia y buenas formas, no paró de decir verdades como puños, sin cortapisa alguna. Después de que Luis le expresase su deseo de hablar a Lucía y ambos quedasen para unos minutos más tarde en el jardín, la novia de Omar avisaba a este de sus planes. “A ver si le voy a tener que crujir el cuello” (no estoy seguro de si dijo “crujir el cuello” o “coger del cuello”, aunque para el caso viene a ser lo mismo), contestaba Omar cuando supo que su chica iba a hablar con Luis. Así son las cosas, no hace falta ni analizarlo.

Omar lo pone muy fácil porque basta con transmitir sus palabras y actitudes, que se califican solas. No solo es innecesario detenerse en el análisis, sino que huelga. Es una pérdida de tiempo señalar lo obvio. Desde el pasado sábado le hemos escuchado justificaciones más o menos directas a sus actos. No censuro que Omar tomase la decisión que tomó, lo cual en buena medida entiendo. Lo malo fue su planteamiento, la manera que tuvo de hacer las cosas, que resultó especialmente humillante para Paula. Lo dice él mismo: “Yo pienso en mí, luego en mí y más tarde en mí”. No hace falta que lo jure.

Si Omar hubiera hecho las cosas de otro modo, y demostrase preocupación por dañar lo menos posible a los otros, me resultaría imposible hacer una crítica solamente basada en que ha dejado a una mujer para irse con otra. Independientemente de más detalles, esta es la historia más repetida desde que existe la humanidad. Hombres y mujeres que se encuentran y desencuentran, parejas que hoy existen y mañana no. La mayoría de las parejas que se rompen es porque uno de los dos tiene un recambio, se ha enamorado de otra persona. Hay quien dice que las mujeres rara vez dejan a su pareja sin que haya otra persona, algo más frecuente en los hombres. En todo caso, es un comportamiento humano nada singular, por lo cual no debe resultar complicado de aceptar.

No creo que estemos criticando a Omar por irse con Lucía. Personalmente era lo que estaba deseando durante la apasionante madrugada de marras, entre otras cosas porque era lo que más convenía al espectáculo. Y también a Paula. Lo censurable, repito, es la forma de actuar, su falta de delicadeza. Cuando ayer hablaba de errores y aciertos, en realidad estaba invirtiendo los términos de lo que realmente pienso. Creo que una fiesta no es el mejor momento para hablar de nada, pero respecto al resto de situaciones, veo con mejores ojos a Paula ahora, después de comprobar que fue capaz de no arrastrarse por el suelo para no perder a Omar.

Todo lo que hemos escuchado desde entonces a Omar confirma que Paula hizo lo mejor que podía hacer. “Paula nunca ha sido mi novia y le dije que la quería para no dejarla mal”, dice Omar. Vuelvo a insistir en que no es necesario decir nada, sus palabras hablan por sí solas. Ayer le decía a Lucía, en una de las múltiples conversaciones que tiene la pareja, en buena medida aislada de los demás: “Una cosa es amor y otra cariño. Cariño le tengo a mi perro también”. Confieso que cuando le escucho estas cosas me relamo imaginando la entrevista de Mercedes a este concursante. Cada una de estas frases es un arma arrojadiza de la que difícilmente podrá salir indemne.

Más ridículo resulta escucharle decir que no está con Paula porque es demasiado buena para él. Quiero pensar que ni él mismo se cree estas cosas, porque en caso contrario sería aún más preocupante. No hace falta decir que no me creí el romance de Omar con Paula en ningún momento, tal cual repetí por activa y por pasiva. Sus permanentes miradas a cámara eran suficientemente descriptivas para ver que su preocupación principal era tener su dosis de protagonismo a través de esta historia que la propia Paula le puso en bandeja.

Todavía pienso en quienes defendían a la pareja y la única explicación puede ser la diferencia entre lo que observamos quienes estamos pendientes a la ventanita del directo durante muchas horas al día y aquellos que se asoman solo eventualmente, viendo el diario o los vídeos de las galas. Casos de ceguera aparte, no creo que entre quienes estamos observando con detalle lo que pasa en esa casa todo el santo día nadie pudiera creer a Omar cuando decía que Paula era la mujer de su vida. No se trata de acertar o fallar una porra, sino de estar o no en la pomada.

Vuelvo al punto de la narración donde hablaba de la anunciada conversación entre Lucía y Luis. Este último tiraba con bala, sin perder las formas en ningún momento. “Lo siento, pero no me creo para nada esta relación”, decía. Hombre, ya tenemos algo en común con el aspirante a matador. Afrontar así este toro es como ponerse ante la puerta de chiqueros, de rodillas y solo con el trapo por delante, para recibir la embestida de un bicho que sale sobrado de fuerzas. No olvidemos que Luis estaba hablando con el alter ego de Omar, casi su sosias.

Ya dijo Omar que su entonces exnovia era como él pero en chica. Hemos podido comprobar que así es, en esto ni mentía ni decía ninguna tontería. Si a Omar le están esperando 837 chicas fuera, anoche Lucía decía: “Sé que no tendría problemas para encontrar a otro chico, no soy gorda, soy del rollo". Del rollo de su novio, querría decir. Ante una actitud tan mezquina, las palabras de Luis sonaban aún más como música celestial.

Estas son algunas de las frases de Luis durante su conversación con Lucía: “Lo que hizo Omar para mí no es de ser un hombre”; “Muy enamorada tienes que estar. Yo no doy un duro por vuestra relación”; “Yo no confío en esta relación. Lo siento si soy duro, pero no quiero vender la moto y sentirme sucio”; “Tú vales más como para tomar esa decisión”. Ya digo: música celestial. Tal vez se excedió en su diplomacia cuando le decía a Lucía: “Te vi una persona con clase, que no digo que Omar no la tenga”. Hombre, Luis, ¡no fastidies!

Tampoco tuvo inconveniente en mentar la soga en casa del ahorcado diciendo que considera a Paula “una señora”. Y en la misma frase volvía a coincidir con el análisis de este gato al afirmar que solo hay una persona culpable, y ese es Omar. Escuchando cosas como estas pensaba que si hubiera estado allí Omar probablemente si le hubiera cogido del cuello. “Puedo tener una convivencia con Omar, pero no voy a tener una amistad con él”, decía Luis, quien analizaba con precisión el cambio de actitud de este concursante desde el pasado sábado: “Ahora está más cordial y simpático porque tiene a todo el mundo en su contra y quiere volver a ganárselos”. Otro minipunto para Luis. Y van.

Es una pena que Luis arrastre la rémora de su acompañante y, además, no termine de convencer. Como concursante es de esos que parecen estar bailando todo el rato la yenka: un pasito para adelante y otro para atrás. Y así no hay manera. Por ejemplo, en el supuesto complot conspiranoico de Fran se vio arrastrado Luis por el ímpetu con el que defendía su idea el apoderado. No solo pensaban en un negocio de camisetas, o lo más sencillo de que la pareja Omar y Lucía duplicasen ingresos al entrar ambos al concurso. También llegaron a decir, al parecer como idea de una de las hermanas (no recuerdo si Loli o Mayka) que Vitín tenía el objetivo de promocionar sus imitaciones. Ni que fuera a convertirse en el nuevo Carlos Latre.

Luis no tuvo tampoco inconveniente en sacar el tema del complot con Lucía, lo cual hizo después de pedir perdón de forma colectiva por haber participado de los comentarios al respecto. Especialmente pidió perdón a Vitín, aunque en su charla nocturna transformaba esa petición de perdón en que él había perdonado a Vitín. Para terminar con este asunto, he de decir que Lucía estuvo encajando un golpetazo de realidad tras otro sin rechistar. Al menos no se puede decir que no sea buena fajadora. Otra cosa es lo que luego comenta y cómo se muestra estando con su recuperado novio.

He hablado poco del ridículo papel de adivinadora que está haciendo Loli. Con todos los respetos a quienes se dedican a estas cosas o creen en ellas, diré que me da hasta vergüenza comentarlo. Sentí bochorno viendo el sábado a Loli interpretando dos velas de tarta de cumpleaños, un 0 y un 2, haciendo que el primer número representase a Paula y el otro a su abuela. Quemó ambas velas a la vez y sacó conclusiones irrisorias, como intentar acertar la razón por la que cuando dejaron de quemar las velas el cero se había convertido en una letra “C”, o bien una “U”, según le apuntó Paula. Muy casual no parece, porque claro, si cortas el cero por la mitad lo que queda es algo parecido a esas dos letras del abecedario, de toda la vida de Dios.

Loli está despistando a sus compañeros y, de momento, nadie se le esté echando en cara, aun cuando sus adivinaciones van fallando de forma casi sistemática. Según ella, Paula tendría una relación duradera con Omar y a la exnovia de este la veía lejos, en otra ciudad por un tema de trabajo. A Yoli y Jonathan les ha empujado casi a estar juntos. Algún día llegará que le pidan explicaciones por sus fallidas predicciones, y entonces se puede montar la mundial. Es un espectáculo ver cómo pregunta cuántos hijos tuvo la abuela de Paula y lo que le cuesta encontrar cuatro pedacitos de cera caídos en el plato. Tres hubiera estado mejor. Me extrañó que no especulase con que uno de ellos no era hijo suyo. O algo peor.

La prueba de esta semana promete. Puede ser la primera que no pasen, más que por la parte física, vedada en la práctica para las Omaítas y Fran, porque contiene decenas de preguntas de cultura general que no resultarían tan complicadas de responder a no ser que el nivel cultural de la mayoría en la casa es muy bajo.

Tenemos casos como el de Hugo, quien ha contado que jamás estudió y aprobaba los exámenes gracias a ‘El rincón del vago’. Más crudo es lo de Alfredo, que no estuvo escolarizado hasta los diez años. A esa edad aún no sabía leer ni escribir, lo cual afirma que aprendió a hacer en cuatro meses. Una vez finalizado ese rapidísimo proceso de aprendizaje (se me antoja propio de un superdotado) abandonó el colegio para siempre. Ahora está decidido a insistir en obligar a estudiar a un futuro hijo. Conociendo estos detalles, que ellos mismos han contado, se entiende todo mejor.

No obstante, es todo bastante curioso, especialmente la respuesta a preguntas como el rasgo facial que le falta a la Gioconda, que para ellos es la sonrisa, precisamente lo más característico del cuadro de Leonardo. Uno de los primos (no lo identifiqué) tenía ayer dificultad para encontrar España en un mapamundi. Estos dan cuatro vueltas sobre ellos mismos y necesitan un GPS para volverse a encontrar.

Moleskine del gato

Lo mejor de la prueba es esa pizarra tan maravillosa que ya quisiera tener el propio Albert Einstein, como muestra el documento gráfico un poco más abajo.

Vitín ya ha contado a Alejandra y Paula que Omar le ha propuesto salir a la palestra este jueves. No parece dispuesto a ello, o eso dice. Bien por la decisión de Vitín, que será un pagafantas, pero no vende tan barato su nominación. Lástima que Omar se vaya a salvar porque su hermano Alfredo sigue dando la impresión de que todo le da igual.

Y dejo un nuevo documento gráfico, en este caso se trata de un tuit de uno de los colaboradores del debate. Sí, es aquel que cuando Jordi González le da la palabra por primera vez dice que no tiene nada que decir, lo cual es tan inusual como sorprendente. Aparte de su proverbial desconocimiento sobre aquello de lo que había ido a hablar, tan indignante que evitaré entrar en detalles, parece curioso que se dedique a retuitear mensajes ofensivos para Gran Hermano. No es solo el reproducido, tengo otras capturas en mi poder. Eso sí, nada que objetar si convenimos que lo de morralla puede ir por él mismo.

[Montaje por @Tito_Soy]