María Jesús, adicta al show

telecinco.es 10/04/2019 09:49

Termino la serie de daguerrotipos de esta edición DÚO con el de María Jesús, una adicta al show que empezó villana y terminó víctima, habiendo intentado incluso pasar por heroína. Quedará así completa la serie, después de haber descrito al Juan Miguel barbitúrico; contado que Kiko pudo ser y no fue; elogiado la normalidad de Irene, y cuestionado ese podría ser que fuera de Alejandro. Este devaluado repóquer de ases, en el cual Juan Miguel sería el comodín, no vale más que la escalera de color posible formada por Antonio Tejado, Ylenia Padilla, Carolina Sobe y los dos finalistas que sigan esta noche en la casa. Esa sí hubiera sido una buena jugada, pero tenemos lo que tenemos.

Anoche supimos que hoy se marchan dos concursantes, por lo que las últimas 24 horas en la casa convivirán solo los otros dos. Un duelo final que todo indica tendrá a Kiko y María Jesús como contendientes, cuya distancia en votos se acorta poco a poco. Justo antes de irse Irene entre los dos porcentajes mayores había una diferencia de casi 22 puntos (21,9) y anoche había bajado ya hasta poco más de 12 (12,2). De manera que se ha reducido en 10 puntos. Es sabido que durante las últimas horas, y especialmente en las galas, es cuando se reciben más votos. Por tanto, es posible que se produjera el sorpasso si se llega a enjugar la diferencia en la misma medida que ha pasado hasta ahora.

De hecho, desde el domingo se ha reducido la distancia entre la barra amarilla y la azul en 4,4 puntos. Quiero decir que el ritmo con el que se están acortando las diferencias es bastante intenso. Lo que se mantiene es la proporción de 3 a 1 entre los dos porcentajes en cabeza y los dos más pequeños. Estos son los que saldrán de la casa esta noche y suman desde el jueves un cuarto de los votos. Los otros tres cuartos corresponden a la suma de los finalistas que se disputarán el triunfo en duelo. Está claro que las espadas están en todo lo alto, y confieso que ya no tengo tan claro el nombre que engrosará mañana la lista de ganadores de este programa.

Celebraron la última cena con unos chuletones capaces de hacer babear a cualquier carnívoro que se precie. Kiko es de natural insatisfecho y le hubiera gustado que tuviera más grasa. Tampoco le gustó el traje de alta costura que eligió para él posiblemente Irene, o quien fuera. Si termina ganando seguro que no le pondrá pegas, aunque tampoco pongo la mano en el fuego. Luego vino el ‘mantecao’ (la bebida) y la última fiesta. Curioso que también en esto María Jesús haya copiado el ejemplo de la princesa inca Miriam Saavedra y últimamente se esfuerce en bailar toda la noche, como cantaban las Sonia y Selena del primer Gran Hermano.

Daguerrotipo de María Jesús

María Jesús ha sido sucesivamente villana y víctima. Incluso su acercamiento a Juan Miguel parece revelar cierto intento de terminar siendo héroe, dado que este concursante podría haberse visto como el lado más débil de la cuerda, el buenazo del que todos se aprovechan para llevar bien el pelo, pero que no se entera mucho de nada. El reparto de roles en este concurso cuenta con la incuestionable variable fija de que nunca gana el villano. El premio se reparte siempre entre la víctima y el héroe.

Ejemplo de víctima sería ese Iván Madrazo al que todos habían dado la espalda y una noche fumaba desolado en el quicio de la puerta del jardín mientras una lágrima recorría su mejilla. Y el primer héroe que ganó el concurso sería Pepe Herrero buscando desesperadamente abrazar a la pieza débil de este tablero de ajedrez en el que convirtió el concurso y tuvo la suerte de encontrar a Dayron en el cuarto de baño. Es indudable la habilidad de María Jesús para dar la vuelta a la tortilla y lograr que, a ojos de muchos, Antonio pasara de víctima a villano, mientras ella hacía el camino contrario.

María Jesús había hecho contra Antonio graves acusaciones, aventuradas y dañinas, bordeando lo tolerable. Pero logró darle la vuelta, como digo. Ya había empezado presentándose como villana cuando machacaba a Julio en las galas, a pesar de ser parte integrante del trío con el que concursaba. Carolina, la otra pata de ese banco, se ponía del lado de uno u otro según soplaba el viento, pero no dejaba pasar la ocasión para poner a María Jesús en más de un aprieto de forma muy sencilla: diciendo verdades.

Hubieran hecho falta varias Carolinas para desenmascarar a una María Jesús que cambió radicalmente en cuanto vio que tenía posibilidades de llevarse el premio. Hasta demudó el rostro y no lo ha vuelto a cambiar. Buscando imágenes en mi archivo para ilustrar este personal retrato he podido comprobar que durante una primera fase de su concurso se le veía un rostro relajado y real, pero a partir de un determinado momento aparece en todas las imágenes con tensión en el gesto o cara de gran hipocresía. Se dice con frecuencia que nadie es capaz de modificar todo el rato su actitud condicionándola al concurso, pero en su caso creo que lo ha logrado.

No se puede acusar a María Jesús de no haberse esforzado. Se ha trabajado el triunfo como el que más, lo vaya a conseguir o no. Ha puesto toda la carne en el asador y no se le ha escapado casi nada. Incluso anoche en los últimos discursos repartía suaves puñaladitas, apenas imperceptibles, al resto de compañeros finalistas. Siempre con una sonrisa y aclarando que ella nunca ha hecho mal a nadie de forma consciente. Raro sería reconocer lo contrario. A pico y pala ha insistido en fabricar la idea de que todos han sido malos con ella. Su objetivo es fijar esa idea en la audiencia, mientras ella queda en loor de santidad.

En el trayecto entre villana y víctima perdimos la María Jesús natural, que afrontaba todo con gran tranquilidad, sin ofenderse cuando se posicionaban en su contra o riendo cuando Candela venía a sugerir que se estaba insinuando a Antonio cuando él se acercaba a oler su aliento. También reía cuando le preguntaron si le gustaba Fede, a quien despreció hasta por su dentadura. Todo eso se acabó cuando se convenció de la conveniencia de tener al grupo en su contra y quiso presentarse como la virgen que llora sangre. Todo el sufrimiento que estaba viviendo le impedía volver a sonreír. Atrás quedaban los sugerentes bailes con Julio, pocas horas antes de su expulsión disciplinaria. Y los tonteos con Antonio, al que pasó a crucificar después de haber dicho que era una buena persona.

De nada valió que Antonio dijera: “Me siento el tío más afortunado del mundo de que una mujer como tú decidiese provocarme. No me he sentido molesto en ningún momento”. ¿De qué valía quedar bien con él? Mucho más rentable iba a ser quedar como la víctima de la situación. De cualquier situación, en realidad. Y no le iba a costar esfuerzo porque ella es adicta al show, como dijo Antonio y ella siempre ha reconocido. Aceptado esto, solo veo un fallo en el enfoque. Como adicta al show podría haber logrado el mismo protagonismo que indudablemente ha tenido de otra forma.

Creo que la manera mejor de convertirse en ganador habiendo sido en algún momento la villana de la edición es buscando la complicidad del espectador y usando el humor. Al menos el sentido del humor. Si María Jesús hubiera optado por esa vía la hubiera podido apoyar sin ninguna duda. Su gran disposición, lo mucho que se ha entregado al concurso la convierte en una pura sangre. Por eso creo que lo tendrá merecido si logra el triunfo mañana. Pero rebaja su mérito el que no haya sido capaz de engañarme. El concursante está en su derecho de intentarlo. Es lícito, como dicen muchos. Pero debe conseguir que no me entere o habrá fracasado.

A María Jesús le pillamos la mentira en seguida. Bastó con recordar que durante una gala analizaba el comportamiento de Fortu y Yoli contando que en este concurso gana la persona que tiene a todo el grupo en contra. Y puso el ejemplo de Miriam, ganadora del último VIP. Su ejemplo, podríamos decir. Ahí se delataba porque demostró que conocía muy bien el guion a utilizar. Se sabía la letra y la música, solo hacía falta ponerse a cantar. Y ya lo creo que dio el cante. Las piezas terminan encajando cuando se une este análisis realizado por ella con los primeros visos de que puede ganar, una vez comprobado que en alguna votación obtiene un porcentaje insignificante de votos para la expulsión.

María Jesús ha sido una concursante camaleónica capaz de desempeñar varios roles sin apenas despeinarse. Su capacidad para mudar de piel como un áspid me resulta verdaderamente asombrosa. Podía tener un momento de alarmante tensión con Julio y a las pocas horas dejar caer de su mano los zapatos al suelo para abrazarlo en medio de una tensión de otro tipo bien distinto. Capaz de expresar a esa misma persona odio infinito para luego llorar en su hombro pensando en el próximo bautizo de la hija que tienen en común. La vida va y viene, es su impulso natural, solo que en su caso se bambolea con la rapidez nerviosa de una mosca dentro de un frasco cerrado.

No reconozco la realidad que dibuja María Jesús desde hace mes y medio (más o menos la mitad del concurso). ¿Está en su derecho de basar su concurso en una mentira? Claro que sí. Tanto como yo de decir honestamente que he visto una realidad distinta. Por consiguiente, pienso que la transforma a su favor para que la realidad no estropee su concurso de pobre víctima con toda la casa en contra. Justo lo que llevó bien aprendido y tuvo la imprudencia de contar previamente. No he visto a todos en contra, ni tanto sufrimiento, ni razón alguna para semejante exageración. Tengo dicho que cuando María Jesús habla del daño causado, por el que habría llorado lágrimas de sangre, bien pudiera estarse refiriendo a una china que tiene en su zapato.

Ni siquiera en su relación con Juan Miguel me parece sincera. Por parte de ninguno de los dos, porque tengo la teoría de que él no la traga. Y me resulta imposible de tragar que a ella no le importen sus desprecios, que afirme estar de acuerdo con la sentencia condenatoria de la audiencia o no la mencione cuando habla de sus mejores momentos en la casa. Incluso en esto disimula porque se sale de su férreo y convencido guion. Insisto en que no se le puede negar su denodado esfuerzo para intentar ganar este concurso. Eso me parece admirable. También que haya logrado ser la protagonista principal. Pero no puedo evitar verla como protagonista de una novela, no de una realidad. Y esto es telerrealidad, amigos.

Moleskine del gato

Así estaban los porcentajes anoche en el Última hora: 42,5 %, 30,3 %, 14,0 % y 13,2 %.

Dado que estamos en el final y los dos siguientes escritos serán crónica de la final dual, quiero aprovechar este último párrafo de hoy para el apartado de los agradecimientos y las despedidas. Para no dar la turra voy a ser breve y me limito a dar infinitas gracias a todos los lectores por estar siempre ahí, manteniendo este blog con vuestras visitas. A Jordina por sus diarias correcciones y su infinita paciencia. Cómo no, también a la jefatura de esta casa por seguir confiando en mí. Durante mucho tiempo siempre que acababa una edición pensaba que sería la última para este gato. Hace varias ediciones que pienso todo lo contrario, y acabo convencido de que volveré la próxima vez. En esta ocasión ni me lo he planteado, a pesar de que pienso con mucha ilusión en este próximo otoño. ¡Que siga la fiesta! Otra vez, gracias.

Ver más de: