María Jesús apunta a ganadora

telecinco.es 05/04/2019 09:51

Cuando se recurre a explicaciones sobre la filosofía del juego es porque falta carisma y atractivo. La cosa consiste en enamorar al espectador, en el mejor de los casos. Si no es posible llegar a eso al menos convencer. Y, en último caso, generar menos rechazo que el resto. Es sabido que todo lo demás solo vale para pasar el rato. O para perder el tiempo, depende del color del cristal con que se mira. Es decir, depende de quién es nuestro favorito. Con este cuarteto de finalistas no es fácil tenerlo, pero pasa como con las meigas en Galicia: aunque no se crea en ellas, haberlas haylas.

No vale de nada explicar que es lícito llegar a la final sin haber sido nominado, porque a buen seguro en algún momento habremos argumentado que es una mala estrategia porque provoca el espejismo de creerse apoyado sin ser cierto, u otra explicación cualquiera. Dependerá de quién llega a la final sin haber sido nominado ni una sola vez, en este caso Irene. Ella ha sido la menos votada entre los finalistas. ¡Menos que Juan Miguel! La cosa está así de loca. Tanto que me dan ganas de recuperar mi ya olvidado proyecto de apoyar al peluquero. Sería un ganador estrambótico, el remate perfecto a tanto disparate.

Al menos hay algo que sí tengo interés en reseñar. Lo haré por mucha pereza que me dé, y aun reconociendo que todo depende de si estamos hablando de una actitud o planteamiento de juego de un concursante que nos resulta simpático o todo lo contrario. María Jesús acusa a Kiko de haberle hecho un daño monstruoso, inmenso, descomunal, desmesurado, gigantesco, colosal y desmedido por haber querido en todo momento que fuera expulsada del concurso. Y eso sí que rebasa los límites de la razón y me hace ponerme serio cinco minutos. Bueno, menos, un par tan solo.

Se recurre con frecuencia a argumentar sobre cualquier cosa que es lícito en el juego. No es fácil equivocarse porque este juego tiene pocas reglas y es casi tan abierto como la audiencia esté dispuesta a admitir. ¿Es lícito? Sí, siempre y cuando así lo considere el espectador. ¿Se puede engañar al espectador contándole milongas mil en el confesionario? Es lícito o no, depende de lo que uno quiera. ¿Vale soltar sapos y culebras sobre casi todos los compañeros de encierro para luego ir delante de ellos y dorarles la píldora como si nada? Lo mismo antes dicho.

Pocas cosas no valen en este juego, ya digo. Pero no por eso es un disparate acusar a un concursante de desear la expulsión de otro, sino porque esa es justamente la base del juego. Este es un concurso de exclusión competitiva. Se basa todo en eso, precisamente. En una competición de salto de altura la eliminación de los demás también determina el ganador, pero la base es ir superando alturas cada vez mayores hasta hacer una buena marca. Aquí lo accesorio se convierte en importante. El objetivo principal es ir mandando a todos a casita hasta que solo queda uno, que es el ganador.

El siguiente entrecomillado corresponde al párrafo con el que abría el cuarto escrito publicado por este blog en esta su casa actual, titulado precisamente ‘La exclusión competitiva’ (agosto de 2008): “En el ecosistema de Gran Hermano las distintas especies de concursantes compiten entre sí para intentar excluir al otro. Da lo mismo que algunos lo nieguen, porque lo cierto es que es así en todos los casos. Incluso el que pretende vivir la experiencia, y no prioriza el triunfo, necesita permanecer durante el mayor tiempo posible para ver cumplido su objetivo. La lucha comienza, además, antes de convertirse en concursantes de hecho y de derecho. La mayor exclusión, solo sea por cantidad de aspirantes, se produce en el proceso de selección, lo que llamamos castings”.

Anoche María Jesús se dolía porque Kiko había deseado siempre verla fuera. Porque, claro, ella no ha querido nunca que este concursante se fuera. Si acaso, lo habría lamentado en el caso de que se tratase de alguien cercano a ella, un aliado en el juego, de esos que ellos suelen calificar como “intocables”. Pero no es este el caso en absoluto. María Jesús estaba entre los palmeros de Kiko las primeras semanas porque en ese momento casi nadie se libraba. Si acaso Fortu, empeñado en enemistarse con el más famoso por si así rascaba algo al salir. Ella también prefería que Kiko no estuviera. Así lo expresó el día que dijo: “No me haces falta aquí”; y Kiko respondía: “Pues bien que me has pedido entradas para un concierto de mi madre”.

Como buena amante del melodrama que es, María Jesús hace un uso permanente de la hipérbole. Por eso hay que bajar varios puntos su desmesura hasta convertir en normal y cotidiano lo que ella describe como bestialidad. Con todos los riesgos que esto comporta, pues cuando algo sea grave de verdad se puede considerar con excesivo comedimiento. Pero es que casi siempre lo trata todo con ampulosidad y barroquismo, en medio de aspavientos poco moderados. Cuando habla del daño causado, por lo que dice haber llorado lágrimas de sangre, bien pudiera estar hablando de una china en el zapato.

María Jesús es como esos tertulianos que no dejan hablar a nadie, pero luego reclaman que no les interrumpan. “Yo no te he interrumpido” debería ser una frase clave para expulsar del debate a quien la pronunciase por falso y repetitivo. Diría que no es mala estrategia, pero confieso que en esto de los debates de campaña creo que está todo el pescado vendido y más que para ganar puntos sirve justo para lo contrario. Solo cabe equivocarse y tirar piedras contra el propio tejado, y no estoy haciendo juegos de palabras con ningún exconcursante. El debate de anoche solo tuvo un perdedor: Kiko.

Tener razón está muy devaluado, lo importante son las formas. Es histórico aquel debate electoral de los comienzos de la televisión en Estados Unidos con Kennedy contra Nixon en el que este último perdió por aparecer pálido y sudoroso, frente a un oponente que había tomado el sol expresamente para tener un aspecto sano. Es importante no perder los papeles ni levantar la voz. Anoche María Jesús gritó hasta casi hacer explotar los vúmetros del equipo de sonido en Guadalix, pero es Kiko quien puede ser penalizado por gritar. Da igual que dijera verdades como puños, que las dijo, pero le fallaron las formas, dando sensación de prepotencia y chulería levantando la voz. La audiencia votante es experta en bajar los humitos a los concursantes crecidos. Supongo que por eso le recomendó Jordi González a Irene que le diera un buen consejo en su despedida desde el plató. Lo cual valió para poco, por otra parte.

Vista la evolución de los porcentajes tengo claro que está todo el pescado vendido, como digo. No creo que en un duelo cara a cara se pueda revertir la tendencia. El porcentaje mayor (amarillo) ha ido despegándose hasta alcanzar suficiente distancia como para asegurarse el triunfo salvo que hiciera una auténtica barbaridad. Ya podemos descartar la posibilidad de que el transvase de votos de la barra rosa a la amarilla fuera consecuencia de que se trataban de las correspondientes a Kiko e Irene, en el orden que fuera. Irene era la barra más pequeña (marrón) desde el principio.

De forma que el reclamo sobre concentrar el voto en uno de los dos de la última pareja que quedaba en la casa era innecesario porque ya se estaba haciendo. Tanto es así que Irene ha obtenido menor porcentaje que Juan Miguel. Si un 8 % me parecía ya mucho para este concursante, pensar que haya estado oscilando entre un 10 y un 15 % es un insulto a la razón y en alguna medida deja tocados los cimientos de este programa. Con todo respeto a la audiencia, es un auténtico disparate, solo explicable porque el votante de María Jesús haya querido auparlo hasta llegar al final para que ella no se quede sola. Pensar en ese drama me pone los pelos de punta hasta a mí.

Resuelta la primera de las cinco dudas que suscitaban las posiciones de los finalistas, ya sabemos que Kiko e Irene solo sumaban más que el resto en el caso de que él esté detrás del porcentaje mayor (amarillo). Pero todo apunta a que esa posición más destacada es para María Jesús, muy posible ganadora de esta edición DÚO. Vista la evolución de porcentajes, incluso me queda la duda de si el siguiente (azul) es para Kiko o para Alejandro. El que más ha subido tras ser eliminada Irene es ese tercero (rosa), con 3 puntos más en los últimos porcentajes ciegos, mientras que el segundo subía 2,7. Es poca la diferencia, pero siendo estrictos el que más sube es el tercero y eso indica que podría ser de Kiko.

Quiero pensar que esto va a ser un duelo entre María Jesús y Kiko en el que Alejandro es mera comparsa. A Juan Miguel le doy por expulsado seguro en la primera parte de la final, que tendrá lugar el próximo miércoles. Y por mucho que se puedan igualar los porcentajes creo que no habrá cambios. Es más, tras salir Irene el mayor sumó 2,4 puntos. De manera que los tres primeros suben y solo se queda estancado el menor. Si es María Jesús la ganadora hay que aplaudir su final de concurso, ya que ha pasado de un 28,4 % el domingo al 47,5 % anoche, casi 20 puntos más. Eso es convencer y lo demás son tonterías.

“Cabeza y tranquilidad. Hemos venido a disfrutar y saldar lo que hemos venido a saldar. Tú no tienes que entrar en el juego de nadie”, le dijo Irene a Kiko en su despedida. Más que tibia a veces parece que no tuviera sangre en las venas. A pesar de esto, creo que Kiko tenía razón solo a medias en su enfado del miércoles tras la gala. Irene no intervino para defenderle porque no le dieron la palabra. En eso es como Juan Miguel, ninguno de los dos se pelea por hablar. El peluquero permaneció callado durante casi todo el debate. Como un auténtico señor. “No hables, a menos que puedas mejorar el silencio”, que dijo Jorge Luis Borges.

Irene anoche había aprendido la lección y pidió la palabra para defender a Kiko antes de ir todos a la sala gris. De allí fueron saliendo por este orden: María Jesús, Kiko, Juan Miguel y Alejandro. Por si no quedó claro, a pesar de que Jordi lo repitió tropecientas mil veces, el orden era aleatorio (o no) y no correspondía al número de votos (o sí). Luego Kiko volvía a la sala gris para ver con Irene unas imágenes de su paso por la casa y a ella se le volvía a caer la baba escuchando a su marido decir que ella le ha salvado la vida. Suscribo las palabras de Jordi González cuando le dijo a Irene que conocerla a ella había sido lo mejor de este concurso. A pesar de su frialdad y la alergia que tiene al conflicto, me ha gustado muchas veces. Y no sigo porque el lunes haré su daguerrotipo (póstumo, diríamos).

Moleskine del gato

Lo decía anoche @farandulario_ y viendo luego los esfuerzos que le supuso casi se confirma: al saber que Irene debía abandonar la casa, Kiko sufría porque no tenía a nadie que deshiciera su maleta. No en vano, cuando Irene tuvo el aborto espontáneo y estuvo unos días fuera parecía que lo lamentaba más que nada por tener que atender al bebé de la prueba él solo. Un poco flojo sí es, pero aún así le he visto trabajar mucho más que a otros. ¿En qué trabaja María Jesús?, por ejemplo. Solo la he conocido en Supervivientes, GH DÚO y algún Sálvame. Kiko ha grabado discos y pinchado en discotecas de toda España. Es que parece como si a ella le hubieran dado la medalla del trabajo.

“¿Cuál es mi cámara?”, preguntó María Jesús. Una de las preguntas más absurdas que se pueden hacer en Gran Hermano.

Alejandro intentó hablar ayer en el debate electoral, pero no pudo. Pronto saldrá de la ‘guarde’ e igual en el ‘cole’ le dejan hablar. Y todo.

Antonio aconsejó a Kiko que siguiera contando sus historias y de su familia. Creo que no le ha venido bien el consejo porque debe andar pensando qué diablos contar a estas alturas. El miércoles se le ocurrió lo de que Lady Di se despidió de su madre antes de morir. ¿Qué será lo próximo? Es capaz de contar que Frank Sinatra estaba a punto de grabar ‘Se me enamora el alma’ cuando le sorprendió la parca. Que tras escuchar a Jennifer López y Marc Anthony cantando ‘Olvídame y pega la vuelta’, de Pimpinela, ya no me puede extrañar nada.

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