Meri niega el edredoning y reprocha a Alain su actitud con la misma escasa convicción

telecinco.es 14/11/2016 09:02

Meri niega lo de la zambomba con Alain. Lo hace de forma igual de poco convincente que cuando se pone dura con el francés y le recrimina su actitud. Ella y yo sabemos que al rato volverá a mirarlo con arrobo y seguirá pensando que algo sentirá por ella. Hubiera asegurado que tras la primera noche no habría más coyunda. La hubo. Luego hubiera asegurado que Meri no iba a asumir la situación. La asumió. Ayer mismo se lo reprochó, pero con la boca pequeña. Más que por otra cosa, creo que lo hace para observar sus reacciones y tener algo a lo que agarrarse, por pequeño que sea. La situación de la que hablo es que entre Alain y Meri haya meneo por la noche bajo las sábanas, pero luego durante el día él la trata como una más, la desprecia y a la mínima se muestra desagradable con ella.

La situación no deja de ser parecida a la que le propuso Pol a Adara y esta nunca llegó a aceptar. Lo dije hace unos días, de día cada uno por su lado y por la noche ayuntamiento carnal. Peor aún, porque por el día no es que Alain evite dar muestras de cariño, sino que parece estar buscando cualquier excusa para reprochársela a Meri. Le dice que está harto, que es una pesada y una inmadura. Al resto de habitantes les habla mal de ella, sin desaprovechar la ocasión para recordar que siempre le ha dejado las cosas claras, incluso afirmando que ella nunca le expresó sus sentimientos, lo cual no es cierto. No es que Alain huya de Meri o sea poco cariñoso con ella de día. Sino que sorprende diciéndole cosas tan poco amables como: “No me toques con tus manos sucias”. Las mismas manos que, aunque ella lo niegue, de noche se mueven bajo el edredón.

No entro en valoraciones morales sobre la actitud de Alain. Cada uno hace lo que le parece, y él plantea una opción tan válida como otra. Si ella lo acepta, adelante con los faroles. Si no quiere pasar por ese aro, se puede batir en retirada, le cueste más o menos. Nadie la obliga a acostarse a su lado, mucho menos a hacer lo que sea que hagan. Es cosa de los dos, y si uno no quiere se acabó el invento. Ahora bien, no conviene perder de vista que Meri siente una importante fascinación por Alain. No me atrevería a decir que está enamorada, pero para el caso viene a ser lo mismo. De cualquier manera, su pasión le nubla la razón. Ella sabe que no es correspondida en sus sentimientos, y a partir de la primera noche conoce lo que habrá el día de después. A pesar de eso, condiciona su actitud una sola brizna de esperanza, la mínima posibilidad de que las cosas cambien. Sin embargo, Alain debería usar la madurez de la que tanto presume para no dar lugar al engaño.

Porque, siento decirlo, pero pienso que Alain está engañando a Meri. ¿No le ha prometido nada? Discrepo totalmente. El primer plato hace prometer que será el comienzo de un apetitoso menú, pero después no hay nada más. Para muchos, Meri será la niña caprichosa que come de ese primer plato sabiendo que el menú termina ahí. Mucho peor, luego critica el menú ante sus amigas. Mientras tanto, Alain mantiene silencio, lo cual se le da muy bien, e intenta seguir manteniendo su imagen de tipo maduro y responsable, harto de aguantar las tonterías de la niña caprichosa. Hasta se le disculpan gestos como despreciarla porque le huelen los pies, decir que está harto de sus “palabrotas” (palabra viejuna donde las haya), o quejarse porque le toque “con sus sucias manos”.

La prueba del nueve de que Meri no hace otra cosa que seguir su instinto, que en todo momento la mueve un sentimiento, es que sigue ahí, a pico y pala esperando que llegue el momento del cambio. Bien podría haberse hecho la ofendida para después apartarse de Alain y vender sus calabazas. Podría ponerlo de cabrón para arriba, difundiendo a los cuatro vientos su pena de joven engañada de la que el hombre maduro se ha aprovechado. El desamor vende, y más en Gran Hermano. A ese cebo posiblemente muchos habrían acudido dispuestos a comprar la historia, sin más análisis crítico de la situación. En lugar de eso, Meri intenta no llorar su amargura, sigue tratando a Alain con cariño y cuando se anima a expresarle su descontento lo hace de forma tan delicada y amorosa que apenas se nota.

Repito que no hago valoraciones morales, pero sí he de decir que viendo a Alain decirle a Meri que no le toque con sus manos sucias desearía que esta terminase de desenmascarar al concursante. Que cambiase su arrobo por arrojo y la energía que ahora dedica a seguir soñando con un cambio la pusiera en decir de verdad hasta qué punto se lo ha hecho pasar mal. Ojalá Meri relatase todas las veces que se ha sentido humillada, e injustamente tratada. Me encantaría que explicase desde lo más profundo de su corazón cómo se sintió el viernes cuando después de una tercera noche de meneos bajo las sábanas Alain se levantaba de la cama y decidía irse a dormir a El Club. Al día siguiente explicó que allí se duerme muy bien. Sé que nada de esto va a pasar, pero igualmente me hace feliz fabular con ello. Muchos descubrirían entonces a Alain. A mí no me hace falta, porque nunca me la dio.

Meri reprocha a Alain que no dijera nada cuando Clara insultó a Adara. La respuesta del francés fue: “Ya sabemos cómo es Clara”. Es evidente que lo sabemos, pero eso no debería servir para excusarla. Clara no soporta que sus amigos tengan criterio propio y se relacionen con aquellas personas que ella detesta. Quiere tenerlos controlados a todos, y todo el rato. Su concepto de la amistad es bien curioso, porque pide sumisión, sometimiento, docilidad, acatamiento y hasta subordinación. Lo demuestra cada día poniendo a prueba a sus súbditos. Anoche quiso que su alegato a favor lo hiciera Rodri en lugar de Miguel, seguramente para medir su grado de entrega. Y por la tarde tenía una tensa conversación con Bea después de un par de días de distanciamiento. Hablando de Clara, poner "tensa" y "conversación" en la misma frase es pura redundancia. Aparte de tensa fue desagradable e insultante. Quería devolver a Bea al redil, pero lo hizo con métodos llamativos. Llamándola imbécil, por ejemplo.

Bea empezó peleona y terminó abrazando a Clara después de lamentar su propia actitud. Es su sierva menos mansa, a la que más le cuesta ser dócil, pero termina capitulando. Entiendo su rendición después de un machaque psicológico como ese al que fue sometida ayer por parte de Clara. Aunque parezca increíble, se trata de una persona capaz de pasarse diez minutos gritando a otra y en cuanto esta rechista decirle “no me grites”. Decía Clara: “Estoy hasta el rabo, ayer pedí mi expulsión, me piro de aquí ya. ¡No puedo más! ¿Vale? ¡No puedo más! Cosas tan graves de mi vida he tenido que vivir que no han podido conmigo y esto está pudiendo conmigo. No me merece la pena vivir esta experiencia de esta forma. Porque estoy rabiosa. Rabiosa. Demasiado rabiosa ya”. Lo bueno que tienen estas discusiones de Clara es que se le escapan grandes verdades, como esto que termina diciendo en el entrecomillado.

¿Qué había provocado la rabia en demasía de Clara? ¿De qué se trataba eso tan grave? Pues simplemente que Bea había estado riendo divertida junto a Meri y Adara. No es broma, prometo que era esto solamente. “No puedo entender que, sabiendo cómo soy y lo saturada que estoy, te haga gracia que una persona, que sabes con la que no voy a llegar a ninguna relación en ningún momento, me esté molestando. Constantemente. Tengo entendido (aguanten la risa, por favor) que te hace gracia la forma que tiene Adara de discutir”, decía Clara, y cuando Bea le confirma que sí, viene el gran reproche: “Te ríes de su actuación y la acompañas”. De forma que no me lo estaba inventando cuando decía unos párrafos más arriba que Clara quiere sumisión, que le gustaría decidir con quién sí y con quién no se pueden relacionar sus amigos.

“Desde el jueves estás con ellas en todo momento”, dice Clara. Omite el detalle importante de que la prueba semanal se organiza en dos equipos, y en uno están Adara, Meri y Bea. “A mí me hiciste daño, a Rodrigo le hiciste daño también”, sigue diciendo. Es la primera mención a Rodrigo, que fue utilizado ayer por Clara para presionar a Bea. Llegó a decirle que si mantenía su actitud no la iba a tener fuera, y a Rodri le puede pasar lo mismo y cambiar su actitud con ella. Amenaza de perder a Rodri en toda regla. Bonito argumento, limpio y bienintencionado. La propia Clara reconoce su machaque psicológico en frases como la que sigue: “Me estás diciendo que eso es verde y te digo que es rojo por mis putos cojones durante tres días seguidos. Hasta que te hago pensar que es rojo”. Está describiendo una técnica conocida, pero no me atrevo a ponerle nombre.

No sorprende que Clara haga con Bea lo mismo que criticaba a Adara con Pol. Ella y los acólitos decían que Pol era preso de Adara, quien poco menos que le impedía tener relación con el resto. Nunca vi a Adara decirle a Pol nada semejante, su problema era solo con Miguel y tampoco le pidió que dejara de relacionarse con él, sino que no hiciese ciertas cosas que la molestaban. Pol no estaba anulado por Adara, pero Clara sí intenta anular a Bea. Ayer intentó manipularla y aparentemente lo consiguió. No obstante, no es la primera vez que veo idéntica respuesta en Bea. También pedía perdón, prometía no volver a robar comida y abrazaba a Clara intentando calmar su rabia. De forma parecida reaccionó en alguna otra ocasión. Siempre me pareció lo mismo, aunque he de decir que no lo he visto siempre igual. Bea va aflojando el abrazo a Clara. El de ayer lo vi menos convencido que nunca. Creo que solo la mueve el miedo.

Anoche hubo posicionamientos y alegatos en el Debate. Entre los nominados, Adara contra Clara y tanto esta como Alain contra Adara. Ninguna sorpresa. Tampoco la hubo en el resto de posicionamientos, aunque Bea demostraba que la manipulación de Clara no había sido del todo efectiva. Contra Clara se puso Meri. En contra de Adara el resto, excepto Bea, que se posicionaba contra Alain. No era la única muestra de que la presión no había hecho del todo mella en Bea. Ya he dicho que a la hora de los alegatos Clara elegía a Rodri entre los muchos candidatos que tuvo, incluyendo a Simona, posicionada ya de forma plena a la vera de la teniente Clara. El alegato a favor de Alain lo hacía Meri, aunque Simona también se ofreció. Y al no poder repetir Meri se ofreció Bea a hacer el alegato a favor de Adara. La cara de Clara era un poema. De nuevo la rabia.

Debo retroceder en el tiempo unos días hasta la gala del pasado jueves. Atendiendo a algunos comentarios en redes sociales he estado repasando las imágenes del juego de las bolas. Es una tontería, pero cierta. A su comienzo, el ‘súper’ paraba el juego porque Adara se había colado por delante de Meri. Obligó a que Adara retirase la bola, y se esperase a depositarla después de que lo hiciera Meri. Pequeño error que no tendría importancia de no ser porque Adara cambiaba de opinión y le ponía entonces su primera bola a Rodri en lugar de Alain, que había sido su primera opción. Hablo de error porque en las imágenes se aprecia con meridiana claridad que había sido Meri la que se coló adelantando a Adara, que había ido siempre por delante. La primera secuencia es clara. En la imagen de la izquierda y en la de la derecha vemos a Adara detrás de Rodri y Alain en el pasillo que conduce al panel donde se dejan las bolas. Meri ni siquiera aparece en plano.

La segunda secuencia es más reveladora. En la imagen de la izquierda se ve la imagen de las dos concursantes en el espejo de enfrente. Sigue por delante Adara, a la que se distingue por su camisa blanca. Detrás Meri. En la imagen de la derecha ya ha sido adelantada Adara por Meri. Por tanto, hizo bien Adara en poner su bola primero, pese a que el ‘súper’ la reprendía por ello. No le veo solución, porque si Adara no hubiera tenido opción de quitarle la bola a Alain para ponérsela a Rodri este pudiera haber sido el nuevo integrante de El Club. A su vez, el papel de Alain en El Club fue de capital importancia al cambiarse por Meri en las nominaciones. Imposible echar para atrás el tiempo y volver a empezar. Esto solo enseña que tal vez el ‘súper’ deba pedir la ‘foto finish’ en una próxima ocasión porque a la velocidad del directo es imposible verlo bien.

Moleskine del gato

Los porcentajes ciegos revelan la gran ventaja de uno de los nominados. Clara y Alain estaban convencidos anoche de que era Adara la menos votada, aunque está claro que este es un duelo entre Clara y Adara. Los porcentajes estaban así: 59,5 %, 39,7 % y 0,8 %.

Y un triste apunte más. Falleció ayer el padre de Bárbara. Mis condolencias a la familia y todo mi cariño a la que fue mi gran favorita de esta edición. Por suerte, la dirección del programa hizo lo que debía y Bárbara ha podido estar donde debía en el momento del fatal desenlace.