Una mujer independiente pero no mucho

telecinco.es 24/12/2009 08:22

En este Gran Hermano largo y farragoso, a la vez que apasionante y lleno de contrastes, me está pasando algo inédito. Hasta ahora no había vivido nada comparable a esto que intentaré explicar a continuación. Y es que cada día unos concursantes hacen buenos a los otros. Viendo la conversación del último resumen diario entre Arturo, Laura y Saray pensaba que casi prefiero el teatrillo barato montado por los tres habitantes de la otra habitación.

Ver a las dos chicas mencionadas medio babear por el simulacro de poesía dedicado a Carol por ese aspirante a poeta que ni siquiera sabe si compone en párrafos o estrofas, y al propio autor vanagloriándose de su obra al mismo tiempo que suelta perlitas como la que he tomado prestada para titular hoy, hace que casi me den ganas de ver a Gerardo y Ángel hablándole a Tatiana como maestros de primaria sobre la reencarnación. "Si Mercedes lee en directo el poema que le has escrito a Carol se le caen las bragas en directo, tío", dice Laura. Me veo en la obligación de aclarar que se refiere a la lencería de Carol, por si la ambigüedad de la frase ofreciera duda. Hablan de ese bodrio escrito por Arturo en el que termina diciendo que ahora solamente le queda olvidarla, referido a la de Castro. Nunca pensé que podría decir esto, pero casi prefiero los poemas de Carlos ('Yoyas') Navarro.

Si tenemos en cuenta que para Saray merece un "flipa, que bonito", y para Laura es "una pasada, es súper bonito", pues apaga y vámonos. Por si alguien no lo vio, Arturo le hizo leer el presunto poema a Saray nada más escribirlo, marchándose de la sala de la web. Luego, Saray y él mismo se lo cuentan a Laura y esta hace esta particular reinterpretación en el 'confe': "Algo así como que te fuiste y me quedé pensando en ti y no volviste, y cosas así". Esto es como aquel chiste de militares en el que un mensaje transmitido de unos mandos a otros termina modificándose hasta no tener nada que ver con el original, cambiando desde el que le transmite el coronel a su ayudante: "Mañana a las nueve habrá un eclipse de sol, fenómeno que no ocurre todos los días. Ordene que salga la tropa al patio en traje de faena para que puedan observar esta rareza natural, y yo estaré presente para explicarla. Si llueve, no podrá verse nada, así que ordenará usted que se lleven la tropa al gimnasio"; hasta el que termina llegando a la tropa: "Mañana si llueve, el sol eclipsara al coronel en el gimnasio. Lastima que esto no ocurra todos los días".

Arturo desde que se quedó sin Indhira y sin Carol anda como un poco perdido. Lo peor no es eso, sino que en cuanto abre la boca sube el pan. "Hoy en día, ¿quién encuentras que te corresponda? Es todo tan difícil y extraño", parece filosofar Arturo mientras dice estas cosas. "Si me gusta una yo paso de las demás", añade sin aparentar rubor alguno. Menudo rostro tiene el de Irún. Lo más fuerte es su teoría sobre la mujer que necesita. Lo explica así: "Una persona que esté lo suficiente, sentirme querido y saber que piensa en mí. Que tengas sus cosas que hacer, y su trabajo y su rollo y su sueldo... y su todo". Pero patina completamente cuando Saray le menciona la palabra clave: independencia. "Qué sea independiente, pero no mucho". Dos mujeres a su lado, dándole palique, y ninguna es capaz de decir ni una sola palabra sobre esta curiosa afirmación.

A Arturo le aplicaría la frase de Mark Twain que dice: "Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar la duda". Por cosas como esta no puedo evitar replantearme si no será mejor el mundo irreal en el que viven los del dormitorio de los cactus. Ese mundo de gente en cogulla, necesitada de repetir insistentemente que quiere mucho a los dos compañeros más cercanos. De acuerdo que Ángel habla despacio, midiendo sus palabras y temeroso de cometer algún error, pero por lo menos no la pifia a cada rato, como le sucede al 'Californicator'. En definitiva, aquellos van con hábito pero también Saray aparecía en esa conversación con una especie de corona de santa. Y un brick de leche en la cama, eso también.

Lo que más me gustó de Arturo fue una calificación que hizo de Carol. Después de mostrarse encantado con su ñoñería en el hablar, o con que no dijese palabras malsonantes, quiso poner un contrapunto: "También esta chavala es muy reinona. Se la ve muy reina y a mí me gusta una mujer más sencilla. (...) Me gusta una mujer, mujer. Y no sabe hacerse un huevo frito, casi". Aquí hay para todos, señoras y señores. Repartir estopa no le da nada mal. Esto es un lío, como venía a decir este desconcertado gato unas líneas atrás. Porque hombre, que defina a Carol como "reinona" es algo más que un minipunto, como dice el imprescindible Tomás Blanco. Para mí es todo un puntazo, qué queréis que os diga.

En otro orden de cosas, como ya terminó la prueba semanal ayer les propusieron cantar villancicos y eso. Echo de menos actividades que algunos años les han propuesto y han tenido bastante éxito, como enseñarles sus vídeos de presentación, por ejemplo. Es que tengo cierta manía a los villancicos, pero esto es algo personal. Viéndoles, y sobre todo escuchándoles, cantar echaba mucho de menos la prueba de la cocina. Es que estando Pilarita de por medio, cualquier cosa que esté relacionada con la música da pavor. Por cierto, no sé si os habréis fijado, pero ninguna de las chicas ha entendido bien para que sirve el gorro de cocinero. No se trata de un adorno sin más, aunque en este caso también sirviera para diferenciar a los componentes de ambos equipos, al ser de colores azul y rojo. Pero su función más importante es tapar el pelo. De nada vale, por tanto, ponerse el gorro mientras se cocina si dejan el flequillo por fuera. La coquetería es buena mientras no esté reñida con la higiene.

El dormitorio azul en pleno está convencido de que llegará a la final, como escuché ayer en el podcast de Viruete. Recuperando uno de mis argumentos del día de ayer, se ven como los nuevos Iván, Orlando y Chiqui, reproduciendo la final del año pasado. Malos imitadores hay en todas partes. Lo que quizá ignoran es que en este programa no funcionan los clichés. Me he hartado de escuchar decir que las parejas tienen garantizada su duración en el programa por el simple hecho de serlo, de igual manera que en infinidad de ocasiones alguien ha dicho todo lo contrario, que la audiencia votante va a separar parejas. Son tópicos típicos de Gran Hermano, no hay más. Ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario. O bien valdrían las dos en cada caso, porque alguna referencia podríamos encontrar siempre de lo dicho.

A saber, ha habido parejas a las que la audiencia separó de forma precipitada, como si experimentáramos un sádico placer en romper recientes uniones surgidas en la casa de Guadalix. Sin embargo, otras han durado mucho, incluso llegando juntas a la final, como fue el caso de Raquel Abad y Javier en la séptima edición. No hay una regla fija, está visto. Tampoco se puede acreditar la validez de la teoría de los dos tercios, o del cincuenta por ciento, como la llama Belén Rodríguez. El año pasado, Iván la llegó a desacreditar en varias ocasiones, quedando nominado con dos de sus oponentes. Por el contrario, Pepe Herrero basó en ello la parte de mayor peso de su estrategia. Lo llamó "el balancín".

Con todo esto quiero decir que se equivocan quienes vayan a concursar utilizando viejos clichés, esquemas preconcebidos, no necesariamente repetidos. Si atendiéramos al esquema del último Gran Hermano, mencionado por este gato parlanchín ayer y hoy, la hipotética final entre los tres habitantes de la habitación azul (o de los cactus) se resolvería con el triunfo de Gerardo, o acaso Ángel, pero en ningún caso de Tatiana. Sin embargo, tenemos indicios suficientes para pensar que no será así. La 'rusandaluza' tiene una sólida defensa en buena parte de nuestros amigos comentaristas y, aún más indicativo, en la encuesta sobre el expulsado de esta semana es la que menos votos tiene, a mucha diferencia de todos los demás. Ya sé que muchos menosprecian los datos arrojados por esta encuesta, pero he de recordar que ha clavado casi los porcentajes de las finales en las últimas ediciones, por ejemplo. También se equivoca a veces, todo hay que decirlo.

Por eso me extraña leer a los defensores de Tati que van a contracorriente. Realmente es al contrario, los que no mostramos mucho entusiasmo por esta concursante estamos en una plácida minoría, por lo que parece. No obstante, he de confesar que se está a gusto en esa posición. En la mayoría de ediciones no solamente ha ganado alguien que no me agradaba sino que incluso se ha repetido la situación de que lo hiciese el concursante más detestado por mí, si es que se puede hablar en esos términos. Llegados a cierto momento del juego, y ahora estamos por ahí, comienzo a empatizar con todos y hasta les perdono lo que hace un mes no les hubiera pasado nunca. Me ha pasado con todos menos con Fresita. Cosas mías. Si encima se da una circunstancia como la de este año, en que todos mis favoritos están fuera de la casa, realmente me es indiferente quien gane. Si por mí fuera le daría el premio a Indhira, auténtica protagonista de este Gran Hermano. Pero va a ser que no.

Esta es otra de las cosas placenteras de esta edición. Llegar a este momento sin ningún condicionante emocional es muy agradable. Para mí, la trinchera no es un lugar cómodo, y siempre he preferido ver este juego desde una grada cómoda, a ser posible de sol y sombra. Por eso me río cuando me hablan de supuestas campañas y cosas por el estilo. Permítame el lector que haga una reflexión como esta en un día de paz como es el de hoy. Ya dije un día de estos que hasta me beneficia que este año vuelva a ganar uno de los que menos me apetecería, como sucedía siempre antaño. Solo sea por desmentir tanto absurdo comentario sobre que en este programa pasa siempre lo que quiere el gato, supuesto manipulador de masas. Basta con ver el porcentaje de votos de Tatiana en nuestra encuesta, vuelvo a insistir, para ver que no manipulo nada. Lo mío está más bien en el terreno de la crítica y el sano cachondeo. Aunque a veces tenga que contar cosas incómodas para unos y otros, y eso logree granjearme enemistades más o menos pasajeras. Digamos que me va en el sueldo, por así decirlo.

Y ya basta de ombliguismos. Os deseo a todos una feliz Navidad. Sé que es otro gran tópico, pero es lo que hay. Como siempre digo, gracias a todos por estar ahí. A todos sin excepción. También los que ocupan parte de su tiempo en intentar hacer daño porque me hacen más grande de lo que soy (el que se hace pasar por mí en el vecino blog de Indhira, por ejemplo). No soy digno, seguro que no. A todos, por tanto, mucha felicidad y que Papa Noel o los Reyes Magos (o los cuatro) se porten bien. Mañana no acudiré a esta cita diaria, pero sin embargo aquí estaré el próximo domingo. Que no pare la fiesta, por tanto.

[Dejo la primera parte del resumen de caricaturas fotográficas de los concursantes. El próximo lunes día 28, a las 12.30 horas, Carol responde a vuestras preguntas en un nuevo encuentro digital. Deja aquí tu deseo para ayudar a los concursantes en la próxima prueba semanal. Y recuerda que puedes seguir participando en el Test de Gran Hermano, donde tienes oportunidad de probar tu nivel de conocimientos sobre la historia del programa].