Sobre objetividad y plataformas (aparte de otras cosas)

telecinco.es 18/08/2009 03:29

Aprovechando la tranquilidad de este compás de espera, haré un par de reflexiones sobre algunas de las cosas más comentadas respecto a este blog, una de ellas extensible a cualquiera. Además, no podré evitar comentar algún otro asunto sabido días pasados y suficientemente laxo como para ser abordado en medio de la canícula justiciera que trae este verano. Lo haré, por tanto, con "premeditación, alevosía y agostidad", como dijera Julia Otero aquella vez que fue despedida de la misma radio donde ha vuelto después.

Para empezar en plan ligero, voy con lo de Gema Zafra. Sé que es tema más bien tomatero, en absoluto mi especialidad, pero no quiero pasarlo por alto. En los primeros días de este agosto supimos que Gema lleva cinco meses separada de Carlos (Carlos F., Carlitos, el 'baturro catalán'). Para ir centrándose los más despistados, estos dos entraron en la casa como pareja, y a buena fe que lo eran. Durante los cuatro meses de programa siguieron siéndolo pero, si no me fallan los cálculos ni miente el calendario, apenas pasado un mes del celebrado triunfo de Iván Madrazo la pareja se deshizo. Lo contó una Gema tan guapa como de costumbre en Sálvame, ese programa de las tardes que nos trae aromas tanto tomateros como 'tomboleros', lo cual tiene su aquel. ¡Qué fuerte, qué fuerte, qué fuerte! ¿no?

Pues bien, esto no merecería ni una línea aquí de no ser por un pequeño detalle. El supuesto nuevo acompañante de Gema se llama Rubén, amigo suyo desde los quince años. Es bonito. Y pasmoso. Porque... ¿cuál fue el nombre que Gema improvisó para simular en la casa de Gran Hermano que estaba casada, pero no con Carlitos sino con otro, debiendo mantener la unión de ambos en riguroso secreto?... Rubén, sí. No me digas más. Gema no es que le estuviera robando la vida a Carlos, como este reclamaba, sino que se la estaba adelantando. Y el pobre sin coscarse de nada.

Esto no es telerrealidad, ni hiperrealidad, ni nada parecido. Lo de Gema Zafra, amigos míos, es precognición, o sea, pura ciencia ficción. Aunque bien pensado tiene un cierto tufo a fraude. ¿Así que Rubén, no? Ya vemos, ya. Esta fangirl de Camarón aprovechó su paso (y el de su chico) por GH para irle haciendo un croquis de la que sería su posterior separación, como algunos intuimos entonces. A mí me empezó a aburrir ya en la página uno, esa en la que aparecía el nombre del otro. La vuelta de Gema, este nuevo asalto a nuestras pantallas, no da ni para llenar media página.

Cambiando el tercio, eso que no solo afecta a este blog sino a prácticamente todos, es el inerte y cansino debate sobre la objetividad. Para este gato escribidor (sí, sé lo que significa, por eso uso el término) el presunto debate arreció tras la incorporación a esta santa casa. Pues bien, un blog se compone de la opinión del ponente, complementada por la de aquellos que tienen a bien ofrecer desinteresadamente la propia en el hilo de comentarios abierto en cada anotación. En algunos casos solo se encuentra la primera parte, sin opción alguna de participación por parte de los lectores, pero no es este el caso. Pues bien, el juego comportaría la aceptación previa por todas las partes de que cada uno da su opinión, sin someterse a la necesidad de ser objetivos.

Cosa diferente de la objetividad o imparcialidad es la independencia. Uno es independiente en la medida de lo posible, que en mi caso es bastante. Digamos que ciertos lazos de cariño hacia unas pocas personas que forman parte del equipo del programa comentado me condicionan en la misma medida que no enjuiciamos a nuestros amigos y enemigos con semejante severidad. El escribir en esta casa no ha supuesto, por otro lado, cambio alguno para mí. No me refiero ya al compromiso de independencia que tuve desde el primer momento, sino a que nada que aquí resultara realmente inconveniente lo habría escrito de seguir en mi propio espacio. Esto es así porque el único (y lógico) límite está en el respeto hacia las personas y la propia empresa, algo que no he dejado de tener nunca.

Por tanto, dentro de mi propio contexto digamos emocional me considero independiente. No así objetivo. E insisto en que esto es así porque de este modo ha de ser. Esto es un blog, el tema consiste en decir lo que pienso, contar mi visión de las cosas, influido por mis gustos y simpatías personales. Cualquiera puede probar a hacerlo, es extremadamente fácil montar un blog, así como relativamente esforzado mantenerlo durante una o varias ediciones de tu programa preferido. Lo que pase después solo el destino lo sabe. No habría firmado la previsión de continuar en esto después de tanto tiempo, y mucho menos que las cosas iban a salir como han salido.

La respuesta a esta polémica la he expresado en multitud de ocasiones, alguna incluso en medio de una anotación, como esta vez, aprovechando determinada coyuntura. Las más de las veces ha sido en los comentarios, corriendo el riesgo de resultar altivo o cortante. No es fácil evitar esto cuando se quiere decir algo tan elemental como que no es obligatorio leer lo que pueda contar este gato si no te gusta su parcial y subjetiva opinión. Así de fácil. Mondo y lirondo. En adelante remitiré a esta anotación cuando alguien reclame una no deseada objetividad.

Más reciente es la polémica sobre las plataformas de apoyo a un concursante u otro. Aunque no fue la primera vez que se dio este fenómeno, en la última edición concitaron más atención que nunca, quizá por un mayor acierto en su organización o un índice de seguimiento más alto que en ocasiones anteriores. ¿Son malas las plataformas? No intrínsecamente, al menos para quien no pertenece a ellas. Es como lo de antes, no es necesario participar de ello, por tanto, se puede observar el fenómeno desde la distancia. O incluso no observarlo.

Quiero decir que no entiendo como hay a quien le resulte molesto que otros se asocien para defender a un concursante, entre otras cosas porque de eso se trata. Este programa, al menos en la edición española que emite Telecinco, se basa en la decisión de los espectadores seguidores del mismo, que con sus votos condicionan el transcurrir de la acción al tener el poder de expulsar a uno de los concursantes propuestos. Es normal, por tanto, que haya quien se decante por uno u otro, como debe ser.

Coincidiendo con un viaje de placer a Nueva York he estado viendo algunos programas del Big Brother que emite en aquel país la CBS. Concretamente pude ver en directo un programa de nominaciones y uno de expulsiones. Tanto unas como otras son decisión de los propios concursantes, sin contar en absoluto con la opinión de los espectadores. La trama se complica con el poder otorgado al HOH (Head Of Household), una especie de líder de la casa; o el poder de veto ganado en una prueba. Más innovadora me parece la posibilidad de que un concursante dé un golpe de estado (Coup d'état) cambiando las nominaciones durante el mismo programa de la expulsión. Pero sea como sea, el público decide solamente asuntos menores, como a qué concursante se deja sin comida y cosas así.

En nuestro Gran Hermano, sin embargo, tenemos la suerte de poder decidir. Es un poder en nuestras manos y el espectador tiene la libertad de asociarse con otros para intentar defender a su favorito. En todo caso es algo que deciden nuestros amigos lectores, sobre lo cual nada tengo que decir. Durante la octava edición una de estas plataformas me propuso como presidente de honor (o algo parecido) y renuncié a tal honor pidiendo un cambio de título. Prefería ser simplemente casero de esa plataforma, como lo hubiera sido de cualquiera otra. Es algo imprevisible, y no tengo poder o ascendencia sobre ello, como digo.

Ahora bien, la pregunta es: ¿son perjudiciales las plataformas? Si soy sincero creo que solo pueden perjudicar a sus integrantes, ya sea porque en algún momento se puedan sentir defraudados con su defendido o porque la nueva fase de contacto establecida de ese modo con otros lectores miembros de la misma plataforma derive en algún tipo de desencuentro. Pero todos somos mayorcitos, y podemos decidir formar parte de una plataforma o no hacerlo, así como hacernos amigos de los otros o no. Digamos que son efectos colaterales. Lo que sería deseable, y podría terminar obligado a hacerlo, es que no se utilice este espacio para mantener disputas personales entre usuarios. Puedo pasar a cualquiera la dirección de un club de tiro para que se rete en duelo con quien desee. Haré gratis la gestión pero, por favor, no se peleen aquí.

Creo que con demasiada frecuencia se ha magnificado (palabra talismán de nuestros GH) la influencia de las plataformas creadas en torno a un blog o una web, si bien reconozco que en esta última edición la acción de la formada en torno al concursante ganador pudo ser decisiva en algún caso. ¿Es esto malo? No lo creo. Volviendo a recordar a Carlos F., es normal que él lo visualizara como un monstruo de tres cabezas, muy semejante a Satanás. Pero claro, en ese caso se dan dos circunstancias para producir tal interpretación. La primera que dicho concursante no pasará a la historia de este concurso como el más espabilado, y además se sintió víctima de la plataforma en cuestión, lo cual es normal y entendible.

Nada impide que se creen grupos de apoyo a todos y cada uno de los concursantes, algo facilitado por muchos medios, en esta y otras webs, oficiales o no. Con frecuencia he comparado Gran Hermano con distintos juegos de mesa o incluso algún deporte. Mi tesis preferida es la del juego de dados, en el que el azar está condicionado por la intención del jugador a la hora de lanzarlos, con la variedad de que nunca se sabe cual será la jugada ganadora. Pero en este caso me encaja la comparación con el fútbol y su imprescindible hinchada.

En ambos casos no hay razones objetivas (de nuevo la objetividad) para que una parte de la afición defienda los colores de un equipo, aun cuando tenga una mala temporada y no haga sino perder. Tampoco hay muchas razones para que una parte de la audiencia se decida a apoyar a un concursante. Lo único inequívoco es que quien reciba más apoyo tiene más posibilidades de ganar. Me ruboriza explicar por qué no es válida la retorcida interpretación posterior de que fulano ganó porque contaba con más apoyos en este blog: evidentemente gana el que concita más apoyo. Simple y llanamente.

Para nuestra próxima cita espero poder contaros cosas del próximo Gran Hermano. Siempre y cuando logre enterarme de algo que me dejen contar. También me gustaría adelantaros alguna cosa de lo que será el esfuerzo que prepara esta web para llevaros la mejor y más completa información sobre GH XI. Pero esto será, si todo sale bien, la próxima semana.