Esto también pasará

telecinco.es 21/12/2009 07:52

Autoritario, interesado y contradictorio me parece Ángel cuando pide que no se hable de nominaciones en su presencia y luego es él mismo quien parece no tener otro tema de conversación. Su obsesión por quedar bien con todos le llevó el jueves pasado a advertir a Siscu que iba a nominarle. Lo hizo poco antes de entrar al 'confe' y decir sus tres nombres, recibiendo del propio Siscu la noticia de que él también le daría un punto. Conocidos los nombres de los nominados, el catalán le dice que en lugar de darle un punto le había dado dos, lo cual contraría al falso zen de forma importante.

Ángel no pensaba que saldría nominado, cree que lo ha sido por ese punto de Siscu, aunque empieza a pensar si no habría recibido también alguno de Saray o Laura. Todo ello le decepciona gravemente, pero contrasta de forma llamativa con sus propias nominaciones. Recordemos que le dio sus tres puntos a Arturo, como en tantas ocasiones anteriores; dos a Siscu, los mismos que le había metido a él este concursante; y uno a Saray, que también le dio un punto en justa correspondencia. ¿Dónde está el problema? Pues muy sencillo: Ángel se ve ganador y no tolera que nadie le ponga obstáculos en el camino. No contempla otra posibilidad que no sea ganar este concurso, lo cual es preocupante porque se puede llevar un chasco si esto no sucede. ¿Cómo le va a arrebatar el premio una de esas lagartijas con quienes convive? Se lo dijo a Saray, hubiera sido lo mismo convivir con vosotros que con lagartijas, me habéis cogido el mismo cariño. Comete el error de tasar el cariño en una extraña unidad: la nominación. Eso sí, la de los otros, porque las suyas no cuentan.

Todos son competitivos menos él. El viernes comenzó la prueba semanal, de corte gastronómico, con una guerra de tartazos en la cara en la que solamente Ángel se lo tomó a mal. No hay cosa que no se tome a mal, interpretando a su antojo las acciones de los demás sin dar ningún crédito a lo que le dicen. Le enloquece contemplar la posibilidad de que tras casi cuatro meses de esforzarse en ser alguien distinto a quien realmente es se le pueda escapar el maletín, ese que dice quemaría con mucho gusto. Cómo si de no ser por el maletín iba a estar allí. Como les pasa a todos y es natural. Cuando Siscu le dice que le ha dado dos puntos a él y uno a Prager piensa que es por estrategia. No concibe que prefiera convivir con ese otro compañero antes que con él. No se plantea que Siscu lleva muchos días jugando interesantes partidos de chapas (no es coña) con Gerardo. Además, luego le reprocha a sus espaldas, en conversación con una Saray de grandes tragaderas, que le ha engañado diciéndole "creo que te he dado dos puntos", cuando todos hemos visto que nada de creer, se lo dijo claramente y sin ningún atisbo de duda.

Ángel tampoco se plantea que Siscu ha podido darle dos puntos y no uno porque previamente le ha comunicado a Siscu que le iba a nominar. Sigue sin entender bien el concepto del contraataque en el juego. Él nomina a Siscu porque dice estar convencido de que saldrá nominado sí o sí. En su línea de pensamiento los demás deben hacer semejantes razonamientos para plantear sus nominaciones. No cabe que nominen atendiendo a sus afinidades o simpatías personales. Si Siscu, Saray o Laura le han nominado, prefiriendo darle votos a él antes que a otros, ¿no será que realmente lo prefieren así? Vaya forma tiene de buscarle tres pies al gato, cuando todo el mundo sabe que no tenemos pies. Por eso pienso que debería asumir que todo puede pasar en este concurso, incluso que no lo gane él. Quizá debería conocer lo que dice la fábula del mensaje del anillo.

Según esa fábula, el rey dijo a los sabios de la corte: "He encargado un precioso anillo. Tengo un excelente diamante, y quiero guardar dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude también a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje escueto". Sus oyentes eran eruditos, pero componer el mensaje que les encargaba el rey era todo un reto y tras muchas cavilaciones no se les ocurría nada. El monarca consultó también con un viejo y fiel sirviente, por el que sentía un inmenso respeto. Este le dijo: "No soy sabio ni erudito, pero conozco un mensaje. Durante mi larga vida en palacio me encontré con todo tipo tipo de gente, entre ellos un místico invitado de su padre. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje". El anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo entregó al rey. "Pero no lo lea", añadió. "Ábralo solo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no le encuentres salida a una situación".

Ese momento no tardó en llegar. Su territorio fue invadido y el rey perdió el trono. Huía perseguido a caballo y había tomado un camino sin salida. De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y encontró el pequeño mensaje: "Esto también pasará". Sintió como un silencio poderoso se cernía sobre él. Ya no escuchaba el trote de los caballos enemigos. Estaba profundamente agradecido a su sirviente y el desconocido místico, pues aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel y lo guardó de nuevo en el anillo. Después, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino.

El día de su regreso victorioso a la capital había una gran celebración. El anciano iba a su lado y le dijo: "Señor, lee nuevamente el mensaje del anillo". "¿Qué quieres decir?", preguntó el rey. "Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no me hallo desesperado". El anciano le respondió: "Este mensaje no es solo para situaciones desesperadas, también para las placenteras. No solo para cuando estés derrotado sino también cuando has triunfado. No solo para cuando eres el último sino también cuando eres primero". El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "Esto también pasará". En medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba sintió la misma paz y el mismo silencio a su alrededor que en el bosque. Su orgullo había desaparecido y entonces entendió bien el mensaje. "Recuerda que todo pasa", le dijo en anciano. "Ninguna situación ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza, porque son esencia misma de las cosas". Bonita moraleja, sí señor. Se la deberían apuntar algunos concursantes de Gran Hermano y así harían más feliz su estancia en la casa de Guadalix.

Si bien veo a Ángel cada vez más infeliz, otros habitantes de esa casa me inspiran precisamente lo contrario. Tatiana está ahora más a gusto que nunca, sin nadie con quien compartir el cariño de Arturo. Hablé hace muchos días de los celos de Tatiana y poco menos que me llamaron loco. Nada nuevo, estoy acostumbrado a la sistemática desautorización de lo que digo, sin argumentación alguna en contra. Pues bien, Tati confirmó mi teoría el otro día, reconociendo haber estado celosa y ya no lo está. Arturo está cada vez más cerca de Tatiana, eso está claro. No sugiero nada raro, solamente que estos dos cada vez se tienen más cariño. Lo demuestra el hecho de que no se nominaran mutuamente el pasado jueves, a pesar de ciertos malos augures.

Arturo en eso ha demostrado una integridad que otros envidiarían. Siempre ha nominado según le ha parecido, y en una ocasión le dio un voto a la rusa porque así lo había acordado con sus otros cuatro compañeros de dormitorio. Sigo viendo cariño verdadero entre estos dos, y me gusta lo que veo. Ellos se aportan mutuamente cosas que Ángel no imagina, y posiblemente ni siquiera es capaz de darle a nadie. Está claro que Arturo debería haber sido musulmán y poderoso para poder tener un harén a su servicio. Su espalda es la más mimada de España, pues tanto Tati como Saray se encargan de darle ese no tan pequeño placer de rascarla con todo su cariño. Tati, la niña dulce como el wasabi (que dice Xhavi), ha logrado hacer tragar la hiel de sus gritos a casi todos, dentro y fuera de esa casa.

El debate de anoche nos dio a conocer, como de costumbre, los porcentajes ciegos oficiales. Volvemos a tener un nominado con cerca del setenta por ciento. Concretamente, estos son dichos porcentajes: 68'2, 18'3, 7'8, 3'3 y 2'4%. Tanto si fuera Laura como Pilarita me parecería comprensible. Digo esto porque son quienes todos, incluso dentro de la casa, pensamos que tienen más posibilidades de resultar expulsadas el próximo domingo. Aunque personalmente tampoco me importaría que tan abultado porcentaje correspondiera a Ángel o Gerardo, dos de los concursantes que no me gustaría ni siquiera ver en la final. Si quitamos a los cuatro mencionados, los otros cuatro me agradan como finalistas. Algunos más que otros, ciertamente. Laura ha sido víctima de su propio odio, que ha revertido en ella, como suele suceder.

La de Elche ha demostrado una rabia poco contenida hacia algunos compañeros. Le pasó con Lis cuando esta incumplió su compromiso de no delatarlas a ella y a Ángela. Aunque en ese caso no tuvo mucha más opción de concentrar sus iras hacia ella al producirse esa misma noche su salida de la casa. Poco después comenzaría a concentrar su odio en Gerardo, lo cual entiendo solamente en parte. No creo que nada justifique ese exceso de odio tan dañino para quien así lo siente. En su debe podemos apuntar muchas salidas de tono, sobre todo últimamente. Lo de difundir la especie de que Gerardo es un acosador o hasta apelar a las mujeres maltratadas para defender que debía ser votada su expulsión me parece equiparable a la frase de marras que dio con Carolina 'del sur' en la calle.

En su haber que sea desinhibida y le sepa dar una pátina de naturalidad a lo relacionado con el sexo, algo bastante saludable a mi juicio. La otra noche volvía encantada del cuarto de baño contando que se había quedado muy a gusto. Cuando le preguntaron por qué respondió sin rubor alguno que se había masturbado, y a la pregunta de cómo formulada por Saray contestó que con el grifo. Y eso con la habitación llena de gente. Claro que, no es Laura la única que muestra tal desinhibición, al menos en ciertas situaciones.

Durante la fiesta del viernes, que conmemoraba los más de cien días de encierro, Siscu se encargó de las preguntas incómodas. Saray confesó entonces que le gustaba el sexo oral (practicarlo) aunque solamente lo habría hecho con tres chicos. El eufemismo es mío, aunque no muy apropiado en este caso porque puede llevar a confusión. Sexo oral no es hablar de sexo, aunque también. Ya se sabe que aquí unos cardan la lana y otros se llevan la fama. Por ejemplo, mientras Indhira se daba baños de semen, Carol se contentaba con soñarlos, según propia confesión. Aunque todos entendimos que realmente había soñado con sexo oral, pero el de verdad.

El debate también dio una exclusiva: el intercambio se producirá con Grande Fratello, edición italiana de este mismo formato. Bueno, realmente es una exclusiva relativa, porque este gato ya lo contó hace doce días. Falta saber si vendrá uno o los dos concursantes italianos que según los informativos de Canale 5 saldrán de aquella casa. También parece que conoceremos el próximo domingo en la gala quien se va a Italia. Nuestra encuesta recogió las preferencias de nuestros amigos visitantes poniendo a Arturo por delante con el 39% de los votos, seguido de Tatiana con el 19. Todos los demás estaban muy lejos de estos dos, lo cual resulta curioso dado que son precisamente ellos quienes se han mostrado más interesados en esa experiencia.

Curioso me parece que Gerardo contase este fin de semana la forma en que se produjo la elección de los protagonistas del intercambio con Argentina en nuestra novena edición. No sé si ahora harán la elección como entonces, consistente en que los concursantes argentinos eligieran a uno de los nuestros tras una conexión en directo en la que todos tuvieron ocasión de venderse, y lo propio pero al contrario se hizo para elegir la concursante argentina que vino a nuestro país.

Digo que me parece curioso y llamativo porque el empresario madrileño nos ha intentado convencer en infinidad de ocasiones de que no ha visto nada más que la primera edición. Incluso llegó a decir que no sabía ni como era Iván Madrazo, lo cual nunca creí. No es el único detalle que demuestra la mentira de Gerardo, antes ya había demostrado ser fiel seguidor del programa. En definitiva, no debería sorprenderme tanto, teniendo en cuenta que eso es lo mismo que tantos hacen: decir que no ven el programa pero no perdérselo nunca. Y así vamos.