Pol no quiere volver con Adara después de escuchar unos gritos del exterior
Unos son protagonistas de esta historia y otros espectadores privilegiados, que la están observando a corta distancia, pudiendo poner la oreja tras una puerta para escuchar lo que se dice del otro lado. Me asombra el conformismo de quienes han asumido ser comparsas. Si fueran más inteligentes dejarían de prestar atención, tanta atención, toda la atención, a tres o cuatro compañeros. Les están robando la cartera, y no se dan cuenta o no valoran lo mucho que eso les puede estar perjudicando.
Anoche Adara hablaba con Bárbara en el cuarto de lavado y tras una puerta permanecían alerta Clara y Pol. Este terminó cansándose, pero ella siguió impasible, con la oreja puesta, violando la privacidad de quienes decidieron no compartir con nadie más su conversación. Clara aparentaba sentir gran sensación de escándalo por lo escuchado, pero yo solo oía buenos consejos de Bárbara, anoche más en papel de madre de lo que había apreciado antes. Y la desazón de una Adara que se equivoca pretendiendo hacer cambiar a Pol cuando este se ha mostrado absolutamente refractario a dicho cambio. No veo dónde está el escándalo.
Los concursantes de Gran Hermano renuncian a su privacidad en el momento de entrar a esa casa. Esto ya lo dije cuando Pablo entró en ese mismo cuarto de lavado con la excusa de coger unos calcetines y el objetivo real de fisgar un poco, mosca con la actitud de Clara y Miguel. Igual que entonces defendí que Pablo estaba en su derecho, ahora digo que Clara y Pol hacen bien en poner la oreja. Todavía recuerdo a Amor Romeira poniendo una copa en la pared para intentar escuchar lo que se decía en el cuarto de al lado. Solo hay una excepción a esto, y es el ‘confe’, único lugar que sí debe guardar una absoluta confidencialidad. Por lo demás, nada que objetar. Ahora bien, la actitud de Clara es contradictoria.
Si tan mal le pareció a Clara que Pablo irrumpiera mientras ellos compartían confidencias, debería tener la misma opinión sobre escuchar detrás de una puerta. Si apela al derecho a tener un momento privado con su amigo Miguel, debería rechazar ese quebranto del momento privado entre Adara y Bárbara. El papel secundario que Clara ha elegido solo puede ser amortizado con un comportamiento sin tacha. Pero en esa situación solo está Alain, al que es imposible hacer reproche alguno. Como decía José María García (el de los “saludos cordiales”), pero al revés, del francés se puede decir que no tiene ni una buena palabra ni una mala acción. Permanece en estado de reserva, aguardando su turno ante la posibilidad de que se extingan los demás.
La atención de Clara y Pol a lo que hablaba Adara con Bárbara era posterior a la larga conversación en la que Adara volvía a pedir a Pol que deje los sobeteos e insinuaciones sexuales con Miguel. Ella quiere exigir que no se besen, ni se canten al oído, ni se den palmetazos en el culo, ni se pongan mascarillas uno al otro, ni ninguna de esas cosas que haría sentir mal a cualquiera si las hace nuestro chico o chica. No depende de que se trate de un rollete de verano o una relación seria con fecha de la boda puesta. Para el caso es lo mismo.
Adara le expresa su preocupación a Pol y todos sabemos ya que tiene toda la razón. El propio Miguel ha confesado que Pol es una “tarta” que desea devorar. Como para no despertar celos en Adara, que apela con frecuencia a la mirada de Miguel. Porque, queridos amigos, el deseo se puede leer en la mirada. Pol repite que con Miguel solo hay amistad y ni siquiera se han dado un pico, como ha hecho Adara con alguna de las chicas en la casa. Eso mismo dijo Pol antes de Adara, con quien solo tenía amistad, y a los dos días estaban mordiéndose el labio. Por otro lado, debería leer Pol a Pierre Louÿs, poeta francés autor de textos eróticos y, por cierto, gran defensor de los derechos homosexuales. En sus ’Canciones de Bilitis’ dice este autor lo siguiente: “Las manos se unen mejor que las bocas y nada en el mundo iguala su pasión”. Más pasión puede haber entre dos manos que con dos bocas.
Cierto escándalo provocó en la casa la apelación que hizo Adara a que Miguel es gay, lo cual es motivo de mayor preocupación para ella. Estoy harto de tanta hipocresía respecto a esto. Si ve ciertos juegos entre Pol y Rodrigo se preocupa menos que si eso mismo lo hace con Miguel. Y es que este puede ser para Adara un rival, cosa que no puede pensar de Rodrigo. Basta ya de tonterías, no veo nada de particular. Otra cosa es que los celos de Adara estén más o menos justificados y, por supuesto, que sean reales o impostados. Ahora bien, no me toquen las narices con que da igual si es homo o hetero. ¡Unas narices va a dar igual!
Pol le pregunta a Adara por qué está tan segura de que Miguel es gay, cuando resulta que el propio interesado ha rechazado pronunciarse sobre esto, que le fue preguntado los primeros días (no recuerdo si la primera o la segunda noche). Ahí tiene razón Pol, puesto que no es una buena costumbre hurgar en la bragueta de los otros y cada uno es libre de hablar o no de esto. Pero claro, aquí también nos encontramos con toneladas de asfixiante hipocresía. ¡Por lo más sagrado! Todos hacemos conjeturas sobre la sexualidad de otros. Que tire la primera piedra quien no lo haya hecho nunca.
Ya sé que estoy utilizando un argumento que se desliza peligrosamente hacia la calificación de ad populum (ver escrito del martes), por eso voy a cambiar de tema enseguida. No sin antes decir que Adara puede ser incorrecta haciendo conjeturas sobre la sexualidad de Miguel, y se equivoca utilizándolo públicamente en la que puede ser su última discusión con Pol, pero no podemos negar que ha dado en el clavo con precisión de relojero. Si en la casa pudieran ver el confe donde Miguel habla del hambre que le produce esa “tarta” llamada Pol terminarían rindiendo pleitesía a la que ahora tildan de loca.
Qué lejos queda ya ese domingo que Adara le puso un corazón a Rodri mientras que Pol se lo ponía a Miguel. Al final Pol cruzó el panel de forma transversal, y eso explica en parte donde estamos. Personalmente, no pongo tanto reparo a la actitud de Pol con Miguel, que me parece muy inocente. Que se soben no es grave, deberíamos tocarnos más. Entiendo el reparo de Adara, más aún desde que vimos el ‘confe’ de Miguel y la apetitosa “tarta”. En todo caso, pienso que a Miguel no le gusta Pol y simplemente lo utiliza en su juego. Le divierte la situación y ha visto una ocasión para ser prima donna sin levantar su bisoñé y enseñar el cartón. Como golpe de efecto esto es más interesante y duradero.
Poco se pueden reprochar unos a otros en cierto aspecto. Tampoco creo que Pol y Adara sientan gran atracción mutua, aparte de que sean guapos y apetecibles, lo cual es evidente. A todos les viene bien para lo suyo el tema. Por eso Pol ha venido bandeando la situación, volviendo con Adara tras sus “saludos cordiales” dedicados. Lo peor en Pol no son sus juegos arriesgados con Miguel sino que no le haya preocupado nunca el malestar de Adara, habiendo asumido casi como una liberación la posibilidad de una ruptura.
Lo que menos compro en este concursante es su costumbre de dejar vendida a la chica con la que está. Esa deslealtad que supone socializar sus problemas de pareja. Y, sobre todo, que no haya defendido nunca a Adara ante los demás. Hubiera ganado mucho advirtiendo que no toleraría ningún comentario negativo sobre Adara delante de él. Sin embargo, esta madrugada intentaba callar a Adara cuando esta levantaba la voz para decir “que se vaya a la mierda”, refiriéndose a Miguel. Nunca le he visto hacer callar a alguien que hablase mal de Adara.
La madrugada terminó con Pol jurando y perjurando que no volvería con Adara. Es la primera vez que aparece tan decidido a llevar la ruptura hasta sus últimas consecuencias. ¿Qué es lo que ha cambiado? Pues unos oportunos gritos desde el exterior. No entiendo lo que hay en la cabeza de quienes se van un miércoles a las tres de la madrugada a las inmediaciones de la casa, en Guadalix de la Sierra, para gritar: “Miguel y Adara ganadores. Cuidado con Pol”. Aunque otros escucharon: “Alain y Adara ganadores. Cuidado con Pol”. Me inclino por esto último, aunque en la casa creyeron que decían lo primero, lo cual ya nos viene bien. “Les estoy haciendo víctimas”, dijo de inmediato Pol. Bueno, minipunto, vale.
Estaban en el jardín y Clara hacía el gran descubrimiento del día. “A Adara le gusta gustar”, afirmaba. Lo hacía delante de dos habitantes de la casa que se autodenominan “rompecuellos” y consolando a ese Pol “genéticamente perfecto” que un momento antes decía, refiriéndose a Adara: “No ha conocido un tío como yo en su vida”. Y no se hablaba de ir rapado o con el ego subido. Entonces llegó el grito del exterior, que descolocó por completo a Pol. Enfurecido y lleno de rabia como no lo habíamos visto otras veces. Tampoco un rato antes cuando Adara venía a decirle que adiós muy buenas, una vez más. “Cuidado con Pol”, maldita advertencia que le hizo perder la compostura anoche.
Si esta noche Pol escucha un buen abucheo desde el plató puede perder la cabeza definitivamente. También cabe la posibilidad de que le reste importancia. Aunque en este caso se escuche una mayoría de abucheos, seguro que no utiliza entonces el argumento de que no puede haber tanta gente equivocada y si todos piensan lo mismo “por algo será”. Una teoría a la que se ha abonado también Noelia, que la defendía el otro día torpemente con Adara y ha repetido incesantemente (como es usual en ella) después. Pol dirá que los del plató son familia de Adara, o vecinos de Alcobendas dispuestos a provocar otro 2 de mayo en la Comunidad de Madrid.
Después de todo esto se hizo ver un concursante cuyo perfil no he comentado. Están los protagonistas, aquellos que asumen su papel de comparsas con convicción y los carroñeros. Esta última es una especie abundante, que anoche era representada por Fer, posiblemente por ser el más aficionado a la carroña. En cuanto vio a Pol dispuesto a dejarlo definitivamente con Adara, le aconsejó que lo hiciera (pero no le intenta intoxicar, como se repite de Bárbara sobre Adara) y después insistía en que diera el giro completo nominándola. “Te digo más, deberías nominar a Adara. No te conviene, te lo digo por tu bien”, decía Fer a Pol. Me echo a temblar cada vez que escucho a alguien decir “te lo digo por tu bien”. En resumen, un buitre leonado tiene más escrúpulos que Fer.
Por ambos lados hay interés en que lo dejen, porque Bárbara también juega a eso. Ahora la veo haciendo más fuerza, pero hace días que me pregunto si podemos decir de ella que es la “anticelestina”. Ante este panorama imagino a Miguel disfrutando, aunque anoche lloraba desconsolado. Malísima la interpretación de Miguel, que parecía salido de un culebrón mexicano. Todavía no comprendo cómo no se partieron de la risa viéndole. Pol lo abrazaba cariñoso, deseando que asomase por allí Adara y viera la escena. Todos locos.
Puedo asegurar que una vez asumido el artificio de esta trama resulta fascinante. Pocas veces he estado atento al directo con tanto gusto. Lo único malo es que está anulando otras dinámicas, por lo que estamos dejando de analizar los movimientos de Candelas, completamente escandalosos. Una cosa es mantener silencio sobre los robos de comida con sus antiguas amigas y otra dejarlas al pie de los caballos convirtiéndose en la principal crítica de esas actitudes. Además, sigue robando comida, porque ella es un saco sin fondo a la hora de comer. Ayer Bea se engorilaba pensando que los dos botes de crema de cacao que faltan se los han comido Adara y Bárbara. Por la noche Rodrigo le decía a Fer: “Cuando se enteren de que los has escondido tú”. Y así todo.
La crítica a Candelas no es porque pase de un grupo a otro, lo cual ya hemos visto antes y parece algo normal si se cambia de opinión o sencillamente ha dejado de soportar a Bárbara, como parece. Lo llamativo es que haya hecho el cambio de forma tan repentina. Nada de ir integrándose gradualmente, ella hizo como esos oficinistas de las películas americanas que abandonan su mesa llenando una caja con sus objetos personales y llegan a su nuevo trabajo con la misma caja en sus manos. Candelas hizo el traslado de un grupo a otro sin que pudiéramos preverlo. A las tres andaba imitando a Clara y a las cinco se convertía en su nueva “ami”.
También chirría tanto descaro. Fue a advertir a Clara que la había imitado alguna vez, pero no había dicho nunca nada malo de ella. Pero dos días antes la llamaba prepotente, decía que se subiría a un taburete a darle un sopapo (con palabras algo más gruesas), se burlaba de su título de Miss Simpatía, y remataba diciendo que parece un tío. Que, hombre, a mí no me parece ofensivo porque lo soy, pero como insulto es más bien feo. El cambio no se critica, pero sí el espectacular morro que lleva días demostrando, su doble cara, y el inmenso temor que tiene a quedar nominada. Todos lo tienen, pero unos reaccionan ante ese miedo con más dignidad que otros.
Moleskine del gato
Seguiría desmontando argumentos falsos, como eso que se dice que criticamos a Candelas por alejarse de sus amigas y no hacemos lo propio con Bárbara por dejar a Álvaro en la estacada. Sucede que fue Álvaro el que se deshizo de Bárbara virtualmente a patadas por haberle puesto una bolita en el juego que da acceso a El Club. Es por esto que ella se apartó. Pero debo terminar aquí, prometo hacer recopilación de falsas creencias para otro día.
Esta noche tenemos una fiesta, con Jorge Javier Vázquez a los mandos. Entrará un nuevo habitante para sustituir a Álvaro, tendremos relevo en El Club, nuevas nominaciones, la visita de Antonio Orozco (el último día que estuvo cantando me hizo llorar) y, sobre todo, la expulsión. Ya está dicho, pero quiero repetirlo: quiero y deseo que el momento álgido de la noche sea cuando Jorge saque el papelito rojo de la caja y Bárbara vuelva a la casa después. Esto sí que sería una auténtica bomba.