Ni príncipe ni delfín

telecinco.es 08/01/2010 08:18

No cabía esperar de Arturo que se comportara como un príncipe en la casa. Ni sus modales, ni su educación, ni su habitual trato con las mujeres, hacían que esperásemos tal cosa. Tampoco creo que su comportamiento en estos últimos cuatro meses merezca un duro castigo. Analizando lo sucedido hemos puesto en demasiadas ocasiones el foco en sus errores y muy pocas veces en los de otros, como es el caso de Indhira.

Pero esto es Gran Hermano, sus espectadores no hacen de jueces sino de dioses, no juzgan de forma equitativa teniendo en cuenta los pros y los contras sino que se limitan a castigar. Ayer Arturo recibió su castigo aplazado. No por haber pasado bastante tiempo desde los hechos que se castigan quiere decir que lo merezca menos. Sencillamente la audiencia estuvo esperando hasta que le dejaron infligir su debido castigo. Por eso fue anoche expulsado Arturo con el 61'83 por ciento de los votos. Es el castigo al daño ocasionado. Como dijo Milá, toda acción tiene su consecuencia.

¿No vimos los errores de la otra parte? Claro que lo hicimos, pero no se castiga nunca al atropellado, y sí a quien se salta el semáforo y atropella, por muchos errores que hubiera cometido el peatón. A uno se le protege y se castiga al otro. Aún así, insisto en que el pecado no fue como para expulsar del paraíso a ese conductor que ayer aparcó el vehículo de su paso por Guadalix con la frustración de hacerlo antes que algunos otros, mucho más merecedores que él. A decir verdad, lo que menos le perdono a Arturo no es que haya demostrado no ser un príncipe de cuento, como ya podíamos esperar, sino que hiciese anoche confesión de que el delfín no es tal. No ya descartó la posibilidad de que fuera tiburón, como nos había contado Laura, sino que su propio dueño lo calificó como normalito. Hombre, eso no se hace. El mito ha caído. Ni príncipe, ni tampoco delfín. Menuda decepción.

Arturo estuvo bastante despierto en la fantástica entrevista que le hizo una Mercedes Milá especialmente guapa y acertada anoche. No era una misión fácil para ninguno de los dos, y mi nota es un sobresaliente para ambos. El de Irún empezó un poco noqueado pero le vi como empezaba a sentirse más a gusto según iba corriendo la entrevista, y al final creo que hasta hubiera pedido más, como los boxeadores para los que cada derechazo bien contestado supone una inyección de adrenalina, terminando con un espejismo de euforia. Siguiendo el símil pugilístico se podría decir que aguantó bien cada golpe, demostrando una tremenda forma, aunque a veces se quedara contra las cuerdas.

No se lo pusieron fácil los suyos advirtiéndole indebidamente sobre sus contrarios. Las torpes consignas de Eli no podían hacer otra cosa que confundir a un recién aterrizado Arturo. Era una Eli rabiosa al ver volar el mentado maletín. Más ridícula que nunca al intentar reírse del acento malagueño de Indhira, demostrando que desconoce las normas básicas de urbanidad (de educación ni hablamos). "Milá te odia e Indhira es lo peor", dijo esta desagradecida familiar a quien el equipo de este programa ha tratado con mimo durante cuatro meses, empezando por la propia Mercedes Milá, lo cual me consta. Dice el refranero que "de bien nacidos es ser agradecidos". Si consideramos, como es mi opinión, que ella ha sido enormemente desagradecida podemos colegir por qué. No debe ser fácil encontrarse nada más salir del encierro durante cuatro meses en esa casa con tu propia historia comprimida, con banda sonora y hasta efectos de sonido ilustrándola. El impacto es fuerte, y mucho más si te han malaconsejado antes de empezar. Aún así, me quito el sombrero porque Arturo supo mantener el tipo, a pesar de todas las dificultades.

Aunque es muy complicado justificar aquello que no tiene justificación. Arturo lo sabe y, por eso, se pierde en intentar explicar algunos detalles más o menos anecdóticos de la historia. Cuando a alguien se le presenta una realidad no tan compleja y en lugar de analizarla en su conjunto prefiere detenerse en algunas de sus partes, es que simplemente está evitando enfrentarse al análisis global. Y si eso hace seguramente puede ser que lo considere tan difícil de justificar como este gato observador. Arturo es un capullo y se ha comportado como un canalla. Esto lo sabe y no le cuesta aceptarse tal cual es. Curiosamente, la mayor de sus defensas fue hacer hincapié en su naturalidad, precisamente aquello que este cronista ha destacado más de él, por mucho que algunos me lo censurasen (bien es cierto que para terminar dándome la razón, lo cual es un viaje innecesario e inexplicable). Estoy de acuerdo con el expulsado de ayer en que es preferible un capullo que no oculta serlo a uno que aún no sabemos cómo es. Lo que más valoro en un concursante de Gran Hermano es que no me mienta y me ponga fácil el conocerle bien. Arturo ha sido inmensamente generoso en eso, por mucho que algunos como Ángel, epulón falso, hayan repetido el increíble discurso de que es egoísta.

Por eso he valorado en positivo tantas veces a Arturo Requejo. Como concursante me ha parecido una auténtica joya, una piedra preciosa y hallada en mitad de tanto risco. Este Gran Hermano no habría sido lo mismo sin él. Realmente prefiero no pensar lo que habría sido sin Arturo y sin Indhira. Por eso creo que en contraposición a sus pecados, pesado por el fiel de balanza, se puede poner lo mucho que este concursante hizo por este programa. Sus decenas de vídeos, las horas de resumen, los litros de tinta derramados hablando de él. Son aquellos valores de los que él mismo no es consciente y me permito poner en su nombre. Y también en el de tantos espectadores que, defendiéndolo o detestándolo, nos hemos entretenido tanto gracias a él. Esto es algo que llevo diciendo desde hace meses. Me hizo gracia, si se puede decir así, escuchar a Carolina hablar de como siempre había pensado que era un buen amigo pero en plan pareja un asco, recordándome cierto monólogo de Pedro Reyes. Lástima que entre la fantástica selección de vídeos que ilustraron la entrevista no le pusieran a Arturo ese en el que se ve (en realidad podrían ser dos o tres vídeos de momentos distintos) a Carolina deseándole un cáncer. Me río yo de aquellos que ahora le defienden.

Tatiana se quedó desolada, llorando y lamentando la marcha de Arturo. Sobre esto quiero decir dos cosas. Primero que a mí la rusa ya no me la pega. Anoche decía que es consciente de contar con otra gente en la casa, pero que no es lo mismo. O sea, que se siente sola y abandonada una vez más, igual que dijo cuando salieron Nagore, Mel, Carolina y no sé cuántas veces más. Todas la veces ha dicho sentirse sola y abandonada, despreciando el apoyo de quienes seguía teniendo cerca. Hablando de desagradecidos aquí tenemos otro caso memorable. Me da igual si está enamorada o no, si bien prefiero dar crédito a lo que dice la propia protagonista. Ella dice que no y, por tanto, lo doy por bueno. Ahora bien, desde el comienzo de los tiempos han sido miles los escritores, filósofos, sociólogos y humanistas de todo jaez quienes han discutido sobre lo que supone realmente estar enamorado. Esta misma temporada dediqué una entrada al tema, mencionando a algunos de mis autores de literatura romántica preferidos, de Stendhal hasta Bukowski (romanticismo posmoderno, podríamos decir). ¿Qué diablos es estar enamorado?

No tengo la respuesta a la pregunta formulada. E insisto en que me creo a Tatiana. Ahora bien, el llanto de anoche demostraba más cosas que el aprecio personal al amigo expulsado. Este gato dijo hace semanas que a Tatiana le gustaba Arturo. Hablé entonces de los celos infinitos que tenía cuando este se acercaba a cualquier mujer. Y lo escenificaba entonces en las fiestas, donde vi perfectamente como se moría de celos simplemente viendo como el vasco dirigía su mirada a cualquier mujer, incluso quien no suponía una competencia real en un principio, como Laura. Lo vi meridianamente claro entonces y lo sigo teniendo claro ahora. ¿Sabéis qué? Algunos me han dicho que parezco desganado, como poco entusiasmado con este Gran Hermano. No es cierto, pero sucede que todo me parece tremendamente previsible y, además, lo tengo tan claro desde hace meses que me motiva poco explicar cómo lo veo. Anoche decía Milá que Arturo era previsible, y es una interesantísima observación en la que tiene toda la razón. Pero es que casi todo ha sido muy previsible en estos meses.

¿Sorpresa lo del primero de año? Para mí ninguna, es más lo vi muy clarito desde poco más tarde de las doce: esos acabarían encamados seguro. Pero si es que hacía meses que había notado los celos irresistibles de Tatiana por Arturo. Por eso, teniendo en cuenta que ninguno de los que ahora hablan de si está o no enamorada fueron capaces de darse cuenta de algo que yo veía con claridad meridiana, como digo, no sé con qué autoridad abren la boca. Lo siento mucho pero yo sí lo vi. La propia Tatiana me lo confirmó poco después, confesando que había estado celosa y se alegraba de la expulsión de Carol (que anoche parecía salida de un episodio de los Monsters). Ahora la veo llorando y sé lo que ella siente, como siempre lo supe. Y que digan misa los demás.

De igual forma sé que Tatiana ve volar el maletín también para ella. No me cabe duda de que la salida de Arturo ha sido interpretada por la de Roquetas como un indicio de que muy posiblemente será ella la siguiente en irse. "Pero si Arturo no ha hecho nada", decía anoche. Ella piensa que, por el contrario, sí ha hecho algo, por lo que entiende que si ha sido Arturo el expulsado es porque ella no estaba nominada esta vez. Aunque puede ser que sus temores se extingan dentro de siete días, y sean Pilarita o Ángel quienes salgan de la casa. Cualquiera de los tres podría ser expulsado: la no tan niña Tati porque, como sucedía con Arturo, muchos le tenemos guardado el castigo; Pilar porque de todos los que por ahí han pasado es quien menos protagonismo tuvo, y además ya está Saray para llevar el premio a Ferrol, si acaso; y Ángel por haber dado tan poca rienda suelta a su rabia y cuando lo hizo fuera con tan poca fortuna como esa vez que dijo no considerar justo que una pensionista, como Pilar, estuviera cobrando dinero de un concurso de televisión. Como si no pudieran concursar los pensionistas por serlo (¿de Toscano qué pensará?).

En las nominaciones tuve cumplida respuesta a mis preguntas de ayer. A saber: se salvó Gerardo y también Saray, para mi sorpresa en este caso; Gerardo cambió su prioridad y no mantuvo la coherencia con lo dicho hace cuatro días, nominando a Pilar y no a su hija; Saray no le dio esta vez los tres puntos a Gerardo, para quien tuvo que reservar el solitario punto; la ferrolana madre y la ferrolana hija mantuvieron su mutuo pacto materno filial, o sea, no se nominaron. Con esto estaba casi todo dicho, aunque también me sorprendió que Gerardo prefiriera nominar a Ángel antes que a Saray. Y ya no me puedo aguantar más con este personaje que me parece lo peor. Si en algo estoy de acuerdo con Arturo es en su animadversión hacia un personaje tan patético y tan falso. Llegados a este momento prometo que hasta le daría el premio a Ángel mucho antes que dar ni la hora al payaso (con todo mi respeto a esa adorable profesión) de Gerardo.

Gerardo le da ahora tres puntos a Tatiana y uno a Ángel, esos que eran sus grandes intocables. Este retrógrado personaje se escandaliza con el sexo de los demás pero luego va prometiendo estremecimientos en el breve plazo de quince minutos, como si fuera un vendedor de orgasmos. Me asquea hasta argumentar en su contra, sinceramente. Y a la chica que ahora suspira por él, víctima del romanticismo romano (dice ella misma) se la vio anoche arrobada, plena de satisfacción al ver como hay tres posibilidades de cinco de que el maletín con los 350 mil caiga de su lado. Ni una lágrima, ni un lamento, por Arturo, con quien ya no compartirá piso porque este quiere controlar las visitas y no admitirá a gente como Gerardo en su casa, tal como le dijo en su despedida. Quería que Arturo ganase, incluso más que ella misma. Ja y ja. Ahora ha visto el cielo abrirse. Tres de cinco posibilidades, repito. Ya le cayese a Pilarita (por un milagro), a ella misma, o incluso a Gerardo. De cinco tres posibilidades, algo que hizo feliz anoche a Saray. Por eso no lloró como cuando se fue Hans. A Arturo que le den, debió pensar.

Y ya. ¡Rufa ganadora!