15 reglas a seguir por el concursante de Gran Hermano

telecinco.es 16/09/2014 08:00

No se trata de sentar cátedra, y si hay que sentar pues se sienta. Eso sí, en una silla cómoda, a ser posible. En más de una ocasión durante estos años he intentado pergeñar una especie de manual para el concursante perfecto. En realidad, el intento siempre ha tenido vocación de ‘GH for Dummies’, la genial colección de manuales para poco iniciados en las más distintas materias que se pueda uno imaginar. Pues bien, a dos días del estreno de una nueva edición vuelvo con este argumento en versión corregida y aumentada.

Como corresponde con el número de edición, la presente versión del mencionado manual consta de 15 puntos. Me atrevo a decir que unos puntos incuestionables y casi infalibles. En vuestras manos, queridos concursantes futuros, está hacer caso o no. Lo que suele pasar es esto último, dicho sea de paso.

Una cosa más antes de ir al tema. Esta es la última versión del manual… por ahora. Quiero decir que preveo futuras ediciones rozando cada vez más la perfección. Solo me comprometo a entregar un certificado asegurando que no va a haber más si durante Gran Hermano 15 hay un solo concursante, solamente uno, que da cumplimiento estricto a los siguientes 15 puntos.

1/. Logra que nadie vaya difundiendo la noticia de tu participación en el programa antes del comienzo del mismo. Es elemental, como la mayoría de estas reglas. Las trillizas de Cartagena se quedaron a las puertas porque se dieron a conocer antes de tiempo. El año pasado, Emily tenía la maleta hecha y llegó a ser visitada por Milá en el hotel, pero nunca llegó a entrar en la casa porque retransmitió su aventura en redes sociales. Son dos ejemplos de concursantes malogrados por dar tres cuartos al pregonero.

Una básica discreción es suficiente. Susana, ganadora de la última edición, confesó no haber avisado ni a su abuela. ¿Es exagerado? No lo creo. Como me decía el profesor de las clases prácticas de autoescuela: “¡Extrema las precauciones!”. Pues eso mismo.

Este año hemos sabido de las sevillanas conocidas como la “pija” y la “tetas” (apodos que tienen de elegantes lo mismo que de infrecuentes), los graciosetes canarios que lo revientan en cierta plataforma de vídeos o el gaditano musculitos residente en Madrid. Conozco los nombres completos de todos ellos y hasta he visto imágenes. Por si esto fuera poco, las de los apodos originales llegaron incluso a tener un club de apoyo en Twitter. No es serio.

2/. Da estrictas instrucciones a tus familiares o defensores en plató para que se conviertan también en los portavoces perfectos. Sin buenos embajadores la prueba de conquistar al público se pone un poco más cuesta arriba. Intenta que tu defensor no quiera ser más protagonista que tú mismo. Cuida de que no insulte a colaboradores del programa a través de sus perfiles en redes sociales. En todo momento tu defensor o defensores deben evitar convertirse en trolls calumniadores.

Y ten claro que una buena defensa no significa aprobar todo lo que haces. Una táctica inteligente es que tu defensor critique algunos de tus actos, dejando claro que eres humano. Es una obviedad que nos suele gustar tanto como apreciamos comprobarlo.

3/. No des nada por supuesto. En el programa casi todo es imprevisible, por lo que harás bien en no estar seguro de nada. Sobre todo, no des por cierto que el compañero a quien más detestas va a ser también el más denostado por el público. Es posible que sea justo lo contrario, por lo que tal vez convenga que valores y tengas en cuenta lo que el público va decidiendo con sus votos.

4/. No tomes por tontos a los espectadores ni, por supuesto, al equipo del programa. Tal vez tengas un problema si te consideras más listo que nadie, pero mientras seas concursante de Gran Hermano tan solo debes hacer el ejercicio de que no lo parezca. Si quieres presumir ante tus compañeros de encierro, más vale que lo hagas por algo que no parezca excesivo, pero en ningún caso debes pavonearte de estar siendo más listo que aquellos que te pagan y los que sostenemos este tinglado con nuestra fidelidad transformada en share. Con suerte, puede caer simpático bordear el cumplimiento de las normas, no violarlas de forma alegre y mostrándote satisfecho por ello.

5/. No te sobres. Conviene no dar mucho la imagen de presuntuoso porque esto también es tirar piedras contra el propio tejado. Claro que, si uno peca por exceso igual se termina interpretando en una clave cómica o sarcástica, beneficiosa incluso. No es tanto parecer que no tienes abuela, como que muera una abuelita en cuanto abras la boca (igual que pasa con el Domo-kun y esos pobres gatitos).

6/. No pactes las nominaciones con un grupo mayoritario. No se trata de evitar las alianzas, pero dado el caso considera que suele ser más rentable aliarse con el débil que con el fuerte. Las mayorías tienen mala prensa, por así decirlo. Esto indica que conviene evitar unirse a un grupo formado por más de dos personas. En Gran Hermano se cumple ese dicho de que tres son multitud. Si las circunstancias de la convivencia, ese mal necesario e imprescindible en este programa, hicieran que el concursante simpatizase con más de dos compañeros, debería grabarse con fuego en alguna parte visible (para él mismo) de su cuerpo la inscripción: "No pactaré las nominaciones con un grupo compuesto por más de dos compañeros".

Es casi una cuestión estética. La minoría organizándose para subsistir despierta un cierto sentimiento de simpatía en el espectador. Por el contrario, lo mismo en un grupo mayoritario no hace otra cosa que sugerir una intención opresora que resulta poco simpática a la audiencia votante.

Tampoco están bien vistos los pactos, aunque se confunde la prohibición de pactar para salir todos nominados (una rémora que se arrastra desde la primera edición, donde la competición fue mal reinterpretada por los concursantes) con aquello que aquí llamamos “sindicar las nominaciones”. Intenta que si eso sucede no sea para perjudicar a un compañero sino para salvar el propio pellejo.

7/. No robes comida. Debería ser la regla de oro, el cáliz sagrado o la piedra de roseta para cualquier concursante de Gran Hermano. ¡Por lo más sagrado! Aún no alcanzo a comprender cómo es posible que no se den cuenta de esto. Recuerdo los kilos de galletas, litros de leche y aceite, entre otras muchas cosas, que han llegado a sacar en alguna edición del fondo de unas estanterías. Siempre que algo así ha sido descubierto fue en detrimento de quien cometía tal torpeza infinita.

La convivencia hace recomendable que todos sean guardianes de los bienes comunes, velando por ciertos artículos de consumo cuya presencia en la dieta diaria son imprescindibles. Materias básicas, como el azúcar, el aceite o la leche, requieren un cuidado especial para garantizar su suministro. Esto quiere decir que quien los derroche tendrá asegurada la censura de la audiencia. Más aún aquel que pretenda desviar el bien común a la parcela particular. En este caso ya no se trata de derrochar un bien común, sino directamente de privar del mismo al colectivo. Es decir, lo que debes evitar es hacer un uso privativo de un bien común.

Descarta sin pestañear la opción de recurrir a la excusa de que lo guardabas con buenas intenciones, para evitar el desabastecimiento de ese producto en particular.

Como toda regla que se precie tiene sus honrosas excepciones. No considerar aplicable si te llamas Pepe Flores y participas en la elaboración de bizcochos a altas horas de la madrugada.

8/. No acuses a los demás de algo que tú mismo haces. Se trata de lo que podríamos llamar el 'síndrome del ojo-viguismo' o de como ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Citar un caso es complicado porque es uno de los errores más comunes. También he de decir que no es patrimonio de la convivencia en la casa de Guadalix, sino un defecto muy común del cual no se salva nadie. En mayor o menor medida todos caemos en ello, mal que nos pese.

Tampoco se trata de ser un ejemplo para la humanidad. Todos somos contradictorios, solo es preciso evitar incoherencias lacerantes. Hacerlo es imprescindible para que no parezcas disparando a tu propio pie, o directamente cavando tu propia fosa. A quien tenga dudas le remito al siguiente punto del decálogo.

9/. Protege tu propia imagen, que ya vendrán otros a intentar mancharla. Ser un concursante kamikaze no es fácil. Si no estás entre los elegidos que pueden permitirse el lujo de hacer lo que les rota, poniendo en peligro de forma permanente tu reputación y buena imagen (y nunca vas a poder estar seguro de eso) lo mejor es procurarte tú mismo protección.

Deja que sean los demás quienes se encarguen de socavar tu reputación. Ya se dice en el punto anterior que no conviene cavar la propia fosa. Algunos lo hacen y hasta parecen impulsarse con entusiasmo hasta el fondo del hoyo.

10/. Intenta colaborar en las labores del hogar, o que al menos lo parezca. Cada uno aporta algo distinto en la convivencia. No es necesario convertirse en el ‘Don Limpio’ de la casa, pero conviene evitar la sensación de que siempre se encargan los mismos de ciertas labores para las que todos están capacitados.

Colabora en lo que puedas o, por lo menos, simula hacerlo. Eso sí, no caigas en la tentación de presumir de trabajar mucho. Tampoco de criticar a quien no lo hace como si fueras su capataz en lugar de un compañero.

11/. Dosifica tus flatulencias. Deben incluirse en este apartado pedos y eructos, las dos actividades preferidas de algunos poco ilustres concursantes de la historia de este programa. A ver, pongámonos de acuerdo en esto al menos. No digo yo que no dejen escapar algunos gases de vez en cuando. Personalmente es excesivo mi pudor a este respecto, aunque puedo entender que no todo el mundo afronta esto de igual manera.

En definitiva, estás en tu casa, como siempre se encarga alguien de aclarar (innecesariamente, por otra parte). Pero, ¡por humanidad! No eructes todo el rato. No seas tan desagradable. Estomaga escuchar regüeldos a todas horas. Deberían poner la hora de las flatulencias y derivados. Como una hora feliz. Y sin cámaras (ni micrófonos), por supuesto.

12/. Evita el odio desmedido. En tan poco tiempo no se justifica una enemistad excesiva. Es algo que nunca termino de entender, y a algunos concursantes les pasa lo mismo. Acepto que me sea especialmente complicado asumir como la simple antipatía entre nuevos compañeros de piso puede terminar derivando rápidamente en auténticos odios africanos.

Es posible que esté obviando el factor magnificante que comporta convivir todo el día con un grupo reducido de personas en un espacio igualmente limitado. Pero vamos, una cosa es que haya quien te caiga peor que los demás, y otra bien distinta esa animadversión que a veces se muestran mutuamente dos concursantes. Ni esto ni el buenrrollismo de 'me llevo bien con todos porque son todos adorables'. Hay una inmensa escala de grises entre el blanco y el negro.

13/. No mires nunca a cámara. Vale que los primeros días se muestren inquietos e intrigados por vivir rodeados de cámaras, algunas bien visibles para ellos. De acuerdo que más tarde dediquen alguna monería a una cámara de vez en cuando. Pero lo que no tiene justificación ninguna es actuar permanentemente para las cámaras. Ya sea cuando te cepillas los dientes, criticas a un compañero o juegas a la pelota. No es malo tener un ego ilimitado, lo malo es que se note.

Esta regla ni siquiera ha de quebrarse en las conexiones en directo con Mercedes Milá. En esos casos mira a la pantalla, no busques la cámara. La excepción es el ‘confe’, aunque allí lo más seguro es que hagas como casi todos, mirar hacia arriba porque el altavoz está a ras del techo y de allí viene la voz del ‘súper’.

14/. Regula tus niveles sonoros. No me refiero a sonidos corporales sino a tu comunicación oral con el resto de concursantes. Lo clásico es que durante las primeras semanas el espectador se harte de escuchar chillidos. La mayoría de habitantes de la casa gritan sin parar, arrastrados por su alto estado de excitación y la necesidad de hacerse oír entre la masa. La prueba es que unos días después de entrar allí hay siempre varios concursantes afónicos. Sin embargo, según van avanzando las semanas esa casa se llena de susurros y muchos se pasan medio día hablando a media voz.

Procura regular tu nivel sonoro al hablar. No grites demasiado y limita las charlas entre susurros, que agotan la paciencia del espectador y a muchos nos resultan francamente insoportables. Ni calvo ni con tres pelucas.

15/. No escuches tras las paredes. Era gracioso ver a Amor poniendo un vaso en la pared, pero no es algo ni medio bonito. Aunque esta última regla sería extensible también para "la organización". Por lo que más quieran, pongan remedio a la falta de aislamiento acústico de la casa y eviten que los concursantes puedan oírlo todo, de dentro y fuera, desde cualquier sitio. La nociva influencia del megáfono debe tener su fin ya mismo. Nos ur-ge.

Ah, quedan tan solo dos días.