Los reyes son ellos

telecinco.es 06/01/2009 08:22

Hace casi mes y medio publiqué la tradicional carta a , esos que vienen de Oriente y traen aquellas cosas que cada uno desea, o por lo menos lo intentan. Era mi forma de desearle lo mejor a los concursantes, ironizando dentro de mis posibilidades sobre los mismos. Hoy quiero aprovechar esta moratoria de la gala, el motivo por el cual este martes no hay fiesta aún siendo precisamente festivo, y la cita semanal con Mercedes Milá la tendremos en esta ocasión un día más tarde, para convertir a los mismos concursantes en .

Anoche hacían una fiesta y cada uno portaba una corona de plástico, poco más o menos como la que dan con el menú infantil de cierta cadena de hamburgueserías. Les veía en torno a la mesa del comedor, bebiendo vodka mientras jugaban a beber vodka, y pensaba que realmente . Son los que nos han traído durante cuatro meses el entretenimiento que a muchos más nos gusta, el motivo de reunión que no olvidaremos durante el resto del año, la costumbre de venir aquí a compartir esto con tantos amigos, la gozosa experiencia de poder abusar de la generosidad de unos concursantes que se exponen día y noche para que veamos sus miserias tanto como sus momentos de gloria. Ellos son los que me traen cada año mi regalo preferido, el que más quiero. Un que a muchos nos ha dado mucho más, que nos ha hecho conocer gente maravillosa, que ha contribuido a cambiar nuestras vidas de algún modo.

Lo que pedí entonces para ellos fue lo siguiente (he incluido a Palomares para dejar los seis últimos que habitaron la casa de ):

Pues bien, ahora lo que pretendo es destacar aquellos regalos que ellos nos han ido haciendo, bien es cierto que algunos envenenados para ellos mismos porque con ciertas actitudes lo único que pueden llegar a hacer es minar su popularidad y perder la oportunidad de llevarse el botín y salir el último de la casa. Estas son las cosas que nos han dado los finalistas, según lo ve este gato escribidor.

Iván: El urogallo que canta de madrugada, un león que ruge para dentro, animal amante de los animales, ha sido el que más nos ha dado a todos.

Cuando leo o escucho decir que Iván ha discutido con todos los de la casa, pienso en la frase de que dice: "Una mentira, repetida mil veces, se convierte en verdad". El experto en propaganda del nazismo lo sabía bien, de igual modo que lo intuyen algunos de los que nos intentan confundir con esto. Lo cierto es que este concursante no ha discutido con toda la casa, y si acaso sería que todos en la casa habrían discutido con él. Está claro que en una competición como esta, donde un maletín con 300 mil euros está en juego, algunos piensan que todo vale. También lo está que cuando alguien destaca y se puede comprobar que es salvado una y otra vez por la audiencia votante, es fácil rendirse a la tentación de ir contra él, y qué mejor manera podrían encontrar si no es provocando discusiones con ese concursante.

Me hace gracia la retórica de quien manipula algo para luego denunciar que está manipulado. Es como aquel locutor de radio que introdujo unos infiltrados en la elaboración del (Estudio General de Medios, la más importante fuente de información sobre audiencias en la que se basan los publicistas españoles) con la orden de manipular y falsear los datos de sus estudios, para luego poder denunciar que dichos estudios no son fiables por ser fácilmente manipulables. Pero vamos a ver, un poco de buena fe, por favor. No se puede provocar discusiones permanentemente con alguien para luego acusarle de haber discutido mucho.

La acusación de ser vago y no colaborar suficientemente en las labores de la casa no es falsa pero sí tendenciosa. Porque claro, a muchos nos gustaría que quienes hacen tal acusación nos dijeran si son capaces de evaluar lo que ha contribuido este concursante en las labores domésticas en comparación con otros concursantes, cuyos nombres podría enumerar de forma inmediata, y lo haré. O es que acaso Iván no ha limpiado más que Loli (siempre en la cama), o Gisela (permanentemente pegada a su planchadora del pelo), o Nany (anda, me han salido las tres doñas), por poner unos ejemplos.

El argumento es además especialmente perverso si es utilizado por un ex concursante, ya que basta con intentar evitar que alguien aporte su trabajo en dichas labores para luego poder formular una acusación como esta. He visto a Iván intentar meterse a colaborar en el trabajo de la cocina infinidad de veces, siendo rechazado por quienes la tenían ocupada. En un principio fueron Carlos y Carlitos, luego los Julja de los pelendengues, con perdón. A estos incluso les planteó seriamente la posibilidad de repartir la limpieza entre todos, cosa que hizo de forma argumentada y entendible, pero le dijeron que no. Está claro, ¿no? No fuera a ser que perdieran la ocasión de presumir de ser los desgraciados que limpian la casa para el bien común. Qué buenos son, por humanidad, es que se parten de puro buenos.

Tenemos asumido que no nos ha regalado con su talento limpiador y tampoco ha brillado como cocinero, mientras sí nos brindaba la posibilidad de ver llenar minutos televisivos participando en discusiones que él alargaba en interminables y a menudo insoportables charlas, muchas veces monólogos que chocaban con una pared llamada Orlando. A cambio, nos hizo disfrutar de sus noches de urogallo, sus relatos de instantes vividos contados como una ensoñación capaz de atraparnos a muchos. Nos mostró su cariño y generosidad para con todos aquellos que podían estar pasándolo mal, o la inocencia de quien desconoce el propio funcionamiento del programa, así como de la pulsión de sus participantes. Iván nos ha regalado su entusiasmo por vivir cada minuto de esta experiencia como si fuera el último, sin ni una sola racanería. E incluso cuando discutió fue siempre respetuoso y hasta diría que amable con sus oponentes, los mismos a los que ahora recuerda con mucha mejor intención que ellos tienen hacia él.

El regalo de este pirata soñador ha sido tan grande para muchos soñadores que moramos aquí fuera, que desde muy pronto vivimos la ilusión de que esta vez era posible. Esta vez podría ser que uno de los más políticamente incorrectos, uno de los más canallas y crápulas que han pasado por allí, pudiera ganar el concurso. Y esto es por una cosa muy simple, y es que el pirata es un tipo íntegro que tras su planta de modelo esconde un alma sensible como pocas, de igual forma que tras el jacuzzi de su casa o su lujoso coche encontramos un perdedor que así se siente por no haber podido cumplir su sueño de seguir viviendo con la inmensa felicidad que le procuraba su antigua novia. Una brecha aún no cerrada y por la que le hemos visto sangrar en ocasiones.

Es un regalo demasiado inmenso como para no merecer el premio final.

Almudena: En contraste con el amplio espacio que le he dedicado al concursante anterior, en este caso me bastará con un solo párrafo, quizá dos. Almudena es una concursante con pocas dobleces, lo cual hace que sea poco atractiva para este presunto analista. Todo lo que hay lo tiene a la vista y nos lo ofrece con una generosidad digna de encomio. Su regalo para nosotros ha sido precisamente ese. No he conocido ni un solo concursante en las diez ediciones habidas tan poco preocupado por como fuera el público a aceptar su forma de ser. Eso la ha hecho ser tan de verdad que muchas veces hasta parecía que dolía.

Chiqui nos ha regalado su desinhibición a la hora de acercarse a los hombres y ser capaz de enamorarse (por así decirlo) hasta de una voz. Pero sobre todo, nos ha regalado su infinita capacidad de dar cariño, cosa que hizo con Gisela (su princesita) e Iván fundamentalmente, pero también con muchos otros, incluso algunos como Ana con quienes no se había llevado precisamente bien. Es una lástima que solamente se vea su arranque muchas veces ofensivo y casi siempre formalmente ordinario, en lugar de escarbar un poco y llegar a observar su gran generosidad a la hora de darle todo su cariño a los demás, el aguante que tuvo siempre con las bromas, la gran capacidad para divertirse, o el proyecto de superación que ha debido ser su más claro triunfo en la vida.

También es demasiado como para que algunos locos no deseemos verla en la final, junto al gigante con quien tanto compartió.

Liz: Escueto era mi deseo en la ocasión anterior, y así lo va a ser esta vez. La , princesa rubia que dice Senador, nos ha regalado unas briznas de estrategia. Ella entendió el juego tal y como está planteado, cogiendo sus cartas e intentando componer siempre una jugada ganadora. Con esto demostró que se puede jugar las cartas que nos ponen en la mano sin traicionar a nadie y manteniendo la fidelidad hacia los cercanos y queridos. Esto la hizo especial en un donde apenas vimos talentos jugadores, después de que en Gisela terminaran pesando más otras cosas que su supuesto perfil de jugadora de póquer.

Aunque, a decir verdad, lo que más nos ha regalado Liz ha sido la vista. Y solamente por eso muchos la recordaremos con agrado y simpatía.

Orlando: Hace unos días me propuse defender a este concursante, que nos ha dejado en estos meses la sensación de equivocarse poco, sabiendo divertirse como el que más en las fiestas mientras tenía siempre un trato amable con todos. Pero bien pensado sería capaz de recordar más de una cosa que explica mi recelo hacia él durante todo este tiempo.

Los primeros días de convivencia dio alguna pista cuando contó aquello de que no tiene sexo nunca con una mujer que primero de todo no hace sexo oral con él. Luego confesó que cortaría una relación con su pareja si esta visitara un local de striptease masculino. No me cuadraba nada una cosa con la otra, ni con su vida casi de joven titiritero.

Esta misma semana ha pecado de bocazas, revelando a Julito que Liz le nominó, teóricamente sin mala intención. Este chaval no se ha enterado de casi nada nunca, y cuando se entera de algo no sabe qué hacer con ello. Aunque lo peor que hemos visto en él ha sido algo similar a lo que decía en el texto pasado sobre Palomares, su indefinición, la tan comentada tibieza. También su demostrada escasa capacidad afectiva, de la que también he hablado en muchas ocasiones.

¿Qué nos ha regalado Orlando? Aparte de su agradable físico, una presencia siempre motivante para muy buena parte de la audiencia, su principal regalo ha sido ser capaz de resultar siempre suficientemente poco estridente como para llegar hasta aquí. Es de esos que se terminan colando en la final sin que uno sea capaz de decir prácticamente nada negativo de él.

Julito: Su bondad. Nos ha regalado su bondad infinita. Su pulcra, impoluta y casi ingrávida perfección cuasi sagrada. ¿Qué más se puede pedir?

Y ya. Buenos reyes.

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