Sofía, libre sin pretenderlo

telecinco.es 17/12/2015 09:14

Último daguerrotipo de la temporada, aunque el lunes habrá una especie de estrambote, el perfil de una finalista que ya no lo es y sigo echando de menos. Marta será protagonista ausente el próximo lunes, pero antes hay que rematar la faena con Sofía. Enseguida iré a ello, no sin haber dejado de apuntar alguna cosa de ayer.

Han siguió poniendo al día a Nied y Sofía, algo que tiene parte de puro ‘piquipeo’ y otra parte de dulce venganza. El chino disfruta presumiendo de hazaña sexual. Su objetivo en cierta medida ha sido alcanzado, lo cual le puede tener parcialmente contento. El contrapunto viene cuando Aritz arremete contra él, o simplemente le para los pies. Antes podía entenderse como una consecuencia de que no quería pasar del cariño al contacto sexual con Han, pero ya sabemos que esa barrera ha sido atravesada.

Todos decidimos cómo y de qué manera pasamos ciertas barreras. Lo que carece de sentido es esta suerte de baile de la yenka, con pasitos para adelante y otros para atrás. Especialmente cuando entre unos pasos y otros se meten los desprecios y reproches fuera de lugar. Anoche se enfadaba Aritz porque Sofía hablaba de lo feo que le parecía alguien en los vídeos de presentación de los ausentes, que pudieron ver junto a la repetición de los propios. Como Sofía no entró a su provocación la tomó de inmediato con Han, utilizando una vez más a su chinito como paragolpes.

Lo que menos me importa es la definición sexual de Aritz, aunque entiendo que despierte cierta curiosidad entre Nied y Sofía. Aquí fuera se han escrito y siguen escribiéndose ríos de tinta, como para no provocar el interés entre los cuatro gatos que quedan allí. Nunca he analizado esta historia en esa clave, incluso he obviado ciertas informaciones que me iban llegando sobre posibles relaciones anteriores de este concursante. Me es indiferente. Hubiera opinado igual si Han hubiera sido una chica.

Ayer Han decía que Aritz ya había tenido relación antes con chicos. Estaba hablando con Nied, y Sofía puso la antena al momento. Le interesaba saber si lo que andaba escribiendo en su blog estaba equivocado o no, porque ella hablaba de que Han era el primer chico en la vida del tipo del sombrero. A Han le hizo ilusión aparecer de ese modo. Ya no sé si su matización posterior fue por no perder el título de “primer chico en la vida” de su amado o porque en realidad se lo había inventado.

Me inclino a pensar que Han interpreta a su antojo los silencios de Aritz. Ya pasó en los primeros días de concurso, cuando todavía hablaba solamente en chino y en inglés. En esta última lengua le dijo de forma directa a Quique: “Aritz es gay”. Quique lo repetía en tono interrogante y Han afirmaba con el gesto. Luego también lo matizó, diciendo que le había dicho esa tarde algo por lo que lo había supuesto, o algo así. Ayer aclaró que al preguntarle si había estado con otros chicos se calló y le dijo que ya hablarían fuera. No es disparatada la interpretación que hace Han, aunque tampoco hay que tomarse sus lecturas al pie de la letra.

Acusar a Aritz de haber mentido en esto es absurdo toda vez que hasta ahora no ha afirmado lo contrario. Eso considerando que Han es fiel a la verdad y no se está inventando o malinterpretando lo dicho por el del sombrero. En todo caso, repito que me es indiferente el tema. Si hubiera mentido en esto creo que está en todo su derecho de hacerlo. Sacar a patadas a la gente del armario es algo incómodo e inconveniente. Demasiadas veces me ha tocado ese desagradable papel como para huir ahora de ello como de la peste.

Daguerrotipo de Sofía

Se pueden destacar muchas cualidades en Sofía, buenas y no tan buenas. Es valiente, leal, lista, intuitiva, natural, espontánea, abierta… Pero, sobre todo, hay dos que la identifican por encima del resto. Es eso o que personalmente lo valoro en mayor medida. Sofía es libre. También bastante inconsciente. Si algo me llama la atención es encontrarme con concursantes kamikaze, que afrontan esta experiencia a calzón quitado, o a braga quitada, en este caso. Pues bien, Sofía es uno de esos casos, no tan comunes.

Mejor que ser libre es no pretender serlo. Sofía lo es sin pretenderlo, lo cual le otorga un especial valor. No se trata de una pose. No es que se haya planteado que quiere ser libre y haya terminado consiguiéndolo con esfuerzo. La ausencia de empeño en conseguirlo no le resta mérito sino más bien todo lo contrario. Es así de natural, como en todo lo demás. Para bien o para mal. Creo que ella detesta a los demás en un principio. A todos. Confesó las primeras semanas que le costaba mucho hacer amigas, lo cual tengo anotado y subrayado en mi moleskine. Ya lo había notado antes de que lo reconociera.

Los primeros días no dejó de mirar a todos con cara de desagrado. Luego nos dimos cuenta de su frecuente cara de asco, que ella misma reconoce. No nos estaban engañando las apariencias de todos modos. Me parece que una cosa y otra van ligadas. No logra empatizar a primera vista con nadie. En eso se parece a su madre, que consideraba a todos ovejas de corral, casi sin excepciones. La diferencia es que en el caso de Sofía no es una posición de superioridad moral, sino sencillamente un cierto rechazo inicial que le produce la gente que entra de nuevas en su vida.

Desde el comienzo me di cuenta de que Sofía era especial. Poco a poco fue cobrando valor y pronto descubrí lo mejor de ella. Ha sido el paso del tiempo y la forma como se ha ido decantando el concurso lo que me ha hecho valorar aún más aquello que la diferencia del resto. Ya dije que esta edición se decidiría por eliminación y así va a ser. Esto no le resta méritos a una Sofía que ha estado dos palmos por encima de todos los demás. Así ha sido todo el rato, desde hace tres largos e intensos meses.

Si esto consiste en hacer ganador a alguien frente a todos los demás, tengo claro que Sofía es quien más lo merece, no solo entre los que quedan sino también contando los que ya se fueron. Porque la ventaja la tomó con todos muy pronto. Mucho se habla de un concursante especial que nos ha dado lo que nadie antes, ahora antagonista y gran contrincante de Sofía. Aritz es todo lo contrario a Sofía. Todo en él es pretendido y meditado, lo cual supone una lucha entre su libre albedrío y un ideal preconcebido de manera forzada y antinatural. En todo caso, me refiero a este otro concursante porque quien realmente me ha parecido que nos daba lo que nadie es Sofía. Y nos lo dio desde siempre.

Sofía miraba con cierto desprecio a los demás mientras hacía desde la primera noche lo que le daba la real gana. Siempre fue así. Nada ni nadie pudo impedir que hiciera a cada momento aquello que quiso, sin importarle si le podía beneficiar o perjudicar en el juego. A ver si soy capaz de explicarlo. Es como si hacemos un concurso para ver quién es capaz de pestañear menos y se presenta una concursante pestañeando cuando le apetece, sin estar pendiente para nada de la exigencia que le puede otorgar el premio. Pues bien, al final esa concursante termina ganando porque ha pestañeado lo justo y necesario, pasando de esforzarse por hacerlo poco. Esa concursante se llama Sofía.

Lo que podía interpretarse como rebeldía en realidad es un alto concepto de la libertad. Solo ella es dueña de su destino. Por eso no escucha a los demás, o los escucha sin hacer demasiado caso. Eso es malo muchas veces, los amigos están para dar buenos consejos y a menudo conviene hacer caso de ellos. Sofía no está hecha para seguir consejos. La primera noche se metió en la cama de Suso porque le dio la real gana. No le importó lo que nadie pudiera pensar. Y en ese nadie estamos incluidos nosotros, espectadores de la cosa. Sí, amigos, a nosotros también nos ha tenido pocos miramientos. Sospecho que nos habrá dedicado ese mismo desprecio que demostró hacia todos los demás. Es lo que hay.

No estamos acostumbrados a observar alguien con tan poco freno. Su libertad resulta perturbadora e inquietante. Por eso lo podemos ver como una bravuconería, pura provocación de juventud que raya la anarquía. Bendita anarquía la de Sofía, que no hace daño a nadie. Bonita y placentera costumbre de hacer lo que le parece, sin freno ni medida. Y, lo que es más importante, sin rendirse a la opinión de los demás. No es que no piense en ello, que lo hace, pero nadie ni nada puede condicionar sus actos. Solamente su impulso, lo que le dicte su conciencia y hacia donde le lleven sus hormonas.

“Para mí el sexo no tiene importancia. Es una necesidad. Algo tan natural como el comer”, decía los primeros días. No era una frase aprendida, sino su realidad más auténtica. Con 19 años las hormonas empujan como nunca, y ella no tiene inconveniente en dejarse llevar. Cada vez que alguno de sus compañeros (con más frecuencia compañeras) la criticó por ir de cama en cama y vivir su sexualidad sin prejuicios ni ataduras creo que estaban poniendo en su mano un trocito de maletín.

Quien más quien menos es capaz de entender lo sano que es vivir la sexualidad libremente, como vimos en Sofía. Más complicado de entender y compartir es la relación que tiene con su madre. También es cierto que casi todo en Maite produce perplejidad (“Me expulsaron la primera, pero también Jesucristo lo tuvo complicado al principio y luego mira…”, la escuché decir ayer, y sigo pensando que es un personaje almodovariano mejor que cualquiera de los creados por Almodóvar).

¿Cómo entender que Maite le aconsejara a su hija que se encamase con Suso para darle celos a Raquel, supuesta novia de fuera de ese concursante? Pero no toca hablar de Maite sino de Sofía, por lo que debo destacar la labor que hubo de hacer esta para contener a su madre y evitar que se le fuera la cabeza del todo. Poco se ha dicho de ese papel de Sofía conteniendo a Maite sin dejar de serle fiel frente al resto. No sabían que era su madre, pero ella seguía defendiendo a Maite a contracorriente. Es más, por eso sospecharon el secreto que unía a ambas concursantes. Ya entonces vi aparecer a una Sofía que plantaba cara a todos para defender a su madre.

Sofía tuvo que mantener los primeros días dos secretos. Uno propio y otro de su madre que solamente ella conocía, además de Maite y Suso. No había duda de que Sofía sabía que no eran madre e hijo, lo cual duplicaba el esfuerzo de simulación impuesto durante las primeras semanas de concurso. Lo hizo bien con lo de Suso, en esa especie de incesto irreal tan llamativo. No tanto respecto a su propio secreto por lo ya indicado.

Con todo lo complicado que es entender la relación entre esta madre y su hija, insisto en que también esto es inédito y especial, no lo del enemigo de etiquetas que las va repartiendo por doquier. Si la cosa consiste en valorar que hemos descubierto una relación especial y sin precedentes, poco relacionada con todo lo conocido y por conocer, está claro que se trata de la existente entre Sofía y su madre. Lo de Aritz y Han más bien me trae reminiscencias de esa típica historia del cura de pueblo y su inseparable sobrina. Sobrino en este caso.

Sofía se equivocó muchas veces. Su insistencia con los chicos, dejando su propio orgullo aparcado en la puerta de salida de la casa de Guadalix, provocó en más de una ocasión el sonrojo de este gato. También cierto distanciamiento hacia esta concursante. En esto hizo igualmente lo que le vino en gana, por eso digo que fue siempre así, para bien o para mal. Aunque nos hayan vendido otra cosa, Suso necesitaba a Sofía mucho más que ella a Suso. Fue él mismo quien se encargó de intentar convencernos de lo contrario, lo cual cuadra con ese machismo visceral y profundamente acendrado en su personalidad.

Bien podía haber desistido Sofía, especialmente cuando Suso decidió cambiar de carpeta y seguir el concurso prescindiendo de ella. Le llegó a decir que no quería aparecer en ningún plano a su lado, pese a lo cual ella insistía una y otra vez. Fue siempre consciente de ello, pero incapaz de no seguir su instinto. En buena medida creo que la movía ese mismo orgullo que mancillaba de continuo. Todo depende donde tenga cada uno el orgullo, y en este caso estaba en la humillación que supuso para Sofía ver ganar a Raquel.

Raquel se llevó a Suso y Sofía no pudo aguantar ese final, tan inesperado como poco deseado. Nunca le importó una mierda Suso en realidad, más allá de lo que pudo suponer un buen almuerzo o una buena cena. Utilizo su mismo símil entre la comida y el sexo porque no creo que Suso fuera algo más para ella nunca. Tampoco Ricky, del que ahora mismo creo que guarda mejor recuerdo e incluso algo de cariño. El juego permanente con Suso solo tenía una pretensión, seguramente distinta para cada uno de ellos. Creo que Suso se entretenía con ello. Sofía estaba intentando restañar su dañado orgullo.

Se engaña quien vea algo más que vanidad y soberbia en la insistencia de Sofía con los chicos después de haber sido rechazada repetidamente. Igual que nunca vi ese intento de victimismo que gratuitamente le atribuyeron algunos y que ha servido de soniquete habitual en los ataques hacia esta concursante. He de decir que no veo similitud alguna entre su perfil y el de Paula (GH 15), más allá de que la ganadora del pasado año también tenía una importante querencia a hacer lo que le daba la real gana. Tampoco vi ese victimismo del que tanto se ha hablado.

Pocas veces vi llorar a Sofía. No muchas más que a otros concursantes. Y a la mayoría de sus compañeros casi nunca les habló de su relación con Suso. Recuerdo a Ivy y Carolina (que compiten con Amanda y Raquel en aparecer en los programas nocturnos emulando a las hermanastras de la Cenicienta) criticando a Sofía por no haberles agradecido que estuvieran con ella cuando Suso la dejó. Pero la realidad es que solamente una noche, en medio de una fiesta, Sofía les contó alguna cosa, obteniendo su fría y esquiva respuesta. Estaban deseando que dejase ya de contarles sus cosas, pero luego quisieron vender otra cosa bien distinta.

La mejor Sofía fue la que hizo pareja con Marta, una de esas concursantes con capacidad para mejorar a quienes están a su lado. También la de las ‘Embrujadas’, fantástica terna de estas dos con Nied, que hubieran protagonizado un final de escándalo de haber llegado las tres hasta ahí. De ellas han sido algunos de los momentos más emotivos de esta edición, especialmente cuando Sofía lloraba a mares por haberse salvado de una expulsión, al saber que Marta seguía corriendo peligro.

He apreciado en Sofía su capacidad para leer el concurso y analizar con acierto a sus compañeros. Ese temperamento indómito y libre que se deja guiar por poco más que su deseo y sus intuiciones. Este ‘tamagotchi’ ha demostrado tener mucha más alma, temperamento y personalidad que casi todos los demás. Pero, sobre todo, fue completamente auténtica. Por eso, y porque nunca es tarde, he de decir que Sofía se me apareció de repente y sin pretenderlo como merecida ganadora. Sí, ya sé que lleva ahí desde el principio, como casi todos, pero ella siempre fue algo más. Porque piensa, habla, respira, folla, escucha, critica, responde… como todos. Porque es humana, señor mío. Y de verdad. Solo que Sofía parece un poquito más de verdad. Apenas nos dimos cuenta cuando, de repente, apareció Sofía.

Moleskine del gato

Esta noche tenemos una fiesta, y nos dejaremos llevar una vez más de la mano de Mercedes Milá, lo cual es todo un placer. Lo demás saldrá como salga, que ese es otro tema. Lo de los nudos por desatar con las visitas de exconcursantes habrá que verlo, aunque vale más bien para mayor gloria de aquellos que eliminamos del juego porque preferíamos a otros. No me lo vayan a dar la vuelta ahora. Me temo que los acusados hagan esta noche de fiscales.

Luego tendremos la expulsión, que será una pena en cualquiera de los casos. Pero ahí estaremos. Con tanta pena por estar llegando al final como alegría por sumar una final más. Y que no falten.