Sofocos de alipori

telecinco.es 07/04/2011 08:17

Este gato pacífico sale de su letargo una semana después de una cariñosa carta que me escribe quien se dice mi amigo: el 'malaguita'. Acepto su amable ofrecimiento de amigo y como tal le considero a partir de ahora, a pesar de que así firma una misiva llena de tósigo en la que me dice de todo menos bonito.

Dice Marcelo Ciriaco, tercer finalista de Gran Hermano, que se ha retrasado en contestarme a través de su blog en esta misma casa. Incluso parece que se disculpa por ello, mientras a mí me parece que bastante poco ha tardado en leerlo todo y meditar sobre ello. Tal vez le hubiera convenido tomar algo de distancia para aterrizar en su propia realidad. No la actual, que me la trae al pairo, sino aquella que nos ha tenido tan entretenidos durante cinco largos meses. Pero no lo ha hecho y también tiene su punto. Se le podrá acusar de cualquier cosa menos de no decir lo que piensa, aparte de hacerlo en caliente y de forma no muy reflexiva. En eso estamos bastante a la par.

Proporcionalmente, he tardado yo más en contestarle, aunque en mi descargo diré que la mayor parte del tiempo estuve valorando si hacerlo o no. Finalmente, me he decidido por varias razones, pero principalmente porque creo que el propio Marcelo no merece tal desplante. Después de haber estado tanto tiempo hablando de él a diario sin que pudiera ni siquiera intuir lo que estaría diciendo este gato asilvestrado, ahora que ha podido leerme y se ha tomado la molestia de dirigirme unas palabras lo menos es dar señales de vida.

A pesar de lo cual, no espere que entre en los dimes y diretes en los que se entretiene erróneamente. ¿Qué más da si fue choco o chopo? (los dos son variedades de jibia y mi interpretación fue más acertada que la de quien quiso escuchar topo). Déjese de polvos en la ducha y premios "Publisher" (¿?), que son minucias. Lo importante lo dice en el primer párrafo y uno de los últimos. Está decepcionado con la forma en que he analizado y valorado su paso por el programa, por lo cual no tiene otra salida que calificar como "sandeces" lo escrito. No hay más.

Le entiendo, ya lo creo que le entiendo. De no ser porque nunca sería concursante de un programa como Gran Hermano, creo que me pasaría lo mismo y mi reacción no hubiera sido muy distinta. Normal que no le agrade mi opinión ni la forma de tratar su figura de concursante, que no ha sido precisamente amable ni elogiosa. Normal que esté contrariado y encabronado. Normal que no se resista a la tentación de contestarme, incluso que lo haga de forma bastante ofensiva. Con mucho menos alguno habría decidido aojar a este gato impertinente y creído. ¿Qué mejor ocasión para vengarse ahora que tiene su propio blog?

Al mismo tiempo que me pongo en su lugar y creo comprender su reacción, no dejo de tener la convicción de que se está equivocando una vez más. Se equivocó viviendo su paso por el concurso como una paranoia, y en esas mismas sigue. Lo peor no es que dijese aquello de que buscaba una chica con dinero (¡vive Dios que lo dijo! aunque ahora lo niegue setenta veces siete), sino que le importe tanto haberlo dicho. Eso es lo que realmente le preocupa. Haber dicho semejante barrabasada y que un modesto servidor lo haya contado. Incluso que lo contase Telecinco (se obceca en aclarar algo a este ente, sin reparar en que las empresas son como pollos sin cabeza y para que llegue correctamente a su destinatario su mensaje debería dirigirlo a personas concretas).

Esa paranoia le impidió tener un buen gesto muchas veces (de ahí el apodo 'malajeta'), de igual forma que le llevó a no tener buen trato con casi ninguno de sus compañeros. Como dije en su daguerrotipo, a ese programa no hay porque ir a hacer amigos, por tanto, esto es lo de menos. Además, he defendido infinidad de veces que el concepto "programa de convivencia" está mal entendido si se parte de la base de considerar solo la posibilidad de una buena convivencia.

Se equivocó, no tanto por su mal gesto frecuente ni la desconfianza y desprecio que demostró hacia casi todos los demás concursantes. Lo peor es que no aceptó su propio papel, renegando del mismo igual que lo hace ahora, unas semanas después de terminar el juego. Su respuesta de la pasada semana más que rectificar nada de lo escrito por mí pretende enderezar su propia imagen. Para ello niega lo contado por el cronista, a quien acusa de no ver las veinticuatro horas del programa y descalifica por no ser imparcial, justo y objetivo.

El 'malaguiita' no se ha enterado de lo que va esta movida, lo cual me extraña si doy por cierto que me ha leído en alguna edición anterior, y no tengo ninguna razón para ponerlo en duda. Siendo así, es extraño que haya llegado hasta aquí sin apreciar que en este espacio no se puede pretender encontrar otra cosa que mi propia opinión sobre lo que pasa en esa bendita casa de Guadalix. Como espacio de opinión solo cabe subjetividad y parcialidad. ¿Acaso es algo tan difícil de entender?

Y analizando subjetiva y parcialmente el día a día de Gran Hermano, me encuentro con escenas como esa en la que Marcelo Ciriaco dedica las siguientes palabras a una compañera de concurso:

Así que "no se puede ser más cerda", dice Marcelo refiriéndose a Lydia. Tendría que volver a nacer quinientas veces para dejar de sufrir sofocos de alipori al escuchar palabras como esas. A una mujer nunca se le llama cerda. Encima en este caso no estaba justificado ni por asomo. Déjese de pijadas el 'malaguita' y comience pidiendo perdón. Hasta entonces, y usando mi particular (objetivo y parcial) prisma, yo seguiré poniendo en duda su hombría de bien.

En lugar de empezar por rectificar lo importante acude el tercer finalista de Gran Hermano 12 a meras anécdotas, sin poner mucho empeño en averiguar la verdad o, tal vez, olvidando involuntariamente algo que ya debe saber. Por ejemplo, califica de "vergonzoso" que me pregunte cuál es su primer apellido real. Curioso el lugar donde sitúa la vergüenza. Me detengo en este tema porque me parece que tiene cierta gracia. Marcelo se hace el ofendido (y avergonzado) por algo provocado por la empresa que le contrató y le ha estado pagando estos últimos cinco meses (ignoro si lo sigue haciendo).

La imagen de la izquierda es un recorte capturado de la página web de Zeppelin, productora de Gran Hermano. Como se puede observar, en la misma aparece rotulado el nombre Marcelo Escobar, en lugar de Marcelo Ciriaco. Así fue distribuido a algunos medios por el eficiente departamento de prensa de esa casa, aunque doy fe de que a esta llegó una documentación diferente la misma noche del estreno de Gran Hermano 12, en la cual aparecía el apellido que todos hemos conocido y usado.

¿Acaso tiene algo de importancia que me pregunte por qué ese cambio de apellido? Lo mismo sucedió con Yago (Carullo o Hermida), e incluso Mercedes Milá le comentó este hecho al segundo finalista, sentado en ese momento en el plató a escasos centímetros de Marcelo. ¿Es esto lo que le parece vergonzoso? ¿De verdad que lo considera un hecho relevante para añadirlo a su lista de supuestos agravios de los que sería responsable este gato escribidor? Pocos agravios habrá encontrado de verdad para que esta tontería sea uno de ellos.

Siendo sincero diré que o no me acordé de preguntar en la productora por este lío de apellidos o si lo hice he olvidado la respuesta. Tal vez el propio Marcelo tenga mejor memoria y pueda recordar algo que ofrezca luz sobre este bobo enigma de los apellidos. ¿A que sí?

Me extrañaría que no quisiera reconocer el error (si es que lo hubo) de la productora por no dejarles mal, sobre todo teniendo en cuenta la brutal andanada que les lanza en otro párrafo de su escrito. Veamos:

En primer lugar, confunde con curiosa familiaridad a "los chicos de Telecinco" con el personal de la productora que realiza Gran Hermano. Esto no tiene gran importancia al lado de la acusación a unos u otros (¡qué más da a quien sea! el caso es poner el ventilador detrás de la mierda y que salpique a todos) de tratar a los concursantes como meras marionetas. O por lo menos así se sintió él, según parece. De forma que hemos intentado conocer a un Marcelo real partiendo de la irrealidad de un guión. ¿Su historia partía de una mentira? ¿Es esto lo que nos quiere decir?

Es la historia de siempre, de la que estoy profundamente cansado. ¿Cuántas veces habremos escuchado lo mismo? Aunque fuera verdad dice muy poco de un concursante que no sea capaz de negarse a leer un guión falso en el cual se construya un personaje con quien no se identifique. Si así fue, lo cual no creo, pensaría que no tiene personalidad ni vergüenza. Uno no es nunca una marioneta si no quiere. Pero admiro y respeto el trabajo de todo el equipo que hace Gran Hermano, del primero al último, tanto como para no dar crédito a un concursante dolido por su propio fracaso.

Porque, amigo Marcelo, ni tú ni yo hemos ganado esta vez. Yo porque ninguno de mis favoritos primeros llegó ni siquiera a la final (Yago fue favorito de segunda ola), y tú porque te eligió como ganador poco más del diez por ciento de la audiencia votante, mientras el noventa por ciento restante prefería a tus dos compañeros finalistas. Si usamos esta vara de medir, los dos hemos fracasado.

Ya sé que no me has pedido ningún consejo pero te lo voy a dar. Disfruta de lo que tienes mientras puedas. No pierdas de vista que esto es efímero y pronto una nueva edición hará a muchos olvidar hasta los nombres de la anterior. No te detengas a pensar en lo negativo, deja de dolerte por las críticas y aprovecha el momento (Carpe Diem). Piensa que las críticas van en el sueldo, en definitiva, este juego consiste en eso. Aunque igual ni siquiera sea recomendable que te pares a analizarlo, si no lo has hecho ya.

Sencillamente agradece lo que tienes, por ejemplo el blog que masivamente los lectores de esta web no querían que tuvieras, y así lo expresaron en una encuesta. Agradece tener lo que la mayoría quería negarte, y ya tendrás tiempo de analizar por qué fue así, qué debiste hacer mal para generar tal (mala) opinión. Quizá entonces te des cuenta de dónde están las cosas importantes y no te dejes engañar cuando te hablen de tus enemigos.

De pequeño había en mi casa una pequeña figura metálica que reproducía la estampa del cenachero malagueño. La primera vez que visité esa bella ciudad (pronto iré a pasar unos días) me complació ver en el Paseo del Parque la estatua en grande de ese vendedor sujetando dos cenachos o espuertas de esparto donde llevaba el pescado fresco que pregonaba por las calles. Siempre le busqué parecido a la figura de la justicia, representada por una mujer con los ojos vendados sujetando una balanza romana.

Pues bien, si el cenachero me trajera en un platillo de su particular balanza concursantes felices con mi opinión, sin familiares dañados gratuitamente, mientras en el otro platillo estuviera mi compromiso de decir siempre lo que pienso, sin dejarme amilanar por nada ni por nadie, a buen seguro elegiría lo primero. Prometo que lo haría si pudiera elegir con la frialdad que se desecha un cenacho, por mucho que este sea el del pescado sabroso frente al otro con productos de tercera. Pero, lamentablemente, no es así.

Cada día me enfrento a un reto que consiste básicamente en decir lo que pienso. Todo lo demás es accesorio: el estilo, la forma, lo romo o brillante de cada escrito, que de todo hay. El gran secreto, mi gran compromiso, es ese. A veces pienso que sería más sencillo ser amable con todos y especialmente complaciente con los preferidos de la mayoría. Pero las cosas sencillas no se me dan bien. Se me crea o no, me duele el dolor de los demás, especialmente si soy parte culpable. Por eso entiendo al 'malaguita', amigo Marcelo, y le aseguro que lo siento.

Hace unos días, una amiga francesa que colabora asiduamente en nuestros comentarios, me recordaba una entrada final escrita en este blog días después de finalizada la novena edición. No suelo releerme, entre otras cosas no vaya a descubrir que escribía mejor antes, pero esta vez fui a buscarlo y vi que terminaba aquel escrito con estas palabras:

No sé si le valdrá de algo a Marcelo, pero le puedo asegurar que valoro en él, como en el resto de concursantes de este programa, su generosidad infinita. Sin ellos, también sin ti, yo no soy nada.

Por ciertos

No tiene nada que ver con lo anterior y solo son cuatro palabras sobre algo sucedido en ese reencuentro que estoy siguiendo muy poquito. Me uno a las palabras de mi querida Indhira en su blog (te odiarán muchas, aún más, después de esa portada tan espectacular) hacia nuestro querido Iván Madrazo. Tú puedes con ellos. Un abrazo, amigo.