Tanto va el 'cántabro' a la fuente...

telecinco.es 28/11/2008 08:27

¿Por qué lloraba Nany la misma noche del martes? Era poco después de haber sabido que estaba nominada, también de que saliera Loli, la que fue su mentora, el gran apoyo que tuvo en la casa, con quien decidió pasar la mayor parte del tiempo durante el día (en la madrugada está Orlando, con quien compartir juegos de cama). ¿Tenía más pena por lo primero o por lo segundo? ¿Se estaba arrepintiendo quizá de haber elegido mal sus amistades en la casa? A pesar de que ella puso la excusa de estar preocupada por la conversación que estaba teniendo Gisela con tres compañeros (Almudena, Iván y Liz), yo creo que lloraba porque se estaba viendo fuera de la casa, siguiendo los pasos de Loli.

Iván y Liz también habían estado nominados en semanas anteriores, junto a la 'reina de las camas' granadina y Carlos 'soylarepera también fuera', habiendo superado ambos tragos. Cualquiera en ese caso pensaría que su cuenta atrás para volver de terminaría en tan solo unos días. Por eso pienso que lloraba, y porque ya sabemos que llorar ablanda corazones, y ahora Nany parece pedir árnica. Por eso no estaría de más que esta semana las cosas cambiaran, que su actitud se serenase y quizá sería conveniente que intentara acercarse a quienes han sido objeto de sus más acerados comentarios, aquellos a quien ha reprobado, vituperado, despellejado, enjuiciado y criticado en murmuraciones y comentarios continuos. Eso sí que era machacar a alguien, por mucho que ahora le cueste verlo. Pero no lo hará.

En lugar de acercarse a Liz y preocuparse de por qué pasó lo que pasó, decide perseverar en su error, quizá aceptando que es tarde para restañar esa hemorragia. El daño ya ha sido hecho, eso es cierto, pero aún estaría a tiempo de rectificar, aunque fuese a modo de compensación a alguien que se sintió justamente desplazada, como si fuera una leprosa de la cual huir. Algo parecido podría hacer con Iván, y si fuera más y mejor observadora se daría cuenta de que el cántabro sabría asumir de buen grado cualquier acercamiento, olvidando rencillas pasadas. Pero no, ella prefiere seguir en sus trece, y quedarse con el consuelo de Orlando, que parecía incómodo con la situación, como si desease darle un beso y marcharse a otro lugar; o el de Carlitos, que al menos se esforzó por decirle cuatro palabras, bastante más de las que pronunció el chico con el que se acuesta.

Decía aquí ayer que Nany no ha hecho otra cosa desde su entrada en la casa que lamer las migajas, y no le falta razón. Esto venía a cuento por la tarta que preparó Iván el miércoles, con la ayuda de Orlando y Chiqui. Por la noche, Nany lamía el plato como si acabara de comer el mayor de los manjares, pero ni siquiera se le ocurría reconocerlo ante los reposteros, cosa que sí hicieron Mirentxu y Gisela. Es una muestra de hasta qué punto es desagradecida, además de mal educada. Esto último tanto por su poca consideración ante quienes habían hecho la tarta como por el hecho en sí de lamer un plato sentada ante la mesa delante del resto. Pero el símil de lamer las migajas tiene muchas lecturas, Nany se ha lamido la envidia a Iván por ser capaz de ejercer mayor atracción sobre Orlando, quien le prefirió en muchos momentos antes que estar con ella, a pesar de haber entrado en la casa con la idea fija de arrimarse a quien era uno de los claros favoritos, convencida de que se lo ganaría. Ella ha lamido también su ira y su odio hacia una Liz a quien decidió hacer el feo declarado de levantarse en bloque junto a sus dos grandes y ocasionales amigas, evidenciando que la querían dejar sola, apartándose como de la peste, ya digo. Y ahora se lame las heridas de saberse posible expulsada dentro de unos días.

Claro que la audiencia soberana es la que tiene la palabra, y las lágrimas de Nany pueden enmascarar algunas realidades, enturbiar nuestras miradas y quien sabe si doblegar el impulso primero de algunos votantes. Al final, y sin poderlo prever, podemos terminar presenciando impávidos y sorprendidos una reedición del cuento de la lechera, y quizá tengamos que acordarnos de la frase popular que dice: "Tanto va el cántaro a la fuente... que al final se rompe", solo que cambiando 'cántaro' por 'cántabro'. Quiero decir que a Iván le pueden pasar dos cosas, consecuencia de acudir al matadero semana tras semana. O que termine con la cerviz doblada y servido en bandeja a una Milá siempre hambrienta de respuestas, o que al final compre el matadero y se quede a vivir dentro. Siempre he mantenido que la repetida visita a la sala de expulsión puede dotar a un concursante de la protección necesaria para convertirse en firme candidato al triunfo final. Pero claro está, el riesgo está ahí, y no vale confiarse.

En definitiva es la historia de siempre, un grupo numeroso en la casa atrapando a uno de ellos, con el convencimiento de que tras visitar el matadero una y otra vez conseguirán quitárselo de encima. Pero en ese singular matadero de Gran Hermano solo cae una pieza cada vez, quedando liberados el resto para que puedan volver a echarse al monte. Los que participan de esa singular cacería no tienen en cuenta el factor del retroceso de la escopeta. Puntería han tenido para disparar de forma certera, eso no se les puede negar. Por eso ya van cuatro semanas que logran sentar en el banquillo a Iván y dos a Liz, a quienes veo cada vez más a gusto en la mutua compañía.

Luego de haber disparado, los 'cazadores' sentirán la fuerza con la que la escopeta se mueve en sentido opuesto tras el disparo, y puede que noten pronto la picazón en su hombro. Es una especie de fuerza de acción-reacción, que coincide con la ley formulada por en que es en dirección opuesta a la acción, pero cuya fuerza en lugar de ser de idéntica magnitud puede que sea aún más violenta y letal que el propio impacto del proyectil. O sea, que siguiendo con el símil del matadero, las presas ‘indultadas’ por la audiencia puede que se vayan recubriendo de una segunda piel que hace cada vez menos letal el disparo, para al final terminar convirtiéndose en los dueños del matadero, como decía antes.

Volviendo a la noche del llanto de Nany, me interesa resaltar al rebufo de mi escrito de ayer, que tuvimos varios ejemplos a un tiempo de la realidad reformateada de la que hablaba en el mismo. Los concursantes, según mi tesis, deciden reformatear la realidad para mostrarla a su antojo. Y lo hacen en una doble vertiente, por un lado para el consumo interno, dentro de esa casa, y por otro para su exportación, con la audiencia como destinatarios de excepción. Así tuvimos a Nany lanzando el mensaje fuera de la casa de estar doblemente compungida, por haber sido nominada y peligrar su relación con Orlando, además de por una amable conversación en la que cuatro personas compartían sus impresiones de forma flexible y nada dogmática, como le gusta a este gato parlanchín. Todos estaban anteponiendo un educado "me parece a mí", "creo yo", o expresión similar, además de estar hablando de igual a igual, con lo cual aún no he logrado entender la preocupación que acreditaban tener tanto Nany como Carlitos.

La conversación de marras fue objeto también del debido reformateo. En este caso solo válido para el consumo doméstico, y sin tener en cuenta que aquí fuera estamos siendo testigos de su maniobra. Para ser sincero, me pareció ridículo el modo que Gisela se lo relata a su amiga (dudé si poner comillas, porque con la canaria nada está demasiado claro). Todos habíamos podido ver cómo su tono había sido suave y condescendiente en la charla, si bien aparentaba no estar especialmente a gusto. Pero nada que se pueda parecer al tono enérgico y corajudo mostrado ante Nany el día después. No habrá mejor prueba de este reformateo de la realidad que ponerle cuando salga el vídeo de cómo fue la conversación auténtica. Ella flipará tanto como nosotros, no me cabe duda.

La prueba de esta semana, una especie de karaoke que de nuevo promociona una consola de videojuegos (la temporada navideña ya llegó), espero que sirva para algo más que destrozar nuestros oídos y minar nuestra paciencia. Digo que lo espero, aunque no sé, no sé. De momento ya ha servido para ver que Palomares no canta una mierda, con perdón. Siento ser ordinario, pero es que ya le vale tenernos engañados durante dos meses, insistiendo tanto en el teatrillo esperpéntico que se ha montado con Julito y el dúo que bautizara Mirentxu como 'Los Julja', e incluso que haya llegado a decir eso de "creo que después de salir de aquí podré grabar un disco, es mi sueño". Pues sería más sencillo que se fuera a cumplir si soñase con una noche loca al lado de , o quien sea de su agrado. Porque lo que se dice afinar no afina mucho, realmente. También nos ha servido para saber que Orlando no canta mal y junto a Julito son los que más facilidad tienen para afinar. De momento son ellos dos los que han conseguido las primeras consolas de regalo. Ah, y también sabemos ya que Nany pone cara de interesante cuando canta, como si fuera una gran estrella del pop, lo cual resulta medianamente patético.

Termino con un hecho sucedido ayer, que corrobora algo contado por este gato y que ha sido puesto en duda, además de un instante delicioso de un diario pasado, que me dejé en el tintero días atrás. Ayer Mirentxu le ponía tres paletadas de comida a sus protegidos (Palomares y Julito) y dos tanto a las chicas como a Orlando e Iván. Además, y para más inri, reparte tres sardinas para cada uno, mientras a Palomares le dice: "Tú cógete cuatro o cinco..." Es un detalle cuya importancia minimiza el propio Iván, pero a mí me llama la atención lo suficiente como para contarlo aquí, sin que me resulte agradable ver como se me llama mentiroso por ello. Y lo que quiero rescatar del pasado es ese momento en que Iván le pregunta a Liz: "¿Tan cabrón soy?", y esta le responde: "No, lo que eres es un cabezota". Lo dicho, entre estos dos veo cada vez más sintonía, especialmente en uno de los dos sentidos, o sea, de Liz hacia Iván. Entre modelos anda el juego esta vez.

[Quiero agradecer las muchas muestras de cariño que cada día recibo por decenas de lectores. Ayer fue un día especialmente agradecido en ese aspecto durante algunas horas. La deuda de gratitud para tantos y tantos que ayudáis a que esta aventura sea aún mejor es impagable. Simplemente gracias. Y un saludo a Loli, que aparte de siete teléfonos con los que mandar mensajes cortos también tiene ordenador. O sea.]