Matadero

El Matadero, por Griem
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Tenían todo el País Vasco para escoger pero les ha traicionado el subconsciente, ¿o no?

Como si de una coral navideña se tratara, un numeroso grupo de etarras en libertad se ha subido a un escenario para dar a conocer un comunicado. Han escogido hacerlo en estos días especiales, han escogido hacerlo, además, en un antiguo matadero. Cuando escuché la noticia pensé que debía tratarse de un error. Enseguida se confirmó. El lugar escogido seguía definiéndoles, no hay casualidades, todos lo sabemos. Los ganchos de la fotografía de W. Griem reflejan a la perfección la imagen que necesitamos imaginar y no olvidar nunca: la imagen de un matadero.

Un etarra con un historial aterrador leyó el comunicado. José Antonio López iba bien vestido, de sport, con un buen jersey de lana tejido con trenzas, unas gafas cómodas, de poco peso. Se le vio aseado, con el pelo blanco bien cortado. Cuando escuché sus palabras no pude dejar de pensar qué habría sido de Arkaitz, el hijo de Yoyes, la militante de ETA, su compañera de tantos años a la que descerrajó cuatro tiros en la plaza de los columpios de Ordizia delante de su hijo; el niño tenía tres años.

Escuchaba sus palabras y recordaba, recordaba a todas las personas asesinadas: sus víctimas, las familias, los heridos, los dañados que arrastran aún hoy aquel dolor. "Soy un profesional y obedezco órdenes" , poco más que añadir. Bueno sí, tras el asesinato a contrareloj de Miguel Ángel Blanco dicen que dijo: "Estos días en los que todos los ataques han ido contra nosotros me he sentido más orgulloso que nunca de ser lo que soy".

Sabemos que los que saben valoran este comunicado como algo importante para el final de la banda. Los que no sabemos tanto, sabemos incluso muy poco, toleramos con mucha dificultad escuchar y leer cada una de sus palabras, cada uno de sus gestos, de sus caras, de sus miradas. No entendemos sus exigencias, sus reivindicaciones.

Recordamos sin cesar, recordamos a todos los que cayeron. Recordamos las injusticias que con ellos se han cometido, los olvidos y abandonos a los que han estado sometidos durante muchos años, demasiados años.

No me cansaré de repetirlo: las víctimas de ETA son lo único importante. Es en ellas, en sus familias, en sus amigos, en quienes pienso esta noche de Reyes tras leer con detenimiento un comunicado provocador aunque esté preñado de cambios que nunca antes se habían dado.

No es noche de mataderos, pero ya se sabe que la banda terrorista nunca ha escatimado detalles en recorrer el camino del horror.

Un matadero lleno de ganchos de muerte queda para la historia, una vez más.

P.D. Arkaitz González tiene 30 años, es bioquímico y vive en Miami. Gonzalo Suárez, compañero periodista, escribió una excelente crónica en El Mundo que podéis leer aquí.

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