Aquella dehesa azul añil

telecinco.es 16/10/2012 17:32

La amistad está hecha de millones de instantes. Cada uno de ellos puede llegar y, generalmente así lo hace, de una forma inesperada. La amistad es un seguro de vida, un clavo ardiendo, un silencio acogedor. La amistad te coloca tan cerca del corazón cuando la vida daña, que uno, en esos momentos insoportables, no sabría como seguir respirando si no te abraza un amigo.

Pueden pasar meses, años incluso sin que nos hayamos visto; puedes haber sentido que has perdido a esas personas para siempre hasta que algo inesperado, intolerable,abismal, te vuelve a colocar a disposición de tus amigos toda entera, abierta en canal para que cojan de ti lo que quieran, lo que les sirva para seguir viviendo.

Hoy mi fotografía es un homenaje a la amistad, al paso del tiempo y a un dolor nuevo, inesperado, intolerable, abismal.

Son días de abrazos y lágrimas, de gritos, de perplejidad. Son días en los que las horas que traen las certezas, corren despacio y van llegando aunque tú las querrías frenar. Para mis amigos, para esa chica de la foto que camina a mi lado por una dehesa azul añil de Andalucía y para su marido y los hijos que han quedado vivos, la vida ya no volverá a tener el menor parecido con lo que fue.

En este blog hemos compartido muchos momentos de pérdidas y de dolor. Creo que hemos sabido hacerlo e incluso hemos conseguido ayudar a que la vida siguiera latiendo en medio de todo lo devastado. Para mí, que comencé esta aventura tan incierta con tan poca fe, esas uniones, esas palabras que hemos tejido cuando se hacía necesario, son mi principal patrimonio. Muchos sabéis cómo duele el hachazo de la muerte. Lo sabéis y lo habéis explicado de mil maneras, aquí. Esas son las palabras que enriquecen este blog más que ninguna otra. Hoy las necesito yo.

Mis amigos han perdido un hijo de 29 años. Ha sido noticia en los medios de comunicación; la peor noticia posible. En el instante en que la vida se funde, desaparecen las palabras y solo el contacto físico, el abrazo, sentir el latido de un corazón contra el tuyo, pasa a tener alguna utilidad, si es que la tiene. Cuando el destino, la mala suerte, la coincidencia, el infortunio, la pérdida definitiva, se asientan en el medio de tu vida, la amistad profunda cobra un sentido nuevo y emociona hasta hacerte sentir vértigo.

No importa que desconozcas lo que esos amigos han estado haciendo los últimos años que no os habéis visto como siempre hicisteis. No importa de qué se han llenado sus vidas y cómo han ido tejiendo sus días, lo único que cuenta es que el vacío de Roque te hace abrir los brazos y desear ser de ayuda si es que eso pueda alguna vez ser posible.

Le conocí cuando era un niño. Le conocí cuando no había crecido aún. Hace poco le vi y no hizo falta hacer mucha memoria para saber que todos seguíamos en el mismo sitio. Él ahora era un hombre mayor. Había hecho todo lo que un tío serio tiene que hacer; estaba en el principio de un camino nuevo, con toda la potencia y la ilusión que eso necesita. Su novia, porque ya iban a casarse, decía que era el mejor del mundo, el más romántico. Decía lo que habremos dicho todos cuando nos enamoramos y lo vemos claro. Ahora Vero deberá seguir viviendo una vida irreal en la que la memoria de su amor solo estará en sus pensamientos. No sé de dónde sacará la fuerza para seguir respirando pero sé que lo hará, seguro que lo hará.

Mis amigos y toda su familia aprenderán a vivir de otra manera porque todos los que han pasado por esto explican lo mismo: nunca más tu vida vuelve a tener parecido con lo que has vivido hasta ese instante en que sonó el teléfono que te clavó un puñal en el corazón.

Mi esperanza hoy es que la amistad les sirva cuando ellos quieran hacer uso de ella; la amistad, es esa cosa tan liviana y pequeña que hoy no puede ni siquiera pensar en servir para nada.