Así me siento yo

telecinco.es 21/10/2010 18:02

Cuando vi esta foto de Javier Gómez Noya la guardé pensando en que si algún día se aprobaba por fin en nuestro país la ampliación de la Ley del Tabaco, la usaría para hablaros de lo que para mi significa este paso, este momento histórico. Ayer nuestro parlamento aprobó la ampliación y eso significa que aquí tenéis la foto.

Javier ganó una prueba deportiva importantísima: el campeonato mundial de triatlón. Se celebró en Budapest y allí nuestro atleta demostró que es el mejor del mundo en una especialidad que, como todos sabemos, es extraordinariamente exigente. Dicen las crónicas que "controló la prueba de principio a fin y forjó su nuevo triunfo en un campeonato mundial en la carrera a pie, en la que unió fuerzas con el inglés Alistair Brownlee, primer ganador el año pasado de las "Dextro Energy World Series" y al que el triatleta gallego sucede en el historial. Ambos atacaron nada más bajarse de la bicicleta y lideraron ya en solitario hasta la meta, donde Brownlee se impuso en el sprint final tras cubrir el recorrido de 1.500 metros a nado, cuarenta kilómetros en bicicleta y diez más de carrera a pie en un tiempo oficioso de una hora, 42 minutos y 26 segundos.

Gómez Noya arrebató el liderato del Mundial en la última prueba al alemán Jan Frodeno, que se desfondó por completo en la carrera a pie, en la que perdió toda opción y concluyó la prueba fuera de los primeros diez.

El logrado este sábado en la capital húngara es el segundo título Mundial de Gómez Noya, después del que obtuvo -cuando se decidía en una sola jornada- hace dos años en Vancouver (Canadá).

El gallego es el primer español que gana dos veces un campeonato del mundo de triatlón. Con anterioridad, sólo lo había logrado su paisano Iván Raña, que logró el oro mundial en Cancún. 1.500 metros a nado, 40 kilómetros en bicicleta y diez kilómetros a pie, necesitando un tiempo total de una hora 43 minutos y seis segundos."

Mando mi felicitación más cariñosa a Javier y paso a hablaros de lo que va a significar la nueva Ley. Nadie podrá fumar en un lugar público, nadie. De esa forma nos igualaremos a Italia, Francia, Alemania o Irlanda, entre otros países. Allí todo eran temores y pasados los meses, incluso los años, se comprueba que todo son beneficios. Doy la bienvenida con entusiasmo, el mismo que refleja en su cara el campeón del mundo, a esta nueva realidad en nuestro país.

Como no tengo tiempo de más porque me espera el guión de esta noche, pido prestado a mi compañera Maruja Torres su artículo de hoy en El País.

"Soy una ex fumadora tranquila. Si alguien me pregunta si me molesta que fume delante de mí, o en el salón de mi casa, le respondo que no, y espero de su buen sentido que no me atufe insistentemente la vivienda ni el ropero, que comprenda que no finjo la tos que me entra en seguida e imagine que me pasaré la noche tosiendo. No añoro el cigarrillo, de modo que ver fumar no me tienta. Pero respeto el derecho de cada cual a su espacio -odio la palabra "cubículo"-, a hacer lo que quiera mientras no perjudique a los no fumadores.

Legislar eso está bien: pero no más. Me parece razonable no ser fanático: "¡En mi casa no se fuma!". Pues no. En mi casa no se asesina ni se roba ni se tortura ni se pega ni se calumnia y, a ser posible, no se miente. Si alguien quiere fumar, fuma. Sin prender un pito con la colilla del otro, claro.¿Llegará un día en que tendré que ir a declarar a comisaría porque en mi comedor han hallado refugio algunos indeseables que pretendían prolongar el placer de la comida y la compañía encendiendo un cigarrillo? Llegará un día, me temo.

No son apestados. Y no son equivocados con derecho a redención. No estoy en contra de las leyes que prohíben con eficacia la pena de muerte, por ejemplo, pero sí me opongo a la oleada de buenapensancia que nos cubre hasta por encima del cuello. Un bien pensar que no se extiende, por ejemplo, a prohibirle a Díaz Ferrán que contamine con su ejemplo a los empresarios.

Habría que intentar convivir. Pues si lo hacemos con las fábricas de tabaco y los bufetes de abogados que las apoyan, y con los vendedores de cajetillas, y con los beneficiados por los impuestos que generan los fumadores, no sé por qué no tenemos que ser amables con sus víctimas, los fumadores mismos".

Me sumo a cada una de las palabras que ella escribe. Así me siento yo y eso es lo que pasa en mi casa y lo que deseo que ocurra a partir de este momento.

Gracias Maruja!