Ésta es la razón de la periodista para compartir con sus lectores el calvario que vivió, contarlo por todas las mujeres que como ella fueron maltratadas por sus parejas pero que ya lamentablemente no pueden alzar la voz.
Todo comenzó cuando, como ella misma relata, "tenía la edad perfecta" para enamorarse. Lo que al principio le fascinaba de ella comenzó a incomodar a su novio hasta el punto de mostrarse molesto por el simple hecho de bailar: "Lo mío era y es la salsa, y según él yo movía el culo demasiado".
Mayka ha explicado la forma en la que sin darse cuenta empezó a ceder y a consentir que su pareja decidiese cada uno de sus movimientos: "Dejé de sentir y dejé casi de hablar para que no se enfadara. Y así, poco a poco, empecé a dejar de ser yo para convertirme en un ser inexistente que evitaba casi todo por miedo"Dejé de sentir y dejé casi de hablar para que no se enfadara.
Durante todo el tiempo que estuvo a su lado, la periodista mantuvo los malos tratos que sufría prácticamente en secreto, eran pocas las personas que sabían lo que ocurría en su vida más íntima: "Los pocos a los que permití asomarse al calvario en el que se había convertido mi vida me suplicaron que lo dejara.
La periodista llegó a temer por su vida y sintió durante un tiempo que cada noche sería la última para ella: "No me pregunten por qué, porque nunca lo he sabido, pero durante un tiempo me acosté en la misma cama, que era la mía, pensando que sería mi última noche con vida. No estoy exagerando.
En la columna, Mayka ha pedido comprensión a sus lectores, comprensión con las mujeres que pese a sufrir malos tratos continúan al lado de sus verdugos: "Nunca más se atrevan a cuestionar a una mujer porque no se separó antes de su maltratador. Ni traten de comprender, porque es complejo si no han sido víctimas, que no huyeran tras el primer guantazo, el segundo desprecio o el tercer insulto.