Cuando una lengua perdida es resucitada por un solo hombre
El chaná es un idioma gutural que hablaban algunos pueblos indígenas hace siglos moviendo apenas los labios o la lengua
Blas Omar Jaime aprendió el idioma de su madre y se afanó en reconstruirlo cuando se dio cuenta de que ya nadie más lo hablaba
Su hija Evangelina Jaime, quien aprendió chaná de él, lo está enseñando a otras personas: "No nos callamos más"
El chaná es un idioma gutural que se hablaba moviendo apenas los labios o la lengua y que siglos atrás utilizaban algunos pueblos indígenas en regiones de lo que hoy es Argentina y Uruguay. Hasta hace poco los académicos la consideraban extinguida, perdida hace ya más de 100 años. Pero Blas Omar Jaime, un jubilado argentino de 89 años, lo aprendió de su madre, a quien se lo había enseñado su abuela, y no solo no lo olvidó sino que lleva casi dos décadas reivindicándolo, enseñándolo y, en definitiva, resucitándolo.
El primer registro europeo de los chaná, realizado por exploradores españoles, data del siglo XVI. Eran un pueblo nómada, que pescaba y trabajaba la artesanía del barro. Veneraban el silencio y consideraban a los pájaros sus guardianes. Con la colonización fueron desplazados, perseguidos, evangelizados a la fuerza y el uso de su lengua pasó a ser clandestino. Hablar chaná podía llegar a ser castigado cortándoles la punta de la lengua.
El último registro conocido databa de 1815
Antes de que Blas Jaime revelara su conocimiento del chaná, el último registro conocido de la lengua se remontaba a 1815, cuando el sacerdote Dámaso Larrañaga documentó en dos cuadernos lo que aprendió sobre la lengua, en total, 70 palabras. Jaime conocía bastantes más, fruto de la tradición oral que su madre preservó transmitiéndole este conocimiento.
Así, atamá significa río, vanatí beáda es árbol; tijuinem significa dios; yogüin es fuego.Cuando recién jubilado descubrió que nadie más que él parecía hablar chaná, se encomendó la labor de volver a situar en el mapa al grupo indígena: “El idioma es lo que te da identidad (...) Si uno no tiene idioma, no es pueblo".
Su minucioso trabajo con el lingüista Pedro Viegas Barros para reconstruir la lengua chaná resultó en un manual de unas 1.000 palabras, publicado en 2014 con el título de 'Diccionario Chaná-Español Español-Chaná'. La historia de Jaime se recogió en un documental dirigido por la argentina Marina Zeising, 'Lantéc Chaná' (2016), que contribuyó a la a recuperación de la memoria de ese pueblo indígena y a ajustar cuentas con la colonización.
Transmisión de padre a hija
Lo único que lamenta Jaime es haber renegado durante tanto tiempo de la lengua que aprendió de pequeño. No se la enseñó a su hija Evangelina cuando era niña, y cuando más tarde quiso hacerlo ella se negó. "Me dijo que no quería ser india, que la iban a maltratar e insultar", recuerda. Un sentimiento común en numerosos descendientes de indígenas en Argentina, país que no reconoció los derechos de los pueblos originarios hasta 1994.
Evangelina cambió de opinión al ser madre. Comenzó a estudiar chaná y ahora, a los 46 años, ayuda a su padre a dar clases a alumnos que quieran aprenderlo. El chaná sobrevivirá con ella. “Son generaciones y generaciones de silencio”, dice. “Pero no nos callamos más”.
