Diego A. Manrique, 50 años de anécdotas en la fila uno de la música: "Adapté las letras para el Spanish álbum de Bob Dylan"
El veterano periodista nos presenta 'El mejor oficio del mundo', un libro que contiene vivencias de 50 años de carrera con Bob Dylan, Prince, Leonard Cohen, Depeche Mode, Joaquín Sabina, Enrique Bunbury, Miguel Ríos o Joan Manuel Serrat
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Diego A. Manrique tiene suficientes años de oficio, "el mejor del mundo", para ser considerado una leyenda del periodismo musical. Con su pluma ha tomado el pulso a cada época, género y artista. Su memoria es un archivo cultural de los de verdad. Ha pateado estudios de grabación, conciertos, salas, cafés, las casas de los propios artistas… siempre en primera fila y siempre dispuesto a llegar a las mismas entrañas.
Después de cinco décadas de profesión, ha decidido compartir un extracto de su vida musical en un libro que no podía titular de otro modo, 'El mejor oficio del mundo' (Efe Eme), porque es así como él lo siente. "Son 45 textos ya publicados en Cuadernos Efe Eme que he retocado y adaptado", avanza en nuestra entrevista.
Los Beatles rompieron montañas
Nació en 1950 y se crio en la España franquista, en un pueblo burgalés entre montañas donde no llegaban bien las ondas de las emisoras españolas. Sí podía escuchar las de Radio Luxemburgo y Radio Francia, por lo que, con 14 años se dio el lujo de escuchar un concierto de los Beatles en el Olympia (París), en 1964. No pudo alardear demasiado porque en España la banda de Liverpool no era más que cuatro melenudos que hacían música gamberra. A él, sin embargo, ese concierto le trazó definitivamente el camino.
Aunque comenzó la carrera de Derecho, enseguida viró al periodismo musical. "Contacté con el semanario Triunfo para protestar por la pobreza con la que se trataba el rock en sus artículos. Me animaron a que hiciese algo mejor y acepté el reto. Y de ahí fui saltando a otras publicaciones y medios, como el diario El País, TVE o Radio 3".
Lou Reed
Al hablar de cómo han evolucionado los programas de música en radio y televisión o las crónicas en prensa, siente decepción por la actualidad y, al mismo tiempo, se considera un afortunado por lo vivido. "Aquel periodismo que permitía viajar, por ejemplo, a Atlanta a entrevistar a Lou Reed, como hice yo enviado por El País en 1986, ya no existe, sobre todo desde que las discográficas cortaron las invitaciones para encontrarse con sus artistas. Se ha perdido el trato cercano con las estrellas y el reposo necesario para conocerlas".
La entrevista con Lou Reed, por cierto, dice que fue borrosa, pero perfecta. "La hostilidad da muy bien en el papel. Estaba dejando de fumar y, prácticamente, se subía por las paredes. Fue bastante antipático". Para compensar su escasa amabilidad, el ayudante le consiguió un par de pases de prensa para un concierto de la gira de Amnistía Internacional 'A Conspiracy of Hope', con Joan Báez, Peter Gabriel, U2 o The Police, entre otros. Al día siguiente, escribió a mano la crónica del concierto y se lo dictó a una taquimecanógrafa en Madrid. Así funcionaba la profesión, excepto si tenías acceso a fax o télex.
Bob Dylan
Quien abre su galería de artistas es Bob Dylan. "Me llamó Tomás Muñoz, director de la CBS española, con una información confidencial. Bob Dylan iba a grabar un elepé en castellano y me proponían preparar las adaptaciones". Su inconsciencia veinteañera no calibró la importancia del reto.
"Aquello era disparatado. Encajé las letras en las partituras, firmé los documentos y lo envié. Pero no se supo más del Spanish álbum. Nada de nada". Veinte años después, Sabina le pidió las letras, pero aquel contrato prohibía la cesión de los textos.
Con Prince constató que Lou Reed no era el hueso más duro de roer en el mundo del rock. "Lou podía mostrarse grosero y las entrevistas resultaban trepidantes, pero periodísticamente no fallaban: adobando sus respuestas con la descripción de su comportamiento, te salía un texto muy apañado. El verdadero coco era Prince. No se ponía a tiro, insistía en saber la altura del entrevistador y era capaz de exigir que el periodista no llevase ni grabadora ni cuaderno".
El enigma de Prince
Mayte García, bailarina y mujer de Prince en aquella época, recibió a Manrique en mayo de 1998 en los jardines del Hotel Santo Mauro de Madrid. Antes de despedirse, le prometió que haría lo posible para que entrevistase a Prince cuando apareciera por Marbella. Con lo que no contó fue con su divorció inminente.
Su secreto, según escribe Manrique en 'El mejor oficio del mundo', era que compartimentaba su vida. "Ni sus músicos sabían cómo iban sus relaciones amorosas, y al revés. Nadie le planteaba cuánto se medicaba ni cómo compatibilizaba su dedicación al erotismo con los preceptos puritanos de su religión. Iba por libre y, claro, murió en la puta soledad".
Antonio Vega
A Antonio Vega le conoció en el salón de su casa en 1981, cuando Carlos Tena, que iba a presentar en la Plaza Mayor madrileña una especie de Festival de la Nueva Ola, convocó a un representante de cada grupo. Se volvieron a ver a lo largo de los años ochenta.
Para Manrique fue terrible ver cómo el chico guapo se iba quedando "cadavérico, ajado, encorvado". Su último encuentro fue en el hotel Florida Norte. "Aguantaba mal el cuestionario y los cigarrillos se extinguían en sus manos, sin advertir que le quemaban la piel. Le lanzaba preguntas punzantes, cuando en el fondo sabíamos que su turbulenta vida era una elección consciente, una carrera frenética contra la muerte".
El bulo de los sobornos
Manrique rompe el mito persistente sobre los periodistas musicales: que se compran fácilmente. "¿De dónde salió el cuento? Solo en un par de ocasiones me han ofrecido un soborno". La primera, en 1975, con uno de los primeros managers de España, José Luis Fernández de Córdoba, ya fallecido.
"¿Cuánto quieres por dejar de tocarme los cojones?", le preguntó mientras ponía billetes verdes sobre la mesa. Le respondió que un par de entradas para el evento que preparaba, '15 Horas de Música Pop'.
Quince años después, alguien reclamó su reconocida pluma para una artista. "¿Necesitas un frigorífico, un televisor, un vídeo? Te compraremos el mejor". No pudo contener la carcajada. Se trataba de Paloma San Basilio, pero rechazaron la entrevista en el suplemento en el que trabajaba.
La conoció finalmente en la SER, en 2014. Un periodista especializado en información económica le habló de las prebendas en el sector y concluyó: "Mira, Manrique, si eres una persona venal, fácil de corromper, jamás te dedicarás al periodismo musical".
Sararis fonográficos
Uno de sus mayores tesoros se lo ha ganado a pulso: su colección de discos. Prefiere no echar cuentas de cuánto habrá pagado por exceso de equipaje en su afán de comprar en lo que llama "safaris fonográficos".
Y eso que, en un chiscón de Budapest, un freak muy amable le hizo una selección de cedés húngaros interesantes, y al llegar a Madrid las cajas estaban vacías. Una carrera tan extensa como la de Manrique tiene también este tipo de chascos.
