Cómo explica la ciencia la costumbre de comer acostados que tenían los romanos

Esta era una costumbre que tenían los hombres romanos de clases altas, no todo el mundo comía recostado
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MadridHay muchas cosas que hemos heredado de la Antigua Roma, aceptando que aquello que plantearon era bastante correcto y sigue vigente, pudiendo ser base de algunos elementos que seguimos manteniendo en la actualidad, como el derecho, la arquitectura o la ingeniería. Lo que no hemos heredado es su costumbre de comer tumbados.
De hecho, es más que probable que en alguna ocasión en la que lo hemos intentado a lo largo de nuestra vida, algún adulto a nuestro lado haya destacado que no parecía la mejor idea porque podíamos atragantarnos, incluso si lo hemos hecho sin ser niños. Lo cierto es que los romanos no se tumbaban, se recostaban, y tenían sus motivos para hacerlo, aunque ninguno era que no estaba su madre cerca para impedírselo.
Por qué los romanos tenían la costumbre de comer acostados
Las costumbres a la mesa de los romanos son de nuestro conocimiento gracias a historiadores que han encontrado pruebas de ello y lo han estudiado y analizado. Se puede ver en reproducciones en mosaicos, existen textos escritos donde queda recogido que esta costumbre era algo habitual, por supuesto entre los hombres ricos y poderosos.
Los pobres y los esclavos comían sentados, lo hacían rápido porque tenían que volver al trabajo. Porque sí, los romanos comían recostados porque esta era una experiencia que podía durar varias horas y querían estar lo más cómodos posible para ello. El comer era para ellos un placer y los largos banquetes servían para demostrar su poder, podían pasar horas dedicados a comer.
Apoyaban la cabeza en la mano izquierda y con la derecha cogían la comida cortada por los esclavos (es difícil usar cubiertos en esa posición). Comían y bebían hasta llenarse y después vomitaban para poder seguir comiendo y bebiendo. En ocasiones tampoco se levantaban para ir al baño, porque les traían el orinal allí mismo.
La posición en la que comían les ayudaba a relajarse y les permitía echarse pequeñas siestas si lo deseaban. También defendían que era beneficiosa para la salud porque favorecía la digestión, sobre todo en el caso de las comidas más pesadas, también se creía que favorecía la circulación sanguínea. Esto, en realidad, no es cierto, de hecho comer tumbado no se recomienda en absoluto para salud, pues puede tener consecuencias que no son positivas.
Al comer tumbado el estómago se expande, por lo que es más fácil que el contenido regrese al esófago provocando reflujo, también puede provocar una ingesta excesiva, porque al estar en esa posición se pierde la noción de cuánto y a qué velocidad se come. Es probable que esto último, en realidad, fuera algo positivo para los romanos, poder comer más sin ser tan consciente de que se trataba de un exceso.
Esta era una costumbre que adoptaron como muestra de estatus, tal y como hemos señalado, solo las clases altas lo hacían así y solo los hombres. Las mujeres mientras tanto comían en otra mesa o se arrodillaban o sentaban junto a su marido mientras él comía. El derecho a sentarse con su marido a la mesa fue algo que consiguieron con el tiempo y se considera uno de sus primeros logros contra la discriminación de las mujeres romanas.

