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Esta es la historia del primer emoticono: surgió por la necesidad de usarlo en los tablones de anuncios

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El primer emoticono fue una sonrisa. Unsplash
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MadridEs posible tener una conversación completa sin emplear ni una sola palabra y solo a base de emoticonos. Es verdad que no sería una conversación especialmente profunda, pero cada vez es más habitual responder una pregunta con un pequeño símbolo, porque cada vez son más detallados y ofrecen más posibilidades. 

Se ha pasado de los símbolos más sencillos, esos que se pueden lograr con los símbolos del teclado, a pequeños dibujos más elaborados, como los que encontramos en aplicaciones como el WhatsApp, donde quedan recogidos gestos faciales, emociones y sentimientos, pero también alimentos tradicionales. Como decimos, casi una conversación completa, pero ¿cuál es el origen de los actuales emoticonos? ¿Cómo empezó todo?

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La historia del primer emoticono, ¿cómo surgió?

El primer emoticono de la historia fue :-), una combinación de caracteres que al ser colocados juntos y en ese orden simbolizan una cara sonriendo, aunque para verlo haya que inclinar la cabeza hacia un lado (hacia la izquierda). Ahora nos parece algo evidente, aunque rudimentario, pero lo cierto es que hubo un momento en el que alguien tuvo que pensarlo, diseñarlo y crearlo y lo hizo porque lo consideró necesario. 

Su creador fue el profesor estadounidense Scott E. Fahlman, quien vio necesario crear un símbolo que le ayudara a distinguir cuando se hablaba con ironía en las conversaciones escritas que tenía con sus colegas y alumnos en el tablón de anuncios de la escuela, que no tenía la opción de poner imágenes. 

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Los emoticonos de Fahlman no tuvieron el mismo éxito en todas partes, en Asia no fueron recibidos del mismo modo que en occidente, y mientras se extendía su uso poco a poco, en Japón crearon su propia versión: los kaomoji, que se ven de forma horizontal. Se quiso añadir dibujos al teclado y así fue como se fueron desarrollando los emojis posteriores, diseñandos en 1995 por Shigetaka Kurita. Comenzó con el símbolo del corazón y poco a poco fue desarrollando más símbolos y emociones, con la intención de poder abarcar la mayoría de los sentimientos.  

Este proyecto hizo que otras empresas también apostaran por crear los suyos, aprovechando que las imágenes eran demasiado pequeñas y no pudieron ser registradas, por lo que no tenían copyright. 

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El uso de los emojis se fue extendiendo hasta convertirse en algo habitual y hemos aprendido a utilizarlos en nuestras conversaciones, desde los primeros pasos en Messenger a su extensión a otras redes sociales y servicios de mensajería. Ahora los utilizamos del mismo modo en que fueron pensados, para matizar algo que escribimos y que puede dar lugar a interpretaciones que no son las adecuadas.

Fahlman quería que no hubiera dudas en sus mensajes de si estaba siendo irónico o estaba haciendo una broma, añadiendo uno de estos emojis hacemos que nuestras intenciones sean más claras. Por lo menos así sucede en las conversaciones coloquiales, que es cuando más los utilizamos, porque no está del todo bien visto emplear emojis si se trata de una charla un poco más seria, por mucho que se trata de una conversación escrita. En esos casos lo mejor es cuidar nuestras palabras para que el mensaje esté claro.