El caso Alcaraz: ¿por qué nos gusta tanto la épica?

Carlos Alcaraz
Carlos Alcaraz o el viaje del héroeCordon Press
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Carlos Alcaraz protagonizó este domingo en la tierra batida de la Philippe Chatrier una de esas gestas que figurarán en los libros de historia del tenis y serán recordadas muchos años después. No solo porque se impusiera a su némesis deportiva, el italiano Jannik Sinner, para levantar su segundo Roland Garros y quinto Grand Slam. Sino porque lo hizo después de perder los dos primeros sets y sobreponerse a tres bolas de partido. El español llegó a tenerlo todo en contra y salió triunfante después de casi 5 horas y media de drama que se decantó de su lado por 4-6, 6-7 (4), 6-4, 7-6 (3) y 7-6 (10-2). Digamos que si hubiera arrasado por 6-1-, 6-3 y 6-0 no habría sido ni mucho menos lo mismo. Porque no hay nada que enganche más al espectador que una gran historia épica, de esas plagadas de dificultades aparentemente insuperables que nos emocionan, nos inspiran y nos elevan hasta lo extraordinario.

El detalle de Carlos Alcaraz con los recogepelotas de Roland Garros tras revalidar el título en París
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El viaje del héroe

El deporte, más que ningún otro espectáculo, es un terreno abonado para narrar el viaje del héroe, ese concepto acuñado por Joseph Campbell según el cual toda gran historia sigue una estructura muy parecida: el protagonista abandona el mundo ordinario para enfrentarse a una serie de desafíos y pruebas a fin de alcanzar su meta y regresar al hogar renovado como persona. Sí, importa que el resultado final sea la victoria, pero sobre todo nos conmueve el cómo se gana. El relato.

Todavía están reciente en nuestra memoria las emocionantes gestas de Rafa Nadal en sus maratonianos partidos contra Novak Djokovic y Roger Federer, en los que el sufrimiento, la tensión, la caída y el resurgir se convertían en elementos clave de un aparato dramático que conectaba directamente con las epopeyas de los mitos clásicos, de Ulises a Aquiles. Lo de Alcaraz ante Sinner en París entra directamente en esa tradición en la que el héroe se tambalea, parece al filo del abismo, pero consigue resurgir sacando fuerza de no se sabe dónde. Hay tragedia en la rivalidad, poesía en el esfuerzo y catarsis en la victoria final.

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El peso de las grandes epopeyas

En el mundo de narrativas de corto alcance e impactos superficiales de la redes sociales, sentarse durante cinco horas a contemplar una gran novela épica, con su gravedad, su peso, sus cambios de intensidad y sus giros de guion, resulta casi un gesto rebelde. Y posiblemente más gratificante que hacerse un maratón con la serie de turno de Netflix. Porque las grandes hazañas deportivas nos reconcilian con la idea de que valores como el coraje, la pasión y el espíritu de lucha siguen vigentes. Ver a Alcaraz luchar contra viento y marea y salir triunfante nos inspira a enfrentarnos a nuestras propias adversidades cotidianas con un espíritu parecido. A seguir creyendo en que todo es posible.