Navidad

Mercados de Navidad europeos (sin agobios): 5 alternativas a Viena o Berlín para una escapada mágica y tranquila

Mercados llenos de luz, historia y tradición pero sin aglomeraciones
Mercados llenos de luz, historia y tradición pero sin aglomeraciones. Unsplash
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MadridCuando llega diciembre, comienza a apetecer disfrutar de las luces, tomar vino caliente y escuchar villancicos de fondo. El espíritu navideño llega, y con él los mercadillos de navidad. En Europa se pueden encontrar muchísimos, el problema es que algunos como Viena o Berlín, pueden abrumar por su afluencia. A medida que uno gana años y experiencia viajera, se aprende a escoger el ritmo de los lugares: poder mirar despacio, pararse ante un puesto de artesanía, escuchar un grupo de niños cantar o entrar a una cafetería solo para disfrutar del ambiente.

El turismo navideño ha crecido de manera exponencial en los últimos años, y eso ha hecho que destinos como Viena o Berlín sean postales tan bonitas como saturadas. Sin embargo, más allá de estas capitales existe una Europa más pausada y acogedora, ideal para aquellos que quieren buscar su magia sin el estrés de las aglomeraciones.

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Budapest (Hungría)

Budapest tiene un encanto que equilibra lo monumental y lo cotidiano. En Navidad, las luces resaltan las fachadas imperiales, los tranvías amarillos parecen más fotogénicos y el Danubio se convierte en un espejo de los mercados que se sitúan en su orilla.

Sus dos epicentros navideños son el Advent Bazilika en la plaza de San Esteban y la Vörösmarty tér donde se concentra el espíritu festivo sin perder el sosiego. En la primera, la imponente basílica actúa como lienzo de un espectáculo de video mapping que proyecta escenas invernales y mensajes solidarios alrededor de decenas de puestos donde se pueden encontrar adornos de cristal, cerámica, lana o pan de jengibre. Y en la segunda, hay un ambiente más tradicional donde se sirven lángos, gulash y vino caliente humeante con música en directo.

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Salzburgo (Austria)

Pocas ciudades encarnan el espíritu navideño con tanta naturalidad como Salzburgo. La ciudad de Mozart se viste con luces cálidas y melodías barrocas en cuanto llega el adviento. Su Christkindlamrkt, frente a la catedral, es uno de los más antiguos de Europa, celebrado desde el siglo XV y mantiene el equilibrio ideal entre autenticidad y elegancia.

Los puestos de madera se alinean en las plazas Domplatz y Residenzplatz donde se rodean de edificios de piedra clara y coronados por la fortaleza de Hohensalzburg. Aquí se sirven ponches calientes, salchichas, dulces de mazapán y strudel recién horneado, mientras se escucha de fondo coros de villancicos y pequeños grupos de instrumentos de viento.

Tallín (Estonia)

Tallin es una joya del Báltico que en invierno parece sacada de un cuento. Su casco antiguo amurallado, Patrimonio de la Humanidad, se cubre de nieve y faroles, mientras que en la Plaza del Ayuntamiento se instala uno de los mercados más bonitos del norte de Europa.

Allí se puede encontrar el árbol de Navidad más antiguo del mundo, una tradición que se remonta al siglo XV, cuando los gremios de comerciantes lo colocaban en la plaza central. A su alrededor, se pueden ver puestos de artesanía de lana, cerámica nórdica y dulces típicos como el piparkoogid, una galleta de jengibre o el verivorst que es una morcilla estonia. El vino caliente se puede degustar con almendras o pasas.

Colmar (Francia)

Dicen que Colmar es la “ciudad de los cuentos” y, en Navidad, con una sola hora de paseo se puede entender por qué la denominan así. Se encuentra en el corazón de Alsacia, entre canales y casas de entramado de madera, Colmar tiene uno de los mercados navideños más fotogénicos y entrañables de Europa.

Todo ocurre dentro del casco antiguo, donde se pueden ver seis mercados diferentes repartidos por las pequeñas plazas comunicadas entre sí; la Place des Dominicains, con su catedral gótica; la Place de l’Ancienne Douane, junto al canal; la Petite Venise, perfecta para familias; y la Place Jeanne d’Arc, donde se venden productos gastronómicos regionales como foie gras, pain d’epices o el vino blanco alsaciano caliente.

Estrasburgo (Francia)

Desde 1570, Estrasburgo acoge el Christkindelsmärik, el mercado navideño más antiguo de Francia y uno de los más emblemáticos de Europa. Toda la ciudad se vuelca en estas fechas con más de diez mercados repartidos por plazas y barrios, cada uno con su propio encanto.

El más famoso está en la Place Broglie, pero hay otros que también hay que visitar: Place Kléber, donde se puede disfrutar de su árbol de navidad de más de 30 metros, Place de la Cathédrale, frente a la catedral gótica o La Petite France, un barrio de canales y puentes cubiertos que parece que se ha detenido en el tiempo. Aunque su fama diga lo contrario, Estrasburgo se puede disfrutar sin agobios si se escogen bien las horas: a primera hora de la mañana o a partir de las 8 de la tarde. Además, su tranvía es muy eficiente y permite desplazarse cómodamente entre zonas, y los cafés tradicionales son perfectos para descansar entre paseo y paseo y tomar algo reconfortante y calentito.