Como a los bebés a los fenómenos atmosféricos se les busca nombre

  • Descubre cómo se elige el nombre de los fenómenos meteorológicos

Se podría pensar que el nombre de los fenómenos atmosféricos (huracanes, tifones y demás) es aleatorio o que depende del sentir de quien, en ese momento concreto, tenga el poder de decidir. Sin embargo, la realidad es que, desde 1980, existe un sistema internacional pensado precisamente para que nos resulte sencillo identificar cada uno de estos fenómenos y para que el método utilizado sea claro, específico y objetivo, basado en el uso de nombres propios. ¿Cómo se elige el nombre de los fenómenos atmosféricos?

Un sistema para poner nombre a los fenómenos atmosféricos

Existe una institución llamada Organización Meteorológica Mundial, que es precisamente la encargada de poner nombre a los fenómenos naturales que acontecen en nuestro Planeta. Es esta Organización la que decidió hace años crear un sistema sencillo para nombrar a huracanes, tifones y demás fenómenos atmosféricos: usar nombres propios sacados de una lista rotativa, tanto de hombre como de mujer. El motivo es que, aparentemente, nos resulta más fácil recordar nombres de personas que números o términos técnicos, y ello facilita la comunicación de cualquier noticia relacionada con estos fenómenos.

Además, de esta forma, determinados acontecimientos atmosféricos concretos permanecen grabados en nuestra memoria (Katrina, Yolanda...) durante más tiempo, y nos resulta más sencillo localizarlos temporal y geográficamente. Para quienes se dedican a tareas relacionadas con este tipo de eventos, el uso de nombres resulta también más efectivo de cara a identificar la latitud y longitud del fenómeno en cuestión, algo clave de cara a intercambiar información sobre dicho fenómeno entre distintas estaciones dispersas, bases costeras y buques en el mar.

No siempre ha funcionado así: antes de crearse este sistema, los fenómenos meteorológicos recibían el nombre del santo del día en que se manifestaban, o bien se elegían sus nombres de forma arbitraria entre nombres bíblicos. A mediados del siglo XIX, se decidió identificar a las tormentas solo con nombres de mujer, también de origen bíblico, aunque durante el siglo pasado volvieron a utilizarse nombres masculinos para las tormentas del Pacífico Norte Oriental.

En 1980 llegaría la creación del criterio actual, de la mano de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Servicio Meteorológico de Estados Unidos, instituciones que decidieron alternar nombres de hombres y de mujeres para el nombramiento de tormentas. Así, cada zona del Planeta tiene su propia lista de nombres preestablecida que irá usándose para dar nombre a los fenómenos que vayan aconteciendo en ella.

En estas listas existe un nombre para cada letra del alfabeto (excepto para las letras Q, U, X Y y Z, porque no existen suficientes nombres en los tres idiomas utilizados, inglés, francés y español). Existen seis listas rotativas de nombres para el Atlántico y otras seis para el Pacífico, y cada año se utiliza una de ellas, de modo que, cuando hayan pasado seis años, se volverá a utilizar la primera.

Por otro lado, en ocasiones se retiran nombres de la lista (fue el caso del huracán Irene, así como de Katrina, Mitch y Tracy), normalmente en relación con la gravedad de los daños causados y las muertes producidas. En estos casos, se sustituye el nombre saliente por otro con la misma inicial. La única forma de cambiar un nombre es "cuando se produzca una tormenta tan mortal o costosa que su uso en el futuro resulte inapropiado por razones de sensibilidad”, según la Organización. Así, cuando un país se vea muy afectado por un fenómeno meteorológico, puede solicitar la retirada de su nombre, y no podrá ser utilizado en los 10 años siguientes.