Begoña Gómez rompe a llorar en el palco del Congreso tras la investidura de Pedro Sánchez

En el instante en que Francina Armengoll, presidenta del Congreso de los Diputados, ha confirmado que Pedro Sánchez ha sido reelegido presidente del Gobierno con 179 votos a favor, el silencio que reinaba en el Hemiciclo se ha roto con una unánime ovación por parte de (casi) la mitad de la cámara. La otra, la que representan el Partido Popular y Vox, ha abandonado la sala mientras el líder socialista era vitoreado por sus aliados. Una felicidad compartida que también se ha celebrado en el palco de invitados, donde se encontraba su mujer.

Begoña Gómez, que tanto ayer como hoy ha querido presenciar el debate de investidura de su marido, ha llorado de emoción después de confirmarse que Sánchez volverá a ejercer de presidente del Gobierno en una nueva legislatura. Junto a ella estaba Magdalena Pérez-Castejón, su suegra, a la que también se ha visto en esta sesión que finalmente ha resultado exitosa para el socialista.

En ese mismo palco fue donde se produjo uno de los momentos más polémicos de la primera jornada. Ese en el que Isabel Díaz Ayuso dedicó cuatro palabras al por entonces presidente del Gobierno en funciones después de que sacase a colación desde la tribuna el caso de las mascarillas por el que el hermano de la presidenta autonómica fue investigado. Aunque en un primer momento su equipo confirmó que le había calificado de "hijo de puta", esta mañana, en la Asamblea de Madrid, ha ironizado sobre el asunto asegurando que lo que dijo fue que le "gusta la fruta".

Desde hace más de 25 años, el secretario general del PSOE comparte su vida con esta bilbaína de 48 años que se licenció en márketing y que ocupa el puesto de directora de un máster en la Universidad Complutense sobre Transformación Social Competitiva.

Aunque desde un discreto segundo plano, Begoña ha ejercido su rol de 'primera dama' durante los últimos cinco años, un papel en el que repetirá ahora que se confirma que su esposo continúa en Moncloa. Ambos son padres de Carlota y Ainhoa, dos jóvenes de 18 y 16 años a los que han intentado blindar del impacto mediático que ha supuesto que su padre ocupe la presidencia del Gobierno. 

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