Psicología

Por qué nos hemos obsesionado tanto con el CEO infiel del concierto de Coldplay, según una psicóloga de parejas

La fidelidad y la viralidad en una relación de pareja
La fidelidad y la viralidad en una relación de pareja. Getty Images
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Una pareja, en principio anónima, disfrutan acaramelados durante un concierto. Él es CEO de una gran empresa tecnológica, y ella no es su pareja oficial. De manera fortuita la cámara los enfoca en un momento muy concreto, proyectando su imagen en una pantalla sobre el escenario. Los asistentes al evento lo graban y comparten, e internet estalla. 

Lo que en otras circunstancias habría sido una escena completamente irrelevante, casi anecdótica, se ha acabado convirtiendo en una imagen viral, en meme, en juicio público y en detonante de una conversación colectiva sobre la infidelidad, la intimidad y el morbo social. ¿Por qué esa obsesión repentina y desmedida? ¿Qué revela de nosotros? Para Esther Perel, terapeuta de parejas y referencia mundial en el estudio de los vínculos amorosos, la respuesta está lejos de ser superficial. Así lo ha contado en una conversación con Willa Bennett, editora jefe de Cosmopolitan USA. 

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La infidelidad como espejo

“No sé lo que ocurre en la vida de esas personas, ni en sus matrimonios”, advierte Perel desde el principio, negándose a personalizar. Pero lo que sí sabe, tras más de una década investigando el fenómeno a nivel mundial, es que “las personas están consumidas, excitadas y aterradas por la experiencia de la infidelidad”. No es cuestión de que haya sido cosa de este CEO concreto, ni del abrazo furtivo, ni de la forma en que reaccionaron, ni el contexto del concierto. Se trata de que la escena apela a una grieta universal: el miedo a ser traicionados y, a la vez, el vértigo de imaginar que podríamos ser nosotros quienes traicionamos.

La infidelidad funciona aquí como un detonador emocional colectivo. Una especie de prisma a través del cual cada uno proyecta su vulnerabilidad. “¿Y si pudiera pasarme a mí? ¿Y si fuera yo ese, aunque jure que nunca lo sería?”, resume Perel. Lo viral no es el hecho; es el reconocimiento silencioso de que el deseo, lo prohibido y lo imprevisto son mucho más cercanos de lo que nos gusta admitir.

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No se trata (solo) de la pareja

Uno de los aportes que más han llamado la atención de Perel es su insistencia en que las aventuras extramatrimoniales no siempre nacen de relaciones fallidas. “Muchas veces no tienen nada que ver con la pareja, sino con la identidad del individuo”, explica. A menudo, el motivo no es la insatisfacción con el otro, sino una forma de huida de uno mismo: “el anhelo, la sensación de pérdida, el derecho a sentirse vivo, el deseo de recuperar una parte de uno que se ha desdibujado”. El acto transgresor no es necesariamente una acusación contra el cónyuge, sino una búsqueda, legítima o no, de sentido o vitalidad.

En este sentido, Andy Byron, el CEO infiel de Astronomer, no es solo un personaje en un escándalo viral. Es un símbolo: un profesional de éxito que, pese a tenerlo “todo”, arriesga lo ganado por una emoción clandestina. Y es precisamente esa figura la que provoca un cortocircuito moral en la audiencia: ¿cómo alguien con tanto que perder se deja llevar por un impulso tan primario?

El precio del deseo en la era de lo viral

La respuesta a ese impulso viene con factura. Cuando la cámara los enfocó, la mujer que le acompañaba, Kristin Cabot, su jefa de Recursos Humanos, encogió el cuerpo mientras Andy directamente se escondía. Fue un gesto instintivo de “duck and cover”, de esconderse ante el peligro. “Es una reacción animal. Son reflejos. Es huida”, analiza Perel. Porque el verdadero riesgo hoy no es solo el acto íntimo, sino su exposición masiva. “Lo opuesto al secreto de la aventura es el descubrimiento total de la misma”, sentencia.

Andy Byron y la directora de RRHH de su empresa, Astronomer

Y ese descubrimiento ya no se limita a los círculos cercanos de los implicados. Hoy todo puede llegar a convertirse en meme. “Sabemos que no hay privacidad. Sabemos que la gente juzga rápido y se deleita en el arte de la santurronería. Todo vale”, afirma. El escándalo ya no termina en la ruptura, sino que continúa en la viralidad, se perpetúa en la burla y, finalmente, acaba grabado en nuestra memoria como un juicio eterno.

De esta manera, la historia del CEO infiel en el concierto de Coldplay trasciende su anécdota inicial. Es la parábola moderna del deseo en tiempos de escrutinio colectivo. Es una advertencia sobre lo que ocurre cuando lo íntimo tropieza con el algoritmo. Pero, sobre todo, es un retrato descarnado de cómo el amor, el engaño y la necesidad humana de conectar siguen siendo, por encima de todo, profundamente públicos.